Mi amigo el joven agricultor hetero Parte II

Comencé a masturbarme imaginándime al Potro de la Vega sobre mi cuerpo, recordaba su verga reventándome el ano, el dolor insoportable, su olor corporal y mientras me machacaba la polla me suena un mensaje en el teléfono, era él. - Asómate a la ventana

Dijo tratando de buscar mi culo de nuevo, me aparté de él, me dolía el ano y bastante además y en un tono de voz firme y autoritario le grité:

  • Prométeme que no vas a volver a hacerme lo de anoche.

  • ¿Por qué?

  • ¡Porque me violaste!

  • ¡¿Cómo?! ¡Ayer ya andabas buscándome preguntando si follaba culos de “jembra”, que qué me habían hecho en la cama y más cosas, luego cuando no aguantas la follada de un macho quieres hacerte el digno “y qué te han violaaaaao” ¡Yo no! Estaría borracho pero me acuerdo perfectamente de que te pregunté y me dijiste que sí.

Traté de ponerme dentro de la mentalidad ultramachista de Ismael según la cual, el que yo le chupe la polla y vaya a su casa ,le da barra libre para hacer conmigo y su pene lo que le dé la gana.

  • Ismael, es que anoche estabas súper borracho y te pusiste a empotrar ahí que me hiciste daño, aún me duele bastante, me hiciste una fisura que espero que no me de problemas. La próxima vez trata de esperar mayor reciprocidad.

  • No me gusta hacerle daño a la gente y menos a mis amigos, pero Rubén, que eres mayor que yo… ¿Tú no ves que yo soy más bruto que un “arao”? ¿No sabías que iba a llegar borracho y encima poniéndome el culo delante? ¡Si tú me estás pidiendo que no te lo vuelva a hacer yo te lo prometo y no te lo hago “más nunca”! Pero a ver si aprendes a conocerme, a entender cómo funcionan las cosas en esta vida…

Su charla se fue volviendo cada vez más arrogante y paternalista. En el fondo estaba muy contrariado con que no me hubiese puesto delante de él a cuatro patas y a alzarle mi culo ante su rabo mientras le alabo las maravillas de su sexo anal de la noche anterior, por otra parte tampoco quería buscar un conflicto, más que nada porque estaba en su casa y muy lejos de la mía, en el tono más franco que pude le dije:

  • ¿Sabes lo que te digo, amigo Ismael? No quiero que me prometas que no me vas a volver a hacer lo de anoche, lo que quiero es que no me lo hagas más este fin de semana porque tengo una fisura anal.

Ismael escuchó “fisura anal” y algo de “empatía” llegó hasta él o eso pude ver en su cara,

  • ¡Mierda, amigo!… Entonces lo del culito mejor lo dejamos por unos días, perdona… ¿Pero mi polla salchichona no s’a quedao sin su bocona, no?

Me dijo mientras se arrodillaba ante mi cara disponiéndose a meterme su rabo en mi boca nada más despertarme.

  • Espera, dame ese café ¿Qué hora es?

  • Casi las doce ¡Vamos a desayunar!

A pesar de la resaca, Ismael se encontraba de un humor pletórico mientras yo lo observaba desde el dolor de mi culo; después del café fuimos hasta la casa principal donde nos esperaba un desayuno pantagruélico preparado por la señora Angustias, obviamente, para en seguida retornar a la “Casita del Lagar” a ponernos los monos de trabajo. El calor empezaba a apretar y mi anfitrión hablaba sin parar de las colmenas que tenía previsto instalar la próxima primavera y de los contratiempos que le impidieron colocarlas este último verano, de como pensaba gestionar el viñedo del vecino e incrementar la producción vinícola, de sus esperanzas con el aguacate… Yo trataba de intentar olvidarme de la noche anterior y no sé si por una especie de “síndrome de Estocolmo” o por ansias de disfrutar del lugar, escuchaba a Ismael, le preguntaba y le hacía propuestas. Tras colocarnos los monos de trabajo, cogimos unas mangueras de plástico negro y una caja llena de llaves de riego y nos dirigimos a las zonas de huerta a instalarlas. Cuando terminamos ya debían ser cerca de las tres de la tarde y apretaba al calor aunque con el desayuno la 12 del mediodía, de huevos, longanizas, pan de campo, la madre de Ismael rayando tomate como una loca para el pan… Obviamente no teníamos hambre. Cogí la carretilla, que ya manejaba con maestría y el potranco de la Vega tomó unas escaleras de mano para ir a recoger los últimos higos de la temporada. En total unos cien kilos en la última recogida del año.

Curiosamente, Ismael no me había pedido aún que le chupara la polla y eso que ya debían de ser las cuatro de la tarde, lo observaba subido a la escalera mientras yo le alzaba las cajas para que fuera metiendo los frutos que luego ponía en la carretilla, al terminar con un árbol se bajó de la escalera completamente empapado en sudor, se quitó el sombrero de paja y se secó la cabeza con el pañuelo de su cara. En ese momento me parecía el mejor hombre de la tierra, me aproximé a él y le fui bajando con detenimiento la cremallera de su mono, al llegar a su cintura, Ismael empapó dos dedos en saliva y se los restregó por su ombligo grandote y con el fondo saltado hacia afuera, esa especie de boca entreabierta con una lengua a punto de salir era lo más parecido a besos que me daba. Me arrodillé ante su ombligo para comérselo apasionadamente y disfrutar del sabor de su saliva mientras que su mano se deslizaba entre mi pecho y su pubis para sacarse el cipote del calzoncillo y machacárselo antes de metérmelo en mi boca sin demasiados miramientos; me lo saqué para cubrirle la polla de besos, bajar a sus cojones redonditos y como las mandarinas de su finca, y meterle una buena chupada en el perineo que lo dejó gimiendo del gusto, volví a darle unos buenos lametones en el glande para tragarme entero ese palo de lanza que había sido instrumento de tortura la madrugada anterior, jugaba a presionarle su glande contra mi paladar con la ayuda de mi lengua y me la volvía meter hasta el fondo mientra la erección iba en aumento, le mamé lo más rápido que pude y de vez en cuando me la sacaba de la boca para machacársela entre los dos, me la metí tragándomela un par de veces más hasta que el machazo me la sacó para masturbarse en mi cara mientras yo con la izquierda le acariciaba los huevos y con la derecha la panza, hice que eyaculara sobre esta para levantarme y frotar mi glande con decisión contra su abdomen lampiño y su ombligo húmedo y con un relieve de lo más entretenido para la punta de mi pene, Ismael me iba escupiendo en el glande a medida que se lo frotaba contra su piel, le miraba a la cara, sus ojos marrones en los míos, mientras el morbo de estar restregándome contra semejante bestia humana sacudía mi cuerpo desde la punta de mi pene hasta mi nuca, finalmente mi corrida también se desparramó sobre su estómago en una frotada que recuerdo gloriosa.

Limpié a Ismael como pude antes de volvernos a subir las cremalleras de los monos de trabajo y terminamos de recoger los higos de los árboles que faltaban, desechar los que peor estaban y transportar hasta el cobertizo de la vivienda principal los cien kilos de fruta. Fuimos a ducharnos y a las seis de la tarde aún nos estaba esperando la madre de Ismael con la comida lista en la cocina, un guiso de garbanzos con tocino, pollo y algunos fideos, todo apotajado entre las verduras de la huerta, de segundo pescado frito hasta reventar y luego helado y fruta de postre, volvimos a la Casita del Lagar a dormir un rato y ya cuando nos levantamos era de noche y el tiempo se había vuelto húmedo y ventoso.

Le hice su mamada de rigor con mamada extra de tetorras y nos vestimos para salir a la plaza, qué maravilla no tener que quedar con nadie porque todo el mundo va a al mismo punto, lo malo es que siempre son los mismos. Cuando caminábamos por la calle principal el viento comenzó a traer llovizna que al llegar a la plaza nos hizo correr para resguardarnos en el Café de Edu porque se había transformado en un chaparrón considerable.

  • ¡Qué dicen los amigos!

  • ¡Cómo llueve, Edu!

  • Sí lo había dicho el tiempo, ya está entrando el otoño.

  • Menos mal que ayer corté y guardé la madera de un limonero, que si no se me moja y saber cuándo se seca ¿Verdad, Rubén?

Estuvimos hablando Edu y yo casi todo el tiempo mientras Ismael nos escuchaba e intervenía poco, debido a la lluvia que no había arreciado en ningún momento la plaza estaba completamente desierta, al poco llegaron Antonio y Marta, una pareja encantadora que había conocido la noche anterior y que tras un par de cervezas se marcharon. A eso de las 23:00, en el “centro neurálgico”de la Vega de Río Hondo nos congregábamos Ismael y yo. Cuando Eduardo comprobó que esa noche no le iba a ir nadie, decidió cerrar tras pedirnos “comprensión”, estaba muerto de la juerga de la noche anterior, solo había dormido dos horas y esa noche para el negocio que iba a tener mejor se quedaba en la cama. Nos metimos en el bar con los viejitos del pueblo, que veían la televisión y se congratulaban por la llegada de la lluvia, tras tomarnos un par de cervezas decidimos volvernos a la casa a ver alguna película en el ordenador de Isma o a jugar a las damas, como me insistía él.

La lluvia continuaba implacable y duraría toda la noche, Asensio el del bar nos prestó un paraguas y mientras volvíamos caminando pegados el uno al otro por la calle principal le pregunté:

  • ¿Pancho vive en unas de estas casas, me dijo?

  • No, vive más adelante ya casi llegando a la mía.

  • Oye Isma… ¿Tú nunca has hecho nada con alguno de los de ayer?

En ese momento Ismael me agarró del brazo y juntando su boca a mi oreja me preguntó escandalizado.

  • ¿No me jodas con que te quieres guarrear a Pancho el Forraje?

Ya había descubierto otro mote de familia. Ismael se quedó atrás bajo la lluvia que se tornaba en torrencial y al juntarnos le dije.

  • No sé, Isma, no te vuelvas loco, es que me dijiste que antes de ir a Sevilla a la Uni, que fue cuando te desvirgaste, ya habías hecho “cositas”.

  • Se dice el pecado pero no los pecadore... El pecador, que diga. Punto y final.

  • ¡Ah, pecadores ibas a decir! Entonces hubo varios… ¿Y con el Forraje, entonces?

  • ¡Calla, soperútano, que viven ahí!

Me dijo verdaderamente nervioso de un susurro y agarrándome del brazo con cólera, Unos pocos metros más y estábamos frente a la casa de Ismael, justo ahí donde se acababa la claridad pueblo y se abría la inmensa oscuridad del aguacero atronador, no solo terminaba el alumbrado sino también el pavimento y había que atravesar el terreno oscuro y embarrado hasta la “Casita del Lagar”; incluso antes de iniciar la marcha por el lodazal, Ismael planteó quedarnos a dormir en la casa principal con su madre y una de sus hermanas a la que apenas había visto. El plan me pareció aterrador y sin decirle nada ya estaba adentrándome en la finca agrícola.

Llegamos empapados y con los zapatos repletos de barro, nos duchamos juntos con agua caliente para quitarnos la humedad del cuerpo e Ismael me prestó un chándal suyo de lo más hortera y cómodo que existe; nos pusimos a ver vídeos chorras en Youtube mientras bebíamos el vino de la bodega y le seguía haciendo preguntas insinuantes sobre el policía local:

  • ¿Con Pancho el Forraje? ¡Qué va, si me tenía miedo cuando éramos chicos!

  • ¿Conozco a alguno de los que te hacían “cositas”?

  • Sí.

  • Con Ángel.

Ya no podía mentirme, la sorpresa en su rostro sobresaltado no dejaba lugar a dudas e Ismael tendrá muchas cosas pero es más transparente que el agua potable. Me había hablado de “otros” en plural, pero por ahora ya había descubierto a uno que igualaba mis expectativas iniciales o casi. Estaba casado, padre, estuvimos de fiesta en su casa y sí, al Rubio le va la marcha, me había presentado a Pancho y a Edu y no se separó de ese “subgrupo” en casi toda la noche y éramos los más guapetes, su sentido del humor, su casa y como hablaba de la decoración de esta... Le tenían que gustar las trancas casi seguro. Continué:

  • ¿El Concejal de tu Ilustre Ayuntamiento?

  • ¿Cómo lo has sabido, con quién has hablado?

  • Es que lo presiento, Isma, a ese le gustan las pollas tanto como a mí.

Ismael lanzó uno de sus profundos bufidos mientras se llevaba las manos a la cabeza y negaba.

  • ¡A ver, Rubén, los “del Molino”, son la gente más de iglesia, misa, Virgen de la Vega y de estar metidos en todos los actos y berenjenales que se hagan en este pueblo!; ¡Ángel es su “niño perfecto”, tanto que hasta lo han metido en el Ayuntamiento, como alguien te oiga hablar algo de eso, es que te echan del pueblo a patadas!

  • Peor me lo pones, viene de la familia que viene, concejal por “ese partido”, casado y padre para guardar las apariencias y encima me dices que has tenido tus “cositas” con él.

  • ¡Yo no te digo nada, joder!

  • A ver ¿Qué edad tenías la última vez que te chupó la polla?

  • ¡Ayyy, santa madre que esto parece una mujer que no para de preguntar! Pueeees...

Súbitamente el rostro de Ismael se tornó meditabundo para exclamar:

  • ¡Pues no te creas qué hace tanto!

  • ¿En serio? ¿Un año o así?

Pregunté verdaderamente intrigado pensando en el trío que nos íbamos a pegar con “Carita de Ángel, Señor Concejal del Ilustre”

  • ¡No, joder, más! A ver, yo ya estaba en Sevilla, mi padre vivía aún, sí… Tenía yo los huevos peludos ya… Ahora tengo 28… Pues tendría yo 21 y él 22, no sé si es uno o dos años mayor que yo.

  • Quiero que nos lo follemos entre los dos.

  • ¡Que mi novia también es de los “del Molino,” que es prima hermana suya! ¿Estás loco?

  • Mejor, así ya sabes que no se va a ir de la lengua.

  • ¡Mira, Rubén, mañana a primera hora te llevo a la ciudad y dejas de romperme los cojones proponiendo cosas raras!

  • Sí, que te vas a pasar el domingo entero sin nadie que te chupe la polla, no te lo crees ni tú… Además ¿Cómo que “cosas raras”? ¿No decías que yo te parecía “muy antiguo” para ser de ciudad?

  • ¡Ayyyy, amigo, que me puedo meter en un lío “mu” gordo! ¡A ti te da igual, pero yo nací, vivo y trabajo aquí, cabrón!

  • Se le veía un culito espectacular al Concejal del Ilustre, seguro que te gustaría desvirgárselo si es que no lo tiene abierto ya… Isma, si lo estás deseando… Y él será el primer interesado en que nadie se entere.

Eso último pareció convencer a Ismael aunque seguía reacio a “romper el orden establecido” en sus relaciones con sus vecinos, luego empezó a reprocharme porque a su juicio consideraba “que nada más que debía de tener ojos para él” y cuando decidí que era inútil y le fui a proponer ver una película me dice:

  • Anoche, cuando tú te fuiste de su casa con Pancho, no paró de preguntarme cosas de ti, le dije que eras gay y “no me veas” la cara que puso.

  • ¿Cara de qué?

  • ¡De alegría! Obviamente no me dijo nada, aquí no se habla mucho de eso, pero Rubén, deja estar las cosas como están, me tienes a mí que soy más hombre que ese, mucho más “acuerpado”, más polludo…

Me dijo con verdadero cariño, como consolándome y quitándose la parte de arriba del chándal fue a desplomar su cuerpote sobre mí. Yo estaba asimilando que Ángel el “del Molino” había mostrado interés por mí, el joven más guapo del pueblo, con esos ojos azules, su pelo rubio y repeinado como un niño bueno, su estatura (Ismael es fuerte y no es feo en absoluto, pero es bastante más bajito que yo) y decidí que me iba a aproximar a él con o sin el Potranco de la Vega.

  • ¡Ah, qué te preguntó eso sobre mí y tú no me dices nada! Isma, yo también soy hombre y necesito follar...

Tomé ese discurso machista y logré que Ismael empatizara conmigo, en el fondo lo estaba deseando y tenía infinitamente más claro que yo la orientación sexual del representante del partido conservador en el municipio; sin embargo, sabía que eso era romper un código de lo más estricto en el mundo rural y aunque Ismael ya hubiera dejado de replicarme, aún no mostraba explícitamente su conformidad yo creo que por celos hacia el rubio, le seguí insistiendo:

  • Ahora será tarde para llamarlo ¿Qué andará haciendo mañana?

  • ¿Mañana domingo, ese? Ir a misa.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Vega, aunque sobria e imponente en su exterior, es una auténtica joya del barroco por dentro, la única vez que la había visto era muy joven como para apreciar ese tipo de cosas y ni lo recordaba, por lo que lo de ir a misa tampoco me parecía mala idea y así conocía mejor a la gente del pueblo.

  • Vamos a misa mañana.

  • Sí, y cuando vean a “este demonio” entrando en la Iglesia me echan agua bendita.

  • ¡No, pensarán que este amigo de la ciudad te está cambiando para bien!

  • ¡Claro! Y que después digan que seguro que lo hacemos “para evitar sospechas”…

Nos levantamos a la mañana siguiente poco después que escampara y el sol comenzaba a lucir sobre los árboles brillantes, comprobé sorprendido como el vello comenzaba a brotar nuevamente sobre el torso de Ismael mientras le acariciaba su tripita con mi mano.

  • ¡Ya está brotando el pasto otra vez, eso ha sido de la lluvia de anoche! Dijo con socarronería aludiendo a su vello corporal.

  • Y te quedas peludete de nuevo.

  • ¿A ti cómo te gusto más?

  • ¡De las dos formas!

  • Pues no me voy a depilar muchas más veces que si no el pecho se me queda como los sobacos, que de tanto afeitármelos ahora tengo ahí el Bosque del Río Hondo ¿A ti te gustaría que tuviera la pechada como un lobo?

Se abalanzó sobre mí para frotar su cuerpo contra el mío mientras me miraba sonriente de cerca.

  • Me gustas de todas formas, Isma, eres el tío más macho con el que he estado.

  • Sí, sí, mucho “te gusto” pero no paras de hablarme de Ángel el del Molino….

  • ¿Estás celoso?

  • ¿¡Celoso yo, dices!? ¡Del rubito panoja ese voy a estar celoso! Me gustaría verlo cargando un saco de papas con una mano, otro de naranjas en la otra y dos de limones a la espalda como hago yo.

  • Eres el hombre más fuerte, más potente, más viril y más follador que he conocido, Isma.

  • Bueno, ya está…

Dijo con falsa modestia mientras la piel se le tornaba de blanca a rosada. La luz cegadora de la mañana resplandecía sobre La Vega que lucía limpia, fresca y más exuberante aún tras la noche de aguacero, cuando llegamos al templo la misa había empezado, Ismael se negó a entrar una vez en la puerta y a mí también me dio reparo. Nos sentamos en la terraza del bar, yo un zumo que no pude pedir hasta que Ismael se hubo asegurado de que las naranjas provenían de su finca y él una caña de cerveza.

Al finalizar la misa, Ángel se dirigió a nosotros empujando el carrito con su niña de pocos meses y acompañado de su mujer. Era guapo, muy guapo, un poco más alto que yo, con el pelo rubio peinado a un lado, las cejas finas, nariz pequeña y una boca de ensueño.

  • ¡Qué dicen los amigos! ¡Que tempranito tú, Ismael!

  • ¿Qué “ice” el del Molino? “Ná”, que Rubén quería ver la Iglesia por dentro y ahora que ha acabado la misa va a ir.

Entendí la instrucción de Ismael y me dispuse a entrar al templo, a mi salida la mujer de Ángel y su hija se habían ido y solo quedaba el machazo salvaje hablando con el Concejal.

  • ¡Así que quieres comprarme queso, Rubén!

  • Ehhhh ¡Sí!

  • Le ha gustado el de cabra, sobre todo, se lo hemos estado poniendo en mi casa estos días para desayunar.

  • ¡Pues estupendo! Ahora mismo vamos a la fábrica y te llevas uno para ti, otro para tus padres y otro para que lo repartas.

  • Y otro para la academia, y otro para el gimnasio, y otro para mis amigos, y otro para el curso de jardinería, y otro para mis vecinos y otro para tíos, primos y demás y otro para….

Pensé para mis adentros mientras me sorprendía por el ansia vendedora de Ángel, aunque luego entendí que no solo estaba ilusionado por la venta, sino que además fue la excusa que encontró para escabullirse de su mujer y meterse en un lugar oculto con dos hombres más. Nos levantamos de la terraza y le gritó a su esposa, que estaba en el interior del local hablando con otra gente:

  • ¡Mónica, voy a ir un momento a hacer una venta!

La quesería estaba a unos pocos kilómetros del pueblo por lo que decidimos ir en el coche de Ángel, que vive mucho más cerca de la plaza de la iglesia que Ismael; viendo la efusividad que nos dedicaba el rubio, con ambos brazos sobre nuestras espaldas, caricias en nuestros brazos y derrochando sonrisa, supuse erróneamente que ya “estaba todo hablado”. Nos subimos en el Audi TT de Ángel y ya fuera del pueblo, Ismael que iba en el asiento del copiloto, se desabrochó el pantalón ante la mirada incrédula de Ángel y se sacó la salchicha venosa semierecta para preguntarle al conductor.

  • ¿La echabas de menos, verdad?

  • ¡Pero Ismael, tu amigo! Dijo señalándome a través del espejo

  • Más maricón que tú.

  • ¿Eres periodista? ¡Responde!

Me gritó Ángel completamente histérico y tras negárselo mientras reprimía la risa al imaginarme el titular de “Concejal del PP, casado y padre, sorprendido practicando relaciones sexuales al volante con un vecino de su municipio” y acompañando el titular una foto con su carita de ángel, nos amenazó a gritos con bajarnos del coche hasta que Ismael le soltó una fuerte colleja que me dolió hasta mí y que desvió la trayectoria del auto por unos instantes.

  • ¡Qué te calles ya con los chillidos, papafrita! Conmigo no te hagas “er” santo… ¡Qué te conozco desde que nací, Molino!

  • Ismael… Yo ya no quiero hacerte estas cosas…

Le respondió Ángel completamente azorado y sin dejar de mirarme por el espejo interior

  • ¡Qué cojas la palanca de cambios, te he dicho!

Ángel tomó el pene de Ismael mientras a lo lejos se veía un edificio que ponía “Quesería de La Vega”, Ángel fue a reducir la marcha para tomar la desviación hacia su negocio y desde el asiento trasero tomé el pene de Ismael, duro como la roca. Al aparcar, Ismael solo consintió guardarse la polla cuando el dueño le advirtió de la presencia de cámaras de seguridad en los exteriores.

Una vez dentro nos dirigimos al despacho de Ángel e Ismael se quitó la camiseta y se volvió a sacar la verga, nos arrodillamos Ángel y yo ante ese palo duro, recto y largo para intercambiárnoslo de una boca a la otra, era un hombre muy guapo, excesivamente guapo, nos miramos abstraídos unos instantes para besarnos mientras Ismael lanzaba uno de sus bufidos de contrariedad me imagino que acompañado de ese gesto tan suyo de llevarse las manos a la cabeza mientras niega, Ángel besaba jodídamente bien y tras separarnos y admirar su cara quisimos repetir pero ya estaba el torete golpeándonos con su polla en las comisuras mientras nos dedicaba una catarata de insultos homófobos. Me metí el rabo del toraco en la boca mientras le magreba el culo cuando empiezo a sentir los labios de Ángel besándome en el cuello antes de lamérmelo, acaricié su pelo rubio y suave mientras yo mamaba a la bestia y empezó a lamerme el pezón, eso terminó por ponerme cachondo del todo y sin pensármelo dos veces me puse de pie para que me bajara los pantalones mientras lamía el cuello y la axila de Ismael, que ya a esa hora del día estaba empezando a aromatizar, le ayudé a Ángel a quitarme los calzoncillos y, aunque está feo que lo cuente, alabó el grosor de mi polla y mi glande cabezón. Ismael estaba tumbado en la silla del despacho, yo de rodillas mamándolo y Ángel recostado en la moqueta de su oficina dándome unos besitos y unos lametones en el rabo de lo más delicioso hasta que por fin se decidió a tragársela entera, mamaba muy rico y sentir como succionaba mi rabo a la vez que tenía el de Isma en mi boca estaba siendo la experiencia más placentera hasta el momento, me vino el subidón del orgasmo pero lo corté rápido; incorporé a Ángel y aparté a Isma de la silla con uno de esos aspavientos que tanto le gustan a él, y dejé que el rubio se sentará en su puesto, le quité el cinturón y el pantalón “de ir a misa” para sacarle la polla: era preciosa. No muy grande, la verdad pero proporcionada, curvada hacia arriba, con el glande redondeado y de unas formas del todo armoniosa, “una polla de ángel” aunque dicen que no tengan sexo. Se la acaricié y magreé un poco mientras el rubio se metía la tranca de Ismael en su boca que agarrándolo por el pelo le obligaba a tragársela con brusquedad, me metí y golpeé el hermosísimo pene de Ángel contra mi lengua mientras me acariciaba la cabeza y mamaba a Isma, su polla tenía un sabor y un olor muy fuerte que contrastaba con su apariencia impoluta, el machazo de mi anfitrión no tardó en eyacularle toda la boca y la camisa de marca a Ángel para seguir dándole vergazos en la cara y en la cabeza y limpiarse la leche con el pelo rubio y la tela de su camisa, Ángel agarró su polla con la leche del semental en su boca y tragándosela entera eyaculó sobre la moqueta de su despacho con una expresión sublime en el rostro. No lo dejé ni respirar y enseguida le metí la polla en su boca junto a la de Ismael, nos estuvo mamando a los dos mientras el placer de su lengua y el glande del potranco frotando el mío en la humedad de la boca del rubio hizo que me volviera a subir la excitación por todo mi cuerpo y lefé de gusto como no lo había hecho desde que conocía a Ismael, que por su parte seguía follándose la boca de Ángel sin que aparentemente le importara demasiado que estuviera llena de mi leche.

  • ¡Ponte a cuatro patas, Ángel, que vas a flipar!

Ángel creo que se llegó a tragar algo de mi leche, también, se incorporó con la camisa llena de semen y limpiándose la boca preguntó con malicia.

  • La última vez me dijiste que te daba asco, que por ahí cagaba yo.

  • ¡A ti también te ha dicho lo mismo! Exclamé estupefacto.

El rubio se quitó la camiseta, era flaco tirando a fibroso pero la buena vida de empresario casado y metido en política, ya le estaba empezando a dejar una barriguilla de esas flonflis y bobas, tenía algo de vello en el centro del pecho, en torno a los pezones y por debajo de su ombligo, tan pequeñito que ni me cabía la yema del dedo en él, sus pezones eran redonditos y muy chicos también, se los chupé un poco antes de que obedeciera al potranco mientras yo me sentaba en la silla de su despacho a observar la escena sin quitarle un ojo de encima al toro desbocado, más que nada por lo que pudiera hacerle. Ángel tenía el culito pequeño y algo respingón, eran unos gluteos blanquísimos cubiertos de un vello rubio y lacio que se hacía más denso en el interior de las nalgas, Ismael le introdujo primero los dedos y decidí levantarme para trabajárselos un poco con mi lengua y chuparle la polla y sus huevos mega-colgantes, le metí mis dedos en el culito mientras Ismael se lo escupía y no me dio la sensación en absoluto de que fuera en absoluto un culito virgen, tomé el pene de Isma y tras darle unos lengüetazos en el glande se lo fui introduciendo en el agujerito de Ángel y presionando su estómago para que no se la clavara de golpe y con un ritmo lento le fue metiendo cada vez su polla más al interior de su culito, Ángel comenzaba a emitir sus primeros jadeos cuando me puse detrás de Ismael para sobar sus tetorras, su tripa y restregar mi pene aún flácido contra sus nalgas, en un momento que empezó a meterle embestidas y el pobre Ángel se puso a gritar, tuve que hacer un gran esfuerzo para atraer a Ismael contra mí y decirle “Tranquiiiiilo”, siguió dándole un poco más suave mientras comenzaba a sudar y mi erección iba creciendo nuevamente entre sus nalgas, los gemidos de Ángel se transformaron en pequeños aullidos, en ese momento me separé de Ismael y tomando la barbilla del Rubio y admirando su hermosísima cara le pasé mi pene por sus labios mientras me lo lamía y del gusto de su saliva en mi glande y de su pelo, rubio y suave como la seda, me lo acababa de poner del todo erecto, Ismael seguía manteniendo el ritmo y cuando ya empezaba a tirarse de los pezones y a sobarse la tripa era que se iba a venir, empezó a meter pingazos salidos del infierno mientras Ángel comenzaba a gritar de nuevo cuando los gritos se transformaron en llantos.

  • ¡Para un poco, bestia!

El potranco bajó algo su ritmo pero segundos después ya estaba alzando a Ángel, pegándolo contra su cuerpo y empotrándolo contra la pared. Justo en ese momento Ismael se dio la vuelta y desplomando a Ángel en su propia mesa de despacho se vino dentro de él con bufidos roncos y animales mientras el rubio jadeaba sonoramente sonriendo de oreja a oreja y se machaba la polla de nuevo. Estaba súper cachondo viendo la escena y no pude reprimirme el dar un salto y meter mi rabo en el culito de Ángel rebosante de la leche del torete, y empezar a darle con movimientos circulares de cintura y procurando frotar bien mi pene por las paredes de su orto húmedo y calentito. Ismael negó con la cabeza y murmurando entre dientes se puso a leer su móvil.

Le di la vuelta a Ángel sobre la mesa de su despacho y agarrando sus piernas cubiertas de vello rubio puse el culo sobre dos cojines del sillón para tenerlo más accesible, me di un buen lapo en mi polla y se la introduje lentamente al rubio para empezar a penetrarlo con ritmo lento pero duro que le hicieron gemir nuevamente, pasé a “modo máquina de coser” mientras agarraba su precioso rabo, se lo machacaba, apretaba escupía sobre él, me desplomé sobre su cuerpo para admirar su preciosa cara y volvernos a besar mientras le sacaba mi rabo de su ano con una lentitud deliciosa, besaba muy bien, y su cara de niño bueno hacían que me pusiera aún más cachondo, se la metiera del nuevo al poco mezclar mi leche en batida con la de Ismael.

Ángel tenía que irse corriendo a comer a su casa por lo que recogimos a toda prisa, destruimos toda las pruebas, se manchó a posta la camiseta para justificar su suciedad y finalmente le compré dos quesos. Salimos aparcamiento y tras dejarnos en la puerta principal de la casa de Isma le pregunté:

  • ¿A qué fue buena idea?

  • Ese viene por aquí esta tarde...

Afirmó el Potro de la Vega risueño mientras entrábamos a sentarnos a la mesa para hartarnos a comer otro banquetazo, una especie de pastel o empanada rellena de carne, embutidos y algunas verduras, que chorreaba grasa y aún babeo de recordarlo. Nos acostamos a dormir la siesta y al despertarme siendo el penetrante olor de las axilas de Isma junto a mí extendí la mano para acariciarle el pecho, la tripita y su ombligo húmedo de sudor, al abrir los ojos veo que estaba despierto chateando con su teléfono.

  • No me he dormido al final

  • ¿Estás hablando con tu novia?

  • Sí, y con Ángel también, está cagado de miedo.

Me dijo con su voz ronca y cierto deje de burla en el tono.

  • ¿Va a venir?

  • Si quieres le digo que venga, pero yo te quería llevar a un sitio... ¡Ah, mira! Otro mensaje del rubio… ¡Que quiere hablar con nosotros, dice! ¿Qué le digo?

  • No sé, te lo ha preguntado a ti… ¿Pero a qué sitio me ibas a llevar? ¿No le puedes decir que vaya?

El modesto Río Hondo recorre una pequeña garganta al pie del pueblo entre una vegetación exuberante, casi selvática formando un ecosistema que, a pesar de su extensión relativamente pequeña, es una joya ecológica, el río va formando diferentes piscinas naturales entre pequeños saltos de agua y por ese motivo, Ismael me había dicho que llevara bañador. Por mi parte tenía la sensación de que ya llevaba en La Vega semanas cuando había llegado anteayer al mediodía.

Ismael y yo salimos caminando por el “Camino al Río”, que bordea el pueblo y que a los pocos minutos comienza a descender para adentrarse en una vegetación cada vez más profunda, yo ya lo conocía porque de pequeño una excursión del colegio nos llevó a visitarlo, pero verlo de nuevo era algo que me resultaba muchísimo más interesante que la primera vez.

Unos pocos metros más adelante y justo donde el sendero se vuelve más estrecho y abrupto, vimos el coche de Ángel con su dueño paseando alrededor.

  • De esto no se puede enterar ni dios.

-Ángel, tranquilízate que por mi parte no tenemos gente conocida en común y a Isma no le interesa que nadie sepa nada porque está prometido con tu prima Lourdes.

  • ¡”Dejarse” de hablar “tontás” que hace calor y yo me quiero bañar! Gritó Ismael mientras se adelantaba bosque abajo sin pararse ni a saludar.

La primera poza estaba ocupada por casi todos los pocos niños del pueblo, la segunda por los adolescentes, Ismael saludó y me presentó a Roberto, un primo suyo de unos 19 años, adolescente-musculitos de vello incipiente que estaba riquísimo el cabrón, qué buena genética tiene esa familia, en la siguiente poza había parejitas y en la cuarta y última poza dónde no había nadie me senté y me dijo Ángel:

  • Aquí nos ve todo el pueblo. Me dijo señalándome a la carretera y las casas en la parte superior del farallón.

Remontando el curso del río nos adentramos en una maraña impenetrable de vegetación en la que apenas alcanzaba a iluminar la luz del sol, el agua tronaba con potencia por una cascada que se apareció delante de nosotros, había que escalar unos cinco metros por el borde del salto apoyándose en las ramas de los árboles y en la cima había una explanada rocosa en la que el río formaba un remanso antes de precipitarse, estábamos rodeados de laderas que nos tapaban todos los ángulos y a nuestras espaldas el río caía unos dos metros desde un túnel de bosque impenetrable.

  • ¡Qué bonito! Por esta parte no me habían llevado la vez que estuve.

  • Es que esta parte no la conoce ni la mayoría de la gente del pueblo y más arriba conozco una poza que tampoco casi nadie sabe que está ahí, lo que hay que entrar desde el otro lado. Me dijo Ismael con orgullo.

Nos estuvimos bañando, tocándonos y tumbados al sol un par de horas, obviamente hubo que hacerle la mamada de rigor al señor Ismael y compartir su polla larga y con forma de lanza teniendo en frente el bellísimo rostro del concejal subía el nivel, también me la mamó un poco pero ya tenía ganas de algo de descanso y simplemente tomar el sol con el agua corriendo a mis pies. Al poco nos fuimos debido a que el sol no tardaba en retirarse de aquel estrecho congosto del río. Ismael y yo habíamos decidido quedarnos a dormir en la ciudad para ahorrarnos el madrugón de la mañana siguiente. Ángel nos dejó en la puerta de la casa donde nos despedimos, fuimos hasta la “Casita del Lagar” a preparar nuestras mochilas y al arrancar paramos unos pocos metros más adelante, en la puerta de Pancho el Forraje, toqué el timbre y me abrió él mismo sin camiseta, estaba entre fibrado y fuerte, se le marcaban todos y cada uno de los músculos de su cuerpo, los pezones redondos y marrones, el pecho con una pequeña pero densa mata de pelos negros en el centro, las abdominales morenas, lampiñas excepto por la línea de vellos bajo su ombligo, completamente salido y formado por pliegues de piel, y marcadas hasta lo insultante, llevaba un pantalón largo de chándal y unas zapatillas mostrando sus grandes pies, con el dedo gordo un poco más corto que el siguiente; me miró sonriente con sus facciones de gato y me abrazó mientras nos dábamos nuestros perfiles en redes sociales, con buenos deseos y las palabras amables de rigor. Era una visión hermosísima de despedida del pueblo.

Esa noche por supuesto que me tocó mamar a Ismael, lo que sentía en el culo ya era simplemente una molestia, pero tampoco quise forzarlo y a la mañana siguiente, antes de acudir juntos al curso de jardinería, por supuesto que me tocó mamar otra vez, lo mismo que después de comer antes de que volviera a La Vega de Río Hondo a hablar con el vecino del que quería que le arrendara las viñas.

A la semana de haberme hospedado en su casa, en un ataque de ira hacia Ismael lo mandé a la mierda, pero no se dio por aludido y seguimos como si nada hubiera pasado; sin embargo ya empezaba a cansarme de su actitud y de su forma de ser.

Todo sucedió porque una noche al salir del trabajo, me veo lo de casi todos los días: varias fotos de la polla de Ismael, vídeos suyos masturbándose en su habitación o mientras trabaja las tierras, mensajes recordándome que su novia no viene dentro de X fines de semana y reiterándome la invitación, o más bien instancia, de ir a su pueblo de jueves a martes y ya uno que me mató preguntándome que “cómo iba ese culito de golfillo”. Borré todos los mensajes y mientras me dirigía a mi casa en bicicleta no paró de sonarme el teléfono, al llegar descubro como cuatro llamadas de Ismael y tres mensajes compuestos únicamente por signos de interrogación, no consentía que hubiera visto sus preguntas y no respondiera al instante. Busqué su número en la agenda de contactos y le grité todas las barbaridades que se me ocurrieron pero a la mañana siguiente, lo tenía aparcado delante de mi casa, el rabo al palo y marcando tetamen y piernotas mientras se apoyaba en la puerta de su Seat León y me decía que quería “subir a desayunar”, cuando seguro que una hora antes Angustias le había matado un cerdo para que se alimentara “su niño” además de un tortillón de sesenta huevos.

Por otra parte, Ismael tiene un punto de lo más entrañable, tengo un recuerdo encantador de cuando apareció con la caja de frutas y verduras y una ristra de guindillas frescas que escocían los ojos solo con mirarlas en el restaurante coreano y le gritó al personal blandiendóselas en la cara como si no pudieran ver ni oír:

  • ¡Kim! ¡Picante muy fuerte!; ¡Tu salsa con esto!; ¡Tú gustas y las exportamos a Corea para hacernos ricos!

Acompañaba la muestra de su producción hortícola con una tarjeta de contacto con su página web y redes sociales y ya en un tono más serio, presentaba sus productos detalladamente antes del compromiso de Kim y su cocinero de adquirirle cebollas y otras hortalizas. Otro detalle del que tardé en darme cuenta: manejaba bastante dinero, además casi nunca me dejaba pagar nada las veces que íbamos a restaurantes, que durante semanas fue prácticamente a diario. La segunda vez que me invitó me sentí mal pero Ismael “se hizo el ofendido”, la cuarta o la quinta que seguía pagando ya yo me negaba y poco menos que me impuso la obligación de aceptar. Alguna vez fuimos de fiesta y aunque me riera bastante con él y nos lo pasáramos bien, siempre tenía que llevármelo antes de que se emborrachara y se pusiera más salido aún, molestase al personal femenino más de la cuenta y le diera por volverme a reventar el orto, del que aún seguía diciéndole que estaba convaleciente ante tamaña virilidad, potencia y embestidas de ese pene monumental, aunque fuera todo mentira, así mataba dos pájaros de un tiro, contribuía a su ego y le daba largas a su insistencia.

No sé en que momento me aburrí de Ismael del todo, pero hubo un detonante externo, el jardín que compartía con mi vecina y que ya empezaba a rebrotar con algo más de vigor, nuestro casero había decidido cubrirlo de baldosas a pesar de mi enfado, aunque es cierto que siempre nos había advertido de su intención de llevar a cabo esa obra por lo que si el curso de jardinería nunca me había motivado demasiado, ahora menos aún. Por otra parte, cuando comía con mis familiares o quedaba para tomar algo con mis amigos, me notaban una habla más descuidada y unas formas más asalvajadas, algo de lo que también me daba cuenta; además, tampoco es que tuviéramos muchos temas de conversación en común y el puntillo ególatra de Ismael no siempre es llevadero.

Ismael era un amigo hetero, hípermasculinizado y salido que me usaba de muñeca hinchable. Apreciaba a Ismael verdaderamente, noble, espléndido, divertido; sin embargo, el sentirme usado sistemáticamente como dos agujeros donde el niño deposita su leche aburre, cansa, molesta… Por lo que decidí abandonar el curso e irlo sacando progresivamente de mi vida.

No soy de creer en cuestiones místicas pero pienso que algo de conexión telepática con los seres con los que tenemos vínculos especiales debe existir, si es que se puede tener algo de eso con Ismael, llevaba como medio año sin verlo y la mitad de ese tiempo sin hablar con él. Hace unos tres meses, me levanté con unas ganas inmensas de sentir un rabo en mi culo, un rabo largo, duro, de un hombre en el sentido más prototípico y atractivo a poder ser, en ese momento comencé a masturbarme imaginándome a al Potro de la Vega sobre mi cuerpo, recordaba su verga reventándome el ano, el dolor, su olor corporal y mientras me machacaba la pinga me suena un mensaje en el teléfono, era él.

  • Asómate a la ventana.

Ahí estaba apoyado en la puerta de su Seat León delante de mi casa.

  • ¡¿Qué haces tú aquí?! Le grité al más puro estilo “veguero” desde la ventana de mi habitación.

  • He bajado para vender una mercancía y ya que estaba cerca…

No le dejé terminar, le indiqué que subiera con un gesto de la mano, aquello era un sueño hecho realidad, lo jalé de la camiseta nada más abrir y empecé a besarle en el cuello mientras cerraba la puerta, me arrodillé ante él, le desabroché el pantalón y le descubrí ese rabo que aún flácido se veía largo, venoso, con ese lunar y el glande picudo mientras mi pene estaba duro como el mármol. No tardé ni medio minuto en ponerle a Isma el suyo igual y sin decirle nada y agarrando su pene con suavidad lo conduje a mi cuarto donde me tumbé en la cama y levantando las piernas le ofrecí el agujero de mi culo. Ismael me miró con seriedad y lujuria y tras mojarse los dedos con un escupitajo de los suyos, me llevó la saliva a mi ano e introdujo las yemas del índice, el pulgar y el corazón al mismo tiempo tras un corto jugueteo, me dolía pero era un dolor rico, llevadero, el machazo no metía los dedos más adentro, simplemente los movía y expandía dilatándome el ano, tras varios minutos sin hablarnos en los que me miraba fijamente con sus profundos ojos marrones, colocó su glande en mi ano de un rápido movimiento y con una lentitud sorprendente lo fue metiendo. Se quitó la camiseta y tenía ese torso ancho, musculoso y con algo de tripita cubierto por esa capa de vello lacio, corto y disperso cubriéndole el pecho y algo el estómago, comencé a acariciarle su cuerpo mientras el dolor se iba a entremezclando en el placer, Ismael metía unos pollazos rápidos pero no muy fuertes, ni de broma la la estaba metiendo entera y cuando empezó a sudar resopló para tomar aire y ahí sentí la embestida que me hizo ver las estrellas, se desplomó sobre mí mientras me masturbaba contra su abdomen y el torete seguía enculándome como una máquina de coser, grité hasta que yo mismo me tapé la boca con la almohada mientras seguía machacándome el rabo. Ismael paró un rato mientras resoplaba y sin sacar su pene de mi orto se recostó en la cama colocándonos en cuchara, empezó a darme suave, lento, disfrutando de su pene presionado contra el agujero, me metió la polla lo más adentro que pudo mientras el dolor y el morbo me inundaban por completo y me masturbaba sintiendo al semental dentro de mí, dejó su rabo quieto unos segundos para casi sacarlo del todo con una lentitud exquisita mientras daba un ronco y largo jadeo para clavármela sin previo aviso y volver a machacarme hasta que se corrió dentro de un bufido.

  • Con una sola rueda no anda un carro.

Dichas estas palabras, las primeras desde que entró por la puerta, empezó a mover su rabo nuevamente dentro de mi culo mientras apretaba mi espalda contra su pecho, llegó a un punto en que casi ni sentía dolor, empezó a penetrarme rápido solo con la parte delantera mientras me pajeaba como un macaco y el gusto me iba llenando por completo hasta que el orgasmo hizo que brotara mi torrente, Ismael me acarició el pecho mientras yo eyaculaba para empezar de nuevo con las embestidas. Me puso a cuatro patas sobre la cama y apretando mi cabeza contra el colchón mientras aún disfrutaba del orgasmo me metió unas cinco o seis empotradas gritando y se corrió por segunda vez en mi culo sobre la marcha.

Esperaba que fuera una mañana de mamar al machote, caricias, pajas frotando mi glande contra sus axilas, sus nalgas, sus pezonacos, su ombligote o su polla, oler su aroma macho, oír su ronca voz con ese acento tan bruto y cerrado que tanto me pone, saber que tal trató el invierno pasado a sus frutales, cómo están sus amigos del pueblo... Nada de eso, se incorporó y tras limpiarse un poco comenzó a vestirse:

  • ¡A “ónde” vas tú, mula “escarriá” ! Le dije tratando de imitar su forma de hablar.

Ismael me miró sonriente y cerrando más aún su acento me dijo:

  • ¡A la Vega Río Jondo! ¡Qué he venío a traerte una coha na’má!

Nos reímos, no me acordaba que siempre lo trataba de "cateto" se reía siguiéndome el juego. Volviendo al salón se dirigió a su chaqueta y del bolsillo interior extrajo un sobre blanco para entregármelo:

Ismael Fulgencio Acevedo Velasco

María de la Vega Benítez Parejo

Tienen el placer de invitarles a su enlace nupcial (D.m) el próximo sábado 15 de noviembre a las 12:00 en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Vega y al almuerzo posterior en el Hotel “Balcones del Río Hondo” a las 14:00

  • ¡Felicidades, Isma!

Le dije verdaderamente contento, la verdad es que solo le faltaba estar casado para ser el “macho completo” ya, aunque por otra parte echaría de menos no volver nunca más a la “Casita del Lagar”. Rápidamente le confirmé mi asistencia y tras conseguir arrancarle que le hiciera una mamadita más y masturbarme con sus sobacazos selváticos para recordar viejos tiempos, dejé que se marchara.

Fue como un sueño, recordarlo, aparecer para invitarme a su boda, follarme el culo dos veces, correrme sobre su cuerpo otras dos y saber que probablemente no volvería a tener sexo con él en mucho tiempo; de repente me vi culpabilizándome por haberlo sacado de mi vida de una forma tan brusca y tan “ismaélica” y me lamenté de no haberlo llamado antes, preguntarle por la producción de aguacates, el vino, la miel… Solo dos polvos y adiós.

Lo llamé a los pocos días para comunicarle que pensaba alquilar una habitación en el hotel dónde se celebraba la boda, el torete campestre montó en cólera y dijo con otras palabras que “su santa madre” ya se encargaría de tenerme “a cuerpo de rey”; me armé de paciencia, tomé aire y fingiendo estar escandalizado me dije:

  • ¡No puedo hacerle eso a la madrina!; ¡tiene que estar pendiente de su hijo; ¡no friéndome huevos y longanizas a primera hora!

Luego tras aceptar mi argumento hablamos con más calma sobre la finca agrícola, como había mantenido el volumen de producción pero incrementando la calidad de ciertos productos y que proveía a no pocos restaurantes y tiendas biológicos, veganos…

  • ¡Todo ecológico, amigo! ¡Qué pena que no te llevase un bote de miel!

Sábado 15 de noviembre de 2019, se prevén fuertes lluvia por lo que opto por mejor no conducir y viajar en bus hasta la Vega de Río Hondo, algo más de una hora de carretera con varios tramos complicados bajo un cielo amenazador aunque al final no cayó una gota por todo el camino. Me bajé en la parada que está a la entrada del pueblo cuando comenzaba a lloviznar, no andaba lejos de la plaza pero sí de casa de Ismael, me encaminé por la calle principal cuando llegando a la plaza vi el local de Edu abierto y me pasé a saludar. Me sorprendió su calidez, su agasajo y que se alegrara tanto de que volviera por allí, estuvimos tomando unos tés y cuando me quise ir a casa del Potranco de la Vega la lluvia era considerable por lo que opté por cambiarme de ropa allí, dejar las cosas y luego pasar de camino al hotel.

No voy a decir que sea ni la mejor, ni la más bonita de las bodas a las que he ido, pero sí la más grande y seguro que la más divertida. La iglesia hasta arriba de flores, Marivega, la novia, que parecía un Lladró de los bien cursis, Angustias, la madrina, de gris militar con ese rictus que era el General Pinochet, Ismael disfrazado de camarero (o más bien mozo de caballos) de club pijo londinense y el desfile de sombreritos cursis de las amigas de la universidad de ella daba para varios programas de telebasura. A la salida de la ceremonia llovía con fuerza por lo que los invitados se congregaban en el atrio o aguantando el chaparrón cuando en medio de la marabunta me encuentro a Ángel con la niña en brazos, sonreí instintivamente pero con una mano le hice un gesto de “más tarde”.

El banquete estuvo a la altura de mis expectativas y más allá, con la “Orquesta Zafiro”, que es religión por toda esa zona de la provincia y la verdad que tocan muy bien. Estaba sentado en la mesa de “los solteros” con Pancho el Forraje, que estaba imponente vestido en traje de chaqueta, Edu y la novia “no oficial” de este. Pancho se levantó a las pocas horas sin haber bebido apenas ya que “entraba en servicio”, lo cual me apenó profundamente.

  • ¡Mañana antes de irte escríbeme por facebook y vengo a llevarte a la parada!

Me respondió tratando de consolarme, lo acompañé a la puerta del hotel y al volver a la sala de celebraciones, Ángel me esperaba en la puerta:

  • ¿Qué “ice” el rubio más guapo de la comarca?

  • ¡Calla, tontopollas, que te va a oír medio pueblo! ¿De qué querías hablar conmigo?

Ángel el del Molino no podía disimular la excitación al tenerme delante y a mí poco me faltó para agarrarlo de la corbata y llevármelo a la 303, donde me hospedaba.

  • ¿Sabes que me quedo a dormir aquí, verdad? Pues te vas a coger tal borrachera hoy que te vas a quedar en mi habitación.

Ángel sonrió con malicia mientras analizaba el plan y me respondió…

  • Vamos a hacer una cosa, mi mujer no creo que se quede hasta el final pero si le digo que me quedo en tu habitación va a sospechar, le diré que estaba muy borracho y que me cogí una habitación para mí… Se mosqueará, pero un día es un día…

Ismael estaba eufórico, bebiendo como un cosaco y obligando a todo dios a seguirle el ritmo, pasó por las mesas con los trozos de su corbata y cuando llegó a la nuestra me preguntó que si estaba bien el hotel y en que habitación me estaba quedando. Debían de ser cerca de las diez de la noche cuando Mónica decidió retirarse y pocos minutos después Ángel bajaba a recepción, alquilaba la 302 y llamaba a su esposa media hora más tarde simulando una borrachera que no podía con ella.

  • ¡Pero si estabas normal hace un momento, tú te vuelves a casa!

La oí gritar al otro lado del teléfono a lo que Ángel simuló entender lo contrario, a eso de las doce Ismael y Marivega se retiraron a la suite nupcial y pocos minutos después la fiesta decaía. Nos metimos cada uno en su habitación porque aún estaban los invitados de fuera del pueblo pululando por los pasillos mientras yo esperaba ansioso con la oreja pegada a la puerta a que se pasara el trajín de huéspedes, aquello no tenía fin por lo que decidí salir al balcón y saltar al de la habitación de Ángel con cuidado de no precipitarme decenas de metros hacia la garganta del Río Hondo que con la borrachera que llevaba, no me caí de milagro.

Ángel se llevó el susto de su vida cuando me vio entrar desde el balcón, verle esa carita de ensueño llena de terror era algo de lo más entrañable, comenzamos a besarnos mientras nos desnudábamos el uno al otro, y nos tumbamos lamiéndonos cada rincón de nuestros cuerpos, acariciándonos y juntando nuestras lenguas antes de ponernos en posición de sesenta y nueve y tragarnos cada uno el pene del otro, adoraba el fortísimo olor del precioso pene de Ángel, no excesivamente grande, curvado hacia arriba, bonito y de proporciones sublimes, nos mamábamos con diligencia mientras el placer me iba inundando; sin embargo, follar con el hombre más guapo con el que he estado nunca y no poder admirar su rostro angelical, no podía ser. Me arrodillé ante él para que me comiera el rabo y recrearme con sus facciones y su cabello rubio, justo cuando su lengua aterrizaba en mi glande alguien tocaba la puerta con timidez, nos miramos aterrorizados, me escondí en el baño de la habitación y el concejal fue a abrir la puerta, desde el baño no daba crédito a la palabra que escuché:

  • ¿¡Ismael!?

  • ¡Calla y déjame entrar, rubio panoja!

Fin de la segunda parte