Mi amante, su marido y yo

Festejando un cumpleaños dos amantes se permiten invitar a otro muy cercano

Siguieron tardes muy intensas con Barbi. El sexo entré las dos era muy interesante y ella iba aprendiendo de a poco cómo satisfacer a otra mujer.

Seguía casada y sin cambios en su relación con Gerardo. Yo me había constituido en su amante. A veces y en secreto para descomprimir me veía con alguien más.

Para fines de marzo Silvina mi mejor amiga organizó su cumpleaños . Dado que ella era amiga de Gerardo sabía que la feliz pareja iba a concurrir. La sorpresa fue cuando me comunico que lo festejaría en el campo de sus abuelos el fin de semana y los invitados éramos solamente Gerardo, Barbi, Enrique, Ana, ellos y yo. No tuve remedio que aceptar.

Llegamos por la tarde. La situación entre Barbi y yo era bastante extraña. Ellos me habían pasado a buscar para llegar hasta el campo y solamente me hablaba Gerardo. Entre ellos no se dirigían palabras. Él recordaba nuestros primeros años de universidad. Al llegar y poder dispersarnos, me ubique en el cuarto que me dio Silvina. Note que la puerta se abría y entraba Barbi. Me tomo y comenzó a besarme locamente. Era un peligro tener sexo a metros de su marido y no podía arruinarle el día a mi amiga que desconocía todo lo qué pasaba. Sin embargo la besé y la masturbe por encima de su ropa interior hasta hacerla acabar.

Esa noche comimos, tomamos, le cantamos el feliz cumpleaños a Silvi y fumamos mucha hierba. Barbi se quedó dormida en el sillón así que Gerardo la llevo a la habitación. Todos seguíamos de fiesta, nos reíamos y recordábamos viejos tiempos. Yo flotaba entre tanto estimulante. Todos fuimos yéndonos a acostar, sin darme cuenta me fui a la habitación de Barbi y Gerardo. Me quite el pantalón y el corpiño y sin más me metí en la cama. Escuché que alguien entraba y decía que era un hermoso retrato lo que veía. De repente me dijeron al oído si sabía donde estaba. Le dije que si y abrace a Barbi, que estaba inerte. Creo qué pasaron unos minutos u horas, cuando me despertó Gerardo refregando su pija contra mi culo. Era semiconsciente de lo qué pasaba. El me agarraba de la cintura y me atraía hacía el apoyándome más. La sentía bien dura. Acto siguiente y un poco más consciente comencé a responderle moviéndole mi culo. Me estaba calentando esa situación, mi amante durmiendo y su marido queriéndome coger. Si bien los hombres no me gustan a veces hago excepciones y esta me resultaba encantadora. Note que se bajaba el bóxer y me bajaba el culotte. Su pija estaba cada vez más hinchada y yo seguía de espaldas moviéndome para sentirla. Nuestras respiraciones se aceleraban y note su enorme mano que buscaba mis tetas. Me dijo si la despertábamos a Barbi para unirla. No sabía que responder, él desconocía nuestra historia y no conocía cuál podía ser su reacción. Sigamos solos y si la despertamos que se una le dije.

Siguió masajeándome las tetas y yo moviéndole el culo  y acomodándome . Herviamos, sentí como me la metió y emitímos un sonido de placer que parecía que íbamos a acabar ahí mismo. Pero no su pija exploraba mi concha, ambos nos movíamos despacio queriendo demorar más y más el orgasmo. Sentía como salía y entraba. Sus manos seguían en mis pechos que eran dos rocas. Estába muy caliente porque me di vuelta lo recosté y comencé a galopar encima suyo. El me agarraba de las caderas y me empujaba, la sentía toda adentro. Ese movimiento me resultaba embriagador. Barbi seguía durmiendo la miraba y más me ponía. Gerardo se sentó me tomo y me recostó para embestirme él. La saco, me subió una pierna y me la metió. La sensación fue gloriosa. Entraba y salía como un animal. Yo estaba tan caliente que le rasguñaba la espalda. Su pija estaba caliente, dura, hinchada. Me tocaba el clitoris mientras seguía penetrandome. Pronto nos vinimos los dos. Quedamos con los cuerpos calientes y con ganas de más. Cada uno con su propósito quería unir a Barbi.  Le dije que me dejara a mi que era la experimentada en mujeres. No se negó. Así que me acerque a ella que seguía durmiendo. La bese y le dije al oído que estábamos los tres en la cama. Que la noche nos había llevado a jugar con nuestros cuerpos y que la queríamos con nosotros. Barbi no entendía que pasaba. Su reacción fue negativa pero yo no dejaba de besarla. Gerardo nos miraba en silencio. Le había advertido que sabía de estas situaciones y aunque estaba con su mujer notaba que lo calentaba que fuera yo quien convenciera a Barbi. Le pedí que fuera al baño un momento y aproveche para decirle que no sabía nada de lo nuestro pero que podíamos pasar buen rato los tres y que me aseguraría que sino quería no tenía que tener casi contacto. Con esas palabras y unos besos en el cuello fue aflojando. Cuando regresó Gerardo la situación era otra. El se colocó detrás mío mientras yo besaba y desnudaba a Barbi. Sentía de nuevo su pija dura contra mi culo. Barbi me tocaba las tetas y yo me sentía una reina. De repente sentí la mano de Gerardo en mi culo, dándole masajes. La sensación era extrema. Me encantaba. Barbi entre tanto me comía la boca y yo le respondía mojándome más. Comencé a chuparle las tetas a Babi como sabía que le gustaba, mi lengua las iba mojando con las yemas le tocaba los pezones. Ya la escuchaba que gemía. Sentía que Gerardo me metía dedos en mi vagina húmeda, sus dedos eran más gruesos así que me movía para darme más placer. El estaba encantado con la situación. Con mi otra mano le tocaba su pene duro. Los tres ardíamos de placer. Comencé a masturbar a Barbi que me rogaba que la toque. Su concha estaba lubricada y me resultaba sencillo poder meterle casi todos mis dedos. Salían y entraban deliciosamente tanto que le los chupaba para saborearla. Gerardo me decía que le gustaba ver cómo me exitaba su esposa. Sentía su pené otra vez más duro e hinchado, así que me coloqué en la posición de cuatro y puse a Barbi debajo mío. Le pedí que me cogiera de nuevo y no se hizo esperar. Me penetro de lleno. Barbi debajo mío podía verme desnuda, como se me movían las tetas así que comenzó a tocarme el clitoris. Gerardo entraba y salía furiosamente de mi, me gustaba que cada vez intentase llegar más y más adentro. De repente comenzó a besarme el culo, un escalofrío me recorría el cuerpo. Entretanto lograba que Barbi estuviera un poco más arriba mío. Quería chupársela y que mis dedos la hicieran venirse. Comencé lentamente con simples lengüetazos sobte todo su sexo. Gerardo ya me metía un dedo dentro de mi culo y otro en la vagina. Le pedí que siguiera así, me gustaba esa sensación y que me viera chupársela a Barbi. Ella se revolcaba de placer, estiraba mi mano y le estrujaba sus tetas también. Mi cara en si concha empapada, mi lengua que jugueteaba con su clitoris y la sentía como acababa. Gerardo de repente me metió su pija por el culo. Estaba tan dilatada que solo sentí placer y alivio. Me movía y su respiración estaba muy agitada. Yo le pedía más y más. Barbi que ya iba por su tercer orgasmo gemía cada vez más fuerte. Gerardo no dejaba de decirnos cuánto lo calentaba esa escena. Me empecé a tocar el clitoris para estimularme un poquito más. Escuché y sentí el semen de él en mi culo. Yo ya no podía más así que también acabé. Cuando terminamos, nos miramos y nos quedamos en silencio con ganas de más. Los tres lo sabíamos, pero nos recostamos desnudos y nos dormimos.

La mañana siguiente todo transcurrió con normalidad. De regreso en el auto Gerardo nos miro a Barbi y a mi y nos dijo que sabía de nuestra relación. Que no había necesidad de ocultarla siempre y cuando a veces lo invitásemos