Mi Amigo Álvaro 03
Álvaro y yo seguimos dándole rienda suelta a nuestros deseos, sin saber que pronto tendríamos un visitante inesperado (sexo gay, exhibicionismo, dominación solapada).
Mi Amigo Álvaro
III
Desperté más o menos 2 horas después, con Álvaro firmemente asido a mi mástil de carne, tieso de nuevo, mamando como una perrita golosa. Tenía mi pene agarrado con fuerza de la base mientras le daba de lamidas y me chupaba el glande, con forma de hongo, como si fuese un chupete. Se estaba esmerado con la mamada, quería recibir mi semen en la boca como la primera vez pero yo no le quise dar gusto, siempre necesito de tiempo para volver a estar en forma luego de acabar y quería visitar de nuevo su caliente y apretado culito.
Vi por la ventana que ya era de noche, aunque el reloj me decía que no era muy tarde, perfecto, tenía tiempo de sobra para otra sesión de sexo intenso pero sin prisas. Decidí que también quería participar, así que retiré el rostro de mi amigo lejos de mi pene.
– ¡Hey, yo quiero! – protestó con un mohín de niña caprichosa.
– Y te lo voy a dar pero yo también quiero hacerte algo a ti…
– Vos solo pedime y yo te lo doy… lo que sea, ya ves que soy muy complaciente y que no le hago feo a nada. – ahora su cara era de una profunda lujuria. Me quedé pensando, ¿qué cosa le quería hacer, además de volvérmelo a coger? Inmediatamente la respuesta llegó a mi mente.
– Quiero hacer un 69 contigo.
– ¡Un 69!… ¿estás seguro Ricky?
– Si… si me voy a estrenar como bisexual quiero que sea bien… vivir a tope esta experiencia. – le dije y el me dedicó una lúbrica sonrisa. Álvaro me empujó para que me acostara de nuevo mientras él se acomodaba encima de mi. Su pene parado quedó frente a mi cara, confieso que en ese momento dudé si seguir adelante o no, pero igual no me eché para atrás.
– Empezá despacio si tenés dudas de qué hacer… vas a ver que luego todo sale natural, eso de chupar vergas lo traemos todos los hombres y mujeres en la sangre.
Hice lo que me dijo, con cuidado tomé la cabeza de su pene y le di un primero beso… un besito de hecho, bastante tímido y casto. Le di un segundo beso y luego otro y otro, rápidamente me animé a darle la primer lamida y luego de eso las cosas salieron tal y como él dijo, se la comencé a chupar casi por instinto. No me daba asco, me sentía tranquilo y relajado, hacía ya tiempo que había asumido que esto era lo que quería así que mis nervios eran solo por mi inexperiencia.
Era la primera vez en mi vida que mamaba una verga y no me pareció mal. Incluso me atreví a realizar algunas de las cosas que otras amantes me habían hecho a mi, como las mamadas profundas de mi madre y de Hilda, o la forma desesperada y famélica que tenía Sasha de hacerlo. Esa noche me solté y me dejé ir libre, experimenté con mi amigo y conmigo mismo, traté de tragar su pene hasta la garganta pero no pude, varias veces estuve a punto de vomitar mientras él se reía, supe que aun necesitaría mucha práctica. Lo que si me salió bien fue cuando me puse a lamerle y chuparle el glande como si fuese un chupete, tal y como él me lo hizo a mi. Le tomé la verga con ambas manos mientras mis labios y lengua jugaban en esa delicada, sensible y carnosa parte de su sexo.
– ¡¡¡AAAAAAHHHHH, RICKY, me vas a hacer explotar, cerote!!! ¿Seguro que es tu primera vez mamando vergas? – no le respondí, solo reí con la boca llena.
Aproveché que mis dedos quedaron empapados de saliva para metérselos entre el ano, el primero entró despacio y suavemente, como cuchillo en mantequilla, el segundo requirió un poco más de esfuerzo pero también le entró. Mientras tanto mi amigo suspiraba y gemía, sintiendo como hurgaba dentro de su culo dilatándoselo. Hasta llegué a meterle 3 dedos muy profundamente, no sin más esfuerzo y cuidado de mi parte pues parecía ser su límite (solo porque no había tratado de meterse más antes).
Sus gemidos se hicieron más fuertes, empezó a mover las caderas de arriba abajo, no precisamente para cogerme la boca (cosa que estaba haciendo) sino para que mis dedos le entraran más adentro. Las mamadas de Álvaro se hicieron más erráticas e inconstantes, necesitaba tener la boca libre para gemir, además su corazón desbocado agitaba su respiración, estaba gozando intensamente. Mi amigo no pudo soportarlo más, tiene el ano tan sensible que en cosa de minutos alcanzó el clímax.
– ¡¡¡¡RICKY, RICARDO, OOOHHH… RICAAAAARRRRRDOOOOGGGGHHH!!!! – Álvaro, en medio de gritos y alaridos, acabó a chorros dentro de mi boca inesperadamente mientras yo seguía metiéndole los dedos entre las entrañas – ¡¡¡¡AAAAGGGHHHH, DIOS MÍO, QUE RICO!!!!
La verdad no me gustó el sabor del semen, rico no es, en serio, y quienes dicen lo contrario será más bien por el morbo que les da bebérselo que por su sabor en si mismo. Pero igual lo saboreé y me lo bebí, siempre he sostenido que hay que estar abierto a nuevas experiencias, no se puede decir “ese platillo no me gusta” si nunca lo has probado. Además, a esas alturas, ya no había razón para remilgos de mi parte, habría sido ridículo. Álvaro rodó a mi lado, jadeando y sudando, su pene descansaba semi rígido sobre su vientre. volteó a verme con una sonrisa en los labios, entre satisfecha y curiosa.
– Perdón… te lo eché todo adentro… – me encogí de hombros mostrándole que no me importaba – ¿Te lo tragaste? – preguntó sorprendido.
– Si…
– ¿Por qué?… o sea… ¿por qué no te quistaste?
– ¿Y hacerme el delicado ahora? – Álvaro pegó una risotada – Vine aquí para experimentar nuevas sensaciones, ¿o no?
– ¿Y te ha gustado tu “objeto de estudio” hasta ahora?
– Me ha encantado… ahora quiero montar a mi “objeto de estudio” por favor… – nuevamente soltó una sonoro carcajada.
Me puse de pié y lo jalé de los pies, le di la vuelta y lo coloqué en 4 al pié de la cama. Me puse un condón, lo unté con lubricante y lo penetré de un solo empellón, hasta el fondo. “¡¡¡AAAAHHHH!!!” gimió, clavando las uñas en el colchón de la cama y parando todavía más el culito. Comencé a cogerlo con fuerza y sin piedad (de todas manera él tampoco la quería), bien sujeto de las caderas y enterrando mi masculinidad hasta el fondo de su ser, haciéndolo gritar y gemir como una perra. Tanto era mi ímpetu que lo jalé con demasiada fuerza y se cayó de la cama hacia atrás, apenas lo logré sostener y mantener mi pene en su interior.
Mi amigo volteó a verme con una enorme sonrisa de sorpresa y satisfacción y me empujó hacia atrás con mi verga aun metida dentro de sus tripas hasta que topé contra la pared. “Agarrame fuerte de los brazos” me dijo y yo obedecí, y él se comenzó a mover, impulsándose hacia atrás con las piernas. ¡Increíble, qué imaginación la suya! La cogida apenas si se interrumpió unos segundos, pues rápidamente la retomamos con renovados bríos.
En esa posición era Álvaro el que hacía todo el gasto, yo me limitaba a mantenerlo firmemente sujeto de los antebrazos mientras él solito se ensartaba en mi. No dejaba de sorprenderme su inclinación a ser sometido, a entregarse mansamente a los deseos de su macho. Decidí experimentar un poco ese rasgo y lo tomé de los brazos con uno solo de los míos haciéndole una llave de karate mientras con el otro lo agarraba con fuerza del pelo. El efecto fue inmediato…
– ¡¡¡AAAAAHHHHH, SIIIIIIIHHHH, DOMINAME PAPITO RICOOOOHHHHH!!! ¡¡Tratame como a una perra Ricky, PARTIME POR LA MITAD!! – continuó diciéndome ese tipo de cosas mientras yo no paraba de barrenarlo.
No sé cuánto tiempo estuvimos así (no creo que fuera mucho), pero lo solté cuando lo oí jadear casi con desesperación, como buscando aire. Se dejó ir hacia delante para sostenerse en la cama, yo me quedé pegado a la pared, viendo impresionado como tenía el culo de abierto y colorado. Álvaro me volteó a ver con la misma enorme sonrisa de sorpresa y satisfacción, además de una mirada llena de lujuria, los ojos, enrojecidos y abiertos como platos, literalmente le brillaban de calentura. Tuvo que esperar unos momentos antes de poder articular palabra.
– ¡Puta… mano… que… que cogida me… me estás dando…!
– Mejor descansamos un rato…
– ¡No… ni mierda… quiero que… que me sigás cogiendo igual! – su réplica, casi furibunda, me sorprendió. Esperamos otro minutos hasta que se enderezó por completo ya más calmado – Ricky, de verdad mano… nunca me habían cogido así y no voy a desaprovechar la oportunidad de estar con un semental como vos… desde ahora vas a ser mi macho…
– ¿Y Giovanni? – hizo una mueca, no debí preguntarle eso.
– El… bueno… el también es pasivo como yo… me hace muy feliz pero necesito que un buen macho me de verga como lo estás haciendo vos… y yo sé que él también. – me encogí de hombros – Mejor ya no hablemos de eso papito y vení conmigo… – dijo, tomándome de la mano y encaminándose al balcón – fijate que una de las cosas que más me calientan es el exhibicionismo, me pongo como una yegua bruta cuando siento que me miran y admiran, que me desean… cuando me ven con morbo. No sabés cómo me jode estar metido en el closet todavía y no poder exhibirme de vez en cuando. Que me cojan mientras corro el riesgo que alguien me vea aullando como una perra es una de mis fantasías más calientes y quiero vivirla ahora.
¡Puta madre, Álvaro quería continuar nuestro encuentro en el balcón del departamento! Reconozco que me puse nervioso, a pesar de que muchas de las aventuras que había tenido anteriormente habían sido bastante arriesgadas, ya saben: coger dentro del carro en un sitio en donde podía ser sorprendido y cosas por el estilo. Mi amigo se tendió boca arriba en una silla de playa con las piernas abiertas, en una clara invitación. Y yo no me hice de rogar y lo volví a montar.
– ¡¡¡AAAAAAHHHH… SIIIIIIIHHHHHH, DAME DUROOOOHHHH!!! – gritó.
Nuevamente me dejé llevar y lo sodomicé con fuerza y potencia, besándolo mientras gemía con la boca entreabierta. Su ano se amoldaba perfectamente a la circunferencia de mi pene y lo recibía embelesado hasta el fondo, hasta la misma próstata. Me di cuenta que en ese pequeño balcón cualquiera podría vernos desde el edificio de enfrente o desde el balcón de a la par… y como tampoco era como que si Álvaro tratara de ser discreto, con más razón debía preocuparme.
Pero no lo hice, al contrario, me excité más si se podía, aparentemente el Ko ya me había pegado sus gustos exhibicionistas y casi estaba deseando que alguien pudiera ver como le estaba dando de rico a mi ex compañero de colegio. Él tenía las rodillas flexionada a los costados de su cuerpo, con los pies apoyados en la silla y rodeándome de la cintura con sus brazos, buscando una penetración más profunda y dura. Lo veía cada vez más caliente y desesperado, cada vez más cerca del orgasmo, por lo que procuraba metérsela más profundo. Y al fin, tras un rato, se chorreó sobre su vientre…
– ¡¡¡AAAAHHHH, OOOOUUUUHHHHH!!! ¡¡¡¡RICKY, RICKY, RICAAARDDOOOHHHHH!!!! ¡¡¡¡O POR DDDGGGGGHHHHHSSSSSSS!!!! – eyaculó varios chorros largos sobre mi estómago mientras cerraba los ojos con fuerza y abría la boca buscando aire.
Verlo acabar por segunda vez me puso peor y terminé por perder la poca cordura que me quedaba. Lo levanté de la silla y lo cargué de frente, sin sacarle la verga de su interior. Lo pegué contra la pared, a la par de la puerta que comunicaba al balcón, y allí sigue dándole con todo. Por su parte me rodeó la cintura con las piernas atrayéndome más hacia él. lo veía sonreír satisfecho, con la cara enrojecida y empapada de sudor, gozaba sintiéndose gozado, se excitaba viendo mi excitación, se regocijaba al saber que su placer me mataba a mi de placer. Y yo ya no aguantaba más, lo poseí tan solo un par de minutos en esa posición hasta que alcancé el clímax por segunda vez en ese día.
– ¡¡¡¡ALVAROOOHHHH… ALVAROOOHHHH… VOY A ACABAAARRRGGGHHHHH!!!! – pegué un grito y él, inmediatamente, se bajó de mi y se arrodilló, justo a tiempo para recibir mi primer trallazo en la cara – ¡¡¡¡OOOOOAAAAGGGGHHHHHHH!!!!
¡Qué putita tan viciosa era mi amigo! Recibió mi abundante descarga sobre el rostro, teniendo la boca abierta pero sin buscar atrapar mi semen dentro, simplemente quería que lo bañara en esperma. Al final tuve que apoyarme contra la pared con los brazos, sudando y jadeando, enrojecido y con el pulso acelerado, mientras mi amigo se entretenía en lamer y limpiar mi pene.
Me derrumbé sobre la silla playera y el avanzó en 4 hasta acomodarse entre mis piernas. Me veía con ojos llenos de ternura y suma satisfacción, sabía que debía tener el culo casi roto y que más tarde lo estaría matando el dolor pero poco le importaba, Álvaro era un adicto al placer.
– Vamos adentro y te preparo café… – me dijo con voz melosa y yo asentí.
Nos pusimos de pié y entramos a la habitación, él se colocó por delante de mi e hizo que lo rodeara por la cintura con mis brazos, como una amante cariñosa. Salimos de la habitación en dirección a la cocina cuando algo nos dejó helados… sentado en el sillón de la sala, con total tranquilidad, estaba Giovanni, el amante de Álvaro.
– Buenas noches… – nos dijo en un tono jovial y yo no supe que responder…
Continuará…
Garganta de Cuero
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