Mi amigo Aarón (1)

Una noche de fiesta con cinco amigos más, acabó convirtiéndose en una apasionada noche de sexo con el más atractivo.

Yo soy Iván, un chico de 18 años, alto y corpulento, bastante atractivo, ya que poseo unos músculos bastante marcados, moreno y de ojos verdes. Mi amigo Aarón, es un chico muy especial para mí. También es alto, y tiene un cuerpo esbelto y definido, en resumen, impresionante. Además Aarón tiene algo que a mí me pone a cien, es muy viril, siempre lo ha sido, y a sus 18 años ya se ha acostado con varias chicas y no es muy raro verle cada fin de semana liarse con una nueva. Lo que me excita tanto de él, es su forma de referirse al sexo, su forma de ser guarro y viril, pero de mente abierta al mismo tiempo.

Un día, nos encontrábamos todos los amigos de fiesta en un pueblo cercano a la ciudad, Aarón y yo nos sentamos juntos, formando parte del corro donde había otros cuatro amigos, y comenzamos a hablar de estudios y de chicas a la vez que nos bebíamos nuestro vaso de calimocho. Después de un rato me propuso algo:

  • Oye, porque no nos vamos tú y yo a dar una vuelta por ahí

Desde el principio me pareció una propuesta rara por el tono de su voz, pero no podía sospechar lo que se avecinaba tratándose de él, así que acepté sin más:

  • ¡Claro! Vamos.

Nos levantamos y nos pusimos a caminar rápidamente, daba la impresión de que teníamos ganas de llegar rápidamente a un lugar concreto. Yo le seguí sin preguntar, cada vez nos alejábamos más de la gente.

  • ¿Te apetece darte un chapuzón nocturno en la piscina? Me dijo y sonrió.

  • ¡Por supuesto! Dije.

¿Cómo no me iba a apetecer ver su esculturar cuerpo con tan sólo unos sexys boxer?

Llegamos en cosa de 5 minutos, saltamos la vaya. El lo hizo con una agilidad envidiable. Nos dirigimos al lado de la verja que rodeaba la piscina, y comenzamos a quitarnos la ropa:

  • Mejor nos metemos desnudos, y así no nos mojamos ni los calzones, ¿o qué?

Esa pregunta me desequilibró, pero pude responderla:

  • Sí, es una buena idea. Respondí.

Cuando se quito la camiseta, empecé a notar que mi polla se endurecía levemente al ver ese torso marcado por unos perfectos pectorales y una tableta bien marcada, eso podría ser un problema. Después se quitó los pantalones y, finalmente, los boxer, quedando al descubierto su polla, que por fin pude comprobar lo que deseaba, era una enorme verga, de unos 22 cm, y encima gorda, justamente como la mía.

  • ¡Al agua patos! Dijo animado.

  • Al agua… conteste yo, aun embobado observando su enorme polla, y desnudo.

Nos metimos en el agua rápidamente, la verdad es que estaba algo fría, y saqué ese tema de conversación:

  • La verdad es que hace fresquito aquí dentro eh

  • ¿Tienes frío? Yo un poco también, abrázame, démonos calor. Dijo impaciente.

No podía creerme que por fin fuera a tocar su cuerpo desnudo, así que lo hice sin pensar:

  • Uhmm, que agustito estoy aquí contigo… Le dije tímidamente.

  • Sí, la verdad es que ahora estoy de cine. Me contestó.

De pronto, note que su mano acariciaba mi culo levemente, no dije nada, pero después me lo apretó con fuerza.

  • ¿Me estás tocando el culo? Le pregunté.

  • Sí, ¿te molesta? Tócamelo tú a mí también si quieres. Me contestó.

No podía ser mas feliz en aquel momento, y no tambaleé ni un momento, aferré mi mano a su culo con fuerza, introduciéndole algún dedo en su raja.

Pasados unos 30 segundos así, nos separamos las cabezas, nos miramos y comenzamos a besarnos apasionadamente, nuestras lenguas se entrelazaron, empecé a tocarle todas las partes del cuerpo, incluyendo su polla, que ya estaba dura como el mármol. Cogí su pierna derecha con un brazo para acercarme más a él, me separé, le cogí de la mano y me dirigí a la escalerilla mas cercana, esa noche, yo llevaría las riendas.

En cuanto salimos del agua, se aferró a mí:

  • Oh, tenía tantas ganas de que esto ocurriera Iván, me pones como nadie. Me confesó.

  • Pues no te puedes imaginar lo que me pones tú a mí, desde hace mucho tiempo Aarón.

Nos sentamos en una hamaca, primero yo, y luego él encima mío. Continuamos besándonos apasionadamente. De pronto el paró y empezó a besarme el cuello, luego bajo y rechupeteó mis pezones lentamente, después besó uno a uno mis abdominales, hasta que llegó a mi polla. Noté un placer extremo cuando empezó a besar y chupar mi capullo, luego empezó a introducírsela en la boca, lentamente al principio, pero después se la metía hasta dentro una y otra vez, pasaron cinco minutos:

  • ¡Me voy a correr! Le dije exhausto.

Entonces paró subió de nuevo, y me beso otra vez. Le dije que subiese su culo encima de mi polla. Lo hizo al momento, entonces yo se lo abrí e introduje mi polla poco a poco. Emitió leves gemidos al principio, pero cuando ya estaba metida del todo, empecé a botar encima de la hamaca violentamente, y él encima de mí. Mi polla entraba y salía de su culo a una velocidad descomunal. Al tiempo que nos besábamos, con una mano le recorría el cuerpo, y con otra le pajeaba su enorme verga, mientras no cesaba de bombear su perfecto y duro culito. Sus manos recorrían también todo mi cuerpo.

De pronto noté una ligera presión en el capullo de mi polla, y me corrí burtalmente, una cantidad que nunca había soltado, note como mi leche llenaba su ano, y gemí altísimo al igual que él, pues también se abría corrido sobre mis marcados abdominales.

Le saqué la polla, y nos quedamos tumbados en la hamaca, besándonos, desnudos, hasta que amaneció y nos vestimos:

  • Esto tenemos que repetirlo. Me sugirió.

  • Sin duda. Respondí.

Y así fue, pero eso os lo contaré en otro momento.