Mi amigo el joven agricultor hetero Parte III

Sonrió y rápidamente se puso de rodillas, me agarró de la mandíbula y me obligó a meterme el rabo al palo. - ¡Arghhh, que riiico, ahora te voy a hacer una cosita en ese culo de golfillo que te va a encantar!

... Alguien tocaba la puerta con timidez, nos miramos aterrorizados, me escondí en el baño de la habitación y el concejal fue a abrir la puerta, desde el baño no daba crédito a la palabra que escuché:

  • ¿¡Ismael!?

  • ¡Calla y déjame entrar, rubio panoja!

Salí del baño, el potranco venía en calzoncillos y se había depilado para su noche de bodas.

  • ¡¿Qué haces aquí, Isma!? Le pregunté estupefacto.

  • Que la mujer está “dormía” como un tronco y no sabía si me habías dicho 302 o 303, pero por lo que veo ya estás pasándotelo bien con el “del Molino”.

Me dijo Ismael sin reprimir el enfado en su tono, hizo un amago de marcharse ante el que iba a responderle “que no fuera celoso”, pero eso lo pondría a la defensiva así que decidí hacerme el cachondo y sobar su pectoral; comenzamos a acariciar al Potro por su pecho, su tripa, su espalda, hombros, pelo… La verdad es que Ángel sería bellísimo pero en cuanto a fortaleza, potencia, virilidad, musculatura y rabo, no le llegaba a Ismael a la suela del zapato. Ángel se arrodilló ante él para mamarle la polla ante lo que Isma se negó diciendo que era “su noche de bodas” y que había venido “a chuscar”. Tras macharcársela un poco con mi ayuda, penetró a Ángel sin ningún tipo de preliminar mientras que yo trataba de meter mi polla en la boca del rubio que, debido a las empotradas de Ismael, no atinaba a mamarme como corresponde, conseguí que el Potro aflojara mínimamente el ritmo y Ángel agarró mi polla con decisión, no había sentido aún el primer lengüetazo sobre mi glande cuando alguien golpea la puerta de la habitación para abrirla inmediatamente:

  • ¡Pancho!

Estaba guapísimo, alto, muy moreno, esa cara de gato, vestido con su uniforme azul de policía local con su arma y su porra a la cintura, Ángel e Ismael se cagaron de miedo mientras que yo aguardaba expectante el desenlace.

  • ¿¡Qué coño está pasando aquí!? Primero Rubén, le pregunto al recepcionista si se está quedando aquí uno de la capital, 1,80, pelo castaño corto y de unos 35 años y me da tu nombre y tu habitación, pero resulta que estás en la de al lado, claro… ¡Qué te he visto saltar desde el otro lado del río! Llego aquí ¿Y a quién me encuentro? ¡Al “Panadero” también ¡No cambias, Ismael, ya no tienes 15 años!

  • Pancho, no es lo que tú te crees... ¿Pero qué haces? Preguntó Ismael estupefacto cuando vio que Pancho comenzaba a desabrocharse el uniforme, creo que ha sido la única vez que he visto miedo en el Potro de la Vega.

  • ¿Cuánto hace que no me chupas la polla, Molino? ¡Lo menos dos semanas!

  • Ángel ¿También se la chupas al Forraje?, ¡Con razón estás en la policía local! Exclamó Ismael al borde de la carcajada. Venga, amigos, que mi mujer se despierta en cualquier momento.

  • ¿Estás cachondo, Pancho? Le pregunté ayudándolo a desabrocharse la camisa azul.

  • ¡Muchísimo, llevo empalmado desde que empecé a trabajar!

  • Eso son las “vitaminas” que te puse en la cocacola… Le dijo el rubio con malicia.

  • Un día te voy a denunciar, Ángel. Le dijo “el Forraje” verdaderamente molesto.

  • Y tú te quedas sin trabajo, a ver si te has olvidado de quién eres.

Le respondió el concejal al policía en un tono de amenaza que no me hizo ni puta gracia y que a punto estuvo de cortarme el rollo. Fue Ismael el que puso paz y exigió que todo fuera cordialidad, armonía y vicio a tope en la noche de su boda; no obstante, la tensión entre los otros dos era más que evidente.

Tenía verdadero interés en probar la polla del policía y sobre todo en saber si probaría él la mía, pero siendo la boda de Ismael y deseando yo a mi potro como lo deseo, me arrodillé ante él y le di su regalo de casamiento mientras le daba tirones de sus tetorras como a él tanto le gusta. Apestaba a sexo, lo sentía pletórico mientras gemía al comerle las bolas y chuparle el perineo; no tardó en venir a buscar mi culo con sus dedos mientras me miraba eufórico directamente a los ojos ¿Qué sería, su cuarto, su quinto polvo de la noche? Admiré su lanza dura y picuda y le di unos buenos lametones contra mi paladar antes ponerle mi culo en pompa y alabando su gran tamaño le dejé caer que no fuera animal.

Nos pusimos Ángel y yo uno en frente del otro mientras Ismael me abría el culo, yo diría que con cierta delicadeza, que por supuesto se desvaneció una vez tuvo su rabo dentro cuando.Pancho le iba petando al rubio el culito con suma diligencia, admiraba el hermosísimo rostro de Ángel y el cuerpo desnudo de Pancho detrás, con esas abdominales marcadas hasta la exageración empotrándole el culo al rubio no sin cierta desgana y ese rostro moreno y de ojos de tigre observándonos a Ismael y a mí con lujuria. Isma no tardó en empezar a darme pollazos “de los suyos” a la vez que yo me masturbaba, me apoyé en los hombros de Ángel con mi otro brazo y juntamos nuestras lenguas a medida que las embestidas se iban haciendo más intensas nos besábamos los gritos y nos masturbábamos para sobrellevar el dolor. Fue Pancho el que sacando la polla del culo del rubio y de un empujón le dijo a Ismael que parara. Ismael miró hacia la boca entreabierta del rubio angelical y se la metió con pingazos largos y profundos antes de irse a su culo. Y ahí llegó el descubrimiento del pene del “Forraje”, no especialmente largo pero gordo, cabezudo, lleno de venas por todos lados y de sabor dulzón, me lo metí hasta el fondo, frotaba sus abdominales y sus brazos con Pancho mirándome sonriente mientras se “dejaba hacer”; pasé mi lengua por sus los cuadraditos de su abdomen para lamer ese ombliguito salido mientras le acariciaba el pelo de su pecho y luego subir por el anchísimo surco de sus abdominales hasta su tetilla, redonda, mediana y con la puntita dura después de mis lametones, admiré su cara y sin esperármelo me besó juntando su lengua, entrelazándonoslas, frotando su cuerpo contra el mío y acariciando mi pelo mientras yo atusaba su pelo cabello corto y casi negro y admiraba su rostro moreno y felino. Volví a acostarme boca arriba levantando mis piernas mientras el agente de la local, mirándome seriamente y con lujuria en sus ojos de depredador nocturno al mismo tiempo que se agarraba el pito con firmeza, me la metió de nuevo mientras yo le daba tirones de los pezones redonditos y con las puntitas grandes, acariciaba el vello del centro de su pecho, sus abdominales y su espalda.

Ángel por su parte comenzó con sus aullidos mientras Ismael lo empotraba como la bestia que era y que ya empezaba a sobarse los pezones con ira y a tocarse el estómago, no tardaría en venirse, por lo que le indiqué que se apartara para penetrarle el culo al rubio, no me hizo ni caso, pero sí paró un poco para permitirme que se la metiera yo también al mismo tiempo que él. Me tumbé en la cama mientras Ismael, sin sacar su polla del culo, levantaba al concejal que nos miraba con horror mientras era inmovilizado por Pancho, que parecía gustarle la tortura a la que iba a ser sometido su jefe del ayuntamiento, el policía cogió mi pene y le dio dos buenos lametones que me sorprendieron más aún que su beso y que me la terminaron de poner dura del todo, sus dedos iba haciendo hueco en el culo del rubio e Ismael había parado un poco para “facilitar la maniobra”, Pancho volvió a tragarse mi polla y tras succionarla unos segundos fui meterle el rabo por el culo sin que Ismael, de pie, moviera el suyo hasta que estuvo el mío llegó a la altura de la base del glande del Potro, que antes de volver a embestir dice lentamente con su tono grave y ronco:

  • ¡Eso es lo que te gusta a ti! ¿No, Panoja? ¡Dos pollas en tu culo!

Ángel reprimía el llanto con mi pene pegado al de Ismael dentro de su cavidad anal, nunca le había hecho una doble penetración a otro hombre, pero supe que me tenía que dejar llevar mientras Ismael penetraba, yo dejaba mi polla quieta y me limitaba a disfrutar del frotamiento del pene del Potro contra el mío y el anillo del culo de Ángel presionándonoslas a ambos mientras que con su boca comenzaba a emitir sonidos de dolor mezclados con placer y a tratar de mamar al policía como podía. Me abracé al recién casado sintiendo sus tetillas gordas y saltonas contra mi cuerpo y su polla presionándome la mía hasta que empecé yo también a bombearle el culo al rubio a la vez que el potro con unos vergazos de los que más placer me han dado en mi vida, era el paraíso, mi polla en el culo del hombre más guapo de a decenas de kilómetros a la redonda frotándose con la del más macho. Me la saqué al poco cuando Ángel sufría más de la cuenta y compartí su boca con el cipote venoso y cabezón de Pancho-cara de gato, que rico su polla frotándose con la mía, estaba con los hombres más guapos y atractivos del pueblo compartiendo el culito y la boca del rubito hasta que me vine de puro morbo y placer en la boca del concejal más o menos al tiempo que Ismael se corría dentro de su orto.

  • ¡Limpíate el culo bien, Molino! Le gritó el Forraje.

  • Si quieres yo lo tengo limpio.

  • ¡Me voy a follar un culo de capital! Afirmó radiante, más tarde descubrí que la timidez de este hombre puede ser patológica.

  • ¡Y a mí me folla un policía!

Me metió su polla con delicadeza, se notaba que el concejal lo tenía “bien entrenado”, nada que ver con Ismael: Me iba metiendo el pene solo hasta la mitad a la vez que se lo masturbaba y solo al final me la clavó hasta el fondo, me hizo un poco de daño sin llegar a dejar de darme placer, era de movimientos lentos pero constantes, jadeaba y tras sacársela un instante para machacársela, clavármela de nuevo y estar penetrándome como un simio durante medio minuto, me agarró el cuello y me besó mientras eyaculaba en el interior de mi ano.

Ismael insistió en probar el culo del policía que penetró mientras el moreno aguantaba estoicamente, reprimiendo las lágrimas y sin quejarse, cuando ya vi que no aguantaba más, me metí el rabaco del Potro de la Vega en la boca para que eyaculara por segunda vez. Tuvimos que echarlo de la habitación a empujones para que su mujer no descubriera que le había puesto los cuernos en la propia noche de bodas. Tras cerrar la puerta, Pancho seguía ahí a cuatro patas con Ángel mirándome con el rabo en erección:

Cuando le metí el rabo al policía dio un gritito y aún no estaba dentro ni el glande completo, le metía la polla hasta la mitad mientras el rubio se masturbaba viendo la escena y yo me iba subiendo al cielo, Pancho reprimía las lágrimas mientras me miraba en busca de compasión, me agarré el pene hasta esa altura en la que el dolor le resultaba soportable y empecé a menearme el glande dentro en un mete y saca rápido y poco profundo que acompañaba con sus gemidos, que gustito me estaba dando, traté de metérsela un poco más y el grito me dejó helado, tenía que ser muy suave con Pancho, continué metiéndosela muy lentamente para seguir moviendo el cipote mientras y me iba viniendo arriba cuando Ángel empieza a insistirme en que le diera con más brío.

  • ¡Vamos, que se nota que eres de capital, más fuerte!

Se levantó y se puso detrás de mí acariciándome mientras yo me concentraba en la intensidad de los gemidos del policía que me miraba con cara de gatito indefenso, con mis manos le cubría su polla y su pubis de caricias y justo cuando Pancho me mira sonriente, el imbécil de Ángel me empuja y le meto la polla entera hasta el fondo y el pobre Pancho no metió un grito porque se lo contuvo en un gruñido sordo y lastimero que hizo retumbar las paredes. Le saqué la pinga corriendo, mientras el policía con gesto atormentado me pidió que le diera espacio mientras se retorcía de dolor arrodillado; volvió a colocarse en la misma posición y forzando una sonrisa me indicó que siguiera, era un culo duro y recio

Ángel no paraba de frotar su pene contra mis nalgas y mis piernas mientras el gustazo de estar penetrando a Pancho me dominaba, quise verle la cara a Ángel también y lo puse a lamer el rabo gordo del policía mientras me miraba, incrementé los pollazos en el culo del agente hasta que se le bajó la erección y me pidió a gritos que parara, me la saqué y masturbándome puse al “del Molino” con el orto en pompa, machacándome el rabo viendo su culito pequeño, con los glúteos turgentes y la raja peludita y pensando en la follada que le iba a dar, se la metí de un golpe y lo reventé mientras gritaba yo creo que en algún idioma extinto y los latigazos de placer me sacudían enteros, su culo era flexible, versátil y juguetón a la entrada y calentito y confortable por dentro, no me importaba nada más en ese instante hasta cuando paro a respirar y veo a Pancho sentado masturbándose y mirándome con complicidad, no tardó en unirse cuando observo a Ángel pajeándose como un babuino, con su rabito “apestoso” del olor tan fuerte que desprende, duro como un martillo y una cara de gusto que no podía con ella:

  • ¿Has visto, Pancho, lo que disfruta la rubia? Le dije completamente empapado en sudor mientras tomaba resuello.

El policía se dirigió a nosotros y mientras me abrazaba y juntaba su boca contra la mía me fui excitando y a la vez que Ángel se corría sobre la cama, me la saqué y se la metí al rubio en la boca con Pancho siguiéndome para seguir besándonos mientras el concejal me mamaba, para regalarme un orgasmo que me llevó arriba del todo cuando Ángel empezó a lamerme el frenillo y me corrí en su boca apartándome de Pancho para jadear extasiado de gusto.

El policía no tardó en marcharse, la tensión con Ángel era evidente, cuando le pregunté si era porque estaba “de servicio” me respondió con sorna señalando el uniforme tirado sobre una silla:

  • ¿Tú has oído que suene la emisora en todo este rato que llevo aquí?

  • Esto no es un pueblo grande y quitando las fiestas o que haya pasado alguna catástrofe tampoco es que la policía local tenga mucho trabajo.

Ayudamos a vestirse a Pancho. No tenía sueño y lo acompañé al coche patrulla, introduje mis dedos entre los botones de su camisa para tocarle esas abdominales de ensueño, parecía estar más tranquilo, relajado y disfrutar más de mis caricias y sobeteos sin el concejal delante:

  • ¿Son cosas mías o ahora te gusta más?

  • Contigo solo es más tranquilo que con esos dos ahí, cuando te vi desde la dehesa saltando al cuarto de al lado pensé… ¿Qué se traerá este entre manos? Y ya cuando el recepcionista me dijo quién estaba al lado de tu habitación supe lo que ibas a hacer, me dio curiosidad por ver que te hacías con Ángel, y ya cuando llegó “el Panadero”… No se pierde ni una fiesta, el verraco ese...

  • ¿Son cosas mías o Ángel es tu pareja?

  • Ángel está casado, Rubén…

  • Como Ismael…

Me contó que tenían una “especie de relación” desde hacía unos años. Ángel siempre lo ha tratado muy bien, se siente a gusto con él, pasan tiempo juntos, pero a ojos del pueblo era “hombre casado” de la familia más rica de la Vega y eso parecía generarle cierto resentimiento, me preguntó:

  • ¿Te acuerdas la noche que nos conocimos y que te acompañé a la “Casita del Lagar”?

  • ¡Sí, que no quisiste entrar!

  • Te veía tan embobado con Ismael y yo pensando en Ángel y en qué diría… Que decidí volverme a mi casa. Pues me arrepentí.

Nos estuvimos besando un poco más en la oscuridad de los campos bajo la lluvia y me llevó al hotel cerca de las cinco de la mañana. Al llegar a la tercera planta, pasé por delante de la habitación Ismael, puse la oreja en puerta, para confirmar que “eso” que se oía desde afuera era el novio empotrando a su ya esposa, que metía tales gritos mezclados de dolor con placer y sentí envidia por ella. Tenía la tarjeta que abre la puerta de la habitación de Ángel para ir a recoger mis cosas, con tan mala suerte que se me cayeron unas monedas de la billetera sobre una bandeja metálica y el rubio se despertó y encendió la luz mientras me miraba con sus grandes ojos azules con gesto entre dormido y sonriente:

  • Perdona que te despertara, Ángel.

  • La próxima vez me das un besito, macho de ciudad.

Me dijo mientras destapaba un lado de la cama invitándome a acostarme a su vera, me recosté junto a él acariciando su pelo suave como la seda y con la luz encendida para ver esos ojos de azul celeste hasta que lo cerró para dormirse. A la mañana siguiente, me desperté muerto de sueño y de hambre para tomar el bus que pasaba a las doce. Me fui caminando solo hasta la parada dispuesto a esperar el bus bajo la lluvia, radiante y feliz por la orgía de la noche anterior pero triste por perder a Ismael y a sus amigos aunque fuera temporalmente. No llegué a tomar el bus. El suegro de Ismael me vio esperando en la parada cuando llevaba al aeropuerto a la pareja de recién casados y me obligaron a subirme:

  • ¡Por favor, que es el viaje de novios!

  • ¡Ni que te fueras a venir con nosotros a Punta Cana!

Marivega parecía muy simpática y habladora; sin embargo, no podía dejar de sentirme algo incómodo interactuando con ella: su marido me follaba, además en la noche de bodas. A Ismael enseguida también le olió mal la situación y le pidió a su suegro que parara en le arcén para sentarse en el asiento de atrás y dejarme de copiloto, detalle que encantó a su esposa y a su padre político:

  • ¡Es que me gusta estar al lado de su hija, no de usted, suegro, no se ofenda!

Le gritó Ismael con su habitual desparpajo. Me dejaron en el aeropuerto que tiene un bus directo hasta la entrada de mi barrio y me despedí de la pareja del flamante matrimonio deseándoles lo mejor.

Todos los días me acuerdo de mis estancias en la Vega de Río Hondo, de Ángel, de Ismael, por supuesto, que tras pasar tanto tiempo sin verlo y haber estado tan poco rato con él casi no pude disfrutarlo, pero sobre todo me intrigaba Pancho, sus besos, sus rasgos de pantera, su 1,95 de estatura, sus grandes pies, esas abdominales de ensueño, su rabo gordo y con el glande descomunal y ese carácter sereno y afable. Me armé de valor y días después de la boda, le pregunté a Pancho que “cuándo venía a verme”, quería terminar de acostumbrar ese culito a mi verga gorda y morcillona, recrearme en sus facciones y cada uno de los músculos de su cuerpo de triatleta, definidos hasta la exageración.

El Forraje había recorrido en bicicleta los 90 kilómetros que separan su casa de un área comercial de las afueras de mi ciudad donde nos íbamos a ver. Llegó vestido de ciclista enmallado, estaba imponente, desprendía un olor corporal más sútil que el de Ismael pero más penetrante, dulzón como el sabor de su pene:

  • ¡Tres horas y media ná’más! Pedaleando desde la Vega hasta aquí.

Me anunció lleno de orgullo a modo de saludo nada más verme. Quería comprar varios accesorios para su bicicleta, lo acompañé y le insistí en que viniera a mi casa aunque él prefería tomar un café por allí cerca, logré convencerlo y veinte minutos más tarde ya estaba con el maillot quitado y yo lamiéndole sus pezones redondos y con las puntas bien gordas, aspirando el aroma de sus axilas peludas y admirando sus facciones de gato, nos besamos tras mirarnos fijamente a los ojos y nos terminamos de desnudar el uno al otro.

Lamí sus labios cargados de sensualidad y unimos nuestras lenguas, no besaba también como Ángel pero sus besos tenían un sabor y una calidez exquisitos, deslicé mi lengua hasta su axila, sin demasiado pelo pero con los vellos largos y muy lacios, se las estuve oliendo de cerca y al lamérselas, el policía se moría de las cosquillas pero disfrutaba al mismo tiempo y tras dejar de torturarlo, me encaminé a su tetilla redonda y turgente para succionársela a base de bien, luego bajar por el ancho surco de sus abdominales hasta su ombligo juguetón y de ahí quitarle su pantalón “tipo culote” de ciclista y descubrir su rabo gordo y con ese glande descomunal, el frenillo ancho y ese sabor tan característico, no estuve mamándolo demasiado tiempo ya que al poco, me excité tanto con ese ejemplar de hombre que me senté a horcajadas sobre su pene y dejé que me lo introdujera, qué grueso y menos mal que no es demasiado largo, fui cabalgando sobre él mientras el dolor intenso iba transformándose en placer, Pancho comenzó a machacarme el rabo y la sensación era indescriptible: dolor, excitación, gusto y el policía mirándome con su rostro de gato, era precioso, casi tan hermoso como Ángel. Me saqué su polla de mi culo sin que él reprimiera el gesto de fastidio, le besé en los labios para a continuación meterle mi rabo en su boca. Mama mejor que Ángel. Lo manoseaba, alzaba su cabeza para deleitarme con esos ojos de minino, acariciaba su cara y tocaba su cuello y su pelo oscuro y corto cada vez que se tragaba mi polla hasta el fondo, el culo me dolía un poquito y ese dolor mezclado con el de mi polla rodeada de la lengua de Pancho era una experiencia cercana al éxtasis, una gozada absoluta por lo que me la saqué y eyaculé al frotarme mi glande contra su pezón salido y circular, mientras me masturbaba como un loco y gemía de gusto. El policía me miraba sonriente e incorporándose me dijo que quería follarme el culito un poco más para lo que me tumbé alzando mis piernas sobre mí para dejarle un buen acceso a mi ano mientras me penetrase. Sentir nuevamente el dolor de mi culo abierto por el pene del policía local, su cuerpo sobre mí y sus ojos de tigre clavados en los míos, es un recuerdo sublime que no olvidaré jamás, era suave penetrando, lento, movía más su pene de lo que lo metía, lo atraje hacia mí para juntar nuestras lenguas, Pancho apestaba a hombre joven después de hacer deporte y con la follada que me estaba metiendo volvió a sudar a mares para refrescarme con la esencia a macho rural, lo que hizo que lo abrazara con todas mis fuerzas para sentirlo en todo su esplendor, su gordo rabo en mi culo ya no me dolía, era una sensación maravillosa:

  • ¡Más fuerte, Pancho, más!

Me miró con determinación y separándose un palmo de mí me la clavó bien hondo, me hizo gritar y me reventó, me dolía una barbaridad, pero me gustaba, no quería que parase.

  • ¡Más, Forraje, dale más!

No le gustaba en absoluto el que yo le llamara ni aludiera a él por su mote de familia, por lo que porfiado se derrumbó sobre mí y apoyando su larguísimo cuerpo contra el mío empezó a mover las caderas a la velocidad de una trituradora, me dolía muchísimo, casi insoportable pero me estaba dando tanto gusto al mismo tiempo que lo volví a besar mientras la erección iba creciendo nuevamente. Desde que he estado juntándome otra vez con esos sementales de pueblo estoy hecho un fiera yo también, normal con ese nivel que tienen, frotaba mi pene contra sus abdominales completamente empapados en sudor y cuando ya el dolor era insoportable, Pancho comenzó a emitir sonidos roncos y sentí como toda su lechada me iba llenando.

  • ¡Ahhhh, ahhhh, joder, vaya follada!

Me dijo sacándosela satisfecho para besarme, no disimuló su sorpresa al ver mi rabo erecto paseándose por sus labios:

  • Con dos ruedas no anda un carro, dicen en tu pueblo.

Se rió mostrándome su preciosa dentadura impoluta para tragársela entera hasta darme un gusto que me estaba matando, tenía otra vez el rabo al palo y quería el culito del policía para mi rabo, Pancho se hizo el remolón pero jugando “a pelearnos”, logré dominar su 1,95 de estatura y su cuerpo de atleta entrenado en defensa personal, se sobreentiende que se dejó dominar y cedió ante mi insistencia, le cubrí sus glúteos de mordiscos y chupetones, le succioné el agujero a placer en mitad de esas nalgas peludas y le metí mi rabo gordo y largo con delicadeza, se la moví un poco dándome todo el gusto de su ano en el frenillo de mi polla, se la metí y empecé a darle suave pero con ritmo, incrementé los pingazos y Pancho reprimía sus gritos para transformarlos en gemidos llenos de pasión, le daba lento pero firme mientras apretaba su cuerpo contra el mío, me encantaba sentir sus sudor, olerlo, su musculatura marcada en su justa medida, empecé a darle más rápido y del calentón que llevaba no tardé en correrme embelesado con el rostro del policía.

Aunque “el Forraje” aparentemente no fuera tan bruto como Ismael, también era tosco y bastante más cerrado; sin embargo, tras una borrachera juntos y el paseo posterior para acompañarme a la “Casita del Lagar” los dos solos el año pasado y el polvo de ese último fin de semana en la boda de Ismael, ya parecía que se iba abriendo algo más por lo que decidí indagar sobre él, Ángel, el Potro…

  • Ismael me dijo que de pequeño le tenías miedo.

  • Era un demonio… Si no le chupabas la polla te pegaba, por eso se pasaba el día a día con Ángel, con mi primo Marcos, Marta y su hermana…

  • ¿Quién es tu primo, lo conozco?

  • ¡Puffff, a ti te gustaría! Es muy parecido a mí, cuando nos ven fuera del pueblo se creen que somos hermanos, pero es más bajo que yo y más anchote. Se fue a Barcelona a trabajar ya hace años, de mi generación quedamos bastante menos de la mi….

  • ¿Y por qué me gustaría tu primo? Le pregunté cortándole para que no desviara la conversación hacia “el éxodo rural”, tal y como pretendía.

  • No sé… Es artista, lleno de tatuajes, un año mayor que Ismael … ¡Pregúntale al “Panadero” que va a Barcelona de vez en cuando a “Ferias Agrícolas”! O eso le dice a la mujer y a la madre, sí, a la feria va… Y a que le chupe la polla mi primo también.

  • ¿Pero contigo no hizo nada, no?

  • ¿Ismael? Yo tampoco me dejaba, huía de él. Rubén, a mí siempre me gustó Ángel, de niños porque me la chupaba y me ponía el culo, luego porque él y su familia siempre nos han ayudado mucho a mí y a la mía. Además, el “del Molino” es el “gentleman” del pueblo, como para no enamorarse de él...

Se veía que amaba realmente al “del Molino” y por ello aún seguía soltero a pesar de las no pocas posibilidades de encontrar novia por su bisexualidad, su atractivo físico y su nómina fija de funcionario municipal, porque encima comenzaba a sentirse incómodo por las habladurías del pueblo sobre que a sus veinte siete años empezaban a circular rumores sobre su ausencia de pareja. Seguí preguntándole, estaba deseoso de saber más cosas de él, Ismael…

  • ¿Marta la mujer de Antonio, no? ¿Se follaba a ella y a su hermana?

  • Y a más gente… Hay par de viejas del pueblo que sé que les gusta que las monte “el Panadero” desde hace más de diez años.

  • Ismael se folla a lo que sea…

  • ¿Ahora te vienes a dar cuenta?, ¿Viste ganado la vez que fuiste a su casa?

  • Ni una gallina. Dije recordando que había establos y un corral, pero usados como almacén.

  • ¿Ya sabes por qué Angustias quitó los animales, no?

  • ¡NOOOOOOOOO!

  • Y ahora está calmado, tú tenías que ver lo que era “eso” con 16 años, todo el día con la churra afuera…

Imaginarme al potro en su adolescencia era algo que me excitaba, enormemente, si ya con 28 años estaba mega-salido, apestaba a macho y se empalmaba con cualquier cosa que tuviera orificio, me hubiera encantado conocerlo cuando era un “bully” con las hormonas revolucionadas, según lo que me comentaba Pancho acariciándome el pecho y el estómago. Por otra parte, veía a Pancho como medio desganado, estaba claro que mientras más estaba conmigo más pensaba en Ángel. Se fue pronto de mi casa, normal cuando tenía que controlar las horas de luz solar para volver en bicicleta, antes de marcharse nos besamos como novios quinceañeros y nos despedimos con un abrazo que me supo a gloria.

Días más tarde, recibo un audio de Ismael que aquello parecía un programa de radio de lo largo que era:

  • ¡Amigo Rubén! Ya he vuelto de la República Dominicana ¡Qué aguacates tiene allí, los míos al lado parecen aceitunas! Nada, decirte que me he alegrado mucho de que vengas a mi boda, que me lo pasé muy bien contigo y con los amigos y ¡Qué ya estoy aquí! Tienes que venir a la Vega a ver nuestra casa de recién casados, mi mujer se va entre semana a trabajar a la ciudad ¡Así que de lunes a viernes tienes donde quedarte! Así estás conmigo, me chupas la polla y me echas una mano en el campo, que eso siempre ayuda…

Continuaba hablando de Punta Cana, describiéndome sus vacaciones, todas las mulatas que se folló en su viaje de novios y que le decían que “para ser blanco” tenía la polla muy larga. Por lo que deduje erróneamente que tenía una especie de “relación abierta” con ella. Concluía diciendo:

  • Pues eso, amigo, no pases de mí que te prometo que no voy a volver a hacerte “ná malo en el culo”, no te digo “de que” nos veamos todas las semanas porque me mandas a la mierda otra vez, (dijo esa última frase con cierto reproche), pero mínimo tendríamos que quedar un par de veces al mes. Lo dicho, amigo, que tengo muchas ganas de verte…

  • Y de que me chupes la polla y que me guarrees “tó”. Pensé que me iba a continuar diciendo, pero no, lo que seguía del audio mensaje me dejó estupefacto:

  • Contarte más cosas del viaje, que me hagas esas cositas tan ricas que tú me haces y que me hables, me aconsejes y que me sigas enseñando cosas. Un abrazo amigo.

Ha sido la primera vez que muestra interés por mi persona, no solo por mi sexo. Estoy muy orgulloso de ser amigo de Ismael, noble, bueno, trabajador, fuerte, machísimo, guapete, polludo y me estoy prometiendo a mí mismo que jamás voy a volver a ignorarlo como hice hace un año, no se lo merece a pesar de su rudeza, su terrible adicción al sexo y de no ser el hombre más sensible ni empático del mundo.

Al par de días apareció por mi casa. Bastante más flaco de cara y barriga pero con los brazacos, los hombros y las piernas igual de fuertes. Nada más entrar le subí la camiseta y el cabrón está sacando unas abdominales superiores de escándalo y casi no le queda tripa:

  • ¡Pero Ismael! ¿Y tu tripita? Le dije arrodillándome ante su masculina presencia para lamerme el estómago.

  • ¡Esto es un tormento, amigo Rubén, uno no parar de follar!

  • ¡Pero si los casados se ponen más gordos!

  • Es que no le dejo a mi mujer cocinar, no paro de follármela nunca y me estoy poniendo hecho un titán entre el trabajo en la finca y echar tantos polvos.

  • ¡Estás guapísimo, Ismael! Le dije arrodillado ante él, mirándole a la cara y sin dejar de acariciarle el abdomen.

  • ¡¿Cuándo no te he resultado guapísimo, qué yo me entere?! Chúpame el ombligo y todo lo que sigue.

Dijo mientras se lo tocaba lleno de saliva delante de mi cara, son “los besos de Ismael"… Tras comérselo con la pasión con la que se besa a una boca, le descubrí su cipote de machazo hetero hipersexualizado, largo, con esas dos venas, ese lunar cerca del glande, ese glande picudo, alargado y con el agujerito redondo; me lo tragué bien mientras Ismael se ponía las manos detrás de la nuca dejándome una panorámica espectacular de sus sobacos megapeludos enmarcados en esos músculos anchos y duros como la madera. Ismael se recostó sobre el sillón y tras apoyar su cabeza se puso a olisquear la tela un par de segundos para exclamar sorprendido:

  • ¡Aquí ha estado el Forraje!

-¿Cómo lo sabes?

  • Ese “jedor” de sobaco… Huele igual que su primo….

  • Por cierto, ya sé a quienes te guarreabas, como dices tú, en el pueblo… Le dije mientras acariciaba ese pecho ligeramente velludo y le pellizcaba suavemente uno de sus descomunales pezones, Ismael me miró con condescendencia y me preguntó.

  • ¿Qué te contó, cuando su primo y las hermanas Maldonado me chupaban la polla en el río?

  • No me dijo nada del río…

  • Dile al Forraje de mi parte que no sabe ni una cuarta de lo que yo he hecho en ese pueblo, que a mí me da pereza acordarme pa’decírselo cuando lo vea.

  • Así que es verdad que te follas a medio pueblo… Le dije mientras le acariciaba los pelos de su bajo estómago y empezaba a desabrocharle el cinturón.

  • ¡Qué va! Eso era antes que uno era “mu” ruin, al Molino hacía años que no le iba a que me chupara la polla, a Pancho el Forraje le di salchichón el día de mi boda por primera vez, a las Maldonado sí que les sigo chuscando la jiga cuando se me ponen a tiro, luego a la Loli hace años que no le doy, igual que a Isabelita “la de los Borregos” que ya no me quiere (dijo con burla), la Aurelia “de los Hinojos”, que ya murió la pobre, igual que a la hermana, que ya está muy mayor y la hija no se le separa de la cama, que si no iba a ahí a metérsela hasta el pescuezo….

  • Te follas a medio pueblo… Confirmé mientras Ismael levantaba su cintura para bajarse los pantalones y los calzoncillos al mismo tiempo, se machacó su largo rabo venoso admirándoselo.

  • ¡Y de otros! No le decía yo de chico a mi madre que iba a Villanueva a comprar dulces, y “en verdad” iba a que el cura me la chupara, el cura y a al final “tos” los monaguillos, y también iba al corpus de San Lorenzo o a las fiestas de El Tomillar, a la Semana Santa de Campo Grande… ¡Qué me saqué el carnet de conducir a los dieciocho pa’ir a “tos” esos putos pueblos na’más! Tú le preguntas a las golfas de San Lorenzo o a cualquier mariconcillo de Villanueva quién es Ismael y te van a responder ¿El de la Vega Río Hondo? ¡El que la Verga metió “hasta’r” fondo! Dijo Ismael palmeándose su rabo y agarrándose los huevos.

  • ¡Ah, que lo tuyo es a nivel comarcal! Le dije entre sorprendido e inquieto.

  • No, ahora es provincial, se lo dices a Pancho, porque tú me la chupas y ya tengo oficina en la capital. Dijo riéndose y metiéndome un dedo en la boca.

  • Ismael, vamos a empezar a follar con condón…

  • Follar me da igual, pero chupármela me la chupas a pelo como siempre.

Dijo agarrándome de la cabeza con su mano grande y áspera y llevándome hasta su polla, me quise resistir para jugar con él y le di un suave puñetazo en la tripa, sonrió y rápidamente se puso de rodillas, me agarró de la mandíbula y me obligó a meterme el rabo al palo.

  • ¡Arghhh, que riiico, ahora te voy a hacer una cosita en ese culo de golfillo que te va a encantar!

Me metía su rabo lo más adentro que podía mientras lo agarraba por sus nalgas peludas empujándolo contra mi boca hasta provocarme la arcada a la vez que metía los dedos dentro de su raja acariciándole el ano, cuando el potro ya tenía el cipote más que duro me indicó que me pusiera a cuatro patas delante de él, me olvidé de ponerle el preservativo que a partir de ahora pienso utilizar.

Ismael me comenzó a escupir el ano y no tardó en meterme tres dedos con brusquedad, sin embargo, empezó a moverlos, a meterlos y a sacarlos con bastante suavidad, no tardó en meterme su rabo al palo con una lentitud a la que no me tenía acostumbrado en absoluto, era una follada lenta acompasada, me estiré un poco para comenzar a masturbarme a la vez que me angustiaba pensar que el macho iba a comenzar a embestir en cualquier momento, lo que hizo que me pajeara rápido mientras el dolor, el placer y el rabo de Ismael en mi culo se iban convirtiendo en un todo, por fin había aprendido a no metérmela entera, se la sacó y tras limpiársela un poco me la metió en mi boca como si fuera una taladradora, Ismael jadeaba y varias veces parecía que estaba a punto de correrse mientras yo me la machacaba como un mono con la arcada en mi garganta. Me la metió por el culo para torturarme hasta el llanto con sus pingazos del animal del campo que es, mientras me retorcía de dolor conteniendo el grito, bajó el ritmo a los pocos segundos y empezó a darme más lento mientras el dolor menguaba por instantes transformándose en placer para volver a machacármela. Nos corrimos al mismo tiempo, yo sobre la sábana y él sobre mis lumbares, me restregó su semen desde mis nalgas al cuello por mi espalda de años de nadador para después abrazarnos, besar su cuello y recostarnos juntos para acariciar su pecho, su abdomen su pubis ultrapeludo, esa polla que nunca llegaba a estar flácida mientras hubiera contacto físico, sus huevos, su sus cuádriceps de bestia cubiertos por ese vello lacio y disperso, su blanca piel… Echaba de menos una noche así con Isma.

  • Lo de antes me gustó mucho, Isma… Le dije acariciando el vello de sus pectorales.

  • ¡Es que en el viaje he aprendido, te tengo que hablar de Joselyn, la camarera de piso!

  • ¿Pero te follabas a las tías delante de tu mujer?

  • ¡No, si yo “respeto”! A ella le gustaba estar en la piscina con dos amigas peruanas que conoció, que yo a esas les metía polla! Y a mí me daba por darme mis paseítos por la playa o quedarme en la habitación viendo la tele si Joselyn o la otra, que nunca me aprendí el nombre, estaban de turno ¡Todo con condón! ¿Eh?

  • Lo tuyo ya ha pasado de “provincial” a “internacional”.

  • ¡Es verdad, qué bueno! Dijo riéndose.

  • Ismael, tienes un problema de adicción al sexo muy grave.

  • ¡Y a ti que te gusta!; ¡Si yo fuera un soso de qué me tendrías tú aquí dándote leche, chorizo y esta “carnaza de primera”! ¡Ah, ah, ah, ah!

Emitía Ismael sonidos cortos y primitivos mientras frotaba su pene contra mis muslos y su tetamen contra mi cara, se estaba volviendo a empalmar, del calor su piel blanca estaba tomando esa tonalidad rosácea, me miraba con sus ojos marrones clavados en los míos y cara de loco, agarrando su rostro afeitado le dije:

  • ¡Si fueras un animal serías un cerdiiiiito!

  • ¡Qué coño, “cerdiiiiiitoo” ni que mierdas! ¡Yo soy un puto marrano verraco de 130 kilos!… “Cerdiiiiito”, me ha “llamao” el zoquete este…

Me dijo riéndose mientras me daba la vuelta para desplomarse sobre mis espaldas buscando mi ano con el pene. Dejé que me penetrara una segunda vez, es verdad que no tenía nada que ver con aquella violación en su casa un año atrás y que se preocupaba más de disfrutar del rozamiento de su polla que de empotrar como si mi culo fuera una vagina. Yo estaba tumbado boca arriba con las piernas levantadas e Ismael me embestía lento pero con firmeza, abrí la boca y le pedí que me escupiera dentro para saborear el gusto de su saliva de macho salvaje. El dolor en mi culo se iba incrementando con los pollazos de Ismael que me escupía en mi cipote gordo mientras yo me masturbaba e iba restregando mi rabo contra su vientre, las enculadas iban incrementando su intensidad a un ritmo lento pero constante, cada vez que la iba introduciendo un poco más adentro pero el dolor casi ni aparecía, empecé a jadear y ahí fue cuando Ismael me la clavó hasta el fondo haciéndome pegar un grito que se tuvo que oír en la calle, se habían acabado las sutilezas pero mi orgasmo no, me la machaqué tan rápido mientras el culo me dolía como una puñalada y el orgasmo repleto de dolor hizo que me corriera, Ismael se la sacó de repente y metiéndola en mi boca se corrió dentro al instante que casi me atraganta. Seguía penetrándome hasta la garganta inundada de su leche mientras yo descubría por primera vez esa sensación de malestar intenso, dolor y un placer y un morbo que me hacían estar con pie en la gloria y otro en el infierno.

Se desplomó jadeando y colocando los brazos detrás de su nuca, me acosté junto a su fuerte cuerpo mientras le acariciaba sus axilas y lo miraba extasiado y al poco me dormí con el potro a mi lado y mis manos sobre su cuerpo. A eso de las cuatro de la madrugada me despiertan sus dedos húmedos en saliva entre mis glúteos, me hice el dormido pero Ismael sabía perfectamente que era imposible que no estuviese yo despierto cuando me abrió las nalgas y me metió la tranca sin demasiados miramientos.

Me resultó un polvo desagradable en el que le dejé hacer todo lo que quisiera, me puso boca a bajo y con su musculoso cuerpo sobre mí me penetraba el ano casi como si se estuviera follando una vagina, me dolía y molestaba pero es el precio a pagar por tener a alguien como Ismael. Paró unos instantes derrumbándose sobre mí y sintiendo como flexionaba su cadera hacia arriba a la vez que emitía un gruñido áspero pero cargado de sensualidad y placer, sacando su rabo hasta solo dejar dentro la punta de la cabeza de su polla, detuvo su enculada de toro por unos instantes, apreté los puños y la boca, cerré los ojos y padecí el tormento de como me entraba esa lanza por el culo mientras se desplomaba sobre mí, por suerte no siguió así mucho más tiempo y me fue metiendo pollazos cortos y rápidos hasta que sentí con alivio como su leche calentita me llenaba por dentro. Se dejó caer sobre mí y se quedó quieto para hacerme algo que me encanta, chuparme el lóbulo de la oreja. Ha sido la única vez que me ha lamido.

No sacaba el rabo de mi culo y sospechaba que estaba quedándose dormido, fue él el que tomó la palabra por primera vez:

  • ¿Por qué no hablas?

  • Porque estaba durmiendo.

Se sacó el rabo de mi pene, me dio la vuelta y descubrí la silueta de Isma en la oscuridad, me acercó a él y juntando su pecho velludo contra el mío me dijo.

  • Duérmete ahora que seguro que así conmigo estás mejor.

Lo mismo que en la violación anterior, se ponía cariñoso para compensar, a la mañana siguiente pretendió despertarme con otro polvo al que me negué:

  • ¡Solo un poquito!

  • Que no Ismael, no tengo ganas.

  • ¡Así rapidito que ni te enteras! Me dijo con una preciosa sonrisa y haciendo el gesto de follar.

  • Te chupo la polla, “Panadero”, pero el culo me lo dejas en paz.

Y le hice al señor su mamada de buenos días antes de que partiera a su pueblo.

Por una parte adoro a Ismael debido a la innegable atracción física que siento hacia su cuerpo y el personaje rudo, hipermasculinizado y depredador, luego me encanta como amigo por su espontaneidad, su carácter alegre y sociable, su seguridad en si mismo y esa apertura hacia todo lo nuevo que contrasta con su imagen de joven agricultor de pueblo. Pero por otra parte, Ismael cansa, fatiga, extenúa, aburre, hastía, es exigente en atención, agasajos, caprichos, mimos y sobre todo sexo. Casi siempre solo habla de si mismo, es ególatra, da por hecho que a todo el mundo le tiene que encantar su presencia en todo momento, así como su polla en la boca o ya de por último en el culo.

He estado muy dividido, por un lado tenía unas ganas tremendas pasar un fin de semana en la Vega, con un macho joven, fuerte, guapete y de carácter espléndido al que servir y admirar; pero por otro pensar en a violada continua que me espera es algo muy inquietante. Llevaba estas últimas semanas hablando mucho con él todos los días, mandándome mensajes, vídeos de él masturbándose o follándose a su mujer (siempre sin que se le vea la cara) metiéndole unos pingazos por “la jiga” como dice él, que me duelen hasta mí, me manda audios llenos de lujurias y alguna vez entre tanto porno amateur, cuenta que tal le está yendo la finca agrícola y una segunda que ahora explota en régimen de alquiler, el acondicionamiento de su nuevo hogar, como van “los amigos” del pueblo… Entra la nostalgia y deseo volver, pero luego pensar en mi culo con la polla de Ismael dentro y se me quitan las ganas.

No sabía si ir este puente de diciembre a la Vega, Ismael seguía insistiendo, la excusa es que quiere enseñarme los nuevos viñedos y huertas que está explotando, las colmenas, darme a probar el vino del año pasado… Fue él el que me sacó de dudas con un audio de los suyos a finales de la semana pasada y por eso no estoy allí en este momento.

  • Amigo Rubén, que mi mujer está hecha una fiera conmigo, no quiere que te vea ni a ti, ni a las Maldonado, ni al “del Molino” ni a nadie, he ido a mandarla a la mierda y se me ha puesto como nunca la había visto, es que… No se estaba enterando de nada y era la comidilla del pueblo y eso “la ha podío”, por lo visto el otro día el “marío” de la Yoli le estuvo contando, ya cogeré al bocacoño ese en la plaza para darle dos “guantás” a mano abierta y dos piñas en el flato que se va a enterar... Ahora dice la Marivega que estamos casados y que como yo siga guarreándome “a putas y a maricones” (dijo esto último con una naturalidad pasmosa) por ahí, me voy a coger sida, una gonorrea y “un sifiiiilis de esos” y se lo voy a pegar a ella y dice que me mata, que no me quiere ver con nadie de esos ¡Ah! Y que me ha dicho que como a ti te vea por el pueblo se divorcia de mí pero que antes me corta la polla mientras duerma.

Parecía serio, preocupado, a ver, que Marivega con sus estudios de “empresariales”, sus modelitos a la última y su belleza no es ninguna “intelectual” era algo que intuía sin prácticamente ni conocerla, ahora, me costaba creer que fuera tan tonta como para no haberse dado cuenta de que su marido le ponía los cuernos sistemáticamente, tal y como hizo con su primera relación a los diecinueve años en el primer año de universidad. Aún estoy tratando de descifrar si es que realmente era tan idiota como para ignorarlo o bien es que ha llegado a esa etapa u objetivo en el que muchas mujeres, tras considerar que han asegurado a un hombre, pretenden cambiarlo para que les sea del todo de su agrado. Ismael continuaba diciendo en su audio.

  • Pero no te preocupes, amigo Rubén, algún día me las ingenio para que puedas venir, cuando estén todos en la romería o algo, y así conoces las viñas nuevas, la finca que le estoy trabajando al vecino, la casa en la que estoy viviendo y me guarreas rico en el río, amigo. Además que yo tengo que seguir bajando a la ciudad y cuando puedas nos vemos y mi mujer no se entera, se lo digo al Forraje y al Molino… No, quiero que estemos tú y yo solos como al principio y que vayamos a donde Kim a comer ¡Me siguen pidiendo verduras! Y luego estar tú, yo y “más nadie”.

La voz de Ismael estaba cargada de una tristeza infinita, era la primera vez que no lo veía exhibiendo carácter, fortaleza y determinación combinados con alegría, euforia, lujuria o agresividad, parecía decaído, castrado, eso era, me acababan de castrar al toro, al potro, al verraco como le gustaba llamarse a sí mismo, de la Vega. Luego la declaración de persona “non grata” en el pueblo por parte de una respetable mujer casada, natural y vecina del municipio, era algo que me llegaba a herir ¿Qué si no quería causarle problemas a Ismael e incluso evitarme un numerito hacia mí, mejor que no me viera por la Vega de Río Hondo? Eso es un destierro. Maldije todo, se acabó tener a Ismael a placer aunque más triste me resultara que el no me pudiera tener a mí por las convenciones sociales.

Nos mandamos audios todos los días, el martes, me ha anunciado que cree que ya ha “empreñao” a la Marivega y eso parecía animarlo:

  • ¡Amigo Rubén, por favor que sea niña, porque si es niño y sale la mitad de marrano y de demonio que su padre me tiro del viaducto de El Tomillar!

Hace unos días vi a Ismael en el restaurante coreano y el encuentro me supo a despedida, despedida temporal pero despedida a fin de cuentas, he decidido que no hay que darle más drama puesto que hasta finales de este último verano había estado casi medio año sin verlo tal y como sucede con otros tantos buenos amigos, pero con Ismael sentía que se me cerraba la puerta de acceso a un “universo” mágico, rural, bucólico, casi primitivo donde los hombres son como los de otros tiempos.

  • ¡Qué te pasa, amigo Isma? Te veo serio.

No solo estaba serio, tenía los hombros más cargados hacia adelante, no lo vi sin camiseta y espero que haya sido solo una impresión mía pero ¿se le estaban cayendo los pectorales en solo un par semanas? Y ¡Alto ahí, eso de la sien son canas!

  • ¡Yo siempre he sido serio, amigo! Lo que pasa es que ahora uno está con sus preocupaciones, si esta mujer mía que está ya con vómitos me va a llamar, pensando en lo qué me irán a decir los de la Consejería de Agricultura para la subvención al viñedo, la mosca blanca que este año no se va ni a tiros… Y más cosas.

  • Entiendo que estés preocupado, ¿Pero luego vienes a mi casa a que te de grasa al manubrio, como dices tú, no?

  • Amigo Rubén, hay cosas que no van a cambiar nunca.

Fin de la historia.