Mi amiga salvadoreña

Si tu marido te maltrata y te llama puta, lo menos que puedes hacer es... evitar que se condene por mentiroso!.

Mi amiga salvadoreña

Me encontraba esperando turno para entregar los documentos que una amiga extranjera me pidió favor de llevar a la Delegación local del Instituto Nacional de Migración. Según la lista de espera, me tocaría después de tres personas que habían llegado antes que yo, y estaba desesperado, pues no me gusta estar sin hacer nada… la amplia sala de espera estaba ocupada por tres hileras de 4 sillas cada una, me senté solo en uno de los extremos, en otro estaban dos jóvenes varones y al fondo una pareja.

Cuando de pronto me llamó la atención el sonido clásico de unos tacones femeninos que se acercaban por el pasillo hasta la sala, me quedé atento para ver a la dueña de esos pasos y… apareció una visión hermosa, casi angelical… era una mujer de piel blanca, soberbia, altiva, no muy alta, pero sí más que yo, un poco excedida de peso, pero qué importaba eso, pues venía enfundada en un pantalón pescador de mezclilla, muy ajustado al par de hermosas piernas, marcando claramente sus abultados labios vaginales; traía puesta una playera holgada, para cubrir la inevitable llantita que se adivinaba en su vientre… su rostro ligeramente maltratado señalaba ya las tres décadas y traía puestos unos lentes oscuros.

Se fue directo a la oficina del encargado, pero vió que estaba atendiendo a una persona, por lo que se dio la vuelta haciendo un mohín de coraje y se sentó a mi lado.

Con la experiencia que me dan mis 40 años bien vividos y después de saber lo que sé en materia sexual con las mujeres, me dispuse a no desaprovechar la oportunidad de conocer a esa hembra, por lo que haciéndome el atento le sugerí que se anotara en la libreta de espera para que respetaran su lugar por si llegaba alguien más, ella, quitándose los lentes, me lanzó una sonrisa de agradecimiento y me dijo, "yo vine hace rato y me pidieron que trajera este otro documento, por lo que ya no debo esperar". Me mostró un escrito que le habían hecho en algún ciber cercano.

Por su respuesta me di cuenta que no tenía mucho tiempo para mi propósito, así que comencé la plática… le dije, "usted no es mexicana?", me dijo, "no, soy salvadoreña… y necesito mi FM3 porque me voy a casar, mi marido quiere que nos casemos para llevarme con él a donde viaja constantemente".

Es increíble lo que uno puede sacar de información en solo 10 minutos de charla, así me enteré que desde hacía tres años vivía en unión libre con un hombre de 25 años, alto y gordo, mientras ella tenía 33; me dijo que él era chofer de autobús y que cada dos semanas hacía un viaje a Tijuana, dejándola sola durante una semana que es lo que él tardaba en regresar.

Comencé a ver mis posibilidades y le pregunté que qué hacía ella durante ese tiempo, pues ya me había dicho que no tenía ni podía tener hijos con él, entonces me contó que él era muy celoso, que donde vivía, ellos ocupaban la planta alta de una casa y su cuñada la planta baja y, cuando él se iba de viaje le pedía a su hermana que la encaminara a tomar el autobús que la llevaría a casa de la mamá de él… uf!, sentí que se iban mis esperanzas.

Le pregunté donde vivía su suegra y, se renovaron mis esperanzas, pues me dijo que vivía en un pueblo muy cercano a la ciudad donde casualmente yo trabajo.

Entonces le empecé a insinuar algunas cosas, le dije que seguramente él era celoso porque ella era una mujer de cuerpo muy tentador, a lo que ella sonreía halagada… vi que iba por buen camino

Le dije que sus 33 años, estaba en la plenitud de la vida, que requería tener una vida sexual más activa, que esas semanas que se quedaba sola eran un desperdicio a su vida

Me confesó que él era tan celoso que no la dejaba salir sola, que incluso en ese momento había podido salir porque minutos antes se había peleado con él, que la había dejado sola en la casa, cerciorándose antes que no hubiera ningún dinero cerca para que no saliera, pero que ella le había pedido prestado a la vecina para hacer su trámite migratorio.

Yo le dije, "oiga, y cuando se va con su suegra, seguramente ella la está esperando en la terminal de autobuses", a lo que ella me respondió con un gesto de malicia, "¡Eso quisiera él!, y de hecho así se lo pide a la vieja, pero no, llego sola a la ciudad de… (donde yo trabajo) y de ahí tomo una combi al pueblo".

Entonces le pedí que la próxima vez que fuera con su suegra me pasara a visitar para seguir la charla, sabía que el tiempo era oro, me respondió que con mucho gusto lo haría, por lo que le anoté rápidamente mis datos y mi teléfono en un papel, pero cuando le pedí el de ella, me dijo, "¡No, el mío no te lo puedo dar (ya me tuteó), porque este teléfono a veces lo carga él, y si tú llamas y él contesta, me mata!".

Me conformé con solo darle el mío, cuando en ese momento el encargado de la oficina se desocupaba y le pedía a ella que pasara; a los dos minutos ella salía y cuando se quiso despedir de mí, el encargado nos preguntó a los cuatro restantes, qué trámite haríamos y al saber que yo solo entregaría documentos me pidió que pasara. También salí a los tres minutos pero cuando caminaba presuroso a alcanzarla, vi que se acercaba a ella un hombre que por las características que me había dicho, era su pareja, porque después discutían sin ningún disimulo, tomé la dirección contraria a donde estaban ellos y me fui.

Habían pasado 10 días de aquel encuentro y cuando yo ya andaba buscando otras opciones… por el interfón, la secretaria de la oficina donde trabajo me anunció que me buscaba la Sra. Zoila, que por cierto ya ni recordaba el nombre de mi amiga salvadoreña!. Le indiqué que la dejara pasar, creyendo que era un cliente, pero ¡Sorpresa!, era ella!... había cumplido su promesa de visitarme en cuanto llegara a la ciudad.

La hice pasar a mi privado, vestía toda de negro, con su típico pantalón ajustado y su blusa holgada, adornaba sus orejas con un par de arracadas. Le agradecí la visita y le pregunté si quería comer conmigo, a lo que ella respondió que no quería tardar mucho porque si se retrazaba más de una hora y su pareja se enteraba tendría problemas y además se mostraba temerosa de que algún conocido del pueblo de suegra la viera, pues no sabría explicar después qué hacía en esa oficina conmigo, entonces le sugerí que me permitiera llevarla a un lugar donde nadie nos viera y que solo le quitaría una hora de su tiempo, ella sonriendo con malicia me dijo, "¡vamos pues!".

Le indiqué donde estaba mi camioneta estacionada para que allá me esperara, le dije a la secretaria que volvería en hora y media y nos fuimos directo a un motel.

Cuando estacioné la camioneta a la entrada de la habitación ella riendo me dijo, "pero venimos nada más a charlar sin el riesgo de que alguien nos mire, verdad?, no me vas a querer coger aquí". Yo riendo también mientras le cedía el paso le respondí, "claro que solo venimos a charlar".

Entramos, se quitó los zapatos, se subió a la cama y se recostó casi sentaba, poniendo las almohadas a su espalda, yo la imité y reiniciamos la charla… el tema: los celos "infundados" de su pareja, que había llegado al extremo de golpearla e insultarla diciéndole que era una puta.

Sabía que el tiempo estaba corriendo y tenía que acelerar mi táctica para llegar a mi objetivo, por lo que después de escucharla por casi 10 minutos, le dije, "debe ser muy molesto para ti sentirte así de prisionera, y luego soportar sus escenas de celos sin ninguna razón o motivo… (hice una pausa)… si al menos la hubiera, pues hasta valdría la pena que te dijera que eres una puta".

Ella me miró y dijo, "sí, verdad?, para que se le quite, un día voy a hacer cierto todo lo que él me dice, le pondré sus merecidos cuernos!, pues no me agradece lo que hago por él, ayer me llevó todo el día lavarle a mano la ropa pues no me puede comprar una lavadora, estoy toda adolorida".

Ya en ese momento, ella me había tomado más confianza, pues mientras hablaba y hablaba, de vez en cuando me tocaba el hombro, la mano y a veces dejaba la suya sobre mi pierna, por lo que yo la imitaba, quitando de cuando en cuando un mechón de pelo que se le venía a la frente… hasta que después de una pausa le pregunté si le dolían los hombros (poniendo mis manos sobre uno), o sus manos (recorriendo ahora toda su mano en un ligero masaje); ella me respondió, "sí, te digo que estoy toda molida, ay! qué rico siento cuando me aprietas así".

Yo seguí moviendo mi mano ahora sobre su pierna (piernón!) y le pregunté, "también estás adolorida de las piernas?"… ella me respondió rápidamente, "sí, te digo que me duele todo, todo, todo!".

Entonces le dije, "pues yo se dar unos masajes relajantes estupendos, y… pues aún nos queda casi la hora completa, si gustas te puedo dar uno; ella girando su cuerpo para quedar bocabajo me dijo…. "siiiiiiiiiiiiii".

Pero a mi me gusta coger a la mujer recién bañadita y yo mismo me ducho antes, para evitar que cualquier mal olor afecte el acto, por lo que le dije… "pero para que lo aproveches mejor y estés fresquecita, dúchate antes".

Entró al baño, saliendo a los 5 minutos, pero solo se había quitado su pantalón, quedándose con su playera y un calzón cachetero de color negro, solo se había enjuagado el cuerpo, sin mojar su pelo… disimulando el despertar de mi verga, le pedí que me dejara tomarle la foto del recuerdo con mi celular, pero ella se negó diciendo que si llegaba a manos de su pareja la mataba, en verdad le tenía miedo al tipo.

Me costó convencerla que esa sería solo para mí, que quería tenerla siempre conmigo, que me dejara hacerlo… y bueno… por fin quiso… aquí está, oculto su rostro por razones obvias.

Volvió a recostarse en la cama, pero le dije que me permitiera ducharme antes yo también para que los dos nos sintiéramos frescos, ella volvió a recalcar, "pero no me vas a coger, verdad?, porque mira que estoy más grande y fuerte que tú!", mostrándome los bíceps de su brazo. Yo riendo entré al baño y le dije, "ni loco me atrevería a cogerte, porque si no me matas tú, lo hará tu pareja".

No tardé más de tres minutos en remojar mi cuerpo y ponerme jabón en mis partes íntimas, saliendo con mi truza puesta, envuelto en una toalla. Cuando la vi bocabajo, esperando su masaje, le pedí permiso de tomarle otra foto, a lo que accedió haciendo un mohín de disgusto o de advertencia.

Me coloqué de pie a un lado de ella y comencé a masajearle los hombros, pero no los alcanzaba bien, por el estorbo de la cama y lo robusto de su cuerpo, por lo que en cuanto ella recostó bien su cabeza y cerró los ojos, yo me quité la toalla y me subí a la cama; ella sin voltear a verme, preguntó, "qué haces?"; "te masajeo", le respondí, continuando ahora hincado a su lado, como vi que no dijo nada, levanté una pierna y me monté sobre su espalda, diciendo "así puedo mejor y además la presión de mi propio cuerpo te hará sentir bien". Ella intentó girarse, empujándome con sus codos, pero yo arrecié el masaje en su espalda, pasando por momentos mis uñas, lo que le hacia cosquilla; ya para esos momentos mi verga estaba en plena erección, pero procuraba no rozarla con ella… y así poco a poco, le fui subiendo la blusa hasta que minutos después mis manos se llenaban de la blanca y suave carne de su espalda… me di cuenta que ella medio suspiraba y sonreía.

Me recorrí hacia atrás, quedando sentado en sus nalgas, que a pesar de su volumen se sentían bien macizas, le di masaje en su cintura y suavemente me deslicé hasta quedar sentado en sus piernas, colocando mis manos en los cachetes de su culo que asomaban a los lados del calzón. ¡Que rico ver un culo de ese tamaño a tan corta distancia!, mis manos se regodeaban sobándolos, deslizando mis dedos por dentro del calzón… ella se comenzó a mover inquieta, haciéndome temer que me pediría que parara, pero lo que me dijo fue como una canción a mis oídos, "si te estorba el calzón, quítamelo, al cabo que tengo tu promesa de que no me vas a coger".

Me levanté un poco para sacarle el calzón, esperando verle la vulva, pero con lo gordo de sus piernas y lo apretado de su gran culo, no pude… solo veía carne… carne fresca, suave, nívea, maciza

Me volví a sentar donde estaba para seguir masajeando sus glúteos, deslizando mis manos sobre ellos, apretándoselos, luego comencé a deslizar mi dedo medio por toda la raja del culo, pero no llegué a tocarle el ano, había mucha carne por remover!.

Continué con el masaje en sus grandes piernas, que al contacto de mis manos se pusieron chinitas, ahora sí me di cuenta que eso la excitaba, por lo que me incliné y se las rocé con mis labios, a lo que ella dijo, "conste que no me vas a coger!".

Me animé a ir más allá, llegué con mis labios al nacimiento de sus apretadas nalgas y saqué mi lengua, comenzando a empujar para ver si alcanzaba su vulva, pero no podía, sus regordetas piernas me impedían el paso. Se las abrí un poco con mis manos, mientras seguía lamiendo el punto de intersección, hasta que logré que ella en medio de un prolongado suspiro, las abriera un poco. No me quise detener a mirar su vulva, pues podría arrepentirse de su acto, por lo que rápido estiré mi lengua hasta alcanzarla, haciendo que ella pegara un ligero respingo, pero luego se relajó y me dejó seguir; ya ahora con más confianza, con ambas manos le abrí los cachetes del culo hasta mirar el minúsculo punto rosado de su ano, llegando a lamerle solo las paredes internas, pues lo apretado que lo tenía me impedía llegar más allá… le dí más lengüetazos en su vagina, hasta que por fin pude escuchar sus primeros gemidos… "hummmmmmmmmmmm".

Cuando más entretenido estaba con mis lamidas, ella se giró, pasando una de sus formidables piernas por encima de mi cabeza, me sujetó de esta con ambas manos y restregó mi cara contra su vagina, diciendo, "pues si ya empezaste esto, ahora terminas… me tendrás que coger y al diablo con mi marido!, me llama puta, pues seré puta, soy tu puta, cógeme cabroncito!"

Era una vagina muy peluda, por lo que tuve que peinarle los pelos con mis dedos hacia los lados para permitirme seguir con mis lamidas… luego le introduje la lengua hasta donde me permitían llegar sus gruesas piernas donde chocaban mis mejillas. Sus gemidos eran muy fuertes, casi gritaba, "así, así mi amor, sigue así, aaaaaah!, qué rico, en verdad está valiendo la pena ser puta, sí que vale la pena ser tu puta, papito lindo!, sigue, no pares!".

Cuando sentí que ella no pararía hasta acabar, mientras continuaba con mis lengüetazos me fui quitando la truza, le dí un fuerte chupón en la vagina, dejándosela bien lubricada con mi saliva y sus propios jugos y me moví hacia arriba, pasando por su ombligo, hasta llegar a sus ricas tetas, que succioné como chamaco hambriento, ella consciente de lo que seguía, abrió totalmente sus piernas y medio las suspendió en el aire; con este movimiento la punta de mi verga chocó con la entrada de su vagina, por lo que suavemente se la fui deslizando, hasta que sentí que le entró completa… así mientras la embestía metiendo y sacando mi verga en su rica funda, le mamaba sus tetas, arrancándole nuevos gemidos, "ah! Que rico!!, ya me habían dicho que coger con los chaparritos es rico, porque al mismo tiempo que te meten la verga te chupan las chichis, y en verdad lo sabes hacer muy bien… aaaaah!, sigue, sigue!!".

Después de un rato, bajé mis manos por sus costados, hasta tomar en cada una sus carnosas nalgas y medio me hinqué, haciendo con ello más profunda la penetración y seguí con mis embestidas… ella se retorcía empujando su vientre hacia delante, con lo que hacia que su espalda quedara suspendida en el aire y su cabeza sobre la cama, totalmente desmadejada. Con sus grandes piernas me apretaba totalmente, casi en un abrazo de oso.

Yo ya casi terminaba, pero me di cuenta que ella no, por lo que me aguanté y le pedí que se pusiera de a perrito, ella lo hizo, apurándome a continuar metiéndoselo, yo me puse de pié en la cama y así se lo ensarté hasta el fondo, continuando con las embestidas, pero temiendo que no terminara al mismo tiempo que yo, decidí ayudarme con mi mano, por lo que desde atrás, sin sacarle la verga, con mi dedo medio le empecé a apretar su clítoris contra mi verga, llegándole a meter hasta dos dedos en esta tarea… y así, los dos escurriendo sudor, llegamos juntos al orgasmo, entre los gritos de ella, que decía, "así mi amor, así papito lindo, ¡méteme toda la mano!".

Cuando sintió que mi verga le aventaba el último chorro de leche, ella se dejó caer hacia delante, llevándome consigo, aún ensartado en su vagina, estirando los pies… así nos quedamos, jalando aire para normalizar el ritmo de nuestra respiración.

Cuando sentí que mi verga flácida abandonaba su cueva, me recosté a un lado de ella, que también se movió quedando de costado en un ángulo de 45°, dándome la espalda, con lo cual la raja de su culo me quedaba a la vista, estiré mi mano hasta colocar mi dedo medio justo en el botoncito de su ano y le dije, "la próxima vez me quiero comer este". Ella rápido me respondió girando para verme de frente, "Ah no chiquito!, ese no lo doy, ni a mi marido le he dejado entrar, dicen que duele mucho!".

Yo riendo le respondí, "hacen que duela los que no saben cómo hacerlo, pero yo sí sé… es más, modestia aparte, creo que esa es mi especialidad; además, no crees que es un desperdicio no darle uso a ese maravilloso culo que tienes?".

Ella, levantándose y medio componiendo su cabello me dijo, "bueno eso lo discutimos otro día, si acaso hay otro día, ahora ya me voy porque si no en cuanto vuelva mi marido ahora sí me corre o mata".

Yo aún riendo le respondí, "bueno al menos si te vuelve a decir puta, ya te dolerá menos, o no?". Ella lanzando una carcajada dijo, "jajajaja!!!, eso sí, si me vuelve a decir puta, al menos mi trabajo y mi sudor me costó!".

Hasta aquí esta historia, esperando que la pareja de mi amiga salvadoreña vuelva a salir de viaje y podamos repetirla y porqué no, quizá hasta logre tomar ese culito que estos días se me ha vuelto una obsesión.