Mi amigo el enfermero

Era un viernes y yo iba muy seguido desde hace una semana al hospital porque mi madre había sido operada y surgió una complicación durante la operación así que estaba recluida en estado de cuidado.

Mi amigo el enfermero

Este relato fue escrito por Susana (obviamente es un nombre inventado por seguridad de nuestra protagonista) le envío un saludo y un beso y espero que este relato sea del agrado de ustedes.

Hola, mi nombre es Susana y tengo 20 años de edad. Soy de Puerto Rico y la historia que voy a contarles es real. Era un viernes y yo iba muy seguido desde hace una semana al hospital porque mi madre había sido operada y surgió una complicación durante la operación así que estaba recluida en estado de cuidado. Fui al baño a arreglarme un poco y sin poder contenerme comencé a llorar ya que mi semblante había cambiado por completo debido a mi preocupación por mi madre. Salí tratando de aguantar el llanto y me encontré de frente a un enfermero que acababa de salir del baño. Era un chico alto y joven de unos 23 años, delgado con un cuerpo bien formado de tez trigueña. Mi única reacción fue salir corriendo y llorando descontroladamente olvidando que estaba frente a mucha gente. Estuve en el cuarto de mi madre sollozando hasta que me calmé y luego bajé a la cafetería a desayunar, pagué la orden y me senté y cuando me percaté a quien tenia cerca era el enfermero con el que me había encontrado al salir del baño, vino a sentarse a mi lado y me dijo:

  • Hola, ¿ya te sientes mejor?

  • Sí, un poco (contesté)

  • Estás pálida. ¿Segura que te sientes bien?

  • Sí, no he tenido una buena semana.

  • Bueno pero eso no importa. Se nota que no has comido y tienes que alimentarte bien, eres joven y tienes que ocuparte de tu salud no importa lo que ocurra.

  • No sabes lo que me ha pasado. Yo acompañé a mi madre a operarse del apéndice porque tuvo un dolor fuerte, pero cuando llegamos al hospital y recibimos el diagnóstico, nos enteramos que habíamos llegado casi tarde, su operación fue de emergencia y lleva ya una semana recluida en estado de cuidado.

  • Lo siento. No lo sabía pensado de esa manera. Pero cambiemos el tema, no quiero verte triste. No me has dicho tu nombre, ¿Cómo te llamas?

  • Susana, ¿y tu?

  • Mucho gusto Susana, mi nombre es Ariel.

  • Igualmente. (Le dije mientras noté algo que no había notado antes. Tenía los ojos claros, de esos que cuando los miras quieren decirte algo.)

  • ¿Que edad tienes?

  • Tengo 20 años

¿

y tú?

  • Tengo 22. (casi adivino solo fallé por un año)

Y así continuó nuestra conversación; ese día me lo encontré muy seguido en el mismo hospital. Luego de unos días me seguía encontrando con él y nos saludábamos y hablábamos una que otra cosa. En esos días notaba que nos íbamos acostumbrando más y más el uno del otro y que nos acercábamos más y más. Incluso lo había dejado de ver como un enfermero y le hablaba como si fuéramos amigos de mucho tiempo. Todas las noches tenía sueños eróticos en las que Ariel me hacia suya y me cogía de una manera que disfrutábamos ambos, y despertaba toda húmeda en el asiento del cuarto del hospital. Al poco tiempo mi madre se recuperó y el último día llego, cosa que fue inesperado de mi parte porque no volvería a ver a mi enfermero preferido. Era miércoles a las 12:00 de la tarde y todavía no lo había visto. Era notorio mi interés hacía él así que decidí ir a buscarlo sin pensarlo mucho me dirigí a los ascensores que no avanzaban y decidí bajar por las escaleras a ver si lo encontraba almorzando. Cuando llegue frente a la puerta para salir alguien entra al área de las escaleras y era él pero andaba en ropa de vestir.

  • Hola, que bueno verte. Hoy no te había visto ¿Cómo estás?

  • Bien. Mi madre se recuperó totalmente y ya podemos irnos a casa.

  • Que bueno me alegro. Eso significa que será el último día que nos vamos a ver.

  • Sí. Pero si quieres luego me ayudas a acomodar a mi madre en mi auto. Y podemos despedirnos justo cuando me vaya.

  • Listo. Te veo luego. Hoy tuve libre y solo vine a buscar unas cosas que se me quedaron y a despedirme de los pacientes porque anoche presenté mi renuncia. Te espero.

  • Espera, ¿Cómo que tu renuncia?

  • Hablamos luego. Te espero.

Hice lo posible por no sorprenderme tanto por la noticia de que ni siquiera podría regresar al hospital a hablar con mi nuevo amigo el enfermero ya que había renunciado. Fui con mi madre y más tarde cuando le dieron de alta completamente, baje con ella y ahí estaba él. Se dispuso a buscar el auto en el estacionamiento y tras indicarle cual era, agarró las llaves del auto y fue a buscarlo. Volvió con el auto y se bajó de el para ayudarme a acomodar a mi madre en el asiento del copiloto. Le presenté a mi madre y luego de acomodarla en el asiento nos despedimos con un calido beso en la mejilla y un tierno abrazo de amigos en el que me sentí rara, como con ganas de quedarme abrazada a mi amigo Ariel. Tristemente dijimos nuestro último adiós y salí del hospital dirigiéndome a mi casa con un lindo recuerdo de mi nuevo amigo. Pasaron tres días y el día anterior había llevado a mi madre a casa de una hermana que vive un poco lejos, con la que decidió pasar todo el fin de semana. Mas tarde estacionando el auto después de llevar a mi madre me di cuenta de que en la guanera del auto había una nota que decía:

Susana,

Si lees esta nota estaré esperándote sábado en el hospital. Me caíste súper bien y quisiera que saliéramos por ahí a comer algo o lo que quieras. Bueno te espero a las 12:00 de la tarde. Chao

Atentamente: Ariel

Aquella nota me tuvo nerviosa desde esa tarde del viernes hasta el sábado cuando casualmente era la cita con mi querido amigo Ariel. En mis sueños había sido más que mi amigo, y confieso que el jueves me había masturbado en la ducha pensando en los sueños que tuve con él. Llegó el momento en el que me arregle bastante bien y me dirigí al hospital para encontrarlo. Le planté un beso en el cachete muy cerca de la boca y un abrazo corto digno de una bonita amistad y me dijo que si quería comer algo. Fuimos en autos separados a un restaurante caro de la región y comimos algo. Luego fuimos al cine y vimos una película a la que no prestamos atención pues nuestras miradas se cruzaron muchas veces durante la misma. Finalmente como a las 5:00 de la tarde llegamos a mi casa. El rompió el silencio.

  • Bueno, finalmente llegamos a tu casa. Es bonita (me dijo)

  • Gracias ¿Quieres pasar un rato?

  • Acepto. Me encantaría entrar a charlar un rato contigo y tu madre para conocerla mejor.

  • No, mi madre no está. Quería pasar el fin de semana con mi tía y tengo que ir por ella el lunes.

  • Oh…, bueno pues charlamos nosotros entonces ¿Te parece?

  • Bien, entremos.

Entramos a la casa, le dije que se pusiera cómodo y le ofrecí algo de beber a lo que respondió solo agua. Busqué su agua en el refrigerador y me senté a su lado para charlar.

  • Bonita tu casa.

  • Si, mi papá nos la dejó, murió hace mucho en un accidente.

  • Lo siento, siempre digo algo que te hace recordar un momento triste de tu vida, de verdad lo siento (me dijo con esa mirada tan linda que tiene)

  • No te preocupes has sido muy lindo conmigo en estos días y yo en realidad ansiaba este momento entre nosotros (me aventé y le dije todo) La verdad me pareces muy atractivo y pues pienso que me gustas mucho.

  • Wow me tomas por sorpresa, tu también me gustas y mucho pero nunca pensé que me dirías que yo te atraigo.

  • Si, y quiero confesarte algo, Me he acostumbrado a ti desde que te vi la primera vez en el hospital y nos conocimos. Me caíste súper bien y valoro mucho los momentos que hablamos y compartimos en el hospital. Y quiero decirte también que yo... (bajé la mirada y quedé en silencio)

  • ¿Que ocurre, es algo malo Susana alguna mala noticia?

  • No nada de eso (volví a mirarlo a los ojos) Ariel, he tenido sueños contigo, sueños en los que no solo hablamos si no que terminamos en una relación sexual. Me da mucha pena decírtelo de verdad Ariel pero esto no es normal, y siento que mi deseo crece cada vez que te miro. Quiero estar contigo.

Aquello fue un silencio bastante grande por unos segundos mientras nos mirábamos. El reacciono antes que yo y me plantó un beso francés al que correspondí rápidamente y sin pensarlo. Mis instintos fueron más allá y empecé a quitarle su ropa, primero su camisa, luego su pantalón. El hacía lo mismo conmigo mientras me besaba y acariciaba mi espalda. Todo iba a pasos agigantados de cero a cien en unos segundos. Recordando mis sueños empecé a suspirar en sus brazos. Ya casi desnudos los dos él comenzó a tocarme mi culo mientras me besaba todo el cuello y mis pechos y yo me aferraba a su cuello con mi boca y a su espalda con mis manos. Nos sentíamos un poco incómodos arrodillados en el sofá así que nos tumbamos al suelo. Luego de magreos y de muchas caricias lo mandé a sentarse en el sofá y me dispuse a comenzar a hacer algo que nunca había hecho.

  • ¿Que quieres hacer, me la quieres chupar?

  • Mentiría si digo que no. Nunca lo he hecho quiero saber como es.

  • No te preocupes tu solo comienza a acariciarlo con tus labios y mientras te vaya gustando te afanas a probar. Yo te dirijo.

  • Bien (y comencé a acariciar su pene ya erecto a causa de mis confesiones, besos y caricias)

  • Se siente tibia, y bien suave.

  • Si querida. Tómala para ti es toda tuya.

Y comencé a chuparla. Créanme las que no lo han hecho que es una cosa riquísima desde principio a fin (se convirtió en una de mis actividades favoritas a la hora del sexo) Luego de el guiarme y de yo experimentar, aprender y aplicar lo que aprendía hice que se corriera la primera vez aquella tarde. Me levantó y me llevó a mi cama y se dispuso a comerme el coño (y que rico lo hacía mi Ariel) Hasta que entre jadeos y gemidos acelerados me quede en silencio mientras tenía yo esta vez el primer orgasmo de la tarde. Segundos después de la corrida reaccioné y ahí estaba yo en mi cama con un enfermero que hace unos días era un desconocido para mi, mi Andrés sería ya mi hombre por fin. Sostuve mis manos su pene de unos 23 cm. de argo y bastante ancho. Abrí mi boca lo más que pude y me lo metí por un rato estuve mamándolo como una niña que chupa una paleta. Después se recostó sobre mí y comenzó a lamer y morder suavemente un seno mientras pellizcaba el otro y era rico. Ya para ese momento yo tenía unas ganas inmensas de sentirlo dentro de mí. Quería que me penetrara, estaba ansiosa y muy mojada cosa que el parecía adivinar por que comenzó a descender por mi vientre y mi ombligo hasta llegar a mi pubis y mientras seguía acariciando mis senos con su mano, su lengua llegó hasta abajo en mi sexo y metió su lengua en mi vagina sin tocar mi clítoris. Mis jugos vaginales salían y me corrían por mi culo mientras yo gritaba y jadeaba para que no parara. De pronto metió su lengua tan profundo que su nariz rozaba mi clítoris. Me hizo sentir en la gloria en ese momento, yo solo gritaba y le pedía que siguiera mientras empujaba su cabeza contra mi coño para que metiera más la lengua, cada vez que su nariz tocaba mi clítoris yo sentía pequeños espasmos en mi coño que me hacían perder el aliento y estremecerme de gozo y placer. Ariel era muy bueno comiéndome el coño y tenía que aceptar que disfrutaba. Se detuvo cuando oyó mi súplica.

  • Ariel, ya no aguanto mas por favor métemelo, mi primera vez fue a los 16 y no he vuelto a sentir a alguien dentro de mi, quiero sentirte Ariel házmelo como en mis sueños por favor. Mmmmmm.

Ni corto ni perezoso abrió mis piernas él mismo, tomó su verga la puso en mi entrada y la restregó firmemente contra mi clítoris, cosa que me hizo sentir otro espasmo grande y me hizo entrar en un clímax exquisito. Tan pronto comenzó a penetrarme me sentí en el cielo (hacía mucho tiempo que tenía mi primera vez, y el lo hizo suavemente ya que esta era mi segunda vez) Yo de momento sentí mi orgasmo pronto a llegar y rodee su cintura con mis piernas para empujarlo hacia mí y hacer que me clavara su pene hasta el fondo. Los 23 centímetros contribuyeron a mi orgasmo, uno más grande que el anterior, pero él no esperó que yo terminara de correrme y continuó metiéndomela suavemente hasta que culminó mi orgasmo, para luego comenzar a metérmela más duro un rato hasta que estuvo a punto de correrse.

  • Pronto me voy a correr Susana.

  • Ahhhh, Ariel quiero que seas el primero en darme por el culo.

  • Mmmmmm, suena tentador.

El diálogo terminó para dar paso a estimular mi ano con sus dedos y lengua (cosa que también me encanto chicas pruébenlo si no lo han probado) lo que fue suficiente para relajarme y comenzó a penetrarme. Me dolió un poco al principio pero fue muy cuidadoso. Me la metió completa y comenzó con el mete y saca suave y después por súplicas mías muy salvajemente. Finalmente y con muchísimo placer y gozo nos corrimos ambos y luego de suspirar por unos largos ratos nos quedamos dormidos. Al despertar era medianoche. El despertó rápido y al yo verlo tan varonil desnudo en mi cama me entro la excitación y comencé un juego atractivo. Comencé a bailarle bien sensualmente así desnuda como estaba y a mostrarle mi coño y mi culo abiertos. Reaccionó rápidamente, me agarro por las caderas y me tiró en la cama. Pero eso será narrado en otra historia