Mi amiga me pilló follándome a su novio

Todo el mundo pone los cuernos a su pareja, pero mi amiga y compañera de piso me pilló montándomelo con su novio en el sofá.

Es domingo y nada más despertarme recibo un whatsapp de Felipe, el novio de mi compañera de piso:

  • Sé que estás sola y que Marta no llega hasta la noche. En media hora estaré allí. Dúchate o lo que te haga falta, en cuanto llegue no pienso parar de follarte.

Joder! Y yo pensando que iba a tener un día tranquilo sin mi amiga Marta por casa. De un salto salgo de la cama y voy al baño donde me miro al espejo. Llevo mi pijama puesto, un pantalón de algodón muy corto que deja ver parte de los cachetes de mi trasero y una camiseta de tirantes que, al no llevar sujetador, marca mis pezones que están duros sabiendo la sesión de sexo que les espera. Me los quito de inmediato junto al diminuto tanga que llevo puesto y me meto a la ducha. Agarro la pinza que siempre dejo enganchada a la cortina y me recojo mi larga melena morena. No tengo tiempo de lavarme el pelo, echarme mascarilla, esperar que haga efecto y un sinfín de cosas más. Así que me limito a echarme agua, enjabonarme y buscar con la cuchilla cualquier pelo que deba depilarme. No tengo muchos ya que ayer tuve un encuentro sexual con mi novio Marcos y ya estaba perfectamente depilada. Menos mal que éste estará de resaca y hasta la tarde no me escribirá para quedar. Si Felipe sigue por casa siempre podré decirle que tengo que estudiar, que llevo muy mal el examen de la semana que viene. Posiblemente es verdad, y debería estar estudiando en vez de follarme al cabrón de Felipe, un chico que a simple vista parece un completo enamorado de su novia pero que a sus espaldas no para de follarse a otras. Hoy, a mí.

Termino de ducharme con estos pensamientos en la cabeza. ¿Y si le digo que no venga? ¿Qué me deje tranquila esta vez? ¿Qué no quiero seguir poniéndole los cuernos a Marcos? Pero una parte de mí sabe que eso no va a ocurrir. Él es muy insistente, pero yo además no quiero decirle que no. Me encanta follar y me pone muy cachonda saber que me follo al tío bueno del novio de mi amiga. Si un día dejan la relación, me pregunto si seguiría teniendo tanto interés en él. ¡Quién sabe! ¡Está tan tremendo!

Mientras me seco miro el reloj. Han pasado 10 minutos desde que recibí el mensaje así que aún dispongo de 20 minutos para desayunar y arreglarme. Me pongo la toalla alrededor de mi cuerpo y decido desayunar primero y así mientras decido qué ponerme y si me maquillo mucho o poco. El vaso de leche no lo he dejado demasiado tiempo en el microondas y me sale frío, pero da igual pues no puedo perder ni un segundo del rato que me queda. Cojo un par de magdalenas de mi estante de la cocina y procedo a desayunar sin prisa pero sin pausa. Una vez acabado dejo el vaso en el fregadero, ¡ya lo fregaré luego! Ahora salgo despedida a mi cuarto mientras por el camino me voy quitando la toalla. Llego totalmente desnuda a mi armario de donde saco un conjunto de lencería muy sexi de color rojo que me compré el mes pasado. Me encanta ponérmelo con ropa blanca medio transparente y ver como mis compañeros de clase se quedan embobados mirando mis escotes.

Me miro al espejo de mi habitación y estoy estupenda. Mido 1,70, peso 55 kilos y tengo una talla 90 de sujetador. Además salgo a correr prácticamente todas las tardes así que tengo unos muslos duros y sin pizca de celulitis. Con el conjunto rojo parezco una modelo de ropa interior. Sin embargo aún me quedan un par de cosas que hacer. Corro al baño y enchufo mi plancha. Mientras espero que se caliente empiezo a extenderme crema por la cara con suavidad. La plancha no está aún caliente del todo pero el tiempo apremia. Empiezo a alisarme la parte de atrás y termino con la de delante. Aquí giro la plancha para hacerme unas suaves ondas, las cuales salen perfectas por tener ya la máquina a la temperatura ideal para rizarme el pelo. La desenchufo y la apoyo en un taburete que tenemos en el baño. Ahora toca maquillarse. Me pongo el corrector, la base de maquillaje y empiezo a extenderlo con la ayuda de una brocha. Luego me echo el colorete y el eyeline. Un poco de rímel y se acabó. Voy maquillada pero como si fuese a salir a comprar el pan. Todo bastante discreto, pero junto a mi cuerpo sólo tapado por un sujetador y un tanga fino hace que esté irresistible.

Ya ha pasado la media hora. Me pongo desodorante y unas gotas de perfume en lugares estratégicos. Corro de vuelta a mi habitación y decido ponerme una camisa que me viene grande pero sólo lo justo para taparme hasta mitad de mi culo. Decido no abrochármela. ¿Tacones? ¿Me los pongo? No, sería demasiado. Prefiero que me vea descalza.

Ya estoy lista pero vuelvo al baño a mirarme en el espejo y retocarme el maquillaje. Me vuelvo a repasar el pelo, vuelvo a mi habitación a mirarme en el espejo de cuerpo entero que tengo ahí. Y éste chico sin llegar. Pues nada, que llega tarde y no ha avisado. ¿O quizá no venga? Tonterías, éste cuando quiere follar bien que folla.

Diez minutos después de la hora acordada y sin saber muy bien que hacer voy a la cocina y veo la taza en el fregadero. Así que me pongo a fregarla y en ese justo momento alguien toca al timbre del portal. Es entonces cuando empiezo a ponerme nerviosa. Sé lo que va a pasar, y después de una veintena de veces que me he acostado con él no hay muchas sorpresas, pero aun así me pongo nerviosa. ¡Seré tonta!

Cojo el telefonillo y contesto:

  • ¿Quién es?
  • Pues yo… - Me dice con cierta musicalidad en su voz. Es Felipe, ¡cómo no!

Abro sin decir una palabra más. Vivo en un segundo piso así que calculo que en un minuto estará arriba. Le espero en la puerta apoyada y practicando una postura sexi pero intentando ser casual.

Aunque mi compañera Marta siempre sube en ascensor, este chico, al igual que hago yo, sube por las escaleras. Me ve en la puerta abrochándome los botones de la camisa y sin decir nada me empuja dentro cerrando la puerta tras de sí. Se abalanza a besarme mientras con sus manos desabrocha los botones que yo acabo de abrochar.

Se retira lo justo para susurrarme:

  • En mi presencia no te pongas ropa. Te la tienes que quitar. Y por cierto, podías contestarme cuando te diga que voy hacia tu casa.
  • Uy, lo siento. Acabo de leerte y he pensado que de nada servía ya contestarte. – Miento por supuesto. No quiero que piense que llevo media hora arreglándome para él.
  • ¿Y así andas siempre por casa? – me dice mientras me devora con la mirada ya con la camisa en el suelo.
  • Estaba probándome el conjunto que me regaló ayer Marcos. – miento una vez más.
  • Joder con Marcos. Y parecía tonto.

Toda esta conversación por supuesto entre besos y acaricias por nuestros cuerpos, aunque más que acaricias debería decir que son auténticos agarrones fruto de la pasión. Le quito la camiseta dejando sus abdominales y sus pectorales completamente depilados libres. ¡Madre mía cómo está este niño! Le beso el pecho y me acerco a su cuello donde le doy pequeños mordisquitos alternando con besos. Saboreo su oreja y le susurro lo bueno que está y lo mucho que me pone. De inmediato me agarra levantándome del suelo y me lleva hasta el salón. Yo por mi parte rodeo su cuerpo con mis piernas mientras le beso en la boca.

Una vez en el salón  me deposita con cuidado en el sofá. Este mueble es el orgullo de mi compañera de piso debido a su gran tamaño y ahora gracias a ello no voy a tener ningún problema en montármelo allí mismo con Felipe. Él también debe pensar lo mismo pues metiendo sus manos por detrás de mi espalda me desabrocha el sujetador. Yo también ayudo a liberar a mis pechos de esta prenda tirándola bien lejos. Una lástima dejar en el suelo una prenda tan bonita, pero qué vamos a hacerle. Casi mejor ir desprendiéndose de toda la ropa y así hago yo también con él desabrochándole el pantalón vaquero que lleva. Le queda bien, para qué mentirnos, pero mejor va a quedar en el suelo al lado de mi sujetador.

Para sacarle los pantalones tenemos que cambiar de postura y ahora él se tumba y yo mientras me pongo de pie para poder desnudarle a mi antojo. Una vez le quito los pantalones hago lo mismo con sus bóxer dejando al descubierto su gran polla dura. No llega a 20 centímetros ni mucho menos pero es mucho más grande y gorda que la de mi novio. Quizá esa tarde me tocara follarme también a Marcos. Pues bien, no tengo ningún problema, me gusta follar a todas horas.

Sin embargo en este momento estoy con Felipe y quiero que se dé cuenta de lo mucho que le deseo. Le miro la polla mientras me muero el labio para posteriormente mirarle fijamente a sus ojos y decirle:

  • Me encanta. Tienes una polla para ser disfrutada una y otra vez.
  • Pues toda tuya. Ya sabes que hacer.

Y eso hago. Con deseo me acerco a su polla para metérmela directamente a la boca. Una vez dentro la saboreo. ¡Me encanta! Se nota que viene duchado de casa. La saco lentamente apretando con mis labios su polla para darle más placer. Una vez fuera le miro con cara juguetona y paso a lamer su glande todo alrededor sin parar de mirarle fijamente. Está brillante y empieza a salir el líquido preseminal. Con lo que me gusta el semen no voy a dejar de aprovechar esta oportunidad de lamerlo y metérmelo en la boca. A él esto le vuelvo loco, como correrse en mi boca y que me lo trague. Cuando llevo un rato rodeando su glande con mi lengua procedo a metérmela de golpe en la boca acoplando mi lengua y mi garganta para metérmela bien hasta el fondo. Le oigo gemir.

  • Ohh, joder cómo me gusta.

La dejo unos segundos aguantando la respiración hasta que la vuelvo a sacar y vuelvo a repetir el proceso, alternando con metérmela en la boca sin más, pero haciéndolo más rápido para hacerle disfrutar más. Vuelvo a sacarla para lamerla todo alrededor y decido que ya es el momento de follármela. Así que me retiro dejándolo fuertemente excitado y me levanto.

Sin dejar de mirarlo con una sonrisa en los labios me quito lentamente mi tanga rojo que aún cubría mi sexo. Al retirarlo me percato de la gran humedad que cubre el tanga.

  • Sólo con chupártela no te imaginas lo mojada que me has puesto.

Acto seguido llevo un dedo a mis labios vaginales para recoger mi líquido y metérmelo posteriormente a la boca. Felipe sigue cada uno de mis movimientos sin perder detalle. Le excita sobremanera que sea tan guarra.

Con el dedo aún en la boca me acerco a él sentándome encima con las piernas abiertas. Felipe ya sabe lo que toca y se coloca con las piernas más juntas para hacerme hueco. Todo esto en menos de tres segundos porque ambos queremos la penetración cuanto antes.

No hace falta lubricar, estoy tan húmeda y su polla tan dura que la penetración se produce en un instante. Ese momento mágico en el que sientes entrar a ese cacho de carne tan dura y grande que llena cada centímetro cuadrado de tu vagina. Es un placer inconmensurable. Él por el contrario siente que su polla es cubierta por una apretada vagina caliente y húmeda.

Empieza el mete saca conmigo encima dando pequeños saltitos impulsada por mis piernas. Me acuerdo cuando hacía años no aguantaba ni un minuto en esa postura debido al cansancio que pronto me embargaba. Sin embargo años de entrenamiento corriendo a diario han aumentado mi resistencia y puedo disfrutar muchos minutos en esa postura sin cansarme. A él le encanta pues apenas tiene que hacer nada, no se cansa, sólo disfruta. Además sé que su novia siempre le pide la postura del misionero para no cansarse. Pues que se joda, normal que le tenga que poner los cuernos cacho hombre que tengo debajo, musculoso y guapo.

De repente me pide que vaya más despacio o si no se correrá. Así hago, pero él decide entonces cambiar de postura y me tumba bocarriba en el sofá con la sana intención de comerme el coño. Me gusta dar placer, pero ¿qué me lo den a mí? ¡Menuda maravilla!

Empieza lamiéndome el clítoris mientras con un dedo juega en mi vagina. Me lo introduce de golpe intentando llegar a mi punto G y lo consigue. Empiezo a gemir. Comiéndome en clítoris y estimulando mi punto G enseguida llego a mi primer orgasmo. Felipe nota mis espasmos y sonríe de satisfacción.

  • Eres genial. -  le digo.
  • Lo sé. Pero ahora como comprenderás te toca a ti hacerme correr.

No me lo pienso dos veces y vuelvo a colocarme encima de él obligándole a sentarse.

Estoy especialmente mojada por lo que me introduzco su pene sin ninguna complicación. Gracias a que soy multiorgásmica sigo excitada así que lo cabalgo disfrutando de cada embestida que tengo con él. Felipe me agarra del culo y de vez en cuando me da algún azote que resuena en toda la estancia. Sabe que me excita muchísimo que me peguen en estos momentos, aunque sin pasarse, por supuesto.

Sin embargo ésta no es mi postura favorita así que le susurro al oído.

  • Quiero que me folles a cuatro patas.
  • Ahora mismo.

Y en un abrir y cerrar de ojos los dos en unos movimientos prácticamente acompasados nos ponemos, por un lado yo de rodillas encima del sofá apoyada en el respaldo de éste, y él detrás, de pie, con un mano agarrada a mi cintura y la otra dirigiendo su polla hacia mi coño. Me lo va introduciendo poco a poco y voy sintiendo como ésta va introduciéndose en mi interior llegando mucho más profundo que antes. Con rápidos movimientos de pelvis me va follando salvajemente llegando incluso a hacerme daño ya que tiene la polla bastante grande y me está llegando hasta lo más profundo de mí. Pero me da igual, la situación es tan excitante que voy a masturbarme mucho pensando en estos momentos.

Siento que su polla se hincha de placer y Felipe me dice:

  • Me queda poco para correrme, quiero hacerlo viéndote la cara de puta que tienes.

Que me llamen puta mientras follo me pone muchísimo así que sigo sus instrucciones al pie de la letra. Me tumbo en el sofá todo a lo largo de éste y dejo que él se ponga encima tumbado también. Intento abrir al máximo mis piernas para facilitarle la penetración. Y así ocurre. Está tan excitado que enseguida encuentra la entrada a mi coño y pronto está ya bombeando en mi interior.

Me besa con pasión y me va susurrando cosas al oído.

  • Eres muy cerda, ¿lo sabes? Voy a follarte por todos tus agujeros siempre que quiera, ¿me oyes?

Yo no paro de gemir. Soy su puta y me encanta. No voy a rechazar nunca sus invitaciones a follarme. Siempre estaré a la disposición de este tío bueno, cada vez que le apetezca.

Con la boca abierta debido a que estoy gimiendo, a Felipe se le ocurre escupirme en ella. Quizá le ponga humillarme, pero yo estoy encantada con ello. No es la primera vez que lo hace, de hecho la primera vez fui yo quien se lo pidió. Yo mientras me trago su saliva como si de semen se tratara.

  • ¿Puedo correrme dentro de ti? – me pregunta.
  • Por supuesto. Cuando quieras.

Tomo la pastilla anticonceptiva para no quedarme embarazada, así que no tengo el menor problema con que eyacule dentro de mí. Es más, me pone tanto pensar que me va a llenar de semen que no puedo evitar volver a correrme entre gemidos parecidos a gritos. Él también grita de placer.

  • Ohh, me voy, ¡me voy!
  • Sii, yo también. Ahhhh

Estamos uno encima del otro, gritándonos al oído así que no nos damos cuenta de nada más. Pero no estamos solos. Marta, mi compañera de piso y mi hasta entonces amiga, está boquiabierta viendo la escena. Acaba de entrar y con tanto ruido no nos hemos enterado del sonido de la puerta al abrirse y cerrarse.

  • ¡Sois unos hijos de puta! ¡Malnacidos! ¡Voy a mataros! – dice entre sollozos angustiada y con un profundo odio en su voz.

Felipe con una velocidad asombrosa se levanta dejándome con las piernas abiertas y goteando semen y se pone sus calzoncillos.

  • Cariño, lo siento. No pretendíamos hacerte daño.

Yo por mi parte no sé cómo reaccionar. ¿Acaso se puede decir algo que arregle la situación? Pues claramente no.

  • Carlota, tienes una hora para hacer las maletas y desaparecer de mi casa. No te olvides de dejar las llaves en la mesa al salir. Si te vuelvo a ver en tu puta vida, juro que te haré la vida imposible. – me dice con furia en los ojos. Sí, Carlota soy yo, la puta que ha pillado follándose a su novio. -  Y tú, Felipe, ¡muérete! ¿Pero qué digo? ¡Moriros los dos! – grita histérica.

Se da media vuelta y se va por donde ha venido dando un portazo al salir.

Me empiezo a dar cuenta de lo que acaba de pasar. Felipe sin embargo parece más espabilado que yo y ya está con los pantalones puestos buscando su camiseta y sus zapatillas. En menos de un minuto dice adiós y se va. Tardaría muchos meses en volverlo a ver, pero eso ya es otra historia.

De momento me encuentro en graves problemas. Tengo una hora para desaparecer de allí. He de tomarme el ultimátum muy en serio pues Marta es de armas tomar y he de temer su venganza. He vivido sin pagar ni un euro durante dos años en una de las muchas casas que tiene con la única condición que me dedicara a cocinar y a tenerlo todo limpio. Mis padres están en paro así que me vino como anillo al dedo para poder dedicar el poco dinero que había en mi casa a la matrícula de la universidad, pero ahora todo se ha ido a la mierda. Estoy en la calle.

Continuará…