Mi amiga
Apoyé mis manos en sus delgadas piernas y las acaricié, ella hizo lo mismo conmigo. Preparamos la cama y nos acostamos completamente vestidas, subimos nuestras faldas y...
Hola amigos (as) y contactos:
Nuevamente estoy con ustedes para platicarles algo que no había hecho antes y no porque me diera miedo platicarles o contarlo, simplemente porque no se había dado la oportunidad de hacerlo. Y si lo hago en este momento, es porque tengo una amiguita muy especial en la red y de hecho, este relato se lo dedico con especial atención a ella, pero también espero que ustedes lo disfruten.
Como todos ustedes recordarán, les había yo platicado que desde muy pequeña tuve el deseo de vestir en pantimedias, inclusive en la secundaria. Recuerdo que mi mamá fue mi cómplice, ya que ella fue quien avisó a la dirección de la escuela en donde yo estudié, que el hecho de que yo usara pantimedias había sido una recomendación médica (aunque eso no fuera verdad), así es que no tuve ningún problema para usar pantimedias en la secundaria.
Creo que a todos y a todas nos pasó, que cuando recién entramos a la secundaria buscamos nuestro grupo de amistades, ya sea para hacer tareas o simplemente para convivir. Pero dentro de mi grupo de amigas, solo con una de ellas congenié a grado tal que hasta el momento seguimos siendo muy amigas, también ella es casada y poco nos frecuentamos, pero nos seguimos escribiendo casi a diario y estamos más unidas que antes (bueno, eso creo yo).
Siempre fuimos muy unidas, desde que nos conocimos. Éramos inseparables, y cuando se trataba de pasar un día viendo películas o haciendo tarea, teníamos la confianza de pedirles a nuestros padres que nos permitieran quedarnos en la casa de quien fuera la anfitriona. Pienso que a veces nos veíamos como hermanitas y eso también les dio mucha confianza a nuestros padres.
Siempre me decía que le gustaba mi forma de vestir el uniforme, y que le daba un poco de envidia el ver como muchos de nuestros compañeros de la escuela e inclusive profesores me veían al pasar; que envidiaba (envidia de la buena) hasta los piropos que recibía en la calle y que no aguantaba la curiosidad de sentirse deseada al igual que yo. Pero no pasaba de ser puras palabras o comentarios y que al termino de ellos solíamos soltar las risotadas.
Recuerdo que un fin de semana, viernes para ser exacta, nos mandaron a ver una obra de teatro para una tarea de español. Al término de la obra, le pedí a su mamá que le permitiera dormir en casa, que pediríamos una pizza y que veríamos una película, su mamá telefoneó a su papá para avisarle y cuando vi que no había ningún problema, ambas nos pusimos felices.
Llegamos a casa y pedimos la pizza, terminamos de cenar, nos despedimos de mis padres y nos fuimos a mi cuarto a ver una película, creo que era de espantos o de suspenso.
Eran casi las once de la noche cuando comenzábamos a ver la película.
Antes de comenzar la película le pedí que me permitiera cambiarme, que adelantara la cinta, pero de ella salio, me pidió que no me cambiara, que me veía muy bien como estaba vestida, que me quedara vestida así porque cuando terminara la película quería platicar conmigo muy seriamente.
Yo casi estaba segura que quería hablar conmigo por lo del señor que habíamos visto en el teatro. Un tipo que desde que entramos no me quitaba la vista de encima, hasta que mi mamá fue a hablar con él, hasta entonces dejó de verme con esos ojos de calentura. Tenía una cara de libidinoso que Maribel y yo notamos de inmediato y que cuchicheamos con muy baja voz y solo reíamos.
Aquel día si no mal recuerdo, había vestido con un jumper de mezclilla deslavada, muy bonito y cortito, una blusa de color blanco y mangas ¾, unos zapatos blancos como del tipo de los que usan las bailarinas de ballet y con mi cabello recogido en una cola de caballo, apenas usaba corpiños y calzones tipo bikini, unas pantimedias de color champagne claro y levemente maquillada (al igual que Maribel, ella vestía en jeans y blusa vaquera).
La película no muy bien la recuerdo, pero los sucesos que nos provocaban temor si, y cada que había algo que nos produjera ese sentimiento, solo gritábamos, nos aterrorizaban las escenas de la película y era inevitable gritar, nos abrazábamos y después de ese momento, solo reíamos.
Lo que recuerdo con mucho sentimiento de gusto o satisfacción, es que, era muy común que en cualquier momento Maribel me llegaba a tocar mi cuerpo de una manera normal, de igual forma lo hacía yo, pero ese día, en especial estaba muy concentrada en los movimientos o posición en la que yo tenía mis piernas cruzadas, y desde que noté eso, algo dentro de mí me obligaba a estar más junta de ella.
Ahora procuraba abrazarla primero yo, de esa manera apretaba sus brazos para que no los moviera tan fácilmente y sus manos quedaran a la altura de mis rodillas, entonces ella no podía hacer más que agarrarme las piernas (aunque pensándolo bien en este momento, creo que eso es lo que ella quería hacer, tocarme las piernas enfundadas en mis medias color champagne).
Al terminar la película, cerca de la una de la mañana, traté de tomar una posición segura y firme para escuchar lo que ella quería decirme. En parte yo tenía razón, la plática comenzó con lo del tipo del teatro, después siguió con lo de mi forma de vestir.
Me dijo muchas cosas, pero siempre hizo énfasis en la forma en que me vestía, en especial por las pantimedias. Que ella había tratado de platicar con su mamá y que no le daba permiso de utilizar esa prenda (las pantimedias), en primera porque era una prenda muy provocativa, en segunda porque era muy pequeña para hacerlo o para vestirse así. Sé que me puso de excusa, porque me lo confesó, y lo que quería ella es que yo le permitiera usar una de mis pantimedias, pero en especial que le ayudara a vestirse con ellas.
Como en mi cuarto tenía baño, le dije que sí, pero que primero tenía que asearse porque toda mi ropa estaba limpia, pero que no se preocupara, yo le ayudaría en lo que yo pudiera.
Terminó de ducharse y al salir del baño yo ya le había arreglado la ropa que le iba a poner, una tanga, unas pantimedias obscuras (es que casi no me gustaba usarlas y hasta la fecha, no uso mucho el color oscuro), una minifalda y un sweater, sin corpiño ni nada.
Le expliqué como se tenían que poner las pantimedias e inclusive le ayude a vestirse, la maquille también un poco y lista, la llevé al espejo y al verse quedó casi sin aliento y con una sonrisa de oreja a oreja. Ella es un poquito más delgadita que yo, así que con las medias negras se veía más delgada, pero su carita era muy bonita.
Nos sentamos en la cama y comenzamos a platicar sobre mis actitudes, mi forma de ser y hasta mi forma de caminar o de sentarme con faldas tan cortitas y con pantimedias. Que si no me molestaba que los demás me pudieran ver hasta la costura de las pantimedias, pero le dije que realmente lo que los hombres desean es ver eso, hasta la costura de las pantimedias y más. Estaba feliz y eso me hacía sentirme bien por dentro.
Apagamos las luces y solo dejamos prendidas las lámparas de los buroes, tomé mi diario y le mostré algunas páginas importantes de él, sobre todo de lo que me hacían mis primos más grandes. Coincidimos en muchas cosas y es que también uno de sus primos se la quería estrenar.
Cuando guarde mi diario tuve que levantarme de la cama, pero al regresar me senté más cerca de ella para peinarla de frente y terminarla de maquillar; ella no decía nada y solo buscaba mis labios con sus ojos. Cuando me di cuenta de esa situación algo pasó dentro de mí, acerqué con mucho miedo mi boca a la suya y sin abrir mis labios la besé. Con su cara dio un sobresalto hacia atrás, pero sin mover su cuerpo. Se quedó sin palabras.
Nuevamente regresó su cara a su posición original, pero comenzaba a temblar. Cerró sus ojos mientras yo la seguía peinando, abrió ligeramente sus labios y aproveché para acercarme una vez más y besarla.
Se unieron nuestros labios y con mi lengua temblorosa busqué la suya hasta encontrarla, pero me la seguía negando. Me separé por un momento de ella y le pregunte que qué pasaba, que me permitiera besarla, ella sonrió de manera nerviosa y me dijo que le daba mucha pena, que también ella sentía los mismos deseos, pero que aún así sentía mucha pena.
La tomé de las manos y le dije que no pasaba nada, que eso también era nuevo para mí. Cerramos nuestros ojos y la volví a besar. Nuestras lenguas se encontraron y se sintieron por primera vez, su boca sabía a menta y la mía a fresa (por los dulces).
Apoyé mis manos en sus delgadas piernas y las acaricié, ella hizo lo mismo conmigo. Preparamos la cama y nos acostamos completamente vestidas, subimos nuestras faldas y rozábamos nuestros cuerpos, temblamos y creo que nos mojamos por primera vez, seguimos besándonos y después nos quedamos completamente dormidas.
Al día siguiente y con mucha pena las dos, nos cambiamos y bajamos a desayunar, creo que no hablamos mucho en el desayuno, bueno no como en otras ocasiones. Su mamá pasó por ella como a las 11 de la mañana y todo el día me quedé pensando en lo que había sucedido.
Cuando dieron las ocho de la noche recibí una llamada telefónica, era de ella. Me saludo y lo único que me dijo es que si lo nuestro iba a seguir, le dije que yo lo quería tanto como ella, me mando un beso, me dijo que había pensado mucho en mí y después me colgó el teléfono.
Así comencé una relación que duró mucho tiempo y que la sigo queriendo tanto como ella a mí. Seguramente al leer este relato ella, recuerde lo mismo que yo y sienta lo mismo que yo.
Si les gustó ésta pequeña historia de mi vida, les pido que me lo hagan saber.
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