Mi amiga. Una chica muy gorda y cerda.
Relato de una amiga mía muy gorda y guarra con la que estuve un tiempo e hicimos de todo. Relato con un poco de contenido escatológico.
Desde siempre tuve debilidad por las mujeres maduras. Creo que en la cama son las mejores porque dada su experiencia saben lo que quieren y como lo quieren. A mí personalmente me atraen todas pero las que más, son las entradas en carnes. Que tengan curvas, vaya.
Pero esta historia va de una tarde de domingo donde termine follando en su casa y en su sofá a una chica de 32 años muy gorda con un peso de 120 Kg. Que además era extremadamente guarra.
Hacia ya unos meses que nos habíamos conocido por Internet a través de comentarios a través de su blog. Con el tiempo fuimos intimando y me confesó su secreto. Era extremadamente gorda y que pesaba 120 Kg. Cosa que no me importó ya que a parte de las maduras también me gustan gordas.
Vivíamos en ciudades distintas pero solo nos separaba una hora en coche y un domingo quedamos para comer. Llegue a su casa y era tal cual me había dicho. Gorda pero muy gorda.
Sus tetas dentro de la blusa parecían inmensas pero lo más impresionante era su culo. Era casi el doble de ancho que yo. Sus cachas llenaban un inmenso pantalón que por delante a penas podía abarcar su poderosa barriga.
Salimos a comer y pasear un rato para luego volver a su casa. Ella preparó un café y puso la tele. Tomamos el café y empezamos a charlar. La charla fue poniéndose caliente y nos besamos. Nuestras lenguas se juntaron y mis manos acariciaban ya una de sus tetas por encima de la camiseta y su sujetador. Ella me sobaba el paquete por encima del pantalón y estaba a reventar. Por fin pude sacar su camiseta y desabrochar el sujetador y liberar sus tremendas tetas. Median 130 y sus pezones grandes y areolas eran de color rosáceo. Mis manos no podían agarrar una teta entera. Me puse a chuparlas y estrujarlas como un loco. Quería mamar de ellas. Ella ya me había sacado la polla del pantalón y me masturbaba con su gran mano. Sin dejar de apretar sus impresionantes tetas baje besando su inmensa barriga donde su ombligo parecía un agujero más para follar. Se lo besé, se lo lamí, ella se retorcía de gusto.
Ella me paró y me dijo, quiero chupártela y se puso de rodillas y mirándome con ojos de deseo me pasó la lengua por el glande y recorrió con ella toda mi polla y mis huevos. Chupo mis pelotas, una a una, para luego darme un beso en mi ojete y volver a mi polla y metérsela entera en la boca. La llenaba de saliva y se la metía hasta la garganta. Con mi polla dentro de la boca era capaz de con la lengua jugar con mis cojones. Cogí su cabeza y empecé a follarle la boca. Sus tetas se balanceaban como dos campanas y sentía que me iba a correr. Le dije, cariño, para o me corro. Ella se sacó la polla de la boca y me dio a chupar su dedo índice para luego decirme que quería tragarse mi leche. Volvió a la polla y se la volvió a meter en la boca pero al mismo tiempo me metió su dedo por mi culo y me masajeo mi próstata y sin remedio me corrí en su boca. Ella se lo tragó todo. Me limpió la polla con su boca y la incorporé y le bajé su enorme pantalón. Llevaba una braga blanca enorme que tapaba su gran culo. Se la fui bajando culo abajo siempre besando sus cachas. Eran más grandes de lo que me imaginaba. Con sus inmensas bragas por las rodillas pude meter mi mano entre sus gordos muslos y tocar su coño con una raja muy grande y casi sin pelo. Metí mis dedos dentro y estaba empapado. Chorreaba por sus grandes piernas. Teniéndola así cogida pude acercar mi nariz a la gran raja de su culo y pude oler su gran olor a culo que desprendía. Eso me excitó muchísimo y pasé mi lengua por toda la raja de su culo. Abrí sus inmensas cachas y vi su gran ojete marrón con algún resto de su mierda pegada a su alrededor. Como si de una droga se tratara aspire profundamente su olor a culo. Ella se dio cuenta y me dijo.
- Te gusta mi cerdito. Te gusta mi culo y como huele.
- Sí, me encanta mi amor.
- Lámelo, límpiamelo con tu lengua cabrón.
Y acto seguido con su mano en mi cabeza me metió mi cara en su culo y no pare de comérselo hasta que estaba bien limpio. Ella no me dejaba salir de su culo y solo me decía.
- Así, cochino hoy cenas mi mierda calentita. Uyyyy, que gusto me das. Mete bien tu asquerosa lengua dentro de mí culo.
Cuando creyó que estaba bien limpio se echó en el sofá y me gritó.
- Cerdo, ahora cómeme el coño. Haz que te dé mi corrida en la boca.
Me arrodillé y empecé a comer aquel inmenso coño que sabía a hembra y a sus fluidos. Mi lengua iba de arriba abajo y de abajo arriba. Ella gemía y me apretaba con sus piernas y manos para que no me saliera de ella ni un momento. Por fin se corrió y me gritó métemela, follame toda. Me puse encima y la folle vaya si me la folle. Su coño parecía una charca. No paraba de correrse y yo me iba a correr también y le dije me corro.
- No te corras dentro que no tomo nada. Córrete en mi cara.
Así lo hice y mi inmensa corrida le cubrió la cara y parte se derramó por sus tetazas.
- ¿Quieres limpiarme tu leche con la lengua? Venga cerdito lo estás deseando.
Nunca había probado mi leche pero como estaba bien caliente le lamí la cara y las tetas hasta dejarlas bien limpitas. Ella también se tomó un poco de su teta derecha y nos besamos.
Me cogió de la mano y me llevó a su baño donde ella se tumbó en la bañera y me dijo.
- Venga cariño, meate encima de mí. Dame tu lluvia para beber.
No daba crédito pero sin pensarlo mucho me puse a mear en su cara, boca, tetas, barriga y coño. Ella disfrutaba bebiendo y frotándose toda mi lluvia por todo su cuerpo.
- Ahora cariño, ponte tú, que tengo la vejiga llena.
Ya no me importaba nada y es más, cada vez me gustaba más sus deseos escatológicos y me tumbé. Ella se puso encima de mí cabeza y empezó a mirarme y a pedirme que bebiera y así lo hice, su pis estaba caliente y no sabía mal.
Cuando acabo, nos duchamos juntos y luego de vestirnos me despedí de ella quedando para el próximo fin de semana donde el sexo y las guarrerías siguieron. Así comenzamos una larga relación la chica gorda y yo.
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