Mi amiga y su novio

Esa noche, me sorprendiste. Tu novio me invitó a tomar unas copas. Empezaron a poner buena música. El cuerpo nos pedía movimiento.

Azul. Te pienso y no puedo escaparme de tu nombre y la imagen mental de ese color. No.

Esa noche, me sorprendiste. Tu novio me invitó a tomar unas copas. Empezaron a poner buena música. El cuerpo nos pedía movimiento. Me levantaste con un roce de la mano, sacándome a bailar. Me abrazaste de la cadera, frente a frente. Nuestros cuerpos se movían al compás de la música, pero eras vos la que me imponía el ritmo. Tu boca se acercó a la mía, mi deseo recortó el resto de la distancia. Tu novio me abrazó desde atrás. Puso una mano en mi cadera, sobre la tuya, y la otra en tu culo, pegándote más a mí. Acarició suavemente tu nalga, separó la mano, y con un breve pero contundente impulso, te dio una nalgada que te hizo dar un saltito. Cerré los ojos y me encontré con nuestras tres bocas unidas en un balanceo sin fin. Mezclando lenguas y labios, dejando pasar hilos de saliva que conectaban nuestros cuerpos como anzuelos. No.

Tu mano comenzó a deslizarse desde la cintura, por adentro de mi pantalón. Tocabas mi pubis con tus dedos helados y escurridizos, y mi cuerpo reaccionó con un escalofrío. Tu novio me abrazó fuerte desde atrás. No tenía escapatoria. No.

Mi vagina empapada, reaccionando al movimiento de tus dedos, me deslizo hacia adelante y hacia atrás. Tu novio me baja el pantalón y la tanga, dejándome completamente expuesta. Se agacha y empieza a estimularme el culo con círculos de su dedo; mi esfínter late con ganas de que su dedo entre. Empieza a lamerme, haciéndome un delicioso beso negro, al que no me puedo resistir. Gimo. Te agachás, separás mis labios vaginales y empezás a chuparme el clítoris, suave y juguetona como una gatita. No.

No puedo más. Al compás de sus manos y sus lenguas, me llevan incansablemente a un inevitable orgasmo. Mis agujeros palpitan. Sólo quiero más. Si.