Mi Amiga Sabry

Siempre me calentaron las tetas de mi amiga.

Era sábado 26 de julio a la noche, llovía y hacía mucho frío. Mi amiga Sabrina había discutido con su pareja, con quien vivían juntos desde hacía unos meses. Me llamó para contarme lo que había pasado. Pensé: ufa, voy a tener que sacrificar la salida de este sábado; pero bueno, una amiga estaba mal y yo no la podía abandonar.

Llegué a su casa a las 9 de la noche. Lloró a mares mientras me contaba, para ahogar las penas nos tomamos una cerveza, después abrió una botella de Gancia y seguimos tomando. Llegó un punto en el cual hasta nos empezamos a reír de su problema, evidentemente el alcohol estaba poniéndonos de mejor humor. Pensando que era estúpido estar mal por lo que le había pasado le dije. -Mira Sabri, ya está, ya te peleaste, no te quedes como una tarada encerrada acá sola, vamos a divertirnos por ahí- lo pensó y me dijo _tenés razón, vamos a divertirnos-, -Yo no me vine con ropa acorde para salir- le dije. –No importa- contestó, yo te presto. -Bueno, pero vamos a vestirnos bien llamativas-, -Si, bien torras- Así lo hicimos nos vestimos muy provocativas toda de cuero y nos fuimos a Capital.

Ya de por sí, cada vez que vamos a Capital, los tipos se desviven para charlar con nosotras, siempre; pero esta vez fue mucho peor. Todos se nos vinieron al humo cuando nos vieron entrar, dos rubias muy lindas, llamativas, y encima vestidas como dos yeguas. Todos nos invitaban con bebidas, tomamos de todo, dakiris, gancia, champagne, septiembre, de todo. Hubo un momento que estábamos una por un lado, la otra por el otro y las dos rodeadas de tipos invitándonos con bebidas, queriendo rozarnos, tocarnos apoyarnos, tratando de convencernos que nos vayamos con ellos. Mi mente marchaba a mil, me imaginaba enfiestada con todos ellos. En un momento, aprovechando el amontonamiento que había alrededor de nosotras, alguien me tocó la cola, la verdad, me gustó, entonces me di vuelta muy sugestivamente tratando de adivinar quién había sido, pero no me di cuenta quien podía haber sido. Al ratito siento que nuevamente me tocan entre la multitud, pero esta vez, metieron la mano por debajo de la minifalda y me rozaron entre las piernas por encima de la tanga.

Me gustó, por ese motivo, abrí levemente las piernas, él quien haya sido, se dio cuenta y metió la mano por dentro de mi tanga. Abrí más las piernas, entonces empezó a acariciarme suavemente. Era una mano grande, suave y cálida. Miré a mi alrededor, mientras todos me hablaban y me ofrecían cosas, intentando ver quién estaba haciendo eso, pero no lo pude descubrir. Empezó a meter el dedo suavemente adentro mío, me gustó mucho. Me calentó, entonces agarré uno de los vasos que alguien me ofrecía y tomé casi todo el daiquiri que tenía de un solo trago. Al hacer eso sentí un calor correr por mi cuerpo; pero no era la calentura sino un gran mareo. Me agarré la cabeza, me sentí muy mal, fui abriéndome paso entre los tipos que se ofrecían a llevarme, hasta que llegué a mi amiga que también estaba rodeada de tipos. –Sabri, vámonos, no me siento bien-, -si, vamos, que a lo mejor Javier volvió a casa y se va a enojar conmigo-, además ella también estaba bastante mareada.

Cuando llegamos ella abrió la puerta segura que iba a encontrar a su novio, pero Javier no estaba. Desilusionada, se tiró en la cama, yo, tambaleándome, me senté sobre la cama y le dije –Bueno Sabri, no es nada, ya va a volver.

Ella empezó a sollozar, yo me recosté sobre ella para abrazarla. El consolarla me dio una sensación rara, me quise levantar, cosa que me costaba por el alcohol que tenía encima y para levantarme, sin querer me apoyé en su pecho, grande, firme, enseguida saqué la mano... ella me miró a los ojos, yo tímidamente también la miré para pedirle disculpas, pero no emití palabra, sólo la miré. Sabrina agarró mi mano y suavemente la llevó hasta su pecho por encima de la ropa, no tenía puesto corpiño... yo me dejé llevar, sin dejar de mirarla. Era una sensación extraña, temor, vergüenza, mareo, y deseos, muchos deseos de acariciar esos pechos que, más de una vez me descubrí a mi misma mirándolos.. Ella tenía mi mano agarrada, apoyada sobre su pecho, esperando alguna reacción mía, yo no hice nada, entonces, llevó mi mano por debajo de su ropa haciendo que tocara la piel de sus tetas, cerré mis ojos, un poco por la excitante sensación de tocar ese pezón duro, esa piel tersa y ese pecho grande, muy grande; y otro poco por la vergüenza.

Le apreté el pecho, supe ella también había entrecerrado sus ojos movida por el placer. Lentamente con los ojos cerrados, me acerqué a ella, le levanté la remera que tenía puesta y pasé la punta de mi lengua por su pezón erecto. Ella emitió un suspiro de placer. Abrí los ojos, la miré, ella estaba con los ojos cerrados, la cabeza tirada hacia atrás. Ese gesto de evidente deseo me motivó para volver a pasar mi lengua por sus pechos. Así fue como empecé a chupar sus tetas, primero una, después la otra, las juntaba y pasaba mi lengua por el medio, no sé cuanto tiempo estuve, tocando, apretando, chupando esos pechos que tantas veces había mirado sin querer, evidentemente los había deseado mucho.

Ella agarró mi cabeza entre sus manos y hundió mi cara entre sus tetas, después la movió de un lado a otro, ya sin disimular el deseo. Después bajó mi cabeza hasta su entrepierna. Al principio sentí un gran rechazo. Jamás había estado con una mujer, en dos segundos se levantó la mini, se corrió a un lado la bombacha y quiso que le metiera mi lengua, yo tiré mi cara hacia atrás en un gesto de rechazo, pero ella insistió, empujando mi cara hacia ella, en el momento en que mi boca rozó su clítoris, una ráfaga de calor recorrió mi cuerpo.

Ya no pude resistirme. Estaba totalmente depilada. Comencé a jugar con mi lengua en su clítoris, no sólo que no sentí rechazo, sino que me calenté tanto que una mano se la puse a ella entre las tetas y con la otra comencé a acariciar mi entrepierna. Poco a poco la fui chupando toda, le succionaba el clítoris, le metía la lengua adentro se la sacaba, la volvía a meter, mientras yo me pajeaba sola. En un momento ella comenzó a moverse en un incesante vaivén, cada vez más y más rápido, de repente agarró mi cabeza con sus manos, me la apretó contra ella y se movió muy fuerte, entonces un líquido cálido y espeso salió de adentro de ella, había acabado, seguí chupándola un poquito más hasta que se relajó.

Se levantó, me recostó en la cama, me abrió las piernas y comenzó a chuparme... qué bien que chupa esta mina, pensé, claro, las mujeres sabemos muy bien cuales son nuestros puntos de mayor excitación... –siiii chupame- le dije. Ella supo que yo estaba muy caliente. Sentí que se levantó, hizo algo y volvió a mi entrepierna, no quise abrir los ojos para no desconcentrarme. De repente, comencé a sentir que mi concha se abría de una manera extraña. Abrí los ojos y pude ver que se había puesto un cinturón con una pija de unos 20 cm. Mmmm me calentó muchos más ver ese juguetito.

Me la metió hasta adentro, entonces se recostó sobre mí. Era increíble sentir una pija adentro mientras dos tetas infernales se apoyaban sobre mis tetas... Me cogió hasta hacerme acabar. De repente, me la sacó, me puso d espaldas, me abrazó de atrás apoyándome sus tetas y agarrando con sus manos las mías, se acercó a mi oído y me dijo –Te la meto por atrás?- Otra vez sentí el calor recorrer mi cuerpo, sin dudarlo le contesté: -Por favor, hacelo, metémela por atrás- Me puso en 4 patas y empezó de a poquito a meterla.

Fue entonces cuando se abrió la puerta y alguien entró. –Javier!- dijo Sabrina sorprendida y avergonzada- El nos miró espantado y dijo –Lesbianas de mierda, yo me las voy a coger a las dos- Se acercó, le dio un empujón a Sabrina, me obligó a ponerme otra vez en 4 patas y me la metió por atrás. –Nooooo grité yo, pero Sabrina ahogó mi grito metiéndome sus tetas en la boca. Me relajé, arqueé mi cintura, él me agarró de las caderas y empezó a moverse adentro mío mientras yo le chupaba las tetas a Sabrina. Sentía la verga entrar y salir de adentro de mi culo, sentía la rugosidad de esa pija y me ponía más loca, yo me movía como una puta, jadeaba, me movía y jadeaba, me cogían por el culo mientras yo chupaba dos tetas. De repente la leche de Javier inundó mi culo, resbaló mucho más, él sacó su verga de adentro mío, nos recostó a las dos sobre la cama y el último poco de leche que le quedaba lo desparramó en la cara de los dos.