Mi amiga...la gorda

En susurros dijo: ¿Puedo tocar “la gorda”? Yo respondí: ¡Siempre y cuando no la despiertes demasiado! Y su mano descendió sujetando mi verga, al contacto de su cálida mano comenzó a crecer lentamente, Oscar mirándome preguntó: ¿Cuánto hace que no te corres? Yo dije: ¡Casi no recuerdo la última vez, hará unas dos semanas

MI AMIGA…”LA GORDA”

Somos cinco estudiantes, que compartimos el piso de uno de ellos, mi nombre es Jordan, pero todos me consideran el bicho raro por ser el empollón del grupo y me llaman “Lobo”, Oscar es el dueño del piso- regalo de sus padres- muy obeso, después Roberto (Robert) bastante engreído, finalmente están los dos hermanos Daniel (Dani), muy guapo y con un año menos Carlos (Karl), atractivo y muy chuleta.

Estudiamos en la misma Universidad y algunos nos conocíamos de antes, allí conocimos a Oscar, que había colgado en la web  de la Uní, que alquilaba habitaciones a chicos estudiantes, Robert y yo fuimos los primeros en presentarnos, el piso era un dúplex con cinco habitaciones grandes, dos baños, un aseo, una cocina enorme y un salón comedor de gran tamaño, aparte otro cuarto de lavadora y plancha, el ascensor te dejaba dentro del piso, para entrar cada planta tenía su código de acceso, el dúplex ocupaba la esquina de dos calles del centro, teniendo un enorme balcón a lo largo de toda la casa, era increíble menos algunos muebles algo recargados. Oscar, no es atractivo, pero tampoco feo, nariz aguileña, ojos verde mar, pelo castaño, piel aceitunada, mide 1,70 y de peso alrededor de 130 kilos, muy amanerado, pero muy agradable, quedamos de acuerdo con él en la cantidad y al día siguiente nos instalamos. Dos días después se instalaron los dos hermanos, Dani tenía nuestra misma edad, 18 años y Karl  con17.

Todos tenemos distinto carácter, por ejemplo Oscar, muy dicharachero, parlanchín, puro nervio, cuando está en casa si no está cocinando, se confecciona alguna prenda para salir de juerga, casi todas muy llamativas, sobretodo parlotea y parlotea sin parar, al igual que sus manos, era fácil congeniar con él, a sus espaldas le llamaban Orca, parecido a su nombre, su inseguridad hacía que yo intentara ayudarle, me parecía tierno.

Robert, proviene de una familia bastante humilde, nos conocemos de muchos años, es una persona que se ha formado un caparazón de superioridad desdeñosa, no es malo, pero su físico atlético, la cara angulosa, su pelo castaño corto y sus ojos verdes, lo hacen atrayente, parece que mira a todos por encima del hombro, pero es pura fachada, no quiere que le hagan sufrir o humillar, como cuando éramos más pequeños, yo lo apreciaba y a veces me metía con él.

De los dos hermanos, Dani, el mayor muy atractivo, pelo moreno, ojos azul claro, nariz recta y labios sensuales, buen cuerpo deportista, mide 1,75, poco más que Robert, se sabe hermoso y se deja querer, pero no se entrega con facilidad, va de flor en flor, con él a veces tengo encontronazos defendiendo a Oscar, que no le da importancia, cuando se meten con él.

Karl, con 17 años era una polvorilla, muy chuleta, un poco macarrilla, con pelo muy oscuro, ojos azul grisáceo, nariz respingona y cara de pilluelo, cuerpo fibroso sin una gota de grasa, provocaba a todos y siempre iba salido como una moto.

Finalmente yo, que voy a decir de mí, no estoy mal, algo resultón, pelo castaño claro, ojos grises claros y algo almendrados, nariz recta-por eso me llamaban “Lobo” desde pequeño- mi cuerpo bien formado gracias a la natación, mido 1,75, me gusta un poco de orden, leer, estudiar, también salgo de juerga con ellos, pero en cuanto a ligar, soy algo más tímido, cuando quieren embromarme me preguntan por “la gorda”, refiriéndose a mi verga, gruesa como el grosor de mi muñeca y midiendo 20 centímetros, a Robert se le escapó durante una cena donde estábamos todos, ya que nos habíamos duchado juntos en los vestuarios de la piscina en el colegio.

Los viernes y sábados por la noche cenábamos juntos y luego íbamos a distintos bares de ambiente, terminando en una discoteca o en varias, al principio Oscar era reacio a venir con nosotros, pero le convencí que lo pasaríamos bien, las primeras veces apenas se separaba de mi lado, pero poco a poco fue cambiando, soltando toda su frustración bailando como loco en la pista, ya que no solía ligar nunca, pero eso me lo contó en secreto, que iba a las saunas al cuarto oscuro y allí tenía un poco de sexo, no a menudo, pero algo es algo.

Ya levábamos unos tres meses en la casa y un viernes por la noche no fui con ellos, tenía un examen muy fuerte y me quedé a estudiar, en la calle comenzó a llover con fuerza, estábamos en primavera y me había acostado hacía poco, cuando oí la puerta, por el ruido adiviné que era Oscar, fue al baño cercano a nuestras habitaciones, salió entrando en su cuarto, poco después sonaron unos truenos muy potentes y la lluvia pegaba contra las persianas con fuerza, de pronto entró Oscar en mi habitación abriendo la luz, con una expresión de terror y me dijo: ¿Puedo quedarme contigo, tengo miedo a los truenos? Yo asentí y se metió dentro de mi gran cama, con su pijama de ositos muy colorido, él notó que yo estaba desnudo- así me gusta dormir, notando el contacto de las sábanas- Oscar como hablando consigo mismo dijo: ¡El aya, que me crio, me dijo, que un ogro soltaba los truenos y después soltaba el agua, para ahogar al mundo! Entonces abrazándole dije: ¡No es verdad, el diablo quiere hacerse notar y suelta los relámpagos, los ángeles los apagan con fuerte lluvia! Al oír mi explicación dejó de tiritar y me besó la mejilla, dejando su grueso brazo sobre mi cuerpo.

En susurros dijo: ¿Puedo tocar “la gorda”? Yo respondí: ¡Siempre y cuando no la despiertes demasiado! Y su mano descendió sujetando mi verga, al contacto de su cálida mano comenzó a crecer lentamente, Oscar mirándome preguntó: ¿Cuánto hace que no te corres? Yo dije: ¡Casi no recuerdo la última vez, hará unas dos semanas! Entonces para mi sorpresa pese a su gordura, se deslizó hacia abajo y comenzó a chupar mi polla, su lengua deslizándose por todo el tronco y lamiendo el capullo, provocó que se pusiera muy dura,  casi no le entraba dentro de la boca y sus dientes me arañaban ligeramente el tronco, pero fue dilatándola como una boa tragándosela casi toda, la sábana estaba en los pies y su cara estaba colorada por el esfuerzo que hacía para engullir la totalidad de mi verga, puse mis manos sobre sus hombros instándole a no tragársela entera, pero continuó, al rato su mano derecha me masturbaba con fuerza mientras sus labios abrazaban mi capullo y su mano izquierda acariciaba mis huevos, yo gimiendo intenté apartar su boca, fue imposible y soltando un profundo gemido comencé a correrme salpicando el interior de su boca y llenándola de semen, mi cuerpo temblaba de placer, siguió chupándola hasta dejarla limpia, se tumbó a mi lado.

Bajo su gruesa barriga vi su verga rígida y deslizando mi cuerpo entre sus piernas la metí dentro de mi boca, él dijo: ¡No tienes por qué hacerlo! Yo desde abajo dije mirándole a la cara: ¿Somos o no somos amigos? Él asintió y continué: ¡Los amigos se ayudan uno a otro! Y bajando mi boca fui chupando su verga, era tan larga como la mía, pero algo más delgada, me gustó darle placer, sus gemidos eran auténticos y masturbando su verga con fuerza terminó llenando mi garganta con su corrida, le dejé la verga tan limpia como él la mía, fue subiendo tumbándome junto a él y dijo: ¡Gracias! Y girando su cara me besó los labios. Cerré la luz y nos dispusimos a dormir, su mano descendió de nuevo sujetando mi verga y de esa forma nos quedamos dormidos, mientras afuera continuaba la fuerte tormenta.

Dos días después paseábamos mirando tiendas de ropa, Karl se quedó embobado mirando unos tejanos de marca y una sudadera, de vuelta a casa no dejaba de decir lo chulo, que estaría con esas prendas, pero el precio era elevado, después de cenar y ver un poco la tele cada uno fuimos a nuestros cuartos, algunos a estudiar y otros a dormir, yo hice lo primero, pasada casi una hora, escuché la voz de Oscar, que hablaba con alguien en su habitación, poco después sus gemidos, la voz de Karl diciéndole que no hiciera tanto ruido, al día siguiente Karl se había comprado las prendas, que tanto le gustaban.

Yo estaba ahorrando para comprarme una cámara fotográfica digital y Oscar insistía una y otra vez en comprármela, yo me negaba en rotundo, cuando tuve el dinero me la compré, fui sacando fotos de todos nosotros, juntos, en pareja o en solitario, me hice una foto con Oscar, a pesar de su reticencia, con el disparador automático, me apunté a un curso de revelado y alquilé un trastero en el edificio y monté mi cuarto de revelado.

Mi amigo de infancia Robert deseaba tener un móvil de última generación, pocos días después vi que salía de la habitación de Oscar de madrugada, mientras yo estaba en la cocina tomando un zumo, poco después él consiguió su tan ansiado móvil.

Dani, el mayor de los hermanos, parloteaba siempre de un entrenador personal, para realzar su cuerpo y estar más si cabe en forma, después de un sábado de borrachera, oí su voz en el cuarto de Oscar y el lunes siguiente ya trabajaba su cuerpo con dicho entrenador personal.

Durante una cena les recriminé a todos el trato que daban a Oscar, todos hacían su alegato, pero el más molesto conmigo fue Oscar, soltándome una retahíla sobre, que él se acostaba con quien le diera la gana, yo me encendí replicándole: ¡Tú mismo te tratas como una puta! No vi llegar su fuerte bofetada, el resto sonreían tapándose la boca, me retiré de la mesa encerrándome en mi habitación, las siguientes semanas ignoré a todos y ellos a mí, me pasaba horas en el cuarto de revelado, mis fotos cada vez eran mejores y comencé a preparar un book con las mejores.

Hice copias de las fotos de cada uno y después de enmarcarlas, las fui dejando sobre cada cama, envueltas en papel de regalo, de alguna manera me servía de disculpa a todos, pero a pesar de ello seguíamos algo distanciados.

Los viernes y sábado noche salían juntos, yo salía por mi cuenta sin esperar nada de ellos, pero terminábamos coincidiendo en una u otra discoteca, y éste sábado no fue diferente, los vi en la discoteca, al llegar me quedé en la barra tomándome una copa, ellos ya estaban bailando en la pista luciendo palmito, de pronto un brazo regordete dejó su copa cerca de la mía y noté sobre mi mejilla un beso, giré la cara y Oscar sudoroso me dijo: ¡Gracias por la foto! Y sin esperar respuesta fue de nuevo a bailar. Poco después de bailar un poco fui a los lavabos, de repente pasaron frente a mí Dani, Oscar y su hermano Karl, intrigado los seguí y entraron en la zona denominada “Cuarto oscuro”, allí había varias habitaciones y en el otro lado unos cubículos con separaciones de madera a modo de pared, con orificios en esos paneles, los cubículos no eran muy grandes, entonces Oscar entró en uno y Dani en el de la derecha y Karl en el de la izquierda, la poca luminosidad de la zona era marcada por unas luces rojas de posición, Oscar agachado chupaba la verga de Dani mientras masturbaba la de Karl, al poco su boca cambiaba y chupaba la de Karl masturbando a Dani, en los cubículos de los hermanos se encontraba algún otro hombre acariciándoles mientras se masturbaban besándolos, Oscar muy entusiasmado chupando las duras vergas de sus amigos, se bajó el pantalón y sujetando la verga de Dani  la fue clavando en su culo y su boca seguía chupando la verga de Karl, las embestidas en el culo lo hacían gemir de placer, Dani sacó su verga del grueso culo y entonces la verga del hombre a su lado entró dentro de Oscar, mientras Dani penetraba al hombre al mismo tiempo, Karl masturbaba a un chico pelirrojo mientras Oscar chupaba la suya.

El hombre terminó corriéndose en el culo de Oscar gimiendo sacó su verga, pero continuó siendo penetrado por Dani, que poco después terminó soltando su semen dentro de ése hombre. Oscar se dio la vuelta ofreciendo su culo al otro lado y en lugar de Karl, lo penetró el joven pelirrojo y Karl penetró a éste gimiendo, no quise ver más y fui al lavabo, al salir me topé con mi amigo Robert, iba algo achispado tiró de mi brazo llevándome al cuarto oscuro más cercano me apoyó de espaldas a la pared y su cuerpo se apretó al mío, su cálida boca buscaba la mía con desesperación, su necesidad de contacto fue un bálsamo en mi dolida frustración por Oscar, Robert fue deslizando su cuerpo hacía abajo murmurando: ¡Déjame chuparla una vez más, hace tanto tiempo…! Y abriendo mi pantalón deslizándolo al suelo comenzó a lamer y chupar mi verga como si su vida dependiera de ello, su boca me producía escalofríos de placer, su boca tan sabia retardaba mi final una y otra vez, pero la mano de Robert buscó mi ano metiéndome sus dedos dentro y moviéndolos provocó, como antaño, que terminara soltando mi semen dentro de su ardiente boca, mi semen le resbalaba por la comisura de los labios y su lengua se encargaba de lamer cualquier gota para no desperdiciar nada.

Hice que se incorporara y lo apoyé en la pared y agachándome tomé su verga que estaba mojada del primer placer, ya que se había masturbado y comencé a chupársela con fuerza, no hizo falta mucho, mis labios apretando su verga no tardó en estallar en mi boca, como siempre que se la chupaba, al levantarme sus manos cogieron mi cara y la fue devorando en su totalidad terminando sus labios en los míos fundiéndonos en un frenético beso. A nuestro alrededor habían chicos y hombres de todas las edades mamando y penetrándose mientras otros los acariciaban incitándoles más, finalmente salimos al exterior, pero antes pasamos frente a los cubículos y Oscar continuaba allí mamando y siendo penetrado una y otra vez por diferentes chicos, que buscaban una follada fácil, de los dos hermanos ni rastro.

Los vimos en la barra tomando unas bebidas, les recriminé su comportamiento con Oscar a los que ellos replicaron, que Oscar lo quería de esa manera, entonces Robert me pidió que fuéramos a casa, que estaba algo mareado y partimos, al llegar allí preparó unas bebidas y después de beber tirando de mi entramos en mi habitación, con suma urgencia fue desnudándome mientras su boca mordisqueaba las palabras: ¡Ha llegado el momento no me lo niegues, por favor! Se fue arrancando la ropa y de un empujón me puso sobre la cama, se arrodilló entre mis piernas chupando de nuevo mi verga, la suavidad de su boca junto con su ansia me enardecían y “la gorda “ despertó de nuevo en toda su intensidad, su boca babeaba tanta saliva, que resbalaba sobre mis huevos, le di un vuelco dejándole tumbado sobre su espalda y levantando sus piernas froté mi verga sobre la ranura de su culo, él ya gemía de placer anticipado, sujetando mi polla fui entrando con suavidad, le iba a doler y mientras yo empujaba sus quejidos de dolor, me hacían continuar, sus ojos no se apartaban de los míos, sus manos apretaban mis caderas insistiendo para que continuara penetrándole, comenzaron a resbalar lágrimas de sus ojos, agaché mi cuerpo lamiéndolas y clavándome hasta el fondo, quedándome quieto, busque su boca y lo besé con ardor.

Él movió un poco el trasero, fue el momento de salir y entrar en él con contundencia, ahora ambos suspirábamos de placer, Robert decía: ¡Sí, sí, por fin te tengo dentro, que inmenso placer! Sus dientes se clavaban en mi hombro y con unos empujones más comenzó a correrse sobre su cuerpo y yo dentro de su apretado culo, llenándolo con mi semen, ésa noche le había llenado sus dos agujeros con mi semen, la boca y el culo, me tumbé en la cama, desde la puerta del cuarto oímos ruidos, ya que no la habíamos cerrado, vimos las caras de los tres restantes del grupo de la casa, al saberse sorprendidos aplaudieron, cerrando la puerta. Robert se quedó a dormir en mi cama, conmigo se comportaba como siempre, sin esconderse de nada y sin presunciones, lo penetré dos veces más y él siempre terminaba sin tocarse la verga. Al día siguiente en el desayuno los pillé a los cuatro cuchicheando, Robert parecía azorado, los otros no paraban de preguntar, al ver que entraba cambiaron de tema y todo se calmó, todos sonreían de forma algo maliciosa, pero se habían olvidado que horas antes ni me hablaban. Todo volvía a la normalidad.

Pocos días después, me encontraba sentado  en el banco delante la mesa de pino de la cocina haciendo deberes para el próximo examen y a mi lado Karl estaba haciendo los suyos, se levantó y puso dos vasos de zumo para ambos, su hermano estaba en el gimnasio, Oscar y Robert habían ido al cine, dejó los vasos en la mesa, se lo agradecí y continué escribiendo, de pronto noté su boca sobre mi corto pantalón, Karl estaba bajo la mesa, mojándolo con su lengua que repasaba una y otra vez el largo de mi verga, su mano sacó la verga fuera del pantalón y ahora su boca intentaba engullir mi enormidad, al no conseguirlo fue lamiendo el tronco y chupando el capullo, por supuesto mi verga fue creciendo con total rapidez y su cabeza iba subiendo y bajando tragándose cada vez un poco más mi polla.

Lo hice salir de debajo la mesa y levantándolo lo senté sobre ella, le bajé su pijama deslizándolo hasta el suelo y mi boca fue lamiéndole su verga y al poco chupándola con gusto, una bonita verga, sus manos acariciaban mi cabello mientras engullía su miembro, levanté sus piernas enterrando mi lengua en su culo frotando el preciado botón anal, éste comenzó a palpitar sintiendo el próximo encuentro, me incorporé y sujetando mi verga la fui clavando en su culo, gemía de dolor y placer, su cara aniñada daba todavía más morbo y de un fuerte golpe entré dentro, soltó un gemido mientras se mordía el labio, comencé a penetrarlo con fuerza, cada vez con más fuerza, y el miraba mi cara mientras mi verga lo ensartaba una y otra vez, mojó su mano con saliva y se fue masturbando, con cada embestida se masturbaba con más ímpetu y finalmente soltó su semen salpicándonos a ambos, mientras terminaba apretó su culo provocando que lo llenara con mi semen, con cada chorro que yo soltaba él gemía, al terminar, se fue al baño a limpiarse y yo volví a mis deberes, poco después él sonriente hizo lo mismo después de darme un buen morreo de boca. Levantó la cara de sus deberes y dijo: ¡Gracias ha sido genial, sufrido pero genial! Y dándome un leve codazo añadió: ¡Podrías sacar mucho dinero haciéndote prostituto! Mi mano le dio un leve coscorrón en la cabeza diciéndole: ¡No seas bruto, quieres usarme como a Oscar! Y entonces me contó, que Oscar les había pedido hacerlo de esa manera, empezar entre ellos calentando a otros, que luego ocupaban su lugar, entonces lo entendí, ya que Oscar por sí mismo no ligaba de esa forma tenía sexo.

Unas semanas más tarde fuimos Robert y yo a una sauna, pronto nos separamos, a él le gustaba lucir su bello cuerpo delante de los hombres y se dejaba manosear por ellos, después de una ducha fría entré en la sauna de vapor, no había casi nadie, cerré los ojos dejándome llevar mientras el sudor me resbalaba por el cuerpo, vi que la puerta se abría y entraban varios jóvenes, se dispersaron en distintos puntos de los bancos, uno se sentó a mi lado, poco después entraron dos personas más, uno era musculoso de gimnasio debía tener alrededor de 30 años y llevaba barba muy arreglada se sentó algo alejado, el otro después de dar una vuelta se sentó en el banco inferior al mío delante de mí, la toalla que llevo alrededor de la cintura es pequeña y apenas cubre la verga, el joven de delante apoya su espalda y eso me obliga a separar mis piernas, una la dejo colgando y la otra doblando la rodilla dejo el pie sobre mi banco, ahora la totalidad de mi verga está a la vista, el chico de mi lado acaricia mi muslo por detrás de la rodilla bajando su mano hasta mi nalga, sus dedos acariciantes me excitaban, el de delante gira su cuerpo mirando mi verga y alargando su mano la fue acariciando.

Mi mano acarició su cabeza ya había reconocido a Dani, mi compañero de piso y hermano de Karl, deslicé mi trasero hacia delante acercando más mi verga a él, se dio la vuelta arrodillándose  en su banco comenzó a lamerla, la boca suave del chico de al lado saboreaba mi boca y yo la suya, estiró su brazo hacía mi verga sujetando la base del tronco, su mano apenas la abarcaba, sus labios descendieron sobre mi tetilla chupándola poniéndola muy dura y continuó bajando hasta unir su boca a la de Dani y ambos se alternaban chupando mi verga. El joven musculoso se fue acercando poniéndose detrás del culo de Dani, levantándole el paño que lo cubría, se agachó y su boca engulló la verga de mi amigo Dani mientras que su mano masajeaba el trasero, su lengua se fue paseando por toda la raja del culo mojándola bien y metió un dedo dentro del ano juvenil de Dani, ése dedo entraba y salía, mientras su boca chupaba la verga de nuevo, ahora entraban dos dedos con fuerza, Dani se quejaba mientras chupaba mi verga, los dedos rotaban dentro de su ano dilatándolo.

Dani se levantó y puso su espalda sobre el banco superior, la cabeza apoyada en la pared y tirando de mí mano me instó en susurros: ¡Fóllame!, me puse de pie en el banco inferior y levantando las piernas de Dani fui metiendo mi verga en su culo algo dilatado, abrió su boca gimiendo de dolor y el joven de al lado metió su verga dentro de la boca de Dani, el joven barbudo se sentó en el banco inferior entre mis piernas lamiendo mi verga, que entraba y salía del culo de mi amigo, su barba rozaba mis huevos y la lengua se deslizaba hacia mi botón anal y su dedo medio masajeaba el mismo frotándolo con intensidad, nuestros gemidos eran notorios, algunos chicos más se acercaba a mirar nuestro cuarteto y se masturbaban solos o entre ellos, la otra mano del treintañero masturbaba la verga del joven Dani, que continuaba gimiendo con su ocupada boca chupando la verga del chico de al lado. El joven de barba se puso arriba al otro lado de Dani y tomando la cabeza de éste le obligó a chupar su potente verga, el otro joven se puso de pie ofreciéndome su verga que comencé a chupar, yo alargaba las penetraciones en el culo de Dani, pero alguien más se puso detrás de mí chupándome el culo, separando mis nalgas y dándome palmadas en ellas, otras manos las apretaban en cada penetración, como para clavarme más en el pobre Dani, que tenía el culo muy abierto.

El hombre de barba gimió soltando su semen en la boca de Dani, lo penetró un poco más en la boca y se apartó, el otro joven terminó corriéndose en mi boca mientras yo cacheteaba su nalga, poco después se apartó y yo inclinándome besé a Dani y mientras lo besaba mi mano apretaba su verga terminando por soltar su semen sobre ambos, sin separar mi boca de él di un fuerte empujón soltando mis chorros de semen dentro de su culo, continuamos besándonos, después comenzamos a salir para ducharnos, entonces me presentó al hombre de barba, era su entrenador personal  Javier y el otro joven era un compañero del gimnasio de nombre Miguel, también alumno del entrenador, en un aparte Dani me dijo: ¡Follas a conciencia, eres el mejor, me dolerá el culo por lo menos una semana! Ambos nos reímos.

Llegó Semana Santa, Dani y Karl fueron a casa de sus padres, Robert también, los padres de Oscar estaban de viaje y yo no iba a ver a los míos, así nos encontramos solos los dos en el piso. Salimos de tiendas y yo le mostraba la ropa que le podía quedar mejor, se probó algunas prendas y se las compró para satisfacción de ambos, era Jueves Santo y por la noche fuimos a los locales habituales, terminando en la discoteca, al estar conmigo parecía más relajado y se había olvidado de su reciente gusto de ninfomanía, hablamos largo y tendido al llegar a casa, tomamos unas copas más allí y me contó, que sus padres lo querían tener lejos, porque para ellos era una decepción, “un maricón sin remedio” el piso era la herencia de sus abuelos y sus padres le ingresaban dinero para mantenerlo apartado, él los llamaba una vez al mes, pero las llamadas eran breves, yo le dije, que entendía su situación. Oscar preguntó porque lo entendía y yo respondí: A mí me pasa algo parecido, a los 13 años mi padre comenzó a jugar con mi polla mientras nos duchábamos por la noche mientras mi madre preparaba la cena, me masturbaba cada día, según él me crecería más la verga, tiempo después me la chupaba mientras me masturbaba y metía su dedo en mi culo, tiempo después me obligaba a chupar la suya, me daban arcadas, pero el muy cabrón apretaba mi cabeza para que la tragara toda y en una de estas sesiones mi madre nos pilló y mi padre le dijo, que yo le había provocado, que él intentaba apartarme pero que yo no quería dejar de chupar, a raíz de esto nuestra relación fue cada vez más difícil, poniéndome interno en el colegio, los veía de vez en cuando, conseguí buenas notas y becas, les salía barato y entré en la Universidad con dos becas, una de deporte y la otra para estudiar bioquímica.

Preparé unas copas más y continuamos charlando, le comentaba que era un gran chico, muy agradable al trato, que ya encontraría su media naranja, que para todos nosotros hay una persona especial, aunque a veces no lo vemos así, pusimos un poco de música, bailamos en el salón terminando agotados y bastante borrachos, cerramos todo y fui a mi habitación, Oscar entró detrás de mí, nos miramos con los ojos vidriosos y nos quitamos la ropa, nos metimos en la cama, Oscar comenzó a masturbarme consiguiendo que “la gorda” se pusiera dura, se tumbó boca abajo pidiendo que lo follara, yo le di la vuelta dejándolo boca arriba diciéndole: ¡No como todos los demás!, separé sus gruesas piernas y sujetando mi verga lo fui penetrando, mis ojos no se apartaban de su cara, la expresión de dolor y placer se reflejaban en ella, cuando enterré la totalidad de mi polla en su culo, acaricié su cara y acercándome a él lo besé con ardor, sus brazos me abrazaron con fuerza mientras su boca reaccionaba ante la invasión de mi lengua y nos fundimos en uno, de su gruesa cara se deslizó una lágrima mojando mis dedos y yo me los llevé a la boca saboreándola, puse sus piernas en mi hombros y fui retirando mi verga, clavándola de nuevo, gimió, su verga bamboleaba sobre su gordura con cada embestida de mi verga, sus gemidos eran cada vez más fuertes, mi mano masturbaba muy lentamente su verga y la otra acariciaba sus gruesos pechos, ésa mano subía hasta su boca metiendo los dedos dentro, Oscar los chupaba como si de una verga se tratara, después pellizcaba sus tetillas, mi pelvis adelante y atrás con suma lentitud le provocaba espasmos de gozo, no había prisa en terminar, sus manos apretaban mis nalgas urgiendo a que fuera más rápido, pero quería que ambos disfrutáramos y  ante su insistencia fui acelerando el ritmo de la follada.

Oscar bajó su mano para masturbarse, pero se lo impedí apartándola, de su verga salía el preciado líquido pre seminal y aceleré cada vez más sujetando sus muñecas y gimiendo me vacié dentro de su culo, llenándolo con mi semen, mi verga palpitaba dentro a pesar de haberse vaciado, di unos cuantos empujones más y salí de su culo. Me tumbé a su lado buscando su boca, nos besamos de nuevo, su verga continuaba palpitando, hice que se incorporara y se pusiera de rodillas entre mis piernas, tomé su verga con suavidad y acercándome a ella me la fui clavando en mi culo, coloqué mis piernas alrededor de sus gruesos muslos y quedamos unidos, notaba la furia de su verga dentro de mí palpitando.

Puse mis piernas sobre sus hombros y comenzó a moverse entrando y saliendo de mi culo, yo miraba su cara, de sus ojos salían continuamente lágrimas, estaba llorando, su verga en mi culo me dolía y yo me mordía el labio, notaba placer tenerlo clavado dentro de mí, era la primera polla que taladraba mi culo, siempre querían que mi verga los penetrara, pero quería notar la sensación de tener una dentro de mí y era muy placentera, a lo más que me habían llegado era con los dedos, pero esto era mucho más placentero, su ritmo fue en aumento y sus manos me acariciaban el cuerpo, inclinó su grueso cuerpo besándome la boca y mis gemidos morían en la suya, eso le daba morbo, aceleró más y más penetrándome con fuerza y soltando un gruñido me llenó el culo con su semen, notaba la sacudida de su verga soltando el semen y sin remediarlo mi verga comenzó a escupir semen sobre mi cuerpo, de sus ojos seguían saliendo lágrimas, retiró su verga dejándose caer a mi lado, me miró mientras su regordeta mano me acariciaba la cara, mientras me decía: ¡Lobo, te quiero, me has hecho feliz!

Su mano paseó sobre mi semen esparciéndolo sobre mi cuerpo mientras sonreía, apagó la luz después de besarme la mejilla, su mano descendió tomando “la gorda” y nos quedamos dormidos. Al día siguiente repetimos de nuevo, esta vez sin tanto alcohol de por medio, le mostré varias posturas distintas, tanto para follarlo a él como para que me follara cómodamente. El sábado fuimos a un sex shop gay y compramos varias cosas, esa noche lo probamos juntos, unos consoladores individuales tan gruesos como mi verga, yo le metí uno en su culo y mientras yo me tumbaba sobre su cuerpo me introdujo el otro en el mío, nuestros cuerpo se frotaban igual que nuestras vergas, esnifamos popper y terminamos escupiendo nuestro semen entre nuestros cuerpos.

El domingo nos duchamos juntos y me obligó, que le chupara la verga agachado, yo iba a protestar por el juego, pero sacó el consolador enganchando la ventosa en el fondo del plato de ducha, hizo que me sentara sobre él mientras le hacía una mamada, mis manos le separaban las nalgas mientras que mi cuerpo subía y bajaba tragándome el dildo en el culo, en un rincón estaba el otro y sujetándolo se lo fui clavando en su culo, gimió de tal forma placentera que no aguantó y terminó explotando en mi boca llenándome de semen, ahora era mi turno me levanté con el dildo clavado en el culo y le obligué a él, que se agachara sobre el suyo, que continuaba dentro de suyo, ahora conmigo se soltaba, mientras chupaba mi gruesa verga sus manos metían y sacaban el consolador de mi culo, su cuerpo trotaba sobre su juguete, terminé soltando mi semen en su boca, cuando se levantó nos besamos sacándonos los juguetes y lavándolos.

El Lunes de Pascua me invitó a un restaurante a comer, muy elegante y caro, al terminar la comida me entregó un paquete pequeño, lo desenvolví encontrando un estuche y dentro una pulsera de plata, mejor dicho, una esclava de tres dedos de ancho, con cierre de seguridad, cerca del cierre el mes completo de mi nacimiento y en el día, un pequeño brillante y en el lateral mi apodo, le dije que no era necesario el regalo, pero Oscar alegó, que yo le había hecho el mayor regalo del mundo, sentirse bien consigo mismo y que ahora en adelante iba a cambiar su actitud. Me ayudó a ponerme la ajorca (pulsera) grabada, era magnifica y se lo dije, le di un beso en público, Oscar parecía azorado pero yo no. Por la tarde fueron llegando nuestros amigos y mientras cenábamos contaban sus cosas de la familia, nos preguntaron a nosotros y casi al mismo tiempo respondimos, que habíamos ido a los bares y discoteca de siempre, al cine y a un restaurante, no dijimos mentiras, pero no toda la verdad.

A mitad de semana se presentaron los padres de Oscar, que volvían de un viaje, nos invitaron a cenar con ellos, hablaban de los comentarios que hacía Oscar de nosotros y estaban encantados, que fuéramos amigos y compañeros de él, al salir del local el padre, me entregó una tarjeta con sus números de teléfono, por si alguna vez teníamos que estar en contacto y dijo: ¡De todos, mi hijo confía plenamente en ti, cuídalo, por favor, ahora sí me siento orgulloso de él y de vosotros! Se lo agradecí, poco después desaparecían de nuevo.

Mayo y Junio fueron de locos, todos queríamos aprobar y estudiamos a conciencia, apenas salíamos, a lo sumo un día y luego a estudiar de nuevo, los chicos habían visto la esclava en mi muñeca, pero ninguno de ellos hizo comentario, Oscar parecía diferente, seguía hablando por los codos, pero su comportamiento era distinto, una noche mientras lavábamos los platos le dije: ¡Oscar, no quiero que te enamores de mí por lo ocurrido, me dolería mucho decepcionarte y más herirte, de esta forma siempre seremos amigos con o sin sexo! ¿De acuerdo? El asintió con la cabeza y respondió: ¡La pulsera la tenía comprada después de nuestro primer encuentro, durante la famosa tormenta, no quisiste ningún regalo, pero la compré de todas formas, en espera de tu cumpleaños, pero así fue mejor! Y mientras me besaba la mejilla entró Karl y soltó: ¡Uy, Uy, aquí ocurre algo, que no sabemos! Y Oscar con el trapo de cocina le golpeó en el hombro riendo llamándole: ¡Pasmarote, si no te vas, fregaras tú los platos! El joven salió disparado riendo.

Los días siguientes vi, que casi todos estaban muy pendientes de las miradas de Oscar y mía, pero llegaron a la conclusión, que había sido una fanfarronada de Karl y llegaron los temidos exámenes, días después los resultados, todos habíamos aprobado con muy buenas notas y podíamos decidir la carrera a estudiar, yo conseguí una nueva beca. Los padres de todos se pusieron muy contentos, los míos con total indiferencia y estaba dolido con ellos, los padres de Oscar tan felices nos regalaron a los cinco un viaje a Brasil de 20 días, gastos pagados y en un hotel, que ellos habían diseñado en Rio de Janeiro, 10 días más en Sao Paulo y alrededores, saltamos de felicidad. Al día siguiente nos hicimos las fotos para nuestro primer pasaporte y ya decidíamos que llevarnos para el viaje.

El viaje se nos hacía eterno, pero finalmente llegamos, los 20 días en Rio fueron de fábula, nos divertimos mucho, ligamos un montón incluido Oscar, él estaba pletórico, nos bañamos tanto en la playa como en las piscinas del lujoso hotel y partimos hacía Sao Paulo, teníamos ganas de ver las Cataratas de Iguazú, cercanas a la frontera con Argentina.

El segundo día de estar allí fuimos con un microbús a las famosas cataratas, el pobre Oscar se untaba los brazos y manos con crema para evitar los mosquitos, que se cebaban con él, fuimos con el grupo sacándonos fotos en todos sitios y finalmente estábamos admirando las potentes cataratas desde un mirador, el guía advirtió de no apoyarnos en la barandilla de madera, pero Oscar dio un traspiés con una piedra y apoyó su mano sobre la barandilla, oí un crujido y me giré, Oscar agarró con sus dos manos mi muñeca, para no caer al vacío y nuestros amigos me agarraron a mí del otro brazo, pero el peso de Oscar sobre mi muñeca provocaron que la pulsera se rompiera y cayera hacía abajo con ella en la mano, mientras yo gritaba ¡Oscar, Oscar, no, no! Nos acercamos al borde y vimos su cuerpo rebotar contra varios salientes de roca, poco después desapareció engullido por el agua. Estábamos en shock y apenas fui consciente del gran corte en mi muñeca, donde antes estaba la pulsera, sangraba en abundancia, el guía llamó a la policía, bomberos y ambulancia, les contó lo sucedido, los días siguientes fueron una pesadilla, la policía, la embajada, la llamada a los padres de Oscar y el cuerpo de él no aparecía por ninguna parte, ni me enteré cuando cosieron mi herida, mi corazón estaba perdido al igual que mi mente.

Los cuatro estábamos muy alterados por lo sucedido, contamos una y otra vez lo ocurrido, finalmente después decidimos volver a casa, yo llamaba cada día a los padres de Oscar, por si habían novedades, pero la respuesta era siempre negativa, su cuerpo no se encontró y en la casa faltaba la verborrea de Oscar, un mes después los padres de Oscar nos visitaron y dijeron:

Oscar no había hecho testamento, pero había dejado una carta al notario de la familia, en ella instaba a sus padres, que dejaran el piso dúplex para nosotros, la carta añadía, que como nunca se sabe lo que la vida nos depara, yo sería el cabeza de grupo, pagaríamos los gastos derivados del piso, pero no alquiler y que siempre alguno de nosotros viviera allí, en caso de no aceptarlo volvería a su familia, nos miramos y aceptamos en recuerdo de Oscar, si alguna vez nos separábamos llamaríamos a sus padres.

Esa noche volví a mirar mi foto con Oscar y encendiendo una vela dije: ¡Eres un torpe cabrón, no tenías derecho a terminar así, ahora si me dejas solo!

Y una ráfaga de aire apagó la vela…

Continuará.