Mi amigo Amin (1)
Conocio a un chico marroqui, se hicieron amigos y luego amantes al hacerle este una masturbación con los pies.
Mi amigo Amin.
Primera Parte
Contaba yo por entonces 17 años, vivía en un barrio céntrico de Madrid, y desde
hacía un año habían proliferado las tiendas de comisos, casi todas ellas regentadas por Marroquíes. En mi calle había una tienda de regalos, ya no existe, cuyo dueño era un marroquí de unos 40 años, era gordito, bajo, siempre llevaba chilaba y un gorro rojo. Llevaba viviendo en España 5 años. Con él trabajaba en la tienda un chico, también marroquí, de unos 18 años, se llamaba Amin. Este llevaba muy poco tiempo en España y apenas sabía hablar español.
Recuerdo que siempre que yo al pasar por delante de la tienda, este chico si me veía, se me quedaba mirando. Casi siempre estaba en la puerta fumándose un cigarro o hablando con otro marroquí o con su propio jefe; en el momento que se daba cuenta que yo me acercaba a pasar por cerca de la tienda, ya me estaba mirando y no me quitaba el ojo de encima hasta que me metía en mi portal.
Me miraba de una forma como estudiándome, como si me quisiera decir algo, como si me reconociera de algún sitio o le recordara a alguien. Era una mirada extraña, y aquello me hacía pensar y hasta me preocupaba, pues había muchos comentarios nada buenos sobre esta gente. Yo me preguntaba que por que se me quedaba mirando y cuando nuestras miradas se cruzaban, el volvía la cabeza hacia otro lado como si le diese vergüenza.
Un día me dije, voy a ver si consigo hablar con el y a ver si me entero el por que me mira tanto. Aquel día bajé a la calle y antes de salir me asomé a ver si estaba en la puerta, allí estaba, solo, pensativo y fumando un cigarro. Me dije, vamos, a ver que sale de todo esto. Salí a la calle y en el momento en que me vio salir del portal, ya me estaba mirando fijamente. Yo iba caminando con la cabeza baja y cuando llegaba a la altura de él, levante la cabeza y entré directamente a la tienda. El se quedó sorprendido y tardó en reaccionar. Entró en la tienda y me preguntó.
.-Bu.. Buenas dia... ¿qué quieres?.
Se le notaba algo nervioso y comprobé que le costaba expresarse en castellano.
.-Buenos días, mira, quería unas pilas pequeñas para una radio.
El se me quedó mirando como si no hubiera entendido nada, y era cierto, al menos de la mitad no se había enterado.
.-¿Pilas?, ¿qué más?, Si, pilas, ¿cómo?.
Me sacó un motón de pilas de todas las clases. Yo elegí las que quería y le pregunte que cuanto costaba.
.-Senquenta pesetas. Contestó.
.-¿Cómo dices? Pregunté. La forma en que lo había dicho me costó trabajo entenderla.
.-Senquenta pesetas. Volvió a contestar. Esta vez se puso un poco nervioso.
.-¡ah!, cincuenta, perdona, pero no te había entendido.
.-Lo sento, llevo tiempo muy pequeño aquí.
.-No pasa nada, tranquilo. ¿Cuánto llevas en España?
.-dus meses.
.-Y, ¿qué tal estás por aquí?, ¿te gusta estar aquí?.
.-Si, mocho, pero no conozco personas amigas.
Seguimos hablando un buen rato, me dijo que era de un pueblo cerca de Tánger, que su familia eran amigos del dueño de la tienda y que le habían mandado con él a trabajar y a ver si podría aprender el oficio de comercio. Conseguimos entendernos bastante bien pero, le costaba expresarse correctamente. Además parecía tímido, al menos para mi o eso creía yo. Entró un cliente y se marcho para atenderle, yo me despedí y al ir a salir me dijo.
.-No, espera, no marcharte aún, quiero hablar un poco contigo.
Yo le dije que vale y me esperé hasta que se marchó el cliente.
El se acercó a mi lado y me preguntó que como podría aprender a hablar el español, pues lo necesitaba para trabajar, pues le costaba mantener una conversación. Yo le dije que podría ir a alguna asociación donde enseñaban español para extranjeros o que si tenía amigos que lo hablasen pues que con ellos podría desenvolverse poco a poco. Me dijo, que no conocía a nadie aquí con el que tuviera confianza, que solo conocía al dueño de la tienda, pero que este no era muy hablador, además no le gustaba ir a esas asociaciones ni sitios así porque le miraban de forma extraña, ya había intentado ir a una y tuvo un problema con otro alumno de Argelia.
.-Únicos amigos tengo yo, jefe y tú.
¡Vaya!, apenas nos conocemos y ya me considera su amigo, si ni siquiera me conoce, pensé.
.-Muchas gracias por considerarme tu amigo, tenlo por seguro que desde hoy puedes contar conmigo para lo que quieras, choca esa mano.
El me sonrió y me dio su mano, sentí un no se que cuando la cogí, era muy suave, cálida y agradable al tacto. Estuvimos un buen rato con las manos cogidas, pienso que ambos no queríamos separarlas. Entonces me hizo la pregunta del millón.
.-Amigo, tu puedes enseñarme.
.-¿yo?
.-Si, pienso que puedo confiar en ti y que contigo aprenderé, creo que eres bueno.
Me dejo, pasmado, no sabía que decir y claro le dije que vale, que cuando el quiera. Por cierto, seguíamos cogidos de la mano.
El, se puso muy contento, me soltó la mano y me abrazó.
.-Mochas gracias, sabía que eras amigo mío.
Dicho esto, me dio dos besos en la mejilla, uno en cada una. Me volvió a coger la mano. Yo solo pensaba, "anda que como hubiera entrado alguien en el momento del abrazo, o su jefe..", se le veía contento y me volvió a besar. Yo no sabia que hacer ni como reaccionar, lo único que pude decir es.
.-Bueno, ¿cuándo y donde?
El enseguida me contesto, que allí mismo, y si pudiera ser hoy.
Yo le dije.
.-De acuerdo, hoy, no tengo nada que hacer, pero ¿aquí en la tienda?. ¿Y a que hora?.
.-No, en tienda no, adentro al lado almacén, yo tengo cuarto donde vivo.
.-¿vives aquí?
.-Si, pensiones caras, mi jefe me alquila el cuarto muy barato.
Será hijo de puta el jefe, pensé.
.-Bueno, entonces ¿cuando quieres que empecemos?
.-Hoy, a las ocho y media. ¿puedes?
.-De acuerdo, aquí estaré a las ocho y cuarto.
.-Entra por portal y llamas a la puerta.
Yo estaba alucinando, pues no sabía en donde me estaba metiendo y a todo decía que si, y eso que había entrado solo para comprar unas pilas y preguntarle por que me miraba siempre.
.-Bueno, entonces nos vemos luego, ahora me voy que ya es un poco tarde y llevamos media hora hablando.
Seguíamos cogidos de la mano, yo ya ni me había dado cuenta. Yo no se por que lo hice, pero antes de irme me acerque a el y le di dos besos en la mejilla. Se puso tan contento que me echó los brazos al cuello y me dio un fuerte abrazo. Yo le dije.
.-Vale, Amin, que va a entrar alguien o tu jefe y nos va a ver. ¿y que se va a pensar?
Me soltó, y me dijo .-Cachondo.
Me marché de allí riendo y mientras iba para casa no paraba de pensar en el lio que me había metido.
A las ocho y cuarto estaba yo llamando a la puerta de la tienda. Se abrió y apareció Amín, con el pelo húmedo, una camiseta de un grupo musical, pantalones cortos y unas babuchas. Había aprovechado para ducharse. Yo iba casi igual que él, aunque sin babuchas, y los pantalones eran mas anchos, no me gustan los pantalones cortos muy estrechos, además, como no iba a salir con mis amigos aquel viernes por la noche e iba a estar dando clase allí metido, pues me puse esa ropa para estar cómodo. Le llevaba algunos libros para que fuese aprendiendo también por su cuenta. Me hizo entrar y le seguí a lo largo de un pasillo a oscuras, llegamos a un pequeño cuarto, con luz muy baja, olía a sándalo y en el había un sofá cama, una mesa pequeña y dos sillas, una radio y poco más. Cuando fui a entrar, Amin me detuvo y me dijo.
-Esta es mi cuarto, yo vivo en el pero también lo uso para rezar, tenemos
costumbre de descalzarnos y dejar zapato fuera.
-Vale, no hay problema. -Conteste.
Me quite las playeras y me quede descalzo. Amin, se quitó las suyas y me hizo
Pasar dentro. Yo me senté en el sofá cama, pues me lo pidió el, diciendo que así
estaría mas cómodo. Me senté y el tomo asiento en una de las sillas pequeñas que estaban enfrente. Estuvimos bastante tiempo hablando y entonces ocurrió una cosa
que me llenó de sorpresa. Yo estaba con las piernas abiertas y echado hacia
atrás apoyando la espalda en el respaldo y en un cojín bastante grande, los dos estábamos con los pies desnudos, en eso Amin extendió la pierna y puso su pie sobre el mío, era muy suave, frío, y sentí como una corriente eléctrica corría por todo mi cuerpo, en ese momento me quedé paralizado y no reaccioné, ni siquiera aparté el pie, lo dejé como estaba e hice como si todo fuera normal, pues pensé que si lo apartaba se podría sentir ofendido y tener un follón, además, me agradaba su suavidad. Entonces le dije.
.-Coge ese libro y vas a leer despacio un texto, yo te iré corrigiendo.
El cogió el libro y comenzó a leer, mientras yo cerrando los ojos escuchaba y procuraba controlar una erección que empezaba a tener, ya que mientras el leia, me acariciaba la pierna y el pie con el suyo y aquello me estaba excitando, pero no me atrevía a hacer nada. Mientras, Amin había acercado más la silla hacia mi y había apoyado el otro pie en el borde del sofa cama, entre mis piernas. Yo no me enteré, pues las tenia algo abiertas y había un hueco suficiente para que el pusiera el pie. Cuando lo vi, me puse más nervioso, sobre todo porque sus dedos estaban rozando la bragueta. Desplazo el pie hacia la izquierda y tocó el muslo y ahí lo dejo, apoyado en el borde del sofá y en el muslo. Yo ya casi no podía controlar la erección, notaba que mi pene iba a romper el pantalón y salir. Para colmo el subio un poco mas el pie y metio los dedos por la pernera del pantalón.
En ese momento dejó de leer. Metió más el pie por la pernera, hasta que los dedos llegaron a tocar los testículos. En ese momento, cerré las piernas, me eche hacia delante, me agarre a su pierna y le pregunté.
.-¡Dios mio!, ¿qué haces?
.-Nada malo, he visto lo mal que lo estabas pasando y he querido ayudarte a bajar la inflamación.
.-¿Inflamación?, ¿qué inflamación?
.-Esa, ¿no la ves?, si se te va a salir del pantalón. ¿por qué no te bajas los pantalones y me dejas un momento, ya veras como te lo calmo?
.-¿pero que dices, estás loco?
.-Entonces,¿por qué no me dejas sacar el pie de ahí y lo tienes abrazado?
Mire hacia abajo y tenia razón, abrí las piernas bastante y me eché hacia atrás pensando que lo iba a sacar. Hizo todo lo contrario, metió los dos uno en cada pernera. Yo le agarré de lo tobillos y al sacarlos me los colocó encima de la bragueta y me dijo.
.-Te vas a hacer daño, anda bájate la ropa que la tienes muy dura. Venga,¿quién se va a enterar?.
Al final acabe bajándome los pantalones y los calzoncillos y le dejé hacer.
Sentir sus pies encima de mis partes fue algo indescriptible, me eche hacia delante y los abracé.
.-¿Te gusta? Me pregunto
.-Si, es maravilloso. Entonces le cogí el pie izquierdo por el tobillo y me lo traje hacia mi cara. Me eche hacia atrás y comencé a besárselo y a pasármelo por toda la cara. Mientras él me empezaba a acariciar el pene con el otro. Me masturbó y mientras me masturbaba yo creia que estaba en el paraíso. Luego ese paraíso le tendría que pagar.