Mi amiga, mi complice, mi sumisa...

Son amigas y se cuentan sus más oscuros deseos y secretos...Hasta que en una de ellas nace el deseo de someter y en la otra el de ser sometida...

Para mi querida Paloma...amiga, cómplice...¿ Algo más ?

Últimamente, parece estar de moda encontrar am@s o sumi@s por Internet. Desde luego no se puede negar que es un buen método.

Pero a veces, nos podemos encontrar con grandes o pequeñas decepciones... pude resultar que mientras todo suceda en un chat un alto nivel de morbo embargue a las partes, pero al conocerse am@ y sumis@ de repente se dan cuenta de que no son como pensaban y la magia se rompe.

Pero también puede ocurrir la contrario...

Podemos tener suerte y al descubrir la cara ( y la personalidad ) de la persona que estaba al otro lado de la conexión, esta cumpla todas nuestras expectativas...

En esta historia ocurre la segunda opción ( sino ¿ que gracia tendría contarlo? ).

La chica que conocí era una joven madrileña de 20 años.

Nunca había sido sometida, ni de forma real ni cibernética... Y yo tampoco había tenido oportunidad de domar a una mujer.

Desde el principio demostró que la gustaba jugar, aunque no creía poder llegar a los juegos que yo deseaba realizar con ella

Era una maldita bruja que me hechizó sin remedio. Una loba disfrazada de cordera. No, mejor al revés, una cordera que se disfrazaba de loba. Una caliente mezcla de ingenuidad y zorrería, que seguramente hubiese encantado a cualquiera, ya fuese hombre o mujer. Le gustaba el tira y afloja.

Con el tiempo yo veía que iba entrando al trapo y le gustaba mi juego, se excitaba con él, pero cuando menos lo esperaba, la muy puta intentaba rebelarse...bueno, después de todo no era nada que no se pudiese arreglar con un buen castigo.

Las dos éramos muy conscientes de que aquel morbo que sentíamos la una por la otra se podría acabar si nos conocíamos, pero desde luego merecía la pena arriesgarse.

No relataré nuestras conversaciones ni lo que consiguió hacer antes de que llegara el día del encuentro, pero si diré que pasó del miedo y la desconfianza a la excitación y a la seguridad cuando estaba conmigo. Poco a poco se dejó guiar por mi y obedeció mis órdenes, aunque se pasaba la mitad del tiempo bajo castigo debido a sus intentos de desobediencia...Al principio pensé que le gustaba desafiarme, pero con el tiempo me di cuanta de que había algo más...le encantaba ser castigada. En el fondo era una autentica zorra.

Ella me daba placer a mi y yo a ella. Nuestras imaginaciones jugaban la una con la otra.

No solo anhelaba dominarla, sino que la deseaba a ella en si misma. De repente me encontraba pensando en que besaba sus labios o recorría su cuerpo durante horas sin que nada más importase.

Como no iba a querer conocerla...lo que pasara después, realmente me daba igual...

Cuando por fin llegó el día del encuentro, mi estomago era un manojo de nervios y me supongo que el suyo también. Todo el camino hacia Madrid lo hice con las piernas temblando y con tal ebullición de pensamientos y recuerdos en mi cabeza que casi no me di cuenta de las cinco horas de viaje que me separaban de ella.

Habíamos quedado en Sol. No había querido que ella fuese a buscarme...y lo hice por una razón muy especial...

Esperaba que ella fuese puntual. Había visto fotos de ella y últimamente la había visto por la cam, así que conocía su precioso rostro. Conocía de memoria cada curva y cada rasgo de su cara. Sus sensuales labios, sus grandes ojos negros, aquella graciosa nariz...aquel rostro de niña traviesa, pero en el fondo buena, que me hacia suspirar.

Allí estaba. Vestida con un pantalón negro y una camiseta negra bajo su cazadora vaquera desabrochada.

No me acerqué enseguida a ella. Permanecí a cierta distancia sin ser vista. Observaba cada uno de sus movimientos. Cambiaba el peso de una pierna a otra, se retiraba su liso y negro pelo de la cara, miraba el reloj y continuamente miraba hacia diferentes lados, buscando a alguien...y pensar que era a mi a quien buscaba me hizo sentir un cosquilleo en la entrepierna...

Cogí aire profundamente y decidí que ya era hora de dejarme ver...

Caminé sin titubear hacia ella y aunque el alma me temblaba, no permití que mis piernas lo hiciesen.

Ella más que verme, me intuyó, porque de repente giró la cabeza y me miró directamente. Me debió de reconocer al instante ( ella también me había visto por fotos y cam), porque una sonrisa muy grande afloró en sus labios cuando nuestros ojos se cruzaron.

Al estar frente a frente, yo me quedé en blanco, no supe ni decirle hola y creo que a ella le pasó lo mismo, porque de repente las dos comenzamos a reir...

La risa después de todo es una forma muy eficaz de romper el hielo...

Ella se acercó para darme dos besos, pero yo decidí ser un poco más audaz y desvié mis labios hacia los suyos dándole un suave beso. Ella no se retiró pero noté que se ruborizaba.

Eran casi las dos de la tarde y las dos teníamos hambre, así que decidimos ir a comer a un italiano que estaba cerca de allí ( a las dos nos gustaba la pasta), así de paso, podríamos hablar y descubrir si la magia se rompía o no...aunque en solo cinco minutos que llevaba con ella, para mi todo estaba claro...Deseaba comerme a aquella dulce pero rebelde niña.

El solo brillo que había en sus ojos era aun más intenso de lo que yo había intuido. La forma en que movía las caderas al andar, recordaban a los movimientos del coito y el leve balanceo de sus pechos bajo la ropa incitaban mis mas ardientes deseos. Por supuesto que quería poseerla...sin limites...

Mientras caminábamos hacia el restaurante, apenas hablábamos, sólo alunas preguntas y respuestas triviales sobre mi viajes, su carrera, mi trabajo...

Al llegar nos sentamos y pedimos. Decidimos pedir un Peñascal para beber.

Al parecer el vino hizo su efecto y poco a poco nos fuimos abriendo más, hasta que la conversación derivó hacia el sexo.

Al acabar de comer, pensamos en ir hasta El Retiro. A mi me encanta ese parque y hacía mucho que no iba.

Cogimos el metro en Sol y nos dirigimos hacia allí.

Ahora la conversación era ya muy animada. Reíamos continuamente como unas crías y sin darnos cuenta comenzamos a tontear la una con la otra. Frases con doble sentido, leves roces que parecían no ser intencionados...

Al salir del tren, incluso me atreví a darle una palmada juguetona en su redondo traserito, pensando que pronto sería mío. Ella no se lo esperaba y se sobresaltó ante lo cual me reí y le dije que buena zorrita que era, tendría que acostumbrarse a muchísimo más que eso. Ella soltó una carcajada nerviosa, pero tras esto bajó un poco la cabeza y dijo

Si mi ama.

Bien, parecía que aceptaba el juego... Fue delicioso oír aquellas tres palabras.

Salimos de la estación y nos dirigimos al parque.

Paseamos, hablamos y nos hicimos un par de fotos...

De pronto vi un paraje que parecía solitario, con muchos árboles la cogí de la mano y la llevé hacia allí.

Me preguntó divertida que adonde íbamos, pero no la contesté. Simplemente tiré de ella y al llegar, vi que efectivamente no había nadie.

La empujé suavemente pero con decisión contra un árbol, puse una mano en su nuca y la besé. Un leve roce de mis labios contra los suyos, para pasar después a recorrerlos con mi lengua, hasta hacer que abriese su boca. Nuestras lenguas se encontraron y comenzaron a jugar mientras mis manos se deslizaron bajo su camiseta, rodeando su cintura y acariciándola, para después pasar las yemas de mis dedos por su tripita hasta llegar a sus pechos, los cuales se escondían bajo un sujetador muy suave. Sin preámbulos se lo bajé para poder sentir su piel bajo mis manos.

De repente noté una mano que bajaba por mis hombros hasta llegar hasta mis pechos y pellizcaba mis pezones por encima de la tela de mi ropa. Su contacto me hizo estremecer.

Me volví un poco más audaz y llevé una de mis manos hasta su entrepierna. Noté como ella daba un respingo, pero no me detuve, sino que eso me animó más. Desabroché su pantalón y metí la mano por debajo de su tanga.

Enredé su vello púbico en mis dedos y tiré un poco de él, tras lo cual, deslicé un dedo hacia su rajita, abriendo sus labios y encontrando su duro clítoris, el cual saqué de su escondite, mientras con otro dedo me acerqué a su dulce entrada que ya estaba humeda.

Al introducir un dedo en su coño, su cuerpo se tensó y me respondió besándome con más pasión mordiéndome los labios.

Yo estaba excitadísima y no podía creer que tenía por fin en mis manos el cuerpo de mi pequeña puta.

Pero pensé en torturarla un poco, así que tras masturbarla un poco, me aparté bruscamente de su lado.

Podría vernos alguien así que mejor lo dejamos. Le dije.

¡ Puta ¡. Fue su respuesta. Ni se te ocurra dejarme así, me da igual que nos vea todo Madrid...

Ante su respuesta y sin dejarla reaccionar, la cogí fuertemente por la cintura la obligué a darse la vuelta y solté dos fuertes palmadas, que nada tenían de juguetonas, sobre su culo ante las cuales soltó un gritito, aunque creo que más por la sorpresa que por el dolor.

Por Internet no podía castigarte así, pero ahora si que puedo y me encanta hacerlo, así que más te vale portarte bien zorra.

Ella me miró con furia, creo que estaba sospesando las ventajas e inconvenientes de darme una mala constezación...

Al final, puso los morritos como una niña enfurruñada y se cruzó de brazos, pero no dijo nada.

Yo me eché a reir, estaba preciosa con aquella carita...

Me puse a arreglarla la ropa y ella aunque seguía sin decir nada y con cara de mala leche simulada, me dejó hacer.

Cuando terminé, le planté un beso el su fruncida boquita y le pellizqué un pezón, ante lo cual ella respondió pellizcando el mio.

Lo apunto a la lista de desobediencias. Le dije divertida.

Aunque intentó no hacerlo, no pudo evitar reirse...

No era muy tarde, apenas las 6 y 30, pero ya comenzaba a oscurecer y ella me dijo que por qué no íbamos a casa

¿ Tan pronto ? Le pregunté.

Si. Me gustaría que estuviésemos las dos solas. Quiero tenerte para mi. Contestó.

Aquello era música para mis oídos, por supuesto no me negué. Así que nos encaminamos de nuevo a la estación y cogimos el metro para Princesa. Ella vivía en Moztambique así que nos dejaba cerca.

Durante el trayecto, noté que la única que hablaba era yo y pensé que le pasaba algo, así que se lo pregunté, a lo cual me respondió con otra pregunta...

¿ Que va a pasar ahora ? Parecía un poco asustada.

Lo que las dos queramos. Le contesté. O mejor dicho, nada que tú no quieras. Se que esto es distinto a hablar por Internet, pero las dos seguimos siendo las mismas y las condiciones también son iguales.

Su cara de preocupación comenzó a desaparecer.

Seremos amigas, cómplices, incluso amantes....y sólo si tu quieres, serás mi sumisa.

Sabes que si quiero. Me dijo. Pero nunca he hecho algo así y tengo un poco de miedo...

No tienes que tenerlo, nunca te haría daño. Le dije. Al menos, no un daño insufrible, porque los azotes por lo de antes no te los quita nadie.

Una carcajada salió de su boca y de repente se echó sobre mi y me plantó un beso en la boca. Ahora me tocó a mi quedarme perpleja. Me había besado en un tren lleno de gente. Un par de personas dos miraron descaradamente, pero la mayoría ni se imutó.

Una sonrisa se escapó de mis labios.

Al fin llegamos a nuestro destino...

Mientras caminábamos hacia su casa, pensé que por fin ella iba a ser mía totalmente, iba a poder besarla, tocarla, follarla y dominada sin límites... Y aunque el deseo me embargaba, no podía evitar sentir un nudo de nervios en mi estómago.

No se que podía estar pensando ella en aquel momento, pero estaba nerviosa eso lo deduje porque cuando intentó abrir el portal con la llave, la mano le temblaba...

Consiguió por fin abrir y subimos en el ascensor en silencio.

Curiosamente, al abrir la puerta de casa la mano no le tembló como antes.

Entramos en la casa y tras cerrar la puerta nos miramos a lo ojos y por lo que vi en los suyos, ya no me quedó duda de lo que iba a pasar...

Continuará...

Si queréis escribirme podéis hacerlo a estadovirgen@yahoo.es .