Mi amiga: Enamorada y deprimida.

Conversación entre amigas en la que las confesiones hacen que suba la temperatura.

Mi amiga: Enamorada y deprimida.

Era ya de madrugada cuando terminó "You've Got Mail " de Tom Hanks y Meg Ryan. Habíamos comido y bebido demás.

  • La vida no es así... Bobby no es así - sollozó Kristy metiéndose otra generosa cucharada de helado de chocolate a la boca. Se ayudó a tragar matando su copa de vino que rellenó seguidamente.

  • ¿Seguro que ha sido buena idea hacer una sesión de pelis románticas? No creo que sea lo más conveniente después de romper una relación.

  • Claro que sí - me abrazó -, eres mi mejor amiga. No sé cómo te podré compensar esto.

  • Sólo recupérate y vuelve a reír, como antes de empezar el curso - alargué la mano para dar, yo también, un buen trago a mi coma de vino. Kristy me miro con esa expresión tan suya y rompió a llorar.

  • Yo le quería... - me dijo - ¿qué digo? yo le quiero todavía Incluso después de haberme engañado con esa furcia de Sesame Plexer.

  • Los chicos son así tía.

  • Unos cerdos sí... Siempre pensando en lo mismo... - y volvió a derramar lágrimas, esta vez sobre el bol de palomitas... ya sólo quedaban algunos granos de maíz que no habían explotado en el microondas - ¿Estaré volviéndome loca? No te puedo mentir Lisa, yo también pensaba solo en eso - me confesó.

  • No me extraña - Pronunció mi boca desconectada del cerebro y me arrepentí instantáneamente.

  • ¿A qué sí? Es tan viril, grande, fuerte y... guapísimo. Tía, cuando me miraba, sobre todo cuando empezamos a salir, me volvía loca, me derretía. La primera vez que lo hicimos creo que me corrí diez veces por lo menos. Sólo con rozarme... Perdona Lisa. Igual no quieres saber mis intimidades.

  • Desahógate, no te preocupes. Lo único es no te puedo aconsejar nada ya sabes que yo...

  • Sí, sí tía. Seguro que te irá mejor que a mí - terminó otra copa de vino y sirvió más -. Haces bien en esperar al chico ideal. No te líes con esos cerdos del equipo de football, te harán sufrir... sobre todo su capitán.

  • Descuida, si no saben ni que existo. Pertenezco a ese extracto de población desaparecida tras sus gafas.

  • ¡Qué tonta! Si no tienes más éxito con los chicos es porque no te lo propones. Debajo de esos vestidos amplios y jerseys viejos hay una hermosura. Sólo es que no sabes sacarte partido.

  • ¿Tú crees?

  • Seguro. Los tíos a esta edad son hormonas andantes, ya sabes la ley de la selva: hu, hu, hu. - gesticuló golpeándose el pecho como un gorila. Yo reí acusando la graduación del vino -. Pero te voy a decir un secreto... a nosotras nos pasa igual. Entre tu y yo ¿somos las mejores amigas no? - se le entrecortaba la lengua -. Yo me toco pensando en ellos ¿a que tú también?... No mientas, somos las mejores amigas - me recordó al final.

  • Bueno yo... - me ruboricé, pero no sólo por eso, también me sentí muy culpable y mi amiga debió notármelo en la cara.

  • ¿No me digas que te has follado a Bobby?

  • Nooo, tía. ¿Cómo puedes decir eso? Sabes que soy virgen.

  • ¿Te has tocado pensando en él?

  • Joder...

  • Jajaja - rió -. Así que es eso. No te sientas mal tía - me acarició la mejilla con la mirada algo perdida entre sus recuerdos y el alcohol - Es un adonis esculpido en mármol por el propio Miguel Ángel ¡Qué cabrón! a todas nos pasa igual cuando le vemos. Además, ya no está conmigo prefiere a esa animadora patizamba.

  • Hay algo que te debo contar tía, no era sólo eso, hay algo más.

  • Dispara tonta, ningún hombre podrá separarnos nunca - y otra copa vacía.

  • Lo confieso, tu ex me pone muchísimo. Yo creía ser medio frígida hasta que coincidí con él en clase de literatura.

  • Sí ya me contaste que te vacilaba y te hacía bromillas.

  • Después de clase empecé a fantasear con él ¿Te acuerdas de la fiesta del mes pasado en la casa de los padres de Angus?

  • Menuda borrachera cogí ¿Qué te pasó?

  • Me pediste que te llevara en coche y aunque yo no quería, a regañadientes terminé cediendo. Sabes que no me gustan esas fiestas, me siento totalmente fuera de lugar. Tú te fuiste con Bobby y yo deambulé por allí, mientras te esperaba. Me bebí un par de ponches e intenté disfrutar, tal y como lo hacían los demás. Pero nada, soy una empollona y siempre lo seré y mientras la gente se lo pasaba bien yo terminé sentada en un sofá del sótano, esperando a que vinieras para llevarte a casa.

  • Tía recuerdo que esa noche lo hicimos en el sótano.

  • Sí, os vi. Yo estaba sentada en un oscuro sofá enfrente. Era muy discreto. Todo el mundo estaba en el concierto del patio, y allí, aparte de vosotros, sólo había un tipo gordo dormido al otro extremo del sofá. Debía haberse bebido veinte litros de ponche porque no reaccionaba a nada.

  • Tía ¿nos viste hacerlo?

  • Él te empezó a besar el cuello y a meterte mano debajo de la camiseta. Fue así de fortuito, te juro que yo nunca...

  • Cuenta, cuenta ¿Qué pasó?

  • Pues que me... excité. Me excité muchísimo. Me sentí húmeda y con los muslos, inconscientemente, comencé a rozarme mientras os miraba.

  • No fastidies... yo no me di ni cuenta de que estabas allí ¿Te pusiste cachonda de verdad?

  • Ya lo creo tía... No sé porque te estoy contando esto - de verdad que dudé en levantarme e irme.

  • No me puedes dejar así... dame detalles.

  • ¿Cómo? ¡No! Ya te lo puedes imaginar.

  • Cuéntame por favor, por alguna razón esto me excita ahora a mí.

  • Bueno, no sé si te acordarás, pero te sacó una teta. Tenías la camiseta levantada y de un tirón te bajó una de las copas de tu sujetador azul. Se intentó meter la teta entera en la boca y te vi gemir mirando al techo. Tía estabas a tope.

  • Bobby siempre me hacía eso, cuando se ponía era un poco bruto, pero a mí me encantaba. No quiero ni intentar recordar lo que me estaría haciendo debajo en ese momento, tiene unas manos enormes y su dedo corazón está endemoniado.

  • Jajaja, lo supuse al verte la cara. Cómo gemías tía. Pero lo peor es que mi cabeza voló y sin quererlo me puse en tu lugar: Me imaginé que eras tú. Ya está ya te lo he dicho.

Para mí sorpresa, Kristy escurrió su mano como una serpiente, bajo la manta con la que nos tapábamos y me rozó el muslo. Yo la miré desconcertada.

  • Sigue Lisa ¿qué sentiste al vernos? - me susurró acariciándome la oreja con los labios. Continuaba con su jugueteo bajo la manta.

  • Miré al gordo, estaba inconsciente y no supondría un problema. Y así me decidí a bajar la mano para tocarme mientras os miraba. Estaba nerviosa, podríais haberme descubierto o alguien podría haber entrado de repente, yo creo que eso me excitó aún más. ¿Recuerdas que me preguntaste por tu sujetador azul después de la fiesta?

  • Sí, me dijiste que no sabías donde estaba.

  • Si lo sabía, vi cómo te lo arrancaba y tiraba al suelo. Él no perdía el tiempo, abrió aquellas manazas y te sobó el pecho con ansia. Te pellizcaba los pezones tan bruscamente que pensé que debía estar haciéndote daño.

  • ¿a ti te han manoseado así alguna vez?

  • No. Una vez un poco por fuera, en el pueblo, pero vamos, no tuvo nada que ver.

  • Sabes que yo no soy ninguna santa y que me he liado con bastantes tíos. Después de toda esa experiencia siempre había creído que lo de llegar al orgasmo a través de los pechos era un mito. Pero no, estaba muy equivocada, Bobby sabe cómo hacerlo y es una sensación increible. Eso sí, tienes que estar muy cachonda sino puede ser doloroso.

  • ¿Tuviste ese orgasmo aquella noche?

  • Sí claro y otras veces. Sólo te voy a decir que incluso he chorreado. Bobby se reía cuando me pasaba. A mí siempre me ha dado mucha vergüenza, me sentía una loca gritando así cuando él tan solo me tocaba el pecho.

  • Joder, ya comprendo entonces porque estabas desenfrenada. Por cierto, tienes un pecho precioso, nunca te lo había dicho, las veces que te he visto desnuda no presté mucha atención. No me extraña tu éxito con los chicos.

  • Jajaja, tiene gracia.

  • ¿El qué?

  • Que yo siempre he envidiado el tuyo. Tan duro y firme... y esos pezonazos. ¿Por qué te ocultas siempre tanto? - Y acercándose aún más a mí me lo agarró con suavidad.

  • Kristy, yo...

  • Relájate, estos son cosas de chicas. Yo estoy excitada... borracha y excitada ¿y tú?

No pude mentirla.

  • ¿Qué pasó después? - Me susurró entre besitos por el cuello... intentando reproducir en mi pecho lo que aquella noche hizo el capitán del equipo de footbal con el suyo.

  • Tú te corriste. Le besabas, le mordías y le arañabas compulsivamente, estabas desatada. Te echaste a un lado el tanga y con él puesto te subiste sobre Bobby. Ahora tú estabas de espaldas y él frente a mí. Tu falda me tapaba la visión y sólo pude imaginarme lo que pasaba debajo. Un instante apretaste los dientes para luego soltar todo el aire que tenías dentro.

Kristy me subió la blusa y reptó por debajo del sujetador hasta alcanzar la cumbre, que pellizcó.

  • Tía, la tiene tan grande. Al principio siempre me hace daño - me confesó mientas yo intentaba ahogar un suspiro.

  • ¿Y luego...? - supliqué dejándome ir.

  • Luego es una máquina percutora de placer que te abre y da de sí sin piedad, diseñada para extraerte tus flujos y energías y hacerte mujer - Me susurró acariciándome con su dedo corazón en espirales que descendían por el canalillo, vientre... Al llegar a los leggins presionó y arrastro la yema del dedo sobre ellos, centrando el rumbo... hasta hundirlo. Cerró la mano y, así, mí sexo quedó atrapado.

  • ¿Tú te tocabas así?

  • Siiii - gemí al acusar el revoloteo de Kristy sobre mi botón de placer -. Me poníais tan cachonda.

  • Sí, esa enorme y dura polla suya entraba y salía de mí abriéndome sin compasión - y mientras me chupeteaba el lóbulo de la oreja, aumentó la intensidad de sus dedos. Quise unirme al juego y corresponder a mi amiga. Tímidamente, entre pequeños gemidos y espasmos, tanteé el aire hasta alcanzar su entrepierna por encima de los vaqueros. Incluso así la noté caliente.

  • Le pediste que no parara, incluso después correrte - la dije.

  • Es como una droga lo que me hacía, no es fácil parar.

  • Él también disfrutaba de ti, estaba colorado como un tomate y resoplaba. Podía verle la cara perfectamente estábamos frente a frente. Tanto es así que, en un momento dado me descubrió mirándoos mientras me tocaba - para facilitarme las cosas mi amiga se bajó los baqueros y yo deslice mi dedo por la humedad de su sexo, rozando labios y clítoris.

  • ¿Él te vioooo? - gimió al contacto.

  • Mientras follabais como animales él me miraba y me hacía gestos obscenos.

  • ¿Paraste de tocarte? - y mientras me preguntaba resoplando entrecortadamente, mi amiga, dejó el exterior de los leggins, cercados ya por la humedad y soslayando mis bragas, hundió dos de sus dedos en mí.

  • Nooooo, seguí. Me imaginaba que me follaba a mí. Loooo sientoooo.

Tumbadas en el sofá de nuestra habitación y tapadas por una manta, nos masturbamos la una a la otra en lo que sería la única experiencia lésbica de mi vida. Lo recordaré siempre, aparte de por esta circunstancia, que me haga correrme otra chica, también por la intensidad de ese orgasmo tan fantasioso. Sólo con imaginarnos a Robert Brown en acción nos poníamos a mil. Sin Embargo, no volvió a darse una circunstancia similar y después de un tiempo procuramos no hablar más de este asunto, aunque vinieron otros. ¡Ay los años locos de universidad! Aquella noche, nos quedamos dormidas medio desnudas tapadas por aquella manta sobre el sofá.


  • ¿Qué pasa? - Pregunté a Kristy al despertar la mañana siguiente. Yo me desperezaba frotándome los ojos ¡Qué resaca! La noté alterada, estaba mirando su móvil con los ojos como platos.

  • Es Bobby, quiere hacer las paces tía.

Nota del autor: Esto es un entremés mientras sigo dandole vueltas a las Delta Beta Nu.

Camberbun.