Mi amante sumiso IV
Diario Abierto. Mi amante sumiso me faltó el respeto y fue hora de enseñarle una lección.
Desde aquí las cosas se complican, los eventos relatados en los primeros capítulos sucedieron hace tres años y ojalá tuviera mejor memoria o fuese una mejor escritora para poder contar esos tiempos.
Nuestra relación se estableció de la siguiente forma, durante los siguientes años nos frecuentamos generalmente por un cierto tiempo durante el año, una “temporada” como yo le decía. Nos veíamos unos meses hasta que por alguna razón ya sea por cuestiones de trabajo, mis estudios o diferentes compromisos nos manteníamos alejados, jamás ninguno le cuestionó al otro que hizo durante ese tiempo que estuvimos separados, ninguno mantuvo cuenta de quién buscaba a quién, no había celos ni demandas, ni algún pacto silente de que le pertenecíamos al otro.
Dije que las cosas se complican porque a principios de este año, después de que básicamente estuve encerrada por la cuarentena, bueno así como todos, le propuse reencontrarnos. Y todo se puso color de hormiga porque después de tener sexo, mi amante sumiso me confesó que se estaba viendo con alguien, la admisión me sacó un poco de eje porque nunca habíamos hablado de otras personas, claro que suponía que él había salido con alguien más, no es como si creyera que estaba esperando por mi hasta que yo me decidiera aparecer por su vida, pero aun así jamás había traído a colación otras personas.
- ¿Acaso estás en una relación?
- No sé…
- ¿Ella te gusta?
- No sé…
Y en ese momento todas las ganas que había tenido de volver a verlo se me esfumaron. Me pareció que manejó mal todo el asunto, por lo menos yo no encontré la razón para traer de repente que se estaba viendo con alguien, menos cuando las respuestas sobre esa relación eran tan vagas. No estoy a favor de ser la otra y si yo sabía que esa nueva persona existía me parecía que lo más justo sería que ella supiese de mí. Hasta ese punto la confianza que sentí que nos teníamos, fue traicionada y no supe si podía confiar en que mi amante sumiso le informaría a la otra chica sobre mí. Así que decidí no volver a verlo. Que fue algo sencillo en realidad porque debido al coronavirus se implementaron nuevas medidas en mi oficina, así los empleados de cada sección debían mantenerse en su propio piso.
Hace un par de meses atrás me comentó que la relación con esta chica a quien yo decidí llamar “Miss Vainilla” porque la vainilla es el sabor más simple de todos y ese es el tipo de chicas con las que él suele salir, tampoco es como si yo fuese la gran cosa pero luego mi amante sumiso se sorprende que ninguna de éstas estén dispuestas a intentar todo lo que yo hago.
Apareció por mi sección queriendo hablar conmigo, aprovechó que yo me quedo hasta tarde los viernes en la oficina para aparecer. Conversamos un poco y me comentó que había terminado con su Miss Vainilla, le pareció necesario hacerme escuchar un audio donde ella muy molesta le terminaba las cosas por alguna razón que no sé, tampoco tenía ganas de saber más.
- ¿Y que se supone que haga yo con esta información?
- Es solo para que sepas- mencionó fingiendo desinterés y aun así mostrándose expectante.
- Bueno, cuando te necesite te voy a llamar…- dije sin más explicaciones.
No pretendía sacarle en cara nada, así no era nuestra relación y como mencioné anteriormente, entre nosotros no había ninguna batalla de egos manteniendo la cuenta de quién fue que buscó a quien.
No acepté porque la verdad estaba ocupada, con el trabajo, mesas de exámenes y había comenzado a verme con N (menciono mi relación con él en Un buen chico, no quiero ser de las que se promocionan en sus propios escritos pero esto es la vida real y todo está un poco relacionado)
Unas semanas atrás mi amante sumiso volvió a buscarme. Le admití estar viéndome con alguien, algo por el estilo ya había sucedido otras veces y él jamás se había mostrado molesto por ello, se solía encoger de hombros y me decía “En otra ocasión será” por esto fue que me sorprendió cuando se mostró no solo celoso si no casi haciéndome una escena.
- Sí, te vi cenando con uno el otro sábado- me recriminó.
- ¿Y que tiene?- al instante me puse a la defensiva porque no podía comprender el tono con el que me hablaba
- Te había mencionado que estaba libre- me dijo como si eso fuera una explicación.
- Solo porque no estés saliendo con alguien no quiere decir que voy a salir corriendo a verte, no sé porque estás celoso, nosotros no nos comportamos así- remarqué casi como una reprimenda.
Fue la primera vez que lo vi fastidiado, la fachada de amabilidad que él siempre mantenía se desapareció, enojado como estaba parecía haber perdido la racionalidad, sentí que me había topado con una pared, era imposible hacerle escuchar razones. Yo tampoco tenía ganas de explayarme así que simplemente él se fue de ahí.
Durante los días siguientes estuve molesta con todo el asunto, no lograba hacer las paces con la idea de que tuviera el descaro de creer que podía hacerme ese tipo de planteos, que tenía derecho de mostrarse celoso y peor aún de celarme. “Me aburro rápido, me falta paciencia y no me gusta la gente celosa” le confesé a mi diario.
Me di cuenta de que él parecía haber olvidado la clase de relación que teníamos así que sucumbiendo a la tentación de darle una lección le pedí reunirnos.
Mi amante sumiso respondió al instante.
Nos vimos en su apartamento. Cuando abrió la puerta, mi amante sumiso se mostró contento como siempre, quiso besarme la mejilla pero lo aparté sin siquiera corresponderle la mirada y simplemente entré al lugar.
- Estuve pensando en algo para hacer- me mencionó.
Durante estos años habíamos establecido un par de cosas, a veces yo inducía en sus fantasías o pedidos, otras veces yo decidía, o le daba opciones para mi atuendo y él elegía, establecimos también lo típico de elegir una palabra de seguridad y un sistema de color como el semáforo para saber dónde estaba en cuanto a su resistencia al dolor.
- No recuerdo haberte pedido que hables- dije sorprendiéndolo por mi descortesía.
Por qué lo cierto es que a pesar de ser una dómina, la verdad es que soy bastante suave un softdom tal vez porque tengo demasiada empatía y no me gusta causar daño aunque sé que para él no es así porque todo lo que hacemos está consensuado. Además de que he pasado toda mi vida tratando de comportarme y no ser una maldita pero mi pobre amante sumiso eso no lo sabía, hoy estaba lista para hacerle pasar un mal rato.
Se quedó quieto en mitad de la sala con la expresión confusa.
- Corazón- dije acercándome, acariciándole la mejilla mientras le besaba en los labios- no me gustó lo que hiciste…
Me nombró como si quisiera pedir perdón pero lo interrumpí poniendo una mano en su pecho, su respiración parecía temblorosa.
- Te portaste mal- sentencié.
- No me porté mal…
- Estás hablando cuando no te di permiso, parece que estás buscando hacerme enojar…- abrió la boca como si esperara que alguien colocara palabras dentro de esta para luego cerrarla cuando lo observé atenta- No solo me hiciste una escena sino que también te marchaste molesto- mi voz sonaba condescendiente como si estuviese reprendiendo a un niño- Para mí eso es portarse mal- ladee mi rostro- ¿Y qué hacemos con los que se portan mal?
- Se los castiga.
- Se los castiga -repetí al instante- ¿Piensas que te lo mereces?- levanté el dedo índice frente suyo deteniéndolo por si acaso- Piensa bien tu respuesta porque las dos te van a enseñar una lección pero tal vez una sea peor que la otra.
- Si- murmuró para sí mismo sin mirarme
- ¿Qué?
- SI- esta vez la afirmación sonó alta y cortante
- ¿Te estás molestando?
- No quiero que te enojes conmigo…
- ¿Por qué?
- No me gusta fallarte- me sonreí divertida pero éste no correspondió el gesto sabía que mi mueca era una burla hacia él.
Mi amante sumiso es una persona exitosa en su trabajo, tiene la clase de personalidad que agrada a todo el mundo, descubrí que tenía al parecer una fascinación/fetiche por los cumplidos , es un buen chico que hace las cosas bien y si no, se desvive por mantenerme feliz y satisfecha por eso disfruta tanto que lo ponga a prueba porque la recompensa de saber que lo hace bien es lo que lo excita por todas las cosas.
- Pero lo hiciste- remarcar aquello solo lo puso más fastidiado- Pero está bien…- sus hombros parecieron relajarse- Te voy a enseñar una lección para que no se te olvide lo que pasa cuando me fallas- una lánguida sonrisa se formó en mi rostro- Sácate la ropa, voy a buscar unas cosas- le mencioné mientras lo dejaba en la sala y yo caminaba hasta su habitación.
Fui hasta el armario donde estaban todos sus juguetes, de aquel contenedor desorganizado y perdido dentro de su clóset solo nos quedaba el recuerdo, mientras pasaron los años se fue sintiendo más cómodo consigo mismo y ahora todo estaba en un armario largo, con todo sus divertimentos perfectamente arreglados para cuando nuestras sesiones se llevaban a cabo.
Cuando volví, mi amante sumiso ya me esperaba desnudo. Su masculina colonia parecía inundar el cuarto, las notas perfumadas se habían desprendido cuando se quitó la ropa, su cuerpo era una caricia para el alma, había sido una de esas personas que parece que durante la cuarentena había decidido ponerse en forma, la cual estaba bastante bien pero ahora estaba tonificado y con una buena musculatura, su pene semi erecto.
Al parecer la reprimenda o la anticipación habían surgido efecto.
- Creí que te pondrías algo distinto- me dijo cuando vio que aun usaba mi vestido negro a mis hombros y no uno de esos atuendos que habíamos elegido juntos.
- No solo seguís hablando ¿sino que ahora me criticas mi forma de vestir?
- Siempre me encanta como vestís- me aseguró, hice una mueca descreída silenciándolo porqué si no mi molestia flaquearía y no tenía ganas de dejárselo pasar.
- Ponte estas- dije extendiéndole unas esposas que mantenían sus muñecas unidas y enlazadas con gruesas tiras de cuero- Asegúrate arriba- dije levantando la mirada a las argollas metálicas que colgaban del techo para esta clase de momentos. Una idea mía que propuse hace tiempo a la cual él había hecho caso.
Una vez con los brazos extendidos sobre su cabeza mientras lo sostenían las esposas, separó las piernas para mantenerse en equilibrio.
- ¿Sabes tu palabra de seguridad?
- Sí.
- ¿El sistema de colores?
- Sí.
- Dímelos
- Etiopia, rojo: detenerse .amarillo: proceder con precaución. verde: continúe.
- Bien, siempre tan inteligente- le asentí con una sonrisa sincera y éste se mostró casi orgulloso- la fusta que había sostenido le acarició el rostro mientras hacia camino hacia su pecho- te mereces diez golpes, quiero que los cuentes…
Caminé alrededor de su cuerpo, cuando desaparecí de su vista fue fácil notarlo tensándose ante la expectativa, el ruido de la varilla golpeando contra su muslo arrancó la repentina calma del apartamento.
No se quejó, sabía que no sería la opción más conveniente.
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10
La fusta golpeó distintas partes de su cuerpo, esa misma fusta que mi amante sumiso tan alegre me había obsequiado cuando le mencioné que era de mis látigos favoritos, esta era de color rojo “para que convine contigo” me dijo aquella vez, supongo que nunca esperó que la usara para darle una lección.
La varilla roja lo golpeó en la espalda una vez más.
- No contaste…
- Dijiste que iban a ser diez
- Cambié de opinión- otro golpe lo tomó por sorpresa-
- Dos- dijo retomando la cuenta y volví a golpear.
- Uno- aclaré buscándole la mirada- ¿Color?- cuestioné cuando no contestó y bajó la cabeza-
- Verde…
- Párate bien entonces- dije haciendo que recobrara la postura.
Más azotes fueron propiciados y pude haberme sentido mal pero su miembro estaba erecto y rosáceo. Solté la fusta lanzándola al sillón.
Mis manos buscaron su rostro y lo tomé entre las mías, le acaricié las mejillas, sus ojos estaban oscurecidos, una fina circunferencia de color celeste opacada por sus pupilas dilatadas.
- Me porté mal…- aceptó en rendición. Una semi sonrisa se me dibujó.
- Está bien, te comportaste perfecto- mencioné para besarlo, partió los labios y nuestras lenguas danzaron juntas. Todo en mi amante sumiso era amable y gentil incluso en la forma en que me besaba, su cuerpo se relajó en aquel roce -Debería darte un premio- mi mano se cerró en su miembro mientras ambos mirábamos como esta lo recorría ejerciendo una ligera presión para luego aflojar y seguir bombeando. Su cadera se movió de manera instintiva embistiendo contra mi mano mientras se quejaba placenteramente echando la cabeza hacia atrás recreándose en el contacto que le ofrecía hasta que lo solté.
Sus ojos se abrieron de repente y me buscó girando en su eje cuando desaparecí de su campo de visión. Me miró desesperado cuando me vio moverme lento mientras tomaba asiento en uno de los brazos del sillón en la sala de estar y me desprendía los broches que se ceñían alrededor de mi tobillos para quitarme mis zapatos negros. Me llamó por mi nombre suplicante.
- Que ansioso~- le recriminé de forma melodiosa mientras lo ignoraba y buscaba una colita para recogerme el cabello- Quiero hacer esto bien- le aseguré.
Me arrodillé frente a él para recorrer su miembro con mi lengua, saboreando el semen en la cabeza, aplané la lengua contra su hombría cubriéndolo con mi saliva desde la base hasta la punta sintiendo la vena prominente en la parte de abajo, mis ojos se clavaron en los suyos, los de él observándome casi con adoración. Cuando lo tomé en mi boca un gruñido desde lo más profundo de su garganta reverberó por todo su cuerpo, hubiese reído por la reacción pero estaba demasiado ocupada con mi lengua girando alrededor de su longitud, acariciándolo, relajé mi garganta, tomándolo cada vez un poco más, mi amante sumiso ni siquiera trató de contenerse y me regaló de esos preciosos labios rosados gemidos desbocados, lo sentí palpitando dentro de mi boca.
- Estoy cerca- exhaló entrecortado, una queja frustrada inundó las cuatro paredes cuando me retiré.
- Todavía no…- dije tomando en mi boca uno de sus testículos mientras lo observaba a través de mis pestañas, una nueva lamida a lo largo para terminar dejando un beso en la punta y me levanté aferrándome a sus muslos para impulsarme y ponerme en pie.
Las yemas de mis dedos siguieron las líneas rojizas que se vislumbraban ahora en su torso. Me recliné rozándolas con mis labios para dejar uno que otro beso esparcido- Te puedes soltar, vamos a la habitación.
Una vez dentro del cuarto le quité las esposas para intercambiarlas por unas muñequeras de cuero que tenían cadenas para engancharse a la cama, sus muñecas sujetas a cada punta de la cabecera, las piernas separadas y cada tobillo asegurado a cada extremo de los postes que había al pie de la cama, lo amarré con cuerdas, cuerdas rojas, porque mi amante sumiso quería asegurarse que tal vez estos objetos eran usados en él pero eran de mi color favorito, míos para darles uso. Esperaba recordar los nudos porque siempre fui mala para esa parte mas aún después de un año pero al parecer como andar en bicicleta hay cosas que no se olvidan tan fácil.
- Estás usando mucha ropa…- se quejó- Si no puedo tocar por lo menos déjame verte- pidió mientras yo buscaba algunas cosas en el armario.
- Todavía no terminé con tu castigo así que no puedes pedir nada.- dije trayendo una magic wand conmigo y otra cosa que escondí en mi escote ante su mirada vigilante- Aunque tal vez…- mi tono se alargó y mis manos buscaron debajo de mi vestido para quitarme la ropa interior, sostuve la prenda de enlace rojo dejándola deslizarse entre mis dedos hasta caer al suelo y me encogí de hombros para darle a entender que era todo lo que pretendía sacarme.
Me senté a horcajadas sobre sus piernas, su miembro aun erecto pidiendo por algún tipo de atención así que nuevamente lo tomé en mi mano para sacar el pequeño juguete escondido dentro del escote de mi vestido, un anillo para el pene, lo deslicé hasta la base y prendí la magic wand, el sonido de zumbido aumentó la tensión entre los dos cuando comencé a recorrerlo con esta, ligeros gemidos se le escaparon de los labios y no contenta con la respuesta subí la intensidad ahora su espalda se arqueó, gruñó apretando el agarre de las cadenas en la muñequeras.
- No vas a terminar hasta que te dé permiso- le advertí- No hagas que el castigo se ponga peor…
Prendí el anillo y este comenzó a vibrar, la respiración de mi amante sumiso se volvió irregular mientras la magic wand vibraba alrededor de su glande, unas gotas de semen brotaron así que apagué ambos aparatos por el momento buscando que no traspasara el límite.
Su miembro se movía estremecido ante la excitante anticipación cuando la magic wand volvió a ser encendida aunque esta vez decidí divertirme yo y fue a parar debajo de mi vestido presionando la cabeza contra mi entrada subiendo y bajando, gemí relajándome ante las vibraciones, estaba mojada así que la cabeza del aparato se deslizaba con facilidad enviándome a la perdición más pronto de lo que esperaba, tibieza debajo de mi vientre se derramó recorriéndome el cuerpo mientras mi centro latía pulsante y me corría en un gemido tembloroso, mirándolo fijamente y nombrándolo solo para enloquecerlo un poco porque ese era un lujo que él nunca había recibido de mi parte.
- Quiero ver, por favor…- su voz sonó suplicante mientras trataba de aclarar mi mente. Negué con la cabeza.
- Puedo dejarte probar, saca la lengua- ordené mientras le acercaba la cabeza de la magic wand brillosa con mi humedad- Límpiala para mí- exigí.
Su lengua recorrió con dedicación el aparato, entre murmullos gustosos como si se deleitara en el sabor de mis jugos, su voz grave me traspasó haciendo que me mojara aún más, cumplió el trabajo con creces.
Me acerqué más aun tomando su pene para deslizarlo entre mis pliegues, gemí ante el roce y la calidez de su miembro resbalando contra mi húmeda y latente entrada pidiendo por más. Y como si pudiese escucharme.
- Por favor…
- Háblame, no te entiendo
- Te quiero sentir, úsame- me pidió casi de forma patética.
- Vas a recibir lo que te dé y te vas a callar- le propicié una cachetada corta y sonora contra su mejilla mientras me retrocedía y volvía prender el anillo alrededor de su base en la vibración más alta al mismo tiempo que encendía una vez más la magic wand dándole atenciones a su glande, gimió necesitado por la sobreestimulación, sus mejillas teñidas de rojo y su pecho se hundía marcándole las clavículas, su cuerpo comenzó a tensarse- No se te ocurra terminar no te di permiso.
Giró la cabeza hacia un costado y se mordió el antebrazo buscando detener su orgasmo, la visión de mi amante sumiso convertido en un desastre indefenso era un gusto para la vista, continuó gimiendo mientras presionaba la cabeza de la magic wand alrededor de su glande.
- No voy a aguantar- dijo arqueándose casi llegando al borde y detuve rápidamente ambos aparatos. Su cuerpo tembloroso debajo del mío, su pene moviéndose trémulo sin recibir ningún contacto y la voz de él agitada, tensaron el ambiente colmando el cuarto haciendo que el aire se sintiera pesado.
Mis palmas le recorrieron los costados de su torso, mi amante sumiso cerró los ojos buscando calmarse.
- ¿Cuánto más me vas a seguir castigando?- cuestionó
- ¿Quieres parar?
- No
- Te voy a dar una recompensa- le mencioné recostándome sobre su cuerpo con cuidado sin rozar su miembro- me dijiste que te use y quiero poner esa bonita boca tuya en buen uso- le confesé acomodando sus cabellos negros hacia atrás pegados a esta altura por una fina capa de sudor, tenía la piel caliente, le besé la mejilla y mi amante sumiso giró el rostro para verme- Si haces bien tu trabajo puede ser que esté de mejor humor y ya no tenga ganas de castigarte.
Volví a arrodillarme sobre el colchón, acomodándome a horcajas sobre su rostro, sosteniéndome de la cabecera de la cama para no sentarme en su cara completamente.
Su boca conectó con mi entrada succionando quitando una exhalación que se quedó prendada en mi garganta, sacó la lengua y me moví meneando mi cadera y acompasándome al vaivén de esta mezclado su saliva con mi humedad, solté una de mi manos y busque mi clítoris estimulándome moviendo los dedos con rapidez, me arquee sintiendo mis piernas flaquear hormigueando mientras contraía y gemía con soltura, su lengua sintió mis dedos y se entrometió haciendo que me soltara para chupar con fuerte aquel botón de nervios, me senté sobre su rostro completamente, moviéndome sobre él mientras llegaba a mi clímax tan fuerte que una nueva oleada de humedad se extendió entre mis piernas.
Me levanté sentándome a un lado cerca de su cabeza resoplando aun a gusto, mis muslos se sentían tensos y quedé un segundo ahí bajo su atenta mirada, no pretendía ofrecer cumplidos era obvio que había sido más que bueno. Pero aun así mi amante sumiso disfrutaba que se lo asegurara y por eso no lo hice.
Empuñé un poco de la sábana en mi mano y sequé su rostro brilloso por mis jugos. Soslayé mi mirada hacia su miembro enaltecido y palpitante, enrojecido intenso a ese punto, cada vena delineando a lo largo de su extensión.
Volví a sentarme en sus piernas como lo había hecho en un principio, mi amante sumiso levantó la cabeza para observarme, más gotas de semen se habían agolpado en la punta de su miembro, mi pulgar las recogió y las saboree sacando mi lengua chupando alrededor de mi dedo, los ojos a él se le obnubilaron y volvió a descansar la cabeza en la almohada como si la visión hasta ese momento fuese más de lo que podía soportar o se correría ahí mismo.
Saqué el anillo vibrador lanzándolo hacia la mesa de noche y prendí la magic wand.
- Voy a dejar que termines pero solo cuando yo diga…- lo miré a los ojos- sino vamos a hacer una de esas tres cosas que no te gustan y la verdad es que no tengo nada filoso, mis manos están cansadas para ejercer presión ¿Entendido?- él asintió con su boca ligeramente abierta.
La cabeza de la magic wand zumbó mientras rozaba contra él largo de su miembro, apreté su glande contra la cabeza del aparato mientras subía la intensidad, sus labios se partieron para comenzar a gemir, una vez más todo el ritual recomenzó, su abdomen comenzó a tensarse.
- No te vayas a correr sin mi permiso- le advertí
Me llamó por mi nombre mientras iba bajando la intensidad de las vibraciones y lo acariciaba apenas con el aparato y justo cuando él se calmaba volvía arremetiendo con toda fuerza sosteniendo su miembro apoyando contra el aparato vibrante mientras sus gemidos comenzaban a subir, tan frustrado que comenzó a soltar groserías.
- Por favor…- clamó hundiendo la cabeza contra la almohada mientras su espalda se arqueaba y el sonido de las cadenas en las esposas tensándose sonaban contra el espaldar de madera.
- Decime que hiciste mal- demandé dando pequeños toques con la cabeza de la magic wand la manera en que se estremecía bajo ese contacto hacia parecer como si lo estuviese tocando con electricidad.
- Me molesté
- ¿Y qué más?
- Te hice una escena
- Me celaste – agregué.
- Sí – mencionó moviendo la cabeza mientras la afirmación salió entrecortada de sus labios.
- No puedes hacer algo así, en nuestra relación yo soy la dómina ¿Y vos que sos?
- El sumiso- exhaló
- ¿Quién manda entonces?- dije apretando nuevamente el aparato contra su glande
- Vos, vos, vos- repitió una y otra vez mientras su pecho se hundía, sosteniendo el aire sabiendo que su orgasmo estaba cerca.
- Termina para mí- subí la intensidad, mi mano y la magic wand recorriéndolo, hasta que junto con un grave gruñido gutural eyaculó con fuerza, largo y tendido sobre mi mano que lo sostenía mientras continuaba masturbándolo, subiendo y bajando y él se quejaba perdido en las sensaciones brindadas hasta que se calmó completamente.
Una vez calmo, le solté una de las muñequeras y me bajé de la cama buscando mi ropa interior.
- Que sea la última vez que se te ocurre faltarme el respeto celándome- le advertí dejando que se desatara solo mientras tomaba mis cosas y me salía de su apartamento.