Mi amiga de la universidad (parte 1)
Quizás fue el reencuentro, o el morbo de tener a su marido arriba, pero posiblemente había sido uno de los mejores orgasmos de su vida.
Hola, soy Julia. Hace 5 años acabe la universidad, donde conocí a mi actual marido y futuro padre de mi bebe. Cuando estaba en el mejor momento de mi vida: un trabajo estable en la empresa de mi marido, un esposo que me ama y un embarazo de 4 meses; mi pasado vuelve a tocar a mi puerta, bueno, más bien a mi móvil: Lucía.
Lucía habia sido mi compañera de habitación en la universidad. Ella era directa, y desde nuestra segunda semana juntas me dijo cuanto deseaba acostarse conmigo. Tres semanas después ya estaba entre mis piernas y yo gritando su nombre. Ella nunca había tenido ningun problema con que yo tuviera novio, igual que yo no tenía ningún problema con que ella fuera una gran ninfómana. Pero cuando acabo la universidad acabo nuestro sexo, ella se fue a Australia y yo me comprometí.
5 años después, Lucía volvía a EEUU y necesitaba una habitación hasta que encontrará un piso para alquilar. Jorge, mi marido, no tuvo problema en cederle la habitación de invitados y mi vagina no parecía oponerse.
Unos días después, Lucía ya estaba cenando en su casa.
Bueno chicas, tengo mucho trabajo, ¿qué os parece si os dejo aqui mientras os ponéis al día? - dijo Jorge mientras de levantaba de la mesa.
¡Perfecto! - contestó Lucía sonriendo.
Jorge había abierto una botella de vino para recibir a Lucía y yo ya había bebido demasiado y sentía mis mejillas arder:
No me encuentro muy bien, creo que será mejor que me acueste ya - dije tocando mi abultado vientre.
El embarazo te sienta de muerte - susurró Lucía ignorando mi comentario anterior.
Si, recuerdo que las embarazadas siempre te ponían cachonda - conteste sin pensarlo - Madre mia, lo siento mucho, he bebido demasiado.
No te preocupes, tienes razón, siempre me han puesto muy cachonda - dijo entre risas - Esas curvas, esas tetas - susurró en mi oido mientras cogía mi mano y la ponía sobre su pecho, sus pezones se notaban a través de la camiseta - mira como estoy de solo imaginar esas tetas - luego movió mi mano a sus pantalones, yo dejé escapar una reclamación al notar su humedad a través de la tela del pantalón - y mira como estoy desde que llegué.
Yo sentía mi cara arder y mi vagina contraerse de lo excitada que estaba. Lucía siempre conseguía eso con una sola mirada, esa lujuria que desprendia conseguía que tus bragas se mojaran en un segundo.
Lucía me sorprendió poniendo su mano sobre mis bragas:
- Sabía que tu también estabas así - susurró en mi oreja, antes de dejar besos húmedos en mi cuello - siempre tan mojada para mi. Cinco años no son nada para nosotras.
Lucía metió su mano bajo mis bragas y eso me hizo perder la cabeza. Jorge tenía razón, el embarazo me había puesto mucho más cachonda de lo normal. Jorge, mierda.
No puedo - susurró a la vez que gemia - Jorge está arriba.
¿No te pone eso más caliente? Pensar que estamos en la misma casa y yo te tengo gimiendo como hace 5 años.
Su mano era ágil y antes de poder contestar ya estaba gimiendo de nuevo mientras me besaba el cuello y el escote. De un momento a otro tenía dos dedos dentro de ella y me mordia el labio para no gritar mientras gemia como una loca.
De repente Lucía paró y enseguida se bajó de la silla para arrodillarse en el suelo y meter la cabeza bajo mi vestido. De un tirón bajó mis bragas y con su lengua comenzo a recorrer como mi coño. Ella siempre había sido experta en eso y esos cinco años la habían hecho perfeccionar aún más.
Chupada mi clítoris con deseo y su lengua se adentraba en mi vagina, separando mis labios.
- Más - gemi moviendo mi pelvis.
Hundi su cabeza aun más entre mis piernas y gemi sin control. Iba a correrse en unos segundos y Lucía estaba encantada. Cuando metió dos dedos de nuevo arquee mi espalda, segundos antes de correrme como hacia tiempo que no hacía. Quizás fue el reencuentro, o el morbo de tener a su marido arriba, pero posiblemente había sido uno de los mejores orgasmos de su vida.
Se levantó limpiando su boca antes de besarme con deseo, sabía a sexo y eso la volvía loca.
- Si me necesitas, ya sabes donde estoy, y lo que estoy haciendo - susurró subiendo a su habitación metiendo su mano en sus pantalones.