Mi amiga Paula I: Ojo por ojo
En esta entrega, mi amiga Paula viene a visitarme con su novio. Una de las noches acaba durmiendo donde no debe...
Ella me decía que últimamente discutía mucho con su novio, pero de ninguna forma imaginaba que pudiese suceder algo así.
No era la primera vez que venía a visitarme este año. A pesar de la distancia, Paula (Paulita o Pauli para los amigos) y yo seguíamos manteniendo una gran amistad desde que nos conociéramos en el instituto del pueblo muchos años atrás. A pesar de no haber tenido mucho contacto durante los primeros años de carrera, la amistad siguió ahí, aunque viviésemos a casi 1000km el uno del otro. Se trata de una chica muy agradable, simpática y muy cariñosa a la par que atractiva. Es una chica bajita (apenas llega a 1,60) y de facciones delgadas que no hacen sino acentuar sus curvas, suaves y delicadas, y sus pechos, los cuales sin ser gigantes (una talla 95 aprox) sí que llamaban la atención en un cuerpecito tan pequeño como el de ella. Tiene la cara de una muñequita de porcelana y su pelo, corto y castaño, cae ondulante sobre sus hombros y su frente. Desde hace casi dos años está saliendo con un chico llamado Guillermo, un tío alto, fuerte y rubio del norte del país al que conoció por una compañera de la universidad. Una de las veces que estuve en el pueblo me lo presentó y me pareció un chico bastante formal.
Como decía, este año, hace apenas unos meses, Pauli vino a visitarme acompañada de su novio. Estuvimos visitando la ciudad y salimos de fiesta con algunos de mis amigos (ella ya conocía a algunos). He de decir que aunque ella me había dicho que últimamente discutía con su novio, yo los vi muy bien durante aquel fin de semana e incluso uno de mis amigos me dijo que vaya pena que mi amiga tuviese novio. Quien dijo esto fue Marcos, un chico un par de años mayor que yo al que conocía desde hace poco menos de un año pero con el que había entablado una buena amistad. Es un chico de estatura normal y delgadito, guapete de cara y con mucha labia. Tiene fama de don Juan por lo bien que engatusa a las chicas con su palabrería. Además, era muy abierto y siempre ponía su piso a disposición para hacer fiestas.
Después de aquella primera visita, pasaron unos meses hasta que, hace apenas unas semanas, Pauli me anunció que ella y Guillermo vendrían a pasar unos días de nuevo a Barcelona. Sin embargo, esta vez pasó algo que lo cambió todo radicalmente.
De nuevo, todo había transcurrido con total normalidad: paseamos por el centro, vimos un par de cositas de la ciudad que habían quedado pendientes y por la noche, después de cenar, fuimos al piso de Marcos a una de nuestras típicas fiestas donde llegamos a juntarnos unas 15 personas. Después de beber algunas copas, decidimos marchar a alguna discoteca cerca del Eixample. Es por eso que decidimos ir a la calle Aribau y entrar en una de las muchas que hay. La noche transcurría bien, bailamos y bailamos hasta que me di cuenta, al cabo de un tiempo, que Pauli estaba un poco seria. Se la veía radiante, con su cara de muñeca brillando en la penumbra del local, una camiseta de tirantes a rayas ceñida que marcaba perfectamente el contorno de su cuerpo y una minifalda blanca q dejaba a la vista sus bronceadas y finas piernas. Me acerqué a ella y le dije qué le pasaba.
-¿Qué te ocurre chiqui?.
Nada, Guillermo que está un poco idiota esta noche, ya sabes cómo es.
No te preocupes anda, voy a hablar con él.
No hace falta, pero bueno como quieras.
Pauli se quedó resignada y yo me acerqué a la barra desde donde miré en busca de Guillermo. Lo vi unos metros más allá hablando con un desconocido, el cual le estaba presentando a un par de chicas bastante guapas ellas, una rubia y otra pelirroja. Me acerqué hasta donde estaba y le dije:
-Oye, Pauli está buscándote.
- Dile que me deje tranquilo un poco, que me agobia. Ahora voy.
No sabía qué había pasado entre ambos. Lo cierto es que me di la vuelta y fui al lugar donde estábamos todos. Cuando llegué, Pauli estaba bailando con Marcos y con un amigo nuestro del pueblo (Pepe). Parecía que al menos estaban consiguiendo sacarle una sonrisa. Cuando me vio llegar Pauli, se acercó a mí y me abrazó.
-Muchas gracias chiquitín.
¿Por qué? Si no he hecho nada…Guillermo dice que ahora vendrá.
Bueno, que haga lo que quiera. Gracias por estar tan pendiente de mí.
Seguimos un rato más bailando y Guillermo siguió sin aparecer. Algo más tarde, cuando Pauli venía del servicio, pude notar que llegaba un poco alterada y con los ojos llorosos. A lo lejos estaba viendo como Guillermo se besaba con la chica rubia que le habían presentado antes y salía con ella, abrigo en mano, del local. Fui corriendo a por Pauli y la abracé fuertemente.
-¿Ves cómo es un cabrón, Raúl?
Lo sé, lo sé. Pero no se merece que llores por él. Quieres que nos vayamos?
Sí, por favor.
Me acerqué al grupo y les dije que nos íbamos. Marcos y Pepe, compañeros de piso ellos, me dijeron que también se venían que ya era tarde. Camino del metro me di cuenta de que era viernes y aún no habían dado las 5. Estaba tan cansado que les dije a Marcos y Pepe si podíamos quedarnos en su piso.
-Oye, tío, mierda. Que el metro no abre hasta las 5. Pufff yo paso de esperar, estoy reventao. Oye nos podemos quedar en vuestro piso?
En el piso? Vale, no problema. Pero qué pasa con su novio??
Que le den – respondió con brusquedad Pauli.
Bueno, tenemos la habitación de Julio que no está. Y el salón.
Perfecto, Pauli que duerma en el cuarto de Julio y yo en el salón – me ofrecí.
Así que sin más, llegamos al piso, situado en pleno Eixample de Barcelona cerca del Paseo de Gracia. Preparamos el cuarto de Julio a Pauli mientras se “desarreglaba” y, al cabo de un rato, todos estábamos descansando. O al menos eso pensaba en un principio.
A los pocos minutos, escuché un ruido. Ya estaba pensando que era algún tipo de paranoia producto del alcohol. Decidí levantarme al baño a lavarme la cara pero algo me llamó la atención desde el pasillo. Se veía una luz tenue desde la habitación donde descansaba Pauli. La de Pepe estaba cerrada y la de Marcos estaba entreabierta. La de Pauli estaba un poco más abierta. Me quise asomar para apreciar la estampa de mi gran amiga Pauli soñando con sabe Dios qué. Sin embargo, vi algo que no me esperaba.
Pauli estaba sentada en la cama vestida sólo con un sujetador y unas braguitas celestes. Su cara estaba iluminada por la luz de unas tenues velas. Arrodillado ante la cama estaba Marcos, sin más ropa que unos boxers ajustados, consolando a Pauli, tocándole la mejilla con una mano mientras le acariciaba la cintura con la otra. Pauli sonreía agradecida. Yo desde mi posición estaba sorprendido. La luz de las velas me permitía ver claramente lo que ocurría dentro de la habitación y, a la vez, la oscuridad del pasillo me camuflaba de sus posibles miradas. No voy a decir que no he tenido fantasías con Pauli, pero, de verdad que no me esperaba poder presenciar una cosa así en la realidad.
Estaba en estas cuando vi que Marcos y Pauli se besaron dulce y lentamente. Pauli alzó su mano y la posó en uno de sus pechos. Marcos la miró y dijo algo así como: Dios mio, ¿cómo tienes esas tetas con lo pequeñita que eres?
Pauli dejó escapar una pequeña sonrisa y volvió a besarle en los labios. Ahora Marcos ya había posado su mano izquierda sobre la mano que ella había colocado sobre su pecho, apretando, buscando abarcar ese pecho en toda su inmensidad mientras seguía besando los labios y el cuello de Pauli. No sé qué le pudo decir Marcos a Pauli pero estaba claro que su palique había surtido efecto una vez más y Pauli había caído también víctima de sus encantos. La situación me estaba encendiendo, y al ver como Marcos conseguía dejar a la vista los senos de Pauli tras apartar el sujetador, mi polla comenzó a reaccionar.
Marcos y Pauli se pusieron de pie, mientras él no paraba de sobarle las tetas. Marcos se colocó a su espalda, abarcando los pechos de Pauli con sus manos mientras ella se pegaba a su cuerpo buscando ese roce sensual entre el aparato, oculto pero tenso ya, de Marcos y su propio trasero. Con sus manos, Pauli atraía hacía si las caderas de Marcos mientras éste amasaba sus pechos y besaba el cuello de Pauli sin parar haciendo que ella cayera en un sinfín de inaudibles gemidos. De improviso, Marcos alzó uno de sus brazos hacia la cabeza de Pauli, y la guió haciendo que se arrodillara ante sí y su rostro quedase a la altura del bóxer. Pauli le miró a los ojos durante unos segundos para, acto seguido, bajar su mirada al frente hacia su próximo objetivo. Retiró el bóxer liberando así la polla flamante de Marcos. Pauli la midió con la mirada y se lanzó a ella, chupándola y lamiéndola poco a poco desde su capullo hasta la base. Impuso un ritmo despacioso que guiaba Marcos, con su mano aún sobre la cabeza de Pauli. Al cabo de unos segundos, Marcos se echó sobre la cama y Pauli se abalanzó de nuevo sobre su polla, engulléndola y masajeándola con una cadencia cada vez más elevada. Marcos se limitaba a jadear y acariciar la cabeza de Pauli, apartándole sus cabellos para poder mirarle los ojos mientras le comía la polla.
Al cabo de un par de minutos, Marcos apartó a Pauli y la besó suavemente en los labios.
-Buen trabajo guapa. Es mi turno, déjame ver que tenemos por aquí.
Pauli se incorporó y se puso a cuatro patas sobre la cama. Marcos le retiró el tanguita celeste y comenzó a acariciar suavemente su vagina, palpando su temperatura y estado. Acercó su lengua y lamió los labios, hinchados y depilados de Pauli, que dejó escapar un nuevo suspiro. La cara de Marcos se hundió en las intimidades de Pauli mientras sus manos pasaban de estimular su clítoris a pellizcar sus pequeños pezones y amasar sus pechos. Los gemidos de Pauli pasaron a ser más notorios y no paraba de retorcerse ante la labor de Marcos.
-Bueno, esto ya parece que está listo. Mierda, los condones, espera que voy a mi cuarto a por uno.
- NO!! No hace falta. Tomo la píldora. No hace falta que los uses. Venga y fóllame.
-¿En serio? ¿A pelo? Guay, tú mandas guapa.
Dicho esto, se incorporó de rodillas en la cama con su mástil apuntando a la entrada de la cueva de Pauli, que seguía a cuatro patas esperando la dichosa llegada de ese nuevo huésped a sus dominios. Marcos se sacudió su aparato y lo frotó sobre la vagina como si fuese una lámpara y esperara que el genio le concediese tres deseos. Después se colocó en la entrada y comenzó a empujar para adentrarse en un terreno hasta ahora desconocido. Las paredes de Pauli cedieron recibiendo al vigoroso miembro de Marcos con un clima cálido y acogedor. Marcos salió y volvió a entrar, cada vez más despacio, cada vez más adentro, cada vez más placentero.
-Ohh sí, qué calentito. Que a gustito se está aquí dentro reina. ¿Te gusta?
- Uuhh sí, dios que bien. Me gusta mucho. Lo haces muy bien.
Marcos ya había conseguido ensartar toda su carne hasta la base dentro de Pauli y ahora se limitaba a bombearla cada vez más rápidamente, asiéndola por las caderas e incluso por una de las tetas y los hombros, besándole en el cuello.
-Oooh ohhh, siiii. Dame, dame.
- ¿Qué te dé? Eso hago reina. Sabía que caerías, se lo dije a tu amiguito Raúl. Seguro que él también se muere por echarte un polvo como éste.
Y en el fondo no le faltaba razón. Ya había fantaseado con ella pero verla en acción me había puesto mucho más cachondo de lo que imaginaba.
-Calla y sigue anda. Ohh si…
Y vaya si seguía. Marcos embestía subiendo y bajando el ritmo. A veces, incluso se quedaba parado echado hacia atrás y era la propia Pauli quien comenzaba a moverse hacia adelante y hacia atrás buscando ese aparato que le estaba dando tanto placer.
Al poco tiempo Marcos desenfundó su fusil y colocó a Pauli boca arriba, le abrió las piernas y se situó entre ella penetrándola esta vez con mayor vigor y fuerza. Colocó ambas piernas sobre sus hombros y comenzó a embestir con todo su cuerpo tratando de llegar más dentro aún.
-¿Era esto lo que querías? ¿No querías más? Dios qué polvo. Ahhh
- Sigue, sigue, oh síii que bien. Sigue sigue.
Marcos jugó después con las piernas de Pauli, las abría por completo, las cruzaba, las juntaba arriba de sus hombros y no paraba de penetrar y empujar en ningún momento. En un momento, cruzó las piernas de Pauli y se las puso sobre su hombro derecho, volviendo a incrementar la intensidad de la embestida. Al poco rato, y sin sacar la polla, giró las piernas haciendo que Pauli quedase de costado. De esta forma, podía continuar con la embestida y volver a disfrutar de las dichosas tetas de Pauli que seguía gimiendo y disfrutando.
-Oh dios, sigue, no pares. Me encanta!!
- Te gusta eh perra. Ahh sí!! A mí me encanta tu coñito. Calentito y cerradito, como debe ser.
Dicho esto, Marcos cesó en sus embestidas y se tumbó en la cama invitando a Pauli a que tomara ella la decisión de montarle. Pauli se subió a horcajadas, se introdujo la polla de Marcos en su húmeda vagina pero se echó hacia atrás negándole a Marcos que pudiese comerle las tetas mientras ella le montaba.
-No seas mala.
- No soy mala. Me toca a mí mandar, no? Pues eso. Jajaja.
En esta posición comenzó Pauli a cabalgar sobre Marcos. La escena era más que excitante, viendo a Pauli cabalgando a Marcos y ver a la vez esas tetas botando sobre su cuerpo sin parar con cada vaivén. Pauli cabalgaba rápido y su respiración se entrecortaba cada vez más hasta que se fundió en un profundo y notorio orgasmo. Pauli se estremeció, sus piernas temblaron y tuvo que apoyar sus brazos sobre el pecho de su amante. Marcos aprovechó y tiró de sus brazos, de forma que Pauli se abalanzó sobre él y pudo de nuevo saborear victorioso, el aroma y sabor de sus pechos, mientras Pauli retomaba el ritmo de la penetración.
-Veo que te gustan los orgasmos. Ahora vendrá el mío.
¿En serio? Pues ten cuidado no te corras dentro. Que tomo la píldora pero por si acaso mejor córrete fuera…mmmm que rico dios!!!
No me jodas ahora con eso. Después de toda la follada a pelo.
Marcos se la quitó de encima y se incorporó. Se puso de pie detrás de Pauli y la inclinó hacia adelante de forma que toda su pancita reposaba sobre la cama. Volvió a embestirla.
-Ahora cuando notes que me corro date la vuelta que en el coño no te lo llevarás pero el desayuno sí que te lo vas a tomar.
Marcos se olvidó de cualquier tipo de delicadeza y comenzó a embestir a Pauli como si no hubiese mañana. El clímax estaba próximo.
-Ya me viene cariño. Me queda un poquito nada más. Diosssssssss que polvo Pauli madre mía.
OK, deja deja.
No, espera un segundo aún. Uf uff uffff.
…
-Diossssssss
El primer misil se lanzó desde el interior de la gruta. Tan pronto como lo sintió, Pauli se revolvió y se dispuso a recibir el resto de munición sobre su rostro (que hasta esta noche suponía de porcelana). Hasta cinco descargas recibió sobre sus mejillas y pechos, mientras Marcos se vaciaba de placer.
-Ha estado genial no crees? Tu novio no sabe lo que se pierde. Uaaaaah.
Para cuando me corrí me había alejado unos metros de la estancia. A los pocos segundos vi pasar la sombra de Marcos pasando hacia su cuarto y cerrando la puerta del mismo.
Entonces me incorporé, y me dirigí al cuarto de Pauli, cuya puerta seguía entreabierta. Pauli estaba tumbada y tapada, agotada por el esfuerzo. Me acerqué a su lado, me senté y la miré. Ella abrió los ojos y me dijo: Raulitooo!! Quedate aquí conmigo porfi.
-No, Pauli – dije mientras le acariciaba el pelo. Descansa ahora que mañana va a ser un día muy duro…
CONTINUARÁ