Mi amigo el calzonazos III

Última parte de mi historia con Pablo

Estaba yo aún con los ojos entrecerrados y despertando cuando noté como Pablo se lanzaba a comerme la boca. A partir de ahí abrí los ojos por completo. -Buenos días, princesa- dijo él. Se le veía ya fresco, activo y con la polla bien tiesa. Me dio otro breve pero lujurioso morreo y sin más preámbulos, me abrió las piernas y me las puso sobre sus hombros.-No, no- dije débilmente pues aún me dolía el culo de la follada de la noche anterior. Sin hacerme caso, Pablo me la clavó hasta el fondo y yo no opuse ninguna resistencia seria. Esta vez sus embestidas fueron más suaves. A ratos también me daba besos en el cuello y en la boca, y me masajeaba los pezones en lugar de retorcerlos como anoche. -Ya ves- dijo en un momento dado, mientras me la metía y sacaba- que si eres bueno y no te resistes, yo también te trataré bien. Pero si te pones rebelde, te tendré que domar. Y otra cosa, no se te ocurra volver a llamarme calzonazos- después de estas palabras, me embistió con más fuerza a modo de aviso, causándome cierto dolor. Yo asentí a todo, estaba totalmente en sus manos. Después de correrse se marchó dándome un pico de despedida y diciéndome que me llamaría luego.

A la noche me llegó un mensaje: “Trae tu culo para mi casa ya, tengo un calentón increíble". Ya ni se cortaba por escrito, era increíble la transformación que había dado. Fui raudo, por suerte vivíamos cerca. Me recibió con una camiseta pegada que realzaba sus músculos y en chándal. Me hizo pasar e inmediatamente me metió la lengua y empezó a sobarme por todos lados. Noté enseguida el pedazo de empalme que llevaba, la verdad es que Pablo iba siempre cachondísimo, se le notaba que hasta estos días llevaba tiempo sin follar. Me desnudó entero y se sacó la polla del chándal, al parecer no llevaba nada debajo. Me hizo agacharme para chuparle el cipote, yo se lo empecé a chupar gozoso mientras él me ponía la mano en el culo y jugaba con mi agujero. –Ohh que follada  te voy a meter- dijo, luego me aparto la boca de su rabo y me llevó a la habitación.

Una vez allí, me hizo tumbarme en la cama bocabajo, cariñosa pero autoritariamente. Me fue dando besos por el cuello y la espalda  y empezó a bajar hasta que al final tuvo la cara a la altura de mi culo.- Bufff como me gusta tu coñito- dijo salidísimo, luego me separó los cachetes y se sumergió en mi ano. Estaba comiéndome el culo con muchas ganas y se notaba, pues yo estaba disfrutando como nunca. Cuando me hubo dilatado y lubricado lo suficiente sacó la cara de mi culo y me metió el cipote hasta dentro. Me volvió a follar como a la mañana, más suavemente, y de mientras iba dando besos en la espalda, lo que me volvía loco. Estuvo así varios minutos, luego empezó a acelerar la follada mientras con su peso me inmovilizaba. Iba cada vez más rápido y yo ni podía moverme, a Pablo le ponía mucho cuando me tenía totalmente a su merced como ahí. Finalmente se corrió entre gritos y jadeos de placer.

Me hizo señas para que me recostara a su lado y yo me acurruqué  junto a él, nuestros cuerpos estaban pegados. Estuvimos un rato descansando en la cama, hasta que volví a notar que su polla empezaba a ponerse morcillona. Con sus manos empezó a magrearme, era obvio que quería volver a empalarme. Joder, que necesitado estaba, a este paso iba a dejarme el culo como la bandera de Japón.

Su polla estaba ya tiesa del todo, así que decidí ponerme firme. –Oye tío, a este paso me vas a destrozar, aún me duele el culo de la última follada que me diste. Vamos a dejarlo para mañana. –La expresión de su rostro cambió, se puso serio. Sin decir palabra, se agachó para buscar debajo de la cama y sacó dos cuerdas bien gruesas. -¿Qué, eso para qué es?- dije acojonado. –Como aún no pareces saber de qué va esto, voy a tener que tomar medidas correctivas- respondió. Se abalanzó sobre mí, yo intentaba resistirme pero era inútil, Pablo era más fuerte que yo y estaba ido de la rabia. Finalmente me acabó atando los brazos al cabecero de la cama, yo estaba bocabajo. Era evidente lo que iba a hacer. – Ahora- oí que decía desde atrás, mientras me iba sobando el culo- voy a follarte hasta que me harte. Y te advierto, tenemos toda la noche por delante y yo tardo mucho en hartarme -. Sin más, me penetró y empezó a follarme con toda la rabia que tenía dentro. Esta vez estaba totalmente fuera de sí y era mucho más bestia que nunca. A sus brutales embestidas se sumaban los golpes e insultos que me lanzaba. Yo estaba totalmente perdido, no tenía escapatoria posible y solo me quedaba esperar a que no pudiera más.

De repente, en pleno polvo la puerta se abrió y entró una mujer con cara de mala hostia. Era Clara. -¿Qué coño es esto?- dijo con una voz de cabreo que me heló la sangre hasta a mí. Pablo estaba flipando, era obvio que no se lo esperaba. –Clara…  ¿qué haces aquí? Yo… no es lo que parece- aún tenía la polla dentro de mí mientras decía esto. - ¿Qué no es lo que parece, gilipollas? Entonces explícamelo, maricón-.  Estas palabras le hicieron reaccionar, sacó la polla de mi culo y se dirigió hacia ella cabreado, en bolas y empalmado para hacerle frente.

-Te lo voy a explicar bien claro: ESTOY HARTO DE QUE ME MANGONEES, DE QUE ME TRATES COMO A UN PERRO Y DE QUE NUNCA QUIERAS FOLLAR. HE DECIDIDO PONER LOS HUEVOS SOBRE LA MESA, Y A PARTIR DE AHORA AQUÍ SE HACE LO QUE YO DIGA-. Por toda respuesta, Clara le dio una tremenda patada de lleno en las pelotas.

Pablo cambió de expresión inmediatamente, puso los ojos como platos y con las manos se cubrió los huevos. Empezó a boquear, buscando aire, intentaba mantener el tipo por orgullo pero era evidente que la patada lo había destrozado. Finalmente, clavó las rodillas en el suelo, y se echó  a sollozar.- Puta, eres una puta… dijo débilmente. Clara se acercó a él, su coño quedaba a la altura de la cara de Pablo. –Con tus huevos voy a hacerme una tortilla- dijo. Luego empezó a retorcerle la oreja.  –Pensaba que te tenía mejor enseñado.  Espero que sepas que lo  vas a pagar caro-. Pablo gritaba de dolor. Clara se acercó a mí y me desató de la cama. – Vamos a atarle a este ahora- me susurró al oído, yo asentí. Quería venganza y además no parecía muy prudente llevarle la contraria viendo como las gastaba.

Se volvió de nuevo hacia Pablo, que se estaba incorporando con gesto de dolor y sin dejar de cubrirse los huevos. Nos abalanzamos sobre él y lo pusimos bocabajo sobre la cama, fue fácil reducirlo juntando nuestras fuerzas y debilitado como estaba. Antes de que se hubiera dado cuenta, le atamos los brazos al cabecero. Luego le agarramos cada uno de una pierna para atarlo por abajo también, pero empezó a revolverse y a dar patadas, se estaba recuperando.

-¿QUÉ COÑO ESTÁIS HACIENDO? CLARA ERES UNA PEDAZO DE ZORRA Y CUANDO ME SUELTE TE VOY A… ¡¡¡¡AAAAAGHH!!!!

Clara lo había agarrado por los huevos desde atrás, y se los estrujaba con fuerza. Consiguió lo que se había propuesto, pues   Pablo había dejado de patalear y ahora sólo lloriqueaba. Yo aproveché el momento para atarle por los tobillos.- Clara, por favor…- suplicaba  ahora con voz ahogada, pero ella no le soltó.- Ya que te gusta tanto follar con tíos, esta  noche Jorge va a estar dándote por el culo hasta que se canse. Y más te vale que me diga que te has portado bien, o te cortaré las pelotas. Yo voy a salir a follarme al primer tío que se me acerque. ¿Queda claro?-.  Por toda respuesta Pablo asintió sin dejar de sollozar. Yo no podía creer lo que pasaba, menuda oportunidad de oro para vengarme y solo de pensar en follarle por el culo a Pablo me ponía a mil. Clara finalmente le soltó los huevos y se marchó.-Todo para ti- me dijo.

Me acerqué a Pablo con la polla dura, colocando el rabo a centímetros de su ano. –Bueno, bueno Pablo, como cambian las cosas-. Empecé a rozarle el culo con mi cipote. –Jorge, tío, te pido perdón, y haré lo que quieras pero por favor no me folles-. Yo se la metí de golpe. Siendo virgen, Pablo dio un grito desgarrador, que a mí me pareció como música.- Eres un hijo de puta, y un maricón- me dijo, roto de dolor. Yo empecé a embestirlo con fuerza, para mi pollón era como el paraíso el culito virgen y apretado de Pablo, él en cambio no hacía más que gritar. Le forcé a poner su cara contra la almohada para ahogar sus chillidos, y él se empezó a revolver. –Vamos Pablo, no te pongas tonto o tendré que decirle a tu novia lo mal que te has portado-. Ahí se detuvo, y yo le seguí follando, a veces también le tiraba del pelo hacia arriba o le retorcía los pezones. Con el calentón y después de varios días sin correrme no aguanté mucho y a los pocos minutos le llené el culo de lefa.

La segunda follada vino al poco rato, ya que teniéndolo atado en bolas en la cama enseguida volví a estar cachondo. Esta vez me recreé más, Pablo se esforzaba en no gritar por dignidad, así que decidí follarlo más duro a cambio, por lo que acabó llorando y gritando igual. –Eres una nenaza llorica, no me extraña que Clara salga a follarse tíos de verdad- le dije. También le di varios azotes  y pellizcos  en el culo. Cuando ya estaba para correrme, como ya le había lefado el culo le saqué la polla y le eché la corrida sobre la espalda. Esta vez me costó más recuperarme, pero aun así me lo follé una tercera vez. Esta vez fue la que más duré, también le dolió menos a Pablo ya que su ano se había hecho a mi rabo. Para compensar, en un momento dado le puse la mano en los huevos y se los agarré sin apretar. No quería dañárselos porque eso es de mujeres, pero si acojonarlo un poco y vaya si funcionó, dijo “por favor” y contrajo todo el cuerpo, incluido el culo lo cual me dio mucho gusto. Esta vez terminé en su pelo, y una vez acabé me empecé a vestir.

Pablo me pidió que lo soltara, pero yo no me fiaba de lo que pudiera hacer así que me negué. –Además, seguramente Clara quiera divertirse cuando llegué- añadí, y él se puso blanco de pensarlo. –Bueno, ha sido un placer esto, si alguna vez vuelves a discutir con tu novia no dudéis en llamarme, aunque no creo que pasé eso, calzonazos- dijé y me marché dejándolo atado, humillado y lleno de semen.

FIN