Mi amante sumiso III

Diario Abierto. Decidí poner en práctica mi poca experiencia.

Cuando mi amante sumiso se dio cuenta que me tomaba enserio todo el asunto me preguntó si estaría bien si me compraba algunas cosas nuevas y fue así que pasamos una tarde en internet comprando unos ítems para que yo utilice y algunas cosas para él.

Yo solo agradecí que ese paquete llegaría a su hogar porque si alguien debía tener alguna charla rara con el portero del complejo de apartamentos, mejor él que yo.

En mi familia tenemos esta frase de cabecera: “Si vamos a hacer algo, lo vamos hacer bien” Sé que no es eso a lo que se refería mi abuela cuando la decía, pero fue por ello que me dediqué aprender lo básico sobre ser un Dom . Entramos así en una etapa de experimentación porque nunca nadie se había tomado en realidad el tiempo de descubrir con mi amante sumiso que era exactamente lo que le gustaba, tampoco pudo realmente explorarlo nunca por este cierto prejuicio de que él como hombre fuese sumiso, cuando la sociedad continuamente insiste en que los hombres deben ser lo contrario.

Descubrimos que su límite se marcaba en knife play, pegging y asfixia erótica. Por suerte estaba completamente de acuerdo con esto. El único intento que hicimos que nos sacó un par de risas fue el uso de las cuerdas, el famoso Shibari porque yo no tenía la memoria o concentración suficiente para recordar los nudos correspondientes, claro que con el tiempo fui aprendiendo…

Sus muñecas juntas atrapadas por un meticuloso nudo se mantenían en lo alto sostenidas por el barrote de las cortinas.

  • ¿Qué pasa? ¿Acaso duele? - pregunté sabiendo lo obvio, era fácil ver su erección exigiendo ser liberada sobre la tela de su bóxer.

Mi amante sumiso solo asintió con hastío mientras mi mano iba surcando su abdomen bajando lentamente deteniendo el paso en el comienzo de la única prenda que lo vestía.

  • Por favor... - clamó exhalando fuerte

  • “Por favor”- repetí- ¿Qué cosa?- exigí.

  • Tócame...

  • ¿Así?- pregunté apretando un dedo contra su bulto y se movió impaciente- Quieto- ordené golpeando con el flogger llamándole la atención, las tiras de cuero golpearon descompasadas contra su pecho.

Lo observé por un segundo y cuando se quedó callado, me arrodillé frente a él bajando su bóxer, su miembro completamente erecto, casi enrojecido, la cabeza mojada en líquido preseminal, era fácil de notar que exigía contacto así que aproveché el semen para lubricar mi mano y masturbandolo ligeramente, las caderas de él embistiendo, acompasándose con el movimiento de mi mano.

  • Quieto- le recordé seria soltándolo y él echó la cabeza hacia atrás restringiéndose así mismo. Me mojé los labios sin dejar el contacto visual lo volví tomar en mi mano y mis labios se partieron acercándose- ¿Esto es lo que quieres?- pregunté como si no fuera obvio y él solo me llamó por mi nombre tan cansado que no pude evitar resoplar divertida. Intentó quejarse pero con su miembro en mi boca solo acertó por gemir casi de manera gutural, mi lengua recorriendo el largo de su virilidad, era tan suave contra mis labios podía sentirlo palpitar dentro de mi boca acercándose lento pero seguro a terminar y por ello me detuve.

  • No - se quejó, alargando la palabra transformado en un desastre quejumbroso.

  • Si no te sabés comportar no podemos seguir- le dije alejándome solo un poco para sentarme en el borde de la cama mientras tomaba uno de los látigos que estaban sobre ésta - No eres el único que quiere terminar- mencioné abriendo mis piernas exponiéndome ante él, el mango del látigo incitando en mi entrada haciéndome gemir más fuerte de lo que esperaba y sin prestar demasiada atención me dejé llevar por la fricción del cuero contra mi parte sensible.

  • Yo puedo hacer eso- me aseguró haciendo que volviera mi mirada a él.

  • No estoy segura- comenté dudosa.

  • Sabes que puedo- insistió arrogante.

Claro que podía. Lo había logrado tantas veces y con creces. Pero todo este juego se trataba de llevarlo a un punto de frustración porque lo que mi amante sumiso necesitaba era que alguien lo pusiera a reto, que le cuestionase si era capaz de hacer todo lo que creía poder lograr.

Eso era lo que lo excitaba realmente, rendirse a mi voluntad solo para poder terminar demostrándome que era capaz de complacerme. Todo esto mezclado con algo de violencia medida.

Me levanté de la cama y me acerqué a él tirando del nudo que lo restringía y con algo de dificultad logré soltarlo, me besó ansioso tomándome entre sus brazos y pude haberlo dejado ser, más cuando sus manos expertas recorrieron mis pechos haciéndome gemir con fuerza.

  • No te di permiso de tocarme- me quejé mientras mis dedos se ensortijaban en sus cabellos y lo alejaba de mí.

Me moví buscando las esposas y una de estas fue a cerrarse en su muñeca y lo atraje hacia el borde de la cama haciendo que se arrodillara en el piso, la otra esposa cerrándose alrededor del poste del lado de la cabecera de la cama.

Me senté frente a él con mis piernas abriéndose frente a su cara

  • Hazme terminar y después puedes hacer lo que quieras- le mencioné.

Sin decir nada su mano libre recorrió la parte interna de mi muslo, se acercó para besarlo y una ligera mordida me hizo sobresaltar. Sus labios surcaron hasta mi entrada completamente humedecida, su tibia lengua explorando e incitando, mis dedos aferrándose a sus cabellos guiándolo, exigiendo más contacto; una de mis piernas fue sobre su hombro asegurando que su cabeza se quedara ahí, su nariz rozando mi clítoris, logrando que gimiera fuerte, mis caderas comenzaron a moverse contra su cara ya sin una fracción de paciencia, él lo sabía así que con el pulgar de su mano libre comenzó a formar círculos alrededor de mi clítoris mientras su lengua presionaba una y otra vez contra mi entrada. Lo podía sentir, ese nudo formándose en mi abdomen bajo, mis piernas temblando y mi cuerpo entero estremeciéndose mientras me arrastraba el placer, me desplomé en la cama por un segundo mientras su mano me acariciaba la pierna así que retomé mi posición sentándome nuevamente.

  • Buen trabajo- dije logrando que sonriera impaciente y pasé a liberarlo de las esposas

Mi amante sumiso me esperó hasta que le di el visto bueno y me besó con premura profundizando el beso al instante tan intenso que no pude evitar gemir contra su boca cuando pude sentir el sabor de mis jugos en sus labios. Me recostó en la cama y rápido se acomodó entre mis piernas alineándose conmigo entrando de manera rápida y profunda, me quejé no de dolor sino es que todo se sentía extra sensible después de aquel intenso orgasmo y me miró preocupado.

  • Estoy bien- le aseguré y él continuó con las estocadas, su ritmo era desprolijo y veloz. Era fácil de notar que no podía aguantar más y solo deseaba terminar de una vez, juntó mis piernas abrazándose e inclinándose sobre estas, embistiendo profundo haciendo que mi espalda se arqueara y mis ojos se cerraron, sabía que no me faltaba mucho para alcanzar mi segundo clímax.

  • Mírame- pidió, su mano posándose en mi mejilla llamando mi atención

Y no sé porque me sentí dispuesta a hacerle caso, tal vez porque él había tenido más paciencia que cualquier otro. Aunque este era el juego que le gustaba.

  • No me digas que hacer- le advertí y le propicié una cachetada. Mis ojos se posaron en los suyos desafiantes, mi lengua lamiendo el pulgar de su mano para terminar mordiéndolo. ¿Qué pasa, te gusta eso?- él asintió y lo volví a golpear en la cara, una cachetada corta y sonora. Embistió lento y profundo casi como un castigo- ¿Vas a ser bueno y me vas hacer venir de nuevo?- cuestioné mientras mi cadera se movía con insistencia acompasándose a sus movimientos.

  • Sí- me respondió entrecortado. Sus mejillas parecían arder, sus cabellos oscuros pegándose a su frente ligeramente cubierta por algo de sudor, sus labios entreabiertos dejando escapar gemidos gruesos y sin esperarlo llegué a mi segundo orgasmo esa tarde.

  • Termina para mí- le ordené entre gemidos, mis paredes apretándolo rompieron el contacto visual, echó la cabeza hacia atrás arremetiendo nuevamente de forma descuidada mientras era arrastrado por el placer aquella tarde.

Creo que aquel día aprendimos juntos un par de cosas nuevas.


Si alguien llegó hasta aquí y puede dejar de tocarse por un segundo y dejarme algún comentario al respecto, no me ofendo •<•.

Atte. The Red Countess 💋