Mi amiga Ana (3)
Mi primera relación anal
Hola de nuevo. Se me está haciendo adictivo esto de escribir mis experiencias y compartirlas. Laura me sigue prestando su sitio porque me dice, no está inspirada para escribir. Ya vamos a relatar cosas juntas.
Intento continuar aquí, que lo siento una confesión, mi relación con Gabriel. Esta tuvo sus idas y venidas, y aún hoy seguimos en contacto.
Pero bueno, empiezo y les pido perdón si soy medio desordenada, pero me vienen recuerdos y cosas que no quiero dejarlas pasar y capaz las dejo plasmadas y no sé si se termina de entender. Creo que sí porque sino me lo habrían hecho saber. Sino, háganlo.
Ese día fue y sigue siendo, uno de los que más recuerdos me dejaron. Ustedes dirán, “si solamente fue una relación sexual”, pero no, fue muchísimo más. Me marcó mucho. Y lo fue porque luego lo viví como una revelación, darme cuenta de lo que era y soy, y lo que realmente quería y sigo queriendo.
Iba viajando de vuelta a mi casa y no me podía sacar nada de la cabeza que no fuera Gabriel. Era un tipo grande para mí, pero no tanto, y tampoco me importaba, iba a justificar de cualquier manera la diferencia de edad. Me había cogido tan bien que tenía que cerrar las piernas cuando me acordaba su manera de penetrarme. Obviamente que iba a volver, el problema era pensar o intentar que mis estudios siguieran su curso más o menos normal. Pero casi no podía pensar en otra cosa que no fuera él y lo que iba a ocurrir en los días venideros.
Al día siguiente me escapé del Instituto para verlo. Corrí esas tres o cuatro cuadras y a las diez y algo estaba ahí. Mucho no se sorprendió al verme llegar, estaba conversando con otro hombre más o menos de su edad, “hola Ani, cómo estás, que linda sorpresa”, me dijo, “te presento a Daniel”, “hola”, le dije a Daniel dándole un beso y me fui del otro lado del escritorio y le di un beso a Gaby casi en la boca, él se puso un poco colorado o así me pareció.
Daniel me preguntó si quería un café, lo miro a Gabriel y me dice “yo voy a tomar otro”, “bueno, dale” , le dije a Daniel.
Cuando desaparece en la cocina/departamento lo vuelvo a mirar a Gaby y le pedí disculpas por haberme mandado sin avisar. “Está bien, no hay problema. Daniel es un colega que tiene su negocio cerca, pero en otra localidad cercana y hacemos algunas compras juntos para abaratar costos. ¿Qué vas a hacer hoy, además de andar corriendo para venir a verme?”.
“Al mediodía vuelvo, te quiero ver, quiero que me cojas”, le dije medio entre risas. “Y otras cosas también”.
“Bueno, te voy a estar esperando, y mi amigo también”, me dice. Yo lo miro a los ojos y se dió cuenta que había entendido mal, se agarra la pija con la mano por arriba del pantalón y me dice “este amigo!, pensaste que te lo dije por Daniel?”, me pregunta en voz baja. “Si, agarré para cualquier lado”, le dije sonriendo, pero avergonzada, porque creo que se dió cuenta que no descartaba la idea de participar en una fiesta.
Tomamos el café y cuando me fui, le di un pico en la boca y apoyé mi mano en su “paquete”, también saludé con un beso a Daniel y salí. Me pareció escuchar a Daniel decirle algo pero no sé que fue.
Volví al curso, que ya había comenzado, me disculpé con el profesor por mi llegada tarde y dejé pasar el tiempo pensando en lo que iba a hacer ese día. Ya tenía casi decidido no ir a la tarde a practicar nada, teníamos atletismo y yo representaba en varias disciplinas, sobretodo en carreras de velocidad. Le avisé a la profe que no me sentía bien, que casi seguro me iba a volver a mi casa. Me miró preocupada porque no era de faltar, de hecho nunca había faltado, y era muy competidora. “Ya mañana voy a estar mejor, debe ser algo que comi”, la dije.
A las 12:30 guardé todo y me fui. Mi amiga, que estaba al tanto de todo, me dice, “anda tranquila. ¿Capaz volves con nosotras?”; “no sé, no tengo idea”, le di un beso y salí apurada.
Llegué enseguida al local, gabriel me abre y cuando cierra me cuelgo de su cuello y lo beso.
“Queres comer algo?, ya estoy cerrando, tengo algunas cosas o podemos pedir”, me pregunta.
“A vos te voy a comer”, le digo. Y le doy otro beso chupando su lengua.
Apoya sus manos en mi cola y seguimos asi un ratito, dejé caer el bolso y él me sacó el jumper y me empieza a mandar mano en la concha, tenía esa pollera cortita tableada que facilitaba todo. Yo estaba que volaba, apoyé una pierna en una silla para abrirme más y ya tenía tres dedos adentro, sentía mi flujo corriendo por la pierna, saca sus dedos que chorreaban gotas, los mete en mi boca y los chupé mirándolo a los ojos. Yo ya le había metido mi mano por dentro del pantalón y noté una reacción formidable. Me lleva al cuarto y nos acostamos en el sofá, ya le había puesto sábanas, me saca la ropa y lo ayudé a sacarse la suya, me siguió besando y cajeteando y yo lo pajeaba, arqueaba mi espalda para meterme la pija en la boca, pero sus dedos me hacían enderezarla, gemía como una loca. Nunca, o así creo, me habían tocado de esa manera, tenía todo mojado, y entonces sentí como un dedo se apoyó en mi culo. Con una mano me cajeteaba y la otra tenía ese dedo ahí, que lubricaba mi agujero. Debo decir que me gustaba eso, lo disfrutaba mucho, no sé en qué momento me di cuenta que me iba a hacer el culo, me parece que casi ni me había dado cuenta de nada. En un momento sentí que se deslizó adentro, muy poco, y empezó a masajearme con ese dedo. Lo miré a los ojos y lo besé muy lento pero intensamente. Tenía un frasquito de aceite que después me dijo, lo había preparado, me puso un chorrito y facilitó más todo. Me metió el dedo lentamente hasta el fondo varias veces haciendo movimientos circulares, después dos dedos, que me hicieron sentir más placer todavía, ahí ya le pedía que me la ponga, y un par o más veces le dije, apretando los dientes, que me reviente el culo, él siguió y me hizo arrodillar con la cara en el colchón, tenía el culo levantado y me metía ya tres dedos girando estos como un molino, para un lado y para otro, con movimientos circulares, abriéndome bien el orto. En un momento sacó despacio los dedos y lo sentí prepararse, acomodó la cabeza de su verga y me la empezó a meter, puso sus manos a los costados como sujetándome y de a poco la fue mandando toda, el placer se mezclaba con algo de dolor agudo que desaparecía rápido, y en un momento sentí que su pelvis estaba pegada a mi cola. Me la había tragado toda. Sentía también las contracciones de su pija adentro mío, sentir eso tan placentero y desconocido me alteró bastante, sabía que todo lo que iba a venir era único y me puse a disfrutar cada cosa que me haga. Lentamente me empezó a dar bomba, sentía como salía y entraba toda. Me sentía llena, llena de su pija, parecía (eso a mí), que me iba a reventar el culo. Esa cabeza me rascaba por dentro, mis entrañas querían que no saliera nunca de ahí. Estaba totalmente relajada y él me entraba con todo. También la sacaba toda para volverla a meter con un ritmo que me hacía disfrutar mucho.
En una giro mi cabeza para mirarlo y me besa en la boca. “Me encantas”, me dice.
Con sus manos me separaba los cantos y parecía que me quería abrir al medio, yo no tenía medida de nada, quería que me penetre con todo. Lo que sentí y siento cuando me hacen la cola es algo superplacentero.
Estuvimos así un rato hasta que aceleró sus embestidas y gritando me dijo que iba a acabar, me llenó de leche. Sentí perfectamente todo, desde las contracciones de esa verga hasta la tibieza de su semen que me llenaba todo el vientre. Estuvo un ratito más adentro mío hasta que fue bajando su erección, la sacó y me puso una toallita, me preguntó como estaba y no le contesté, solo le sonreí. Me besó y medio que me obligó a levantarme para ir al baño, cerró la puerta y sentándome en el inodoro empecé a evacuar toda su leche. Iba del bidet al inodoro hasta que me sentí vacía, me lavé bien y salí del baño enfundada en un toallón.
Me esperaba con un café y estaba terminando de tostar unos sanguchitos de jamón y queso. Se fue unos minutos al baño y volvió desnudo como estaba.
Me senté en una silla y nos miramos un rato sin decirnos nada. Me había desvirgado el culo y me sentía plena. Me arrodillé y le empecé a hacer una mamada pero no se le paró del todo, aunque eso no me importaba, era como un acto de sumisión lo que estaba haciendo.
Él me dejó hacer y al cabo me dijo “toma el café que después seguimos”.
Me metí las bolas en la boca, las chupé unos segundos y le pasé la lengua desde los huevos hasta la cabeza. Era muy peludo y si bien eso algo me molestaba, igual le hice una chupada fenomenal. Me senté y tomamos el café. Había prendido la tele y se escuchaba un noticiero, pero yo estaba en mi mundo, le di tres o cuatro mordiscos al tostado pero lo que quería era seguir cogiendo.
Había dejado caer mi toallón y mis pechos se mostraban como inflados, él estira una mano y me los toca, pellizcando los pezones que a esa altura estaban duros y parecían dos botones. Los pellizcaba y tiraba de ellos, sentía dolor pero me gustaba.
Habremos estado poco menos de una hora tomando café y conversando. Después volvimos al sofá cama y continuamos charlando pero yo le chupaba la pija mientras lo hacíamos. Hasta recuerdo que me dijo que se iba a rasurar los pendejos y yo me reí pasándole la lengua por la cabeza de la pija.
En un momento la charla fue subiendo la temperatura y él se había vuelto a poner al palo. Me preguntaba si me gustaría probar estar con más de un hombre, y yo recordando los videos le respondí que sí. Le chupaba las pelotas y lo pajeaba con la mano, él se paró y puso su pija a la altura de mi boca, le chupé la cabeza pasando la lengua por todos lados y me la mandé toda, o hasta donde pude. No me pasaba por la garganta e hice un par de arcadas, la sacaba para respirar y quería seguir insistiendo, entonces me la volvía a meter toda, pero no pude cogerlo con la garganta.
Igual él no tenía esa idea, lo que quería era volver a darme por el culo.
No recuerdo exactamente la cantidad de cosas que me decía, pero me calentaba mal. Me volvió a poner aceite y a dilatarme un poco. Aunque ya estaba más relajada, sentía un poco de ardor o sensibilidad, pero pasó rápido. Me puerteó un par de veces, metió sólo la cabeza para volver a sacarla y después si, la mandó entera. Sentía sus manos en mis hombros como para no dejarme escapar mientras esa pija estaba completamente adentro mío. Sus huevos tocaban mi concha. “Te gusta puta?”, me preguntó, “sí amor”, le contesté. “Me encanta!!”, grité en un gemido que se hizo más agudo cuando la sacó de golpe, provocándome una sensación de dolor en el recto. Me agarró de los pelos y me volvió a llevar al baño.
Ya no era el hombre de antes, ahora estaba más salvaje. Me sentó en el bidet y puso el chorro de agua tibia, cuando sintió que la temperatura era correcta hizo que todo el chorro entrara en mi culo llenándome el recto y sus dedos ayudaban para que el agua entrara y saliera con facilidad. Estuvo así un rato hasta que el agua salió limpia. Me secó un poco con el toallón, me hizo poner en cuclillas y comenzó a besarme la espalda, de a poco fue bajando con sus besos hasta llegar a la raya de mi culo, ahí cambió sus besos por lamidas, me pasaba la lengua húmeda por la raya y los cachetes, mordiéndome apenas también, y siguió bajando hasta llegar a mi ano, sentir ahí su lengua hizo que yo abriera más las piernas, y con mi mano me separaba las nalgas para que me coma mejor, pero en mi interior estaba imitando a las putas de la película porno que había visto y quería ser su puta. Poco tiempo después me di cuenta lo que yo era en realidad, una pendeja muy puta que podía coger con cualquiera y en cualquier lugar, pero esas son otras historias.
El continuó pasándome su lengua por mi raja y en un momento dado la sentí introducirse en mi culo, eso me llenó de gozo, algo tan prohibido y tan placentero a la vez. Quería que me meta la pija con desesperación, pero también quería gozar de sus lamidas. Más tarde iba a tener toda su verga adentro escupiendo leche. Yo movía el culo como si estuviese bailando y literalmente me garchaba con la lengua, en algunas ocasiones sentí que me escupió y metió sus dedos también y dando un movimiento de torsión para meterlos más cada vez. Hasta creo que me hice pis del placer. Cuando estuvo satisfecho con eso se paró detrás y de una estocada metió su cabeza, y a los pocos segundos deslizó todo ese pedazo de carne adentro mío, bien hasta el fondo llenándome las entrañas para luego comenzar a darme bomba. Luego de unos embates saca la pija, pone un pie arriba del sofá y sin darme tiempo a nada me la mete en la boca, se la chupo toda y cuando la saca, hilos de baba iban de mis labios a la cabeza. Vuelve atrás y la vuelve a meter. Hasta parecía mas grande, o más cabezona, esa impresión me daba. Volvió a hacer lo mismo tres veces, la sacó y me la metió en la boca para que la chupe. El diálogo que tuvimos mientras me cogía no tenía mucho sentido, pero nos hacía volar de la calentura que pegamos.
“Te gusta, putita!, te gusta que te la den por el culo”.
“Sí mi vida, me encanta, te siento tanto!”, le respondía.
“Te va a venir a coger un pijudo que no vas a poder caminar por una semana!, lo voy a traer para que te lo reviente!!”.
“Siii papito, traelo, trae a todos los que quieras!!”, le dije.
“Que me llenen el orto de leche!!”, mirándolo a los ojos.
En ese momento puso su mano en mi cabeza como agarrándola, y se descargó en mi boca con violencia, fuertes chorros de leche me llenaron la boca y un par fue directo a mi garganta. Se arqueaba todo mientras seguía acabando, hasta que salió la última gota de leche. Yo fui tragando todo su semen mientras salía y cuando fue bajando su erección, sacó su pija de mi boca para dejarse caer en el sofá. Lo miré mientras mis dedos buscaban restos de su leche en mi boca para recogerlos y chuparlos, cuando terminé de hacerlo, le volví a chupar la pija hasta dejarla limpia.
También me tiré a su lado y me dormí, cuando me desperté tenía una frazadita liviana que me cubría. La puerta estaba entornada y él estaba en el local haciendo no se qué.
Cuando sintió mis pasos apareció por la puerta y me miró con esa sonrisa tan linda que tenía.
“Cómo estás”, me dijo.
“Bien”, le mentí. En ralidad el culo me ardía demasiado y tenía como miedo de no poder caminar. También sentía en mi cara restos de su semen ya seco que tiraban mi piel.
“Me voy a lavar”, le dije, y cuando vio que caminaba con dificultad me acompañó al baño y buscando en el botiquín me alcanzó una crema.
“Ponete esto, se te va a pasar enseguida”, me dijo.
Me lavé, estuve un buen rato mandando agua tibia, y después de secarme me puse la crema. Primero me asusté, porque al tacto no parecía bien como me había quedado el culo. Lo llamé y se lo comenté y me ayudó a aplicarme la crema y masajearme toda.
Al rato ya me sentía bastante bien. Me preparó un té y galletitas con mermelada y comí bastante.
Y para no hacer largo este relato les cuento que me vestí, peiné y más o menos presentable y me alcanzó hasta una cuadra de la parada del colectivo.
En el camino me preguntó si lo de su conocido pijudo iba en serio y le dije que sí, pero que en ese momento no quería saber nada de culear, ni siquiera en mi imaginación. De sólo pensarlo sentía como punzadas de dolor.
Nos besamos y acariciamos para despedirnos y me fui a encontrar con mi amiga, no sin antes decirle que al día siguiente no iba a ir a verlo, pero sí al otro. Tenía que dedicarle tiempo a mi estudio y al instituto en las competencias que ya estaban cerca. Esperaba poder recuperarme.