Mi amiga, su madre y el arte de enseñar

Comenzó todo como un simple trabajo para ganar algun dinero, pero juntar trabajo y amistad no siempre termina bien, ¿o si?

Mi amiga, su madre y el arte de enseñar

(Comenzó todo como un simple trabajo para ganar algun dinero, pero juntar trabajo y amistad no siempre termina bien, ¿o si?)

Hola me llamo Pedro y soy recién licenciado en matemáticas os cuento esto porque viene en relación con la historia que me sucedió. Como he dicho acabo de terminar la carrera y llegaba la hora de buscar trabajo, pero de profesor la cosa estaba muy chunga así que una amiga, Carmen, me comentó que su madre estaba buscando a alguien que diera clases a su hermano, no sería mucho, solo un par de días a la semana y me lo pagarían muy bien, ademas de que como me conocía siempre era mejor tenerme a mi en su casa que a un desconocido.

Tengo que decir que a mi Carmen siempre me gustó, pero primero porque tenía novio y luego porque cuando lo dejaron el que tenía novia era yo, pues nunca intente nada, ademas mi novia y ella se llevan muy bien. Dentro de mi tenía algo que me decía que podía ser una oportunidad para acercarme más a ella y me alegraba. Carmen no es muy alta, más bien bajita, tiene el pelo moreno no muy largo, una cara muy bonita, unos ojos verdes preciosos y un cuerpo de escándalo, lo mejor sus pechos que los tiene bastante grandes, es con lo que más había fantaseado yo. Aunque tampoco quería hacerme muchas ilusiones porque Carmen no apenas estaría ya que iba a la facultad por las tardes.

El primer día que le di clases a su hermano, Víctor, su madre no dejaba de ofrecerme comida y bebida, la verdad que su madre siempre me ha tenido un gran aprecio y cariño. Nuria, que así se llama la madre, tenía alrededor de 50 años, era rubia, de bote, y en el resto se parecía bastante a su hija pero claro con el doble de años y algunos kilos más, nunca me había atraído pero era tan dulce conmigo que yo le tenía también mucho cariño.

Pues nada, el primer día la verdad que no pude apenas dar clases entre las interrupciones de la madre y mi inexperiencia como profesor. Poco a poco la cosa fue cambiando, mis clases eran mejores y Víctor iba progresando, además su madre ya no nos interrumpía y solo hablaba un poco con ella cuando terminaban las clases justo después de que Víctor saliera corriendo de casa para irse con los amigos. Los dos solos, al principio hablábamos de pie 5 minutos sobre como iba Víctor pero poco a poco fuimos alargando el tiempo hasta que al final se hizo como costumbre quedarnos sentados en el salón tomándonos un café, situación que nunca duraba menos de 20 minutos. Siempre empezábamos con el tema de los estudios, un poco como excusa, pero pronto hablábamos un poco de todo, de mi vida, mis planes de futuro, de Carmen que aun estaba dolida por su ultimo novio e incluso me contaba cosas de ella, sobretodo de su juventud, de cuando conoció a su marido y algunas travesuras de más joven. Mientras hablaba procuraba sentarse muy cerca y a veces me ponía la mano en el brazo cuando se reía de algo o quería darle más sentimiento a sus palabras, esto me turbaba un poco y él tenerla tan cerca y oler su perfume me ponía como hechizado.

Algunas veces me decía en broma, hablando en plural, que no sabían como me habían dejado escapar y que habría sido muy contenta de tenerme en la familia.

Y así seguimos durante un par de meses, el tonteo fue aumentando un poco y ya hablábamos de cosas más intimas, ella siempre iba bien vestida como si fuera a salir de casa, normalmente llevaba una blusa y una falda, y la diferencia de cuando llegaba a dar clases a cuando tomábamos el café era de unos botones menos abrochados y la falda algo más corta, al principio pense que eran cosas mías y lo achaqué a que sería por coquetería femenina. Un día en vez de sentarse a mi lado se sentó enfrente en un sillón y como su asiento era un poco más alto podía ver sus bragas, durante toda la conversación apenas la miré a la cara y ella debía darse cuenta porque una sonrisa le iluminaba la cara, ese día me puse muy nervioso y algo excitado, fue el café más rápido de todos. A partir de ahí todas las veces que tomábamos café ella se sentaba enfrente y no paraba de abrir y cerrar sus piernas y poco antes de terminar su bebida se acercaba y se sentaba al lado, siempre con la misma excusa de estar muy lejos, en ese momento ponía la mano sobre mi pierna cada vez más cerca de mi entrepierna la cual tenia un bulto difícil de esconder y en esos momentos era ella la que no dejaba de mirarme. Aunque sin embargo la conversación nunca iba a mayores, casi siempre los mismos temas. Yo salía totalmente excitadisimo, y no podía dejar de masturbarme pensando en cada tarde, sintiendo sus caricias y viendo su ropa interior, no quería arriesgarme a dar un paso adelante puesto que de ello pendía mi amistad con su hija y a la vez un trabajo que en esos momentos era mi única fuente de ingresos, así que decidí dejarlo estar y ver a lo que me llevaba todo eso, que de todos modos no podía ser muy malo.

Ahora ella siempre me recibía con dos besos y tardaba un par de segundos más de lo necesario en despegarse de mi. Cada vez le daba más vueltas a la cabeza a todo esto pero, ¿no podría ser que todo era solo por la confianza y que en verdad era mi mente la que tergiversaba todo?

Después de las clases seguía todo igual, primera sesión de exhibicionismo y segunda de magreo inocente.

Otro día Víctor estaba algo enfermo y después de la clase se quedo allí, esto preocupó a su madre por que se le veía en su cara, pero no podía hacer distinto porque entonces seria yo el que pensaría que todo eso no era ‘normal’, así que en voz alta me dijo lo del café como si fuera la primera vez y tomamos el café, esta vez los 3, solo hablamos de los estudios y al despedirme los dos besos fueron más cerca de los labios que de costumbre. Le daba vueltas a todo en la cabeza, tenia unas ganas tremendas de follarme a la madre de mi amiga pero pensaba en Carmen y su padre y no podía hacerle eso a una amiga y después mirarle a la cara.

Cuando veía a Carmen que tampoco era mucho una vez en semana y no todas, no quería hablar de nada relacionado con las clases y la intentaba evitar.

Al fin llegaron las Navidades y con ella las notas, Víctor había aprobado por los pelos, cosa que me decepcionaba y me atribuía a mi poca experiencia como profesor. Nuria me llamo y me dijo que contaba conmigo para seguir dando las clases a su hijo y si creía que necesitaba más horas no tenía más que decirlo. No sabia si todo eso iba con algún doble sentido pero le dije que no, que intentaría cambiar mi método para ver si así conseguía mejores resultados. Pense que quizás había rechazado una gran oportunidad porque necesitaba el dinero, pero más tiempo allí podría hacerme llegar a la locura.

En el primer día de las vacaciones, ya que habíamos acordado continuar con las clases también en Navidad. Todo transcurría igual, Víctor se marchó y nos quedamos solos.

-¿No esta Carmen? – pregunté, ya que sabía que había terminado las clases.

-¿Qué pasa que no te basto yo? – contestó con ironía

-No, esto... si, si, quiero decir... como esta de vacaciones pense... – balbucee nervioso

  • Esta de compras, ¿qué te parece si en vez de café hoy tomamos una copa ya que es Navidad?

-Sí, claro.

Salvo este detalle la cosa transcurría todo igual pero me daba a mi que hoy iba a ser especial. Seguimos bebiendo y Nuria enfrente con la falda más corta que nunca, veía enteramente sus bragas, sus piernas aunque algo grandes aun eran bonitas. Ya el alcohol empezaba a hacer efecto y nuestra conversación era más animada, hablábamos directamente de sexo, de su primera vez, de que hoy día es todo muy distinto, que antes todo era tabú. Yo al principio algo cortado pero después participaba más en la conversación, me estaba excitando, con el alcohol todo mis principios me parecían menos importantes.

Ella se levantó diciendo que tenía que ir al lavabo y yo me quede allí dando vueltas a mi cabeza. Cuando volvió se sentó enfrente, por el tiempo que llevábamos pense que se iría a sentar a mi lado como siempre hacía para la segunda sesión, esto me decepcionó porque estaba deseando sentir junto a mi su aroma y notar su mano acariciando mi pierna. Ella enfrente con su copa en la mano, sonreía, tenía las piernas algo más abiertas y bajo su falda podía ver que se había quitado sus bragas, mi erección era ya tan evidente como su desnudez, estuvimos un rato callados y ella dijo:

  • ¿Sabes? Creo que he bebido demasiado y me siento tan tan caliente.

Justo en ese momento se echo hacia delante y abrió más las piernas con lo que la falda se le subió a la cadera, podía ver todo su sexo desnudo, yo estaba petrificado y mi pene deseaba salir de mis pantalones. Ella bajó su mano y empezó a acariciarse lentamente mirándome fijamente a los ojos, su lengua mojaba sus labios resecos y con su mano seguía tocándose, mientras me decía:

  • No sabes cuantas veces he hecho esto pensándote, imaginándote...

Mientras hablaba ella seguía jugando, acariciando su clítoris, introduciéndose un dedo y sacándolo lentamente, yo no podía articular palabra y estaba hipnotizado por su mirada ardiente de deseo y lujuria.

Se desabrochó un par de botones más de la blusa y dejaba ver su ropa interior, un sujetador negro bajo el que se adivinaban unos grandes pechos.

  • Estoy tan caliente – decía esto mientras sacaba un hielo de su copa y empezaba a frotárselo por su cuello bajandolo hasta su pecho, viendo todo este espectáculo no pude controlarme, baje mi mano y comencé a acariciarme la polla por encima del pantalón, ella viéndome se excitaba más y mientras seguía jugando con su coño con la otra mano mordía su dedo. Ella sacó un pecho por encima de la copa del sujetador y con el dedo que había estado mordiendo empezó a frotarlo, al estar aprisionado con el sujetador debajo parecía enorme, blanco y tenía una aureola con unos pezones rosados grandisimos, comenzó a pellizcarlos y se pusieron duros, mientras lo hacía, su cara se transformaba por el placer y más rápidamente se acariciaba su sexo. Yo no podía aguantar más y bajando la cremallera deje salir mi pene, totalmente erecto, húmedo y comencé a masturbarme. Ella miraba como yo me masturbaba y seguía tocando su raja, metiendo varios dedos en su coño. Estaba como en un sueño, de repente toda la habitación desapareció y nada más que quedamos ella y yo, masturbándonos uno enfrente del otro, se sentía el calor y el olor de nuestros sexos. Ya solo nos mirábamos directamente a los ojos, acelerando el ritmo, ella comenzó a lanzar pequeños gemidos, yo notaba como estaba a punto de irme, un deseo irrefrenable me impedía parar pero no podía acercarme a ella. Sus gemidos comenzaron a ser casi gritos, mi leche estaba a punto de brotar sobre el suelo pero no me importaba yo seguía masturbándome. De pronto ella dijo:

-Sii, siiii - mientras su cuerpo se convulsionaba y mi polla, en ese instante, explotaba lanzando todo su esperma por el salón.

Exhaustos los dos continuamos quietos con nuestros sexos al aire, con nuestro ritmo corporal estabilizándose, apenas sin mirarnos, todo volvía a la realidad, de pronto se oyeron ruidos desde la puerta principal y sentí un pánico enorme que me dejo petrificado.

-¡Es Carmen! – dijo Nuria mientras se abotonaba la blusa y arreglaba la falda.

Me dio tiempo justo de volver a meter mi pene ya deshinchado en mis pantalones.

Estabamos en silencio cuando Carmen entró, venía cargada con bolsas, así que extrañada por vernos allí, ya que no sabía nada de nuestros ‘cafés’, saludó y fue a su cuarto a soltar las bolsas. Cuando salió, su madre se adelantó a su pregunta y le dijo que estabamos hablando acerca de las notas de su hermano, ella nunca hubiera imaginado nada de lo que pasó pero notaba que algo no era normal. Se sentó y empezó a contar a su madre todo lo que había comprado. Yo no hablaba, estaba demasiado conmocionado aun, cuando me di cuenta de algo peor, en el suelo estaba mi semen, por suerte era de mármol blanco y apenas se veía pero desde mi posición y al trasluz estaba más que claro lo que era. Me quede blanco como el suelo de miedo, nervioso dije que era tarde y debía irme, necesitaba salir cuanto antes de allí.

  • ¿Estas bien? - me preguntó Carmen extrañada

  • Si, es solo que estoy algo resfriado- dije yo tosiendo de forma bastante falsa

  • Tienes mala cara-

  • Será mejor que me vaya a casa – al decir esto me levante para irme

Carmen se levanto conmigo y justo al ir hacia mi, resbaló con mi semen, menos mal que tuve bastantes reflejos para cogerla.

– ¿Esto que es? – grito Carmen

– Yooo, estooo – balbucee

Es que se ha caído un poco de la bebida de Pedro, se me olvidó decírtelo, ahora mismo lo limpio – dijo Nuria rápidamente mientras se levantaba para ir a por la fregona

A Carmen esta respuesta le pareció buena y no volvió a preguntar, me despedí de Carmen, dije adiós a su madre y salí por la puerta. Justo en el ascensor sentí un alivio tremendo y casi no creía lo que había pasado instantes antes.

Al próximo día de clase, llegué con mis dudas y pensé que lo mejor sería hacer como si nada hubiera pasado, y en cualquier caso echar la culpa al alcohol, aunque solo hubieran sido dos copas.

Me recibió Víctor en la puerta, no muy contento por tener que dar clase en vacaciones, me extrañó que no hubiera salido su madre y al rato vi el por qué, también estaba Carmen en casa. Hacía mucho que no veía a Nuria vestida de andar por casa, las saludé a las dos que estaban viendo la TV y pase al cuarto de estudio. Al terminar hablé un poco con Carmen de ir a comer por Navidad y ya está.

Las Navidades fueron un gran respiro para mí, Carmen se quedaba siempre en casa e incluso su madre había días que tampoco estaba, por una parte también me sentía algo triste porque lo de la última vez había estado genial.

Una tarde, unos días antes de Reyes, llego a la casa y me sale Carmen en albornoz, un albornoz rosa muy cortito, aunque lo mejor no era lo que enseñaba sino lo que se intuía debajo, su cuerpo desnudo. Estaba sorprendida, me dijo que si su madre no me había llamado para decirme lo de retrasar las clases una hora, le dije que no, que si lo hubiera recibido tendría el mensaje en el móvil y efectivamente allí estaba, lo único es que con las prisas de salir no me había dado cuenta de mirarlo. Me disculpé y me dijo que esperara allí en el salón, que ella iba a darse una ducha. Esperé allí, mirando al otro sofá y gratos recuerdos afloraron a mi memoria, tantos que casi me parecía volver a escuchar los gemidos otra vez, ¿o no lo imaginaba?, del cuarto de Carmen creí haber oído algo, no sabia si acercarme, si me pillaba mínimo me insultaría, de degenerado para arriba y me echaría de su casa. Otra vez volví a escuchar algo, sí, provenía de su cuarto, me acerque, estaba la puerta entre abierta, me arriesgue a acercarme más, quizás la pillaría cambiándose, después de haberla visto con el albornoz mi instinto podía más que mi razón.

Lo que vi me dejó pasmado, Carmen estaba sentada en la silla del ordenador, con el albornoz abierto y una pierna en cada reposabrazos, en la pantalla se podía ver imágenes de chicos semidesnudos y algunos sin ropa, por su respiración, jadeante, y sus movimientos estaba claro que estaba masturbándose. Y yo estaba allí en el umbral de su puerta con mi polla creciendo por momentos sorprendido con la situación. No veía nada más porque estaba de espaldas a mi, pero había un espejo frente a ella que si me asomaba un poco más quizás pudiera verla de cara, claro que también ella podría verme. Era tal mi excitación que decidí arriesgarme y con mucho cuidado me acerque unos pasos, ya estaba casi dentro de la habitación y en efecto a través del espejo se la podía ver, ella estaba tan absorta que no se daba cuenta, tenia los ojos casi cerrados y se oían sus dedos resbalar entre sus flujos. Yo ahora la podía ver aunque solo de cintura para arriba, veía su cara transformada por el placer, el albornoz abierto y sus dos pechos desnudos colgando, grandes casi como lo de su madre pero más redondos y firmes, tenia unas aureolas no muy grandes y oscuras y unos pezones tiesos, con una mano se los acariciaba mientras que con la otra se masturbaba, había sido mi gran fantasía contemplar esos hermosos pechos y valía la pena el riesgo. Aun fui más allá y empece a tocarme por encima del pantalón viendo el panorama, si ella hubiera mirado simplemente de reojo me habría visto pero estaba tan ciega de placer que no se daba cuenta. Estaba calentisimo y quise más pero si me descubría ahora, así, detrás de ella empalmado, pensé que iba ser demasiado violento, así que sin hacer ruido salí otra vez de la habitación. Intente calmarme y bajar un poco mi erección y cuando me volvía a acercar para interrumpirla ella estaba de pie frente a mí, en el umbral de la puerta, con el albornoz otra vez anudado.

  • ¿Dónde vas? – me dijo muy alterada

  • No, es que iba al servicio- lo primero que se me ocurrió

  • No te he dicho que me estaba duchando – dijo más tranquila

  • Ya, pero como estaba vacio pense ya habías acabado –

  • Si, bueno, es que tenia que buscar la ropa de después y... – se le notaba un poco nerviosa.

Dicho esto me apartó y entró rápidamente al cuarto de baño que estaba justo al lado. Oí el grifo del baño y pensé que sería una buena oportunidad para espiar en su PC. Echando un vistazo entre las fotos que estaba mirando de hombres semidesnudos vi una mía, una de la fiesta de año nuevo del año anterior, solo salía yo con ella vestido de traje, nada más. Me hizo sonreír pensar que yo era una de las imágenes que veía cuando se masturbaba. También pude comprobar que el asiento en el que hacía escasos minutos había estado masturbándose estaba un poco manchado, pase mis manos por encima y tuve otra erección sintiendo sus flujos en mis dedos. De repente se cerró el grifo, salí de mi ensoñación y por precaución volví al sofá, ella al poco rato salió y me dijo que ya tenía el baño libre, yo le dije medio en broma que podíamos haberlo compartido y ella riéndose dijo que mis ganas a lo que lanzándome respondí –y las tuyas también-.

Después de terminar de pronunciar esas palabras entro su madre y su hermano por la puerta, Carmen se giró y no pude ver la reacción de su cara. ¡Que oportunos son en esta familia! La madre la regañó porque estar en albornoz no era forma de recibir a un invitado aunque me dio la sensación que también había un poco de celos. Yo comencé a dar la clase a su hermano y no podía quitarme de la cabeza la imagen de Carmen masturbándose viendo esas fotos y sobre todo el saber que una foto mia estaba entre ellas, eso, pense, me abría muchas puertas.

Los días pasaron sin nada nuevo, es más ahora incluso el padre estaba en casa... (CONTINUARÁ)