Mi amiga Rocío resultó no ser tan pardilla.
Mi nueva amiga Rocío, conservadora, y religiosa resultó ser una chica liberal y abierta de mente y piernas.
La verdad es que ni me acuerdo cuando conocí a Rocío. La típica amiga de muchos de mis amigos más conservadores y que dos o tres veces al año nos encontrábamos en distintas reuniones o actividades conjuntas.
La verdad es que no se podía decir que Rocío y yo fuésemos amigos, simplemente conocidos. Aunque estaba físicamente bien, para mi era la típica conservadora, religiosa y mojigata a la que no se le conocía macho. No hacía falta que me dijese que ella a mi me consideraba un progresista, mujeriego y echado para adelante. Un tío que no era su tipo.
Como decía a Rocío la veía de vez en cuando y no nos solíamos hacer demasiado caso el uno al otro hasta que en el bautizo de los hijos de un amigo en común nos sentaron el uno al lado del otro. No es que nos quisiesen sentar para sacar una pareja de allí, simplemente ambos estábamos desparejados.
Rocío resulto ser una mujer simpática, agradable y como yo hasta los huevos de la corrupción y de los políticos. Evidentemente era mucho más conservadora que yo, pero una persona con la que se podía hablar. Ella descubrió en mi una persona con la mente abierta, culta y con las ideas claras. La verdad es que a lo tonto nos pasamos toda la tarde de cháchara y ya con una copa en la mano no nos fuimos de la fiesta hasta que se había ido todo el mundo.
En dos coches nos fuimos a tomar una copa pues lo estábamos pasando bien y a ninguno le apetecía retirarse en ese momento. La copa duró hasta las cinco de la mañana que con un beso más cerca de los labios que de la cara nos despedimos. Se me pasó por la cabeza llevármela a casa esa noche y follármela allí, pero preferí que la buena imagen que había cosechado de mi no se fuese a la mierda por un mal movimiento.
De camino a casa mande mi SMS clásico a Yolanda –
- ¿Sexo aséptico? - Yolanda, era una vecina a la que me follaba cuando a los dos nos apetecía. Llevaba años así y a pesar de novias y novios los dos habíamos follado mucho juntos, nos caíamos bien y nos gustaba como follábamos ambos.
- ¿Dónde estas?
- En Argüelles, volviendo a casa – no me contestó, esa era la señal que en cuanto se pusiese unas bragas limpias estaría en casa.
Efectivamente, cunado yo salía del garaje de casa ella me esperaba en el portal con cara de frio. No hubo mucho ritual, subimos juntos magreándonos en el ascensor y cuando llegamos a casa ya estábamos ambos desnudos y dispuestos a darnos placer.
Yolanda me comió la polla hasta que su coño le empezó a picar y poniéndose a cuatro patas me pidió que se la clavase, cosa que hice metiéndole mi polla hasta lo más profundo de su coño.
Follamos hasta el amanecer quedándonos dormidos abrazados. Cuando me desperté Yolanda había desapareció, por lo visto había quedado con su novio y los padres de este para comer en el Monte del Pardo. Con un poco de suerte al acabar con sus suegros y prometido volvería a tomar “el café” a casa.
Mi trabajo me obligaba a viajar mucho. Había meses que no y meses que si.
Estaba en Múnich cuando recibí la llamada de mi casero indicándome que en dos semanas debía de abandonar el piso alquilado donde llevaba viviendo más de 7 años. Le intenté explicar a mi casero que estaba en Alemania y no volvería hasta dentro de 10 días y que no me daba tiempo. Era un problema de cojones pues en 5 días no me daba tiempo a hacer la mudanza y buscar una nueva casa. Problema de cojones. El casero no me hizo ni una concesión, con la excusa que necesitaba la casa para uno de sus hijos yo no tenía nada que hacer.
Estaba desolado y creo que eso se notó en mis reuniones.
Como no tenía ganas de cenar con ningún cliente a pesar que era viernes y que debido a una reunión el sábado no iba a poder volver a Madrid, decidí volver al hotel y cenar algo rápido.
La sorpresa fue mayúscula cuando al entra por la puerta giratoria según yo salía de ella, mi amiga Rocío entraba. Nos quedamos los dos con la boca abierta de encontrarnos allí. Rocío estaba distinta, no se, su peinado, su ropa, su escote, algo no cuadraba.
- hombre don Alfonso Herrera Martínez, yo que le esperaba ver a usted el fin de semana que viene en la fiesta de Amparo y me lo encuentro en Múnich.
- Doña Rocío Fernández del Carballar y ¿usted por Múnich? Y además tan guapa.
- Pues he tenido que ver unas cosas y ahora me voy a cenar con unos amigos. ¿Y tu?
- Curro. Mañana y el lunes a las 8 de la mañana tengo reuniones por lo que me tengo que quedar aquí en el finde.
- Bueno, pues nos vemos el sábado que viene.
La verdad es que la tía estaba muy guapa. Me extrañó que no me invitase a unir a ella, pero lo achaqué a que le había comentado que estaba allí por trabajo.
Cené solo absortó en mis pensamientos.
La semana pasó sin mucha historia. Bueno, una noche me follé a una de las clientas. Una alemán pequeñita. La verdad es que adoro penetrar coños rubios.
Llegue a Madrid ni siquiera con tiempo de pasar por una papelería a comprar cajas. Veía mi casa y se me caía el mundo encima pensando que hacer con tanta cosa.
Pensé en llamar a Yolanda pero estaba demasiado depre incluso como para follármela. Decidí levantarme temprano para buscar casa.
Llegué a la fiesta de Amparo un poco depre porque dejaba mi casa y un poco desolado porque no encontraba otra casa donde vivir.
Saludé a un par de amigos, a un par de amigos y casi sin darme cuenta Rocío como si fuésemos íntimos me agarró del brazo dándome un beso en la cara.
- ¿Qué tal en Múnich?
- En Múnich bien, ¿y tu?
- Yo me volví el sábado al mediodía, no me dio tiempo de ver nada. A esos amigos y poca cosa más. ¿Y lo demás?, te veo mala cara?
- Nada importante.
- A mi no me engañas.
- Nada importante, de verdad
- Venga Fon, si a los amigos no le puedes contar tus problemas…
- Pues poco que pueda hacer tu. Mi casero que larga de casa en cuatro días y ni tengo la mudanza hecha ni a donde ir. – Rocío se quedó pensativa.
- Venga ya nos preocuparemos de eso más tarde, ahora vamos a beber algo.
Y eso hicimos. Bebimos a ratos nos separamos, a ratos nos encontramos, a ratos bailamos, a ratos hablamos, a ratos volvíamos a beber y así toda la noche. Me sorprendió cuando la fiesta empezaba a decaer que Rocío se acercase a mi y me dijese:
- coge tu cazadora y vamos a tomar algo por ahí. Deja tu coche vamos en el mío.
Y salimos de la fiesta sin despedirnos de nadie y en menos de 15 minutos estábamos en el Honky Tonk en el centro de Madrid.
- he estado pensando que te puedes venir a mi casa.
- ¿cómo?
- Que si, que mientras encuentras casa te puede venir a mi casa.
- Es muy amable por tu parte, pero ¿qué hago con mis muebles?
- Un guardamuebles, yo te ayudo.
- Pero, ¿tienes sitio?, ¿has pensado que no va a ser una semana?, ¿qué van a decir?
- A ver, vivo en la que fue la casa de mis padres. Es un chalet al lado de la ciudad universitaria, hay sitio de sobra. No hay problema de tiempo. No creo que nadie llegue a saberlo, lo digo por mi buen nombre – sonrió – no pasaría nada, una ya es mayor.
- Prometo no acostarme contigo hasta por lo menos pasados quince días.
- Es lo mínimo que puedes prometer - y sonrió.
Bebimos hasta la extenuación. Rocío me dejó en casa y para mi sorpresa 6 horas después estaba con ropa de derribo, cajas y una furgoneta para ayudarme en la mudanza.
- arriba dormilón – me decía desde el telefonillo – que he traído de todo y he hablado con una guardamuebles para meter tus trastos.
Cuando subió arriba me explico que me ayudaría a hacer cajas y por la tarde vendrán unos rumanos a ayudarnos a llevarlas hasta el deposito.
Curramos como desgraciados. Aproveché para tirar muchas cosas. Rocío se tomó con mucha naturalidad el encontrar un cajón en mi mesilla de noche lleno de juguetes sexuales. Sonrió y lo metió todo en una caja. A mi me dio mucha vergüenza.
Me dio pena ver mi piso vació cuando Marius, uno de los rumanos, salió con la última caja.
Rocío cogió mi coche y yo mi moto y salimos hacía su casa. Para mi sorpresa aquella no era una casa, sino una mansión. El chalet tenía de todo, un gran garaje, piscina, jacuzzi, gym y sala de cine.
Mi anfitriona abrió dos cervezas y nos las bebimos a sorbos sentados en la encimera de la cocina.
Salí un poco antes de mi hora normal de casa pues no sabía el tiempo que iba a tardar en llegar a la oficina.
Cuando volví me encontré a Rocío que sudaba en una maquina steps en el gimnasio. La verdad es que estaba muy sexy con el sudor que le marcaba el canalillo del culo y el circular de sus pechos. La chica me saludaba entre jadeos.
Resultó que Rocío contra todo pronostico era aficionada al futbol, una aficionada radical del Barça algo que chocaba claramente en contra de mis sentimientos familiares por el Espanyol de Barcelona. Resultó igualmente que ese sábado se jugaba el Barcelona – Espanyol que por supuesto no le interesaba a nadie en Madrid pero en nuestra casa aquello era una guerra civil.
- te apuesto lo que quieras que os arrasamos como siempre.
- ¿qué te apuestas?
- Seré tu esclava si sacáis un solo punto del nou camp.
- ¿Y yo que te puedo ofrecer?
- Tu nada, es apuesta contra nada.
- Me parece bien. ¿Y cuanto tiempo serás mi esclava?
- Un fin de semana entero.
- Es justo.
- Es justísimo. De hecho deberíamos subir tu parte a pagar las cervezas.
- Es justo.
El partido se jugaba el sábado, a las 8 de la tarde. Podíamos verlo en casa o podíamos verlo en un bar. Pedimos de todo, nachos, chicken fingers, y para cuando Messi pateó el balón por primera vez ya llevábamos dos cervezas.
El partido fue un dominio tremendo del FC Barcelona. Los centrales no daban abasto para cerrar las cometidas de Messi, Neymar y Suarez apoyados desde la segunda línea por Iniesta y compañía. Diego López había salvado al Espanyol en más de 12 oportunidades hasta que el genio de Rosario cogió el balón a 30 metros de la portería y después de sentar a media defensa perica la clavó en la escuadra. 1-0 y 50 minutos por delante. Rocío saltaba de alegría y pedía la primera ronda de copas. El partido no mejoraba para el Espanyol que no lograba salir de su área, como se decía antiguamente Diego López había salido con la estampita de la virgen de los desamparados y paraba todo lo que llegaba. Se había pasado de sobra el minuto 90 del partido, Rocío saltaba a mi alrededor esperando el pitido final cuando Piatti recogió un mal pase de Piqué en una triangulación del Barça y salió como una centella contra la portería del Barça. Jordi Alba no logró llegar al cruce, Piatti solo tuvo que elevar el balón por encima de un portero a media salida para hacer enmudecer al Nou Camp y a mi compañera de mesa. El partido no dio mucho más de si, saque de puerta y todos a las duchas.
Rocío no sabía que decir.
- ¿no querrás cobrar?
- De usted por favor.
- ¿perdona?
- Mira esclava. A partir de ahora de usted
- No te atreverás.
- De usted, y trae unas copas para celebrarlo.
Rocío se lo estaba tomando a mucha coña, pero yo le quería sacar al tema un poco de partido.
- A ver, mientras degustamos esta rica copa. Me vas a contar, ¿que pensabas de mi antes de sentarnos untos en el bautizo de marras?
- ¿La verdad?
- La purita verdad.
- Ok. Al fin de cuentas soy tu esclava. Pues la verdad es que me pareciste un engreído, salido y con dos dedos de enfrente.
- ¿Y ahora?
- Cero engreído, de las personas más inteligentes que conozco y me imagino que un salido, como todos los hombres.
- Una cosa por la que tengo mucha curiosidad. Me clasificas de salido, vale lo admito, desde tu conservador prisma así es como debes de verme, pero ¿y tu?
- ¿yo que?
- ¿Eres tan mojigata como aparentas o las matas callando?
- No te voy a contestar eso.
- Claro que si. Perdiste la apuesta.
- DE acuerdo. Hago mis cositas, pero soy discreta. No por ir a misa los domingo no me atraen los hombres.
- ¿Y concibes el sexo sin amor?, bueno perdona, ¿concibes el sexo?
- Si me preguntas eso hace dos años te hubiese dicho que no.
- ¿Y ahora?
- Ahora lo veo perfectamente normal.
Como vi que el tema se iba de las manos decidí que debía de cambiar de tema de conversación. Pedí una ronda de copas y seguimos con la cháchara.
Eran como las tres de la mañana cuando por temas de la vida le pregunté medio en broma y medio en serio.
- Bueno, Rocío, ¿y realmente a que te dedicas? – Rocío me miró fijamente.
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Por nada.
- Venga dime
- Por nada, es una tontería
- Dime porfa – la chica rogó.
- No, de verdad no es nada simplemente que con tu trabajo no puedes pagar ni la calefacción de tu casa, cuanto menos la vida que te pegas.
- ¿Y esos cálculos?
- Bueno, yo gano bien y de alguna manera por si te podía ayudar un poco con los gastos mientras yo esté aquí.
- No hace falta que pongas nada, no te preocupes.
- Y bueno, ¿a que te dedicas?, no me lo has dicho.
- Trabajo en un banco.
- No, esto no da solo para un trabajo en un banco – Rocío me miro duramente a pesar de la sonrisa de borracha.
- ¿Es una orden?
- Por supuesto.
- Si te lo digo me tienes que jurar que nunca nadie lo va a saber.
- No tengo porque, soy el amo.
- En serio bobo, si te lo cuento vas a saber algo que nadie que conoces sabe, aunque alguno disfruta de ello – en ese momento fui yo quien la miré con ojos de alucine.
- De acuerdo – dije.
Rocío me cogió de la mano mientras con su otra mano tecleaba su móvil.
Salimos a la calle y al rato un Uber nos recogía.
No dijimos nada al conductor, el hombre sabía donde íbamos debido a la app. Nos detuvimos enfrente del hotel Villamagna. Rocío no había dejado de teclear en su móvil.
Entramos en el hotel y cruzamos la recepción sin pararnos. Subimos a la quinta planta, paramos delante de la puerta de la habitación 536.
- en serio Al, vas a ver algo que te va de alguna manera a cambiar la vida y la manera como me ves. Creo que te conozco y se que vas a respetar tu palabra y que además vas a entender lo que vas a ver.
- De acuerdo – dije yo alucinando, ¿será puta?, pensé.
Rocío mando un mensaje y segundos después nos abrió la puerta un pavo de más de dos metros, cuadrado y vestido en cuero. Nos hizo con el dedo la señal que no hiciésemos ruido. Entramos en silencio. Flipé cuando en la cama desnuda, de rodillas y con la cabeza echada hacia delante, con los ojos tapados, los pechos colgando, una aparato que la impedía cerrar la boca y esposada estaba Ana Matías Pérez, una de las personas más pijas que conocía, socia de un conocido despacho de abogados. Me fije mejor y de su culo salía una especie de gancho que se conectaba con una cuerda con una correa alrededor de su cuello.
- ¿Por quég hag abiertog lag puertag? – dijo Ana con la dificultad que el aparato en su boca provocaba, nuestro anfitrión cogió un látigo y con fuerza cruzó con él la enrojecida espalda de la chica.
- Zorra, no te he permitido hablar – cogió un hielo de la cubitera y se lo puso en su irritada espalda – la ultima vez que preguntes cuando repongo hielo zorra.
El armario nos volvió a pedir silencio. Sacó de una maletas unas pinzas y se los puso en los pezones a la abogada y lanzándola para delante y mostrándonos el depilado coño de la mujer me aplicó un vibrador de gran tamaño en toda la raja.
El hombre le daba cera con el vibrador mientras con la otra mano con un pequeño látigo azotaba con fuerza tanto el pecho como la espalda de Ana.
Sin decir ni una palabra observamos como el hombre hizo con Ana todo lo que quiso. Finalmente apoyó sus tetas contra la cristalera de la habitación y sacando por primera vez en la noche su polla de su pantalón se la incrustó en todo el ojete y se la folló in cuartel hasta poco antes de correrse. El hombre hizo que Ana se arrodillase en medio de la suite y ante mi sorpresa no se la metió en la boca, sencillamente se la meneó a dos dedos de la boca abierta de la abogada y corriéndose en sus fauces poco después inundando de esperma aquella abierta boca. La cosa no terminó ahí, Ana mantuvo su boca abierta hasta que el armario empezó a mear, si, a mear dentro de la boca de la mujer que empezó a temblar de placer corriéndose dejando el suelo de parquet perdido de flujo.
El armario la cogió por el pelo y la metió a empujones aun esposada en el baño cerrando su puerta dejándola dentro.
- Doña Rocío – nos dijo en voz baja y apuntando con el dedo a la puerta– si no les importa.
Salimos sin hacer ruido.
- ¿qué cojones es eso, fije una vez entrado en el ascensor?
- A lo que me dedico.
- ¿Te prostituyes?
- Que coño me voy a prostituir, organizo eso.
- ¿queeee?
- Pues lo que oyes, es una larga historia, pero, tengo una app para encuentros sadomasoquistas en Madrid.
- ¿Solo? – dije en plan sarcástico.
- Bueno, también organizo encuentros de esos en grandes ciudades de Europa. Solo jornadas especiales.
- ¿Cómo en Múnich?
- Como en Múnich.
- Vamos a tomar una copa que creo que la necesito.
Otro Uber después entrabamos en un bar, pedimos la copa.
- y…?
- Poco y,
- ¿Cómo que poco y?, a ver Rocío, tu eres desde fuera una virgen estrecha y retrograda conservadora y resulta que ejerces de Madame sadomasoquista.
- Bueno todo eso lo era antes, pero la verdad es que al principio lo de llevar esta negocio me parecía un poco raro, pero después me di cuenta que la gente estas cosas las quería pero no sabía como.
- ¿Y Ana?
- Bueno, tenemos unos cuantos amigos en común que usan mis servicios. Ellos nos saben que esto es mío, pero yo lo se por el pago con la tarjeta de crédito. Ana por ejemplo lleva año y pico, una vez al mes. Le gusta mucho que le den fuerte, cuanto más mejor.
- Hay que ver, con lo estrecha que parece y lo estirada que es.
- ¿cómo yo?
- Clavada.
- Pues si supieses quienes son los otros.
- Dime.
- Tranquilo.
Otra copa después salió la pregunta de rigor.
- ¿Y tu como empezaste en esto?
- Ja, ya habías tardado en preguntarlo. Bueno, por temas del banco acabé un fin de semana en Ámsterdam, tenía trabajo en Bruselas el viernes y lunes y aproveché para quedarme el fin de semana. Conocí el viernes por la noche a una chica holandesa muy maja en y me invitó a que fuese con ella a su casa a Ámsterdam. LA chica no era mi estilo, pero bueno la verdad es que Bruselas la tenía ya muy vista y Ámsterdam casi no la conocía.
- Bueno ¿y?
- Tranquilo. El caso es que esa noche salimos por Ámsterdam. Parecíamos una puta acompañada por una monja. La verdad es que a base de copas y porros.
- ¿Fumaste porros?
- Si, por primera vez en mi vida.
- ¿Y?
- Bueno, copas, porros, bailes y la chica que me abre el escote y me revuelve el pelo. Seguimos bailando. Me volví loca. En un momento dado de la noche empezamos a hablar sobre lo que era el sexo, yo decía que sin penetración no había sexo y ella decía que sexo era todo. Personalmente me negaba admitir que las pajas que le había hecho a mil y uno no era haber tenido sexo con ellos. Entre copa y copa la discusión se puso muy interesante hasta que ella lo soltó.
- ¿El que?
- Espera.
- Son las seis de la mañana y no tenemos toda la noche.
- Bueno pues me dijo que ya que para mi no era sexo y para ella si, íbamos a ir a un sitio donde íbamos a divertirnos. Seguramente por el alcohol no dije nada.
- ¿Y?
- Joder, ¿y aun lo preguntas?
- Ya.
- Me llevó a un club de sado donde ciertamente me hicieron de todo pero me nadie me penetró. Por primera vez en mi vida noté como me tiraban de los pezones, como me azotaban el culo y el chocho y como me masturbaron con juguetes.
- ¿y eso no es penetración?
- Una polla es penetración
- Vale, vale, vale. ¿Y como fue?
- Fue increíble. Notar como bajaba por mi espalda una especie de cortador de pizza con clavos me hizo correr como en mi vida. Aquellos tíos me hicieron olvidarme que estaba desnuda ante desconocidos. No me pareció ni siquiera caro.
- ¿Cómo que caro? ¿pagasteis?
- Pues claro, aquello era un negocio.
- ¿Y?
- Que el sábado repetí y la semana siguiente y la siguiente.
- ¿Cómo?
- Si, me gustó tanto que el siguiente fin de semana volví a Ámsterdam, y el siguiente y el siguiente.
- ¿Y montaste la app?
- Bueno tarde algo más, primero me tuve que meter en este mundo, muy cutre todo por cierto, pero tuve que meter mano. A lo tonto y un par de meses después de meterme se me ocurrió un día después de una noche con un argentino el probar a hacer una aplicación sencilla y dar a la gente lo que le gustaría.
- ¿Y que tal?
- Pues la bomba, la primera noche tuvimos que desconectarla porque tuvimos siete clientes y solo el argentino para dar caña.
- ¿Y que hicisteis?
- Pues correr aun sex shop en gran vía y comprar una mascara de cuero. Yo me tuve que poner manos a la obra. Esa noche entre cliente y cliente pasé por un par de clubes de BDSM y pedí a unos conocidos que nos ayudasen. Las cosas han cambiado mucho en dos años.
- ¿cómo?
- Bueno, todos los amos son profesionales, viven de esto y curran toda las noches. Alguno son los mismos que aquella primera noche y algunos son traídos incluso desde Londres o Paris. Tengo a 24 personas a mi cargo.
- ¿24?
- Si, incluso en fines de semana hacen dos o tres servicios.
- ¿Y ganan mucho?
- No hay ninguno que no baje de 7000 euros por mes.
- ¿Y tu?
- Ni lo preguntes. Joder Fon, me estoy poniendo muy cachonda contándote esto. Vamos a casa.
Salimos a la calle buscando cobertura para el móvil y paramos un taxi que pasaba.
Llegamos a casa y lo cierto es que no sabía si Rocío estaba muy o poco cachonda pero yo estaba a cien. Nos despedimos en la cocina. Me metí en la ducha y me recreé 15 minutos. Salí mojando el suelo corriendo hasta mi habitación con una toalla cubriéndome el culo. Rocío me esperaba desnuda a cuatro patas ofreciéndome su coño.
- ¿y esto? – le dije posando una de mis manos en una nalga.
- Te he dicho que me tienes muy cachonda.
- ¿y?
- Que quiero que me folles.
- A ver Rocío, hace una semana te dije que no te la metería en dos semanas, y ha pasado una.
- Era hablar por hablar. Quiero que me folles, creo que me lo he ganado.
- ¿Dónde tienes tus vibradores?
- ¿Que más dará?
- Soy tu amo. ¿Dónde están?
- En el segundo cajón del segundo armario de mi habitación – la dejé sola y volví un rato después con una superpollón que jamás le hubiese imaginado a Rocío. No le di mucha oportunidad se lo puse en la mano que delicadamente pasaba por su raja. - ¿qué es esto?
- Métetelo.
- No pienso, quiero que me folles.
- Olvídate de que te folle, no lo voy a hacer. Hasta nueva orden, aquí mando yo. Métetelo hasta el fondo, quiero ver como te corres.
Rocío se masturbó como una loca, se dio de lo lindo, me demostró a cada movimiento de muñeca que para nada era la mosquita muerta que siempre había pensado. Me demostró como se corría una mujer de verdad y las marcas en su espalda me indicaron que no había prisa en conseguir piso.
Esa noche cuando mi anfitriona se quedó dormida a mi lado empecé a pensar en el futuro.
CONTINUARA….