Mi amante madurita parte 2
Dicen que el comer y el rascar todo es empezar. A lo mejor hay mas verbos que encajen en este refran.
Allí estábamos, Lola y yo en la cama. En silencio, no sé cuánto tiempo, seguro que poco, pero sabéis esos silencios que nadie dice nada pero que la cabeza está llena de cosas que se quieren decir?. Eso me estaba pasando a mí.
Finalmente fue ella la que habló:
-Necesito un pitillo.
Salió de la cama y se puso una bata, me gustó verla otra vez de pie, desnuda, con sus grandes pechos, su pelo alborotado le caía en greñas sobre la cara. Recogió mi ropa y la puso sobre la cama.
-Vamos abajo a fumar.
Su seriedad me estaba confundiendo, pero dentro de mí ya intuía lo que pasaría. No era la primera vez que estaba en esta situación. Me vestí apresurada y bajé a la cocina, allí estaba ella, fumando un pitillo y mirando por la ventana.
-Esto no debió pasar Montse. No está bien.
Me acerqué a ella por detrás quería abrazarla, consolarla, explicarle que nada malo había pasado, pero ella se escabulló y evitó mi abrazo.
-Mira Montse, no. Por favor. No podemos hacer esto.
-Pero por qué?. No te ha gustado?
-Eso no tiene que ver. Sabes que me ha gustado. Pero NO. Yo no puedo hacer esto.
-Por qué? Si ya lo has hecho.
-Si. Y sé que está mal. No puedo acostarme contigo. Eres una niña. Joder, eres amiga de mi hija y además estoy casada, y además no soy lesbiana.
-Ser lesbiana no es malo. Y posiblemente seas bisex.
-Que tontería de respuesta es esa? Montse. Mira creo que es mejor que te vayas, no estoy bien.
Intenté acercarme a ella, quería darle un beso, pero ella giró la cara evitándome.
-No Montse. Para, por favor. Márchate, no estoy para tonterías. Y por supuesto, espero que esto no salga de aquí.
-Joder, Lola. No me jodas. Que quieres que haga que lo publique?
-Bueno. No te quiero joder, pero te prometo que como se entere alguien me vas a encontrar.
La miré, pero sabía que no podía hacer nada, y me fui. Abandoné la casa con el regusto de Lola en mi boca, la satisfacción de haberla poseído se contrastaba con la decepción de la despedida. No era la primera vez, ya había sentido ese desprecio, ese “yo no soy lesbiana”, es lo que más duele, lo has sido aunque solo sea por esos instantes en que has estado con otra mujer.
No sé lo que me había pasado con ella, la excitación de estar con una mujer madura, el hacerlo así en su casa, en la cama donde duerme con su marido, el que además sea la madre de mi amiga, dejaba atrás la casa y ya la deseaba otra vez.
De camino a casa recibí varias llamadas de Loli, supongo que para agradecerme los apuntes, no me apetecía hablar con ella, solo quería llegar a mi casa y masturbarme pensando en su madre. Dios, estaba muy cachonda, quería tumbarme en mi cama e imaginar que mis dedos eran los suyos, que mi olor era el suyo, sería capaz hasta de no lavarme los dientes solo por llevar su sabor en la boca.
Esperé un par de días, tenía la esperanza de que ella me llamara (si soy bastante optimista), me daba bastante vergüenza o casi diría miedo. Vale que el otro día me había mandado a la mierda, pero en mi cabeza pensaba que, bueno, a lo mejor había sido algo temperamental, que lo habría pensado y le habría gustado. Como decía, en un par de días, llamé a su casa, al teléfono fijo:
-Hola.
-Hola, soy Montse.
-Hola Montse, Loli, no está.
-Ya.
-Quieres algo más?
-Quería hablar contigo.
-De qué? Creo que no tenemos nada de que hablar.
-De lo del otro día.
-Mira Montse. Creo que fui bastante clara el otro día. Olvida lo que pasó. Por favor.
-Pero, Lola, …
-Adiós.
Y colgó, lo volví a intentar, pero cada vez que la llamaba me colgaba.
Pasaron los días, yo seguía obsesionada con ella, la verdad esta situación me estaba provocando también un rechazo hacia su hija, supongo que involuntariamente la esquivaba, intentaba ponerle excusas para no verla, y cuando la veía lo primero que se me ocurría era preguntarle por su madre. Joder, hasta ella se dio cuenta y un día me espetó:
-Joder Montse, estas mas rara que la leche, te pasa algo conmigo?.
La verdad, si me pasaba, pero balbuceaba excusas, que si los estudios, que si la regla, bueno iba escaqueando. Lógicamente, no volví a su casa, tuve que inventarme la excusa de que mis padres me habían castigado por las notas, y de paso corté también sus visitas a la mía. Esto, sin saberlo, iba a dar un giro inesperado a la situación.
Recibí una llamada de un móvil que no tenía grabado. Nunca les hago caso, pero la insistencia me hizo cogerlo. Tras un pequeño silencio, oí su voz:
-Hola Montse.
-Hola Lola.
Mi corazón dio un vuelco, no me lo hubiera esperado.
-Montse, creo que tenemos que hablar.
-Si claro cuando quieras.
-Mira no es de nosotras, eso está zanjado. Tenemos que hablar tú y yo, de tu situación con Loli. Es mejor que nos veamos y tomemos un café. Vale?
Concertamos una cita en una cafetería un poco apartada, discreta. Yo estaba nerviosísima, no sabía que ponerme, Sexy y explosiva? Discreta? Elegí lo sexy, un jersey ajustado de cuello cisne, que perfilaba mis tetas y una minifalda ajustadita, combinadas con unas botas de caña alta hasta la rodilla.
Me alisé el pelo, y salí a mi cita, iba bastante insegura, por el camino las miradas de los hombres me hacían pensar si me habría pasado con el look, pero era tarde para volverme atrás, al llegar a la cafetería la vi por la cristalera, vaya, la muy …, estaba preciosa, también había elegido una minifalda, combinada con una blusa cuyos botones parecían que iban a estallar por el tamaño de sus pechos, además visaba un poco y dejaba adivinar un sujetador negro por debajo. Estaba mas rompedora que yo.
Sin embargo la entrada fue fría, muy fría, ni un beso.
-Hola Montse.
-Hola Lola.
Olí su perfume otra vez, Dios, que delicia.
Bueno la conversación empezó directa y al grano. Lógicamente, Loli había hablado con su madre de que yo estaba rara, de que ya no quería estar con ella, y eso era el motivo de esta reunión. Lola quería poner las reglas. Fáciles.
-En resumen, Montse. Lo pasado está, pero lo que no quiero es que eso haga que tu y Loli os distanciéis. Estoy dispuesta a olvidarme de todo, tu vendrás a casa con Loli cuando quieras, seguiréis siendo amigas, si tu quieres, pero no quiero interponerme en vuestra amistad.
Intenté explicarle, que ese no era mi problema, que mi problema era ella, que no quería su enfado, que sí, que todo volvería a ser como antes, pero que todos los días pensaba en ella.
-Montse. NO. Las condiciones son estas. Por favor. No hagas las cosas difíciles. Olvídame. Eres muy joven, y yo no soy la única mujer en el mundo y además yo no quiero estar contigo.
Finalmente, y como única solución, tuve que admitirlo, claro que volvería a tratar con Loli como antes, claro que iría a su casa, como antes, claro que todo sería como antes.
Lola, dio por concluida la conversación, afuera llovía.
-Quieres que te lleve a casa?
-Si, si no te molesta te lo agradecería.
El viaje transcurrió en silencio, la tarde de otoño, era tan triste como mi corazón y empecé a llorar. Lola arrimó el coche en una acera.
-Joder, Montse, no te pongas así. Por Dios niña, es una cuestión de madurez, esto no es el fin del mundo.
-Ya…joder es que no sé que me pasa. No te preocupes.
Sacándose el cinturón se acercó hacia mí, me atrajo hacia ella y me dejó llorar en su hombro, me fui acurrucando entre su cabeza y sus tetas.
-Venga, Montse, no quiero verte llorar, por favor. No me hagas esto.
Me incorporé un poco, con los regueros de lágrimas corriendo por mis mejillas y la miré a los ojos, como la había mirado la primera vez, y me lancé hacia sus labios, suave primero un pequeño pico, esta vez ella no hizo nada, no dijo nada, dejó que mi lengua entrara en su boca, mis manos la agarraron por la cara y la seguí besando, nos mordimos, dejamos que las lenguas descubrieran las bocas mutuamente.
Bajé mi mano hacia su falda, la levanté, recorrí sus pantis hasta llegar a la goma introduje mi mano en su interior, noté sus braguitas húmedas, las toqué en su parte mas mojada sabiendo que allí estaba su coñito.
-Ahhh, joder, Montse, para, por favor aquí no.
-Podemos ir a tu casa?
-No, van a llegar todos.
Seguíamos besándonos mientras hablábamos, hasta que ella, supongo que por la situación en mitad de la calle, me apartó. Incorporándose, en su asiento, arrancó el coche casi sin tiempo a ponerme el cinturón.
-Vamos a un motel?
-Me encantaría.
-Has estado alguna vez? Sabes cómo funciona?
La pregunta me gustó, no sé por qué me sentí especial al ser su primera vez en un motel, y la mía también, tenía algo de excitante esto del amor a escondidas.
-No, nunca he estado.
Aproveché el trayecto para juguetear traviesamente con mis manos en su coñito, a veces le hacía cerrar las piernas.
-Para…que nos vamos a matar.jajaja
Me encantaba oírla reír, en algún semáforo, aproveché para robarle algún beso, en la entrada del motel, creo que tuvo su primera duda, pero finalmente metimos el coche en el parking de la habitación. No podía esperar mas. Casi sin dar tiempo a que se cerrara la puerta salí del coche y me fui hacia ella empezando a besarla mientras volvía a meter mi mano en su entrepierna.
Subimos de la mano la escalera que llevaba a la habitación para volver a besarnos como locas una vez dentro, saltaron chaquetas, blusas, jerséis…nuestras pieles se empezaron a rozar, aun de pie mi lengua volvió a sus pechos, entre jadeos, nos acercamos a la cama y la empujé hacia ella de espaldas.
Me puse sobre ella besándola, bajando mi lengua desde su boca hacia su pecho, lamiendo su tripa hasta su ombligo. Desabroché la falda. Ella levantó su culo y la dejó salir. Miré su cuerpo. Tras la falda salieron los pantis, que dejaron al descubierto unas braguitas negras de encaje. Me gustaba, sin sacarla la besé en el coño, y la saqué.
Su coñito quedaba al borde de la cama, me arrodillé y empecé a chuparlo, succionaba su clítoris una y otra vez, sus jadeos eran cada vez mas continuos, era un gritito constante de placer, de vez en cuando me detenía para mirarla y ella me decía que siguiera.
Finalmente, volví a notar su espasmo de placer sus manos agarraron mi cabeza intentando sacarla de su entrepierna.
-Ahhhh, ohh Dios Montse, OH Para, para por favor…ohhh
El líquido de su coño se empezó espesar y empezó a brotar un líquido espeso y lechoso, su sabor cambió y noté que Lola temblaba y jadeaba…
-Ohh Dios, Ohh Dios…joder Montse.
Me incorporé triunfal, mientras la miraba, me acerqué y la besé. Mientras tanto dejaba caer al suelo mi falda, mis pantis y mis braguitas, me fui tumbando en la cama intentando colocar mi sexo cerca de su cabeza. Esta vez ella entendió lo que pretendía.
Sus labios se acercaron tímidamente a mi coño, noté que no sabía que hacer exactamente, quizá el olor también la hizo hacerlo con timidez. Con mi mano llevé suavemente su cabeza hacia mi entrepierna, y ella empezó a lamerme, su inexperiencia se compensaba con sus ganas, primero de forma torpe empezó a mordisquearme. Su lengua empezó a introducirse en mi coño, recorría mis pliegues, me empecé a retorcer de placer, a veces mas por el deseo contenido que por la eficiencia de su lamida. Pero el placer me hacia suspirar jadear.
De todas formas, no quería permanecer pasiva, hice lo que pude para girarme y poder colocarme a la altura de su todavía húmedo coñito, y ambas empezamos a comernos entre espasmos de placer, jadeos, gritos, otra vez su coño empezó a segregar su leche, y seguro que el mío también no podía aguantar el placer que me estaba dando.
En un grito mutuo, ambas nos corrimos.
Cansadas, sudorosas, con las caras brillantes de nuestros jugos nos pusimos cara a cara y nos besamos, primero un piquito, después apasionadamente.
Montse se apartó de mí y fue a su bolso, no pude evitar seguirla con la mirada, sacando el tabaco me ofreció un pitillo y ambas nos sentamos en la cama a fumar. Lola me sorprendió con una sonrisa:
-Joder…jajaja.
-Que te hace gracia?
-Ya lo sabes cabrona, otra vez me has pillado.
Me sonreí:
-Lo siento…jajaja
Ambas nos reímos, y nos miramos.
-Que tal lo hice?
-Puedes mejorar. jaja. No, es broma, ha sido maravilloso
-Jaja, me dio un poquito de, no sé, no asco, algo de repulso.
-Te gustó?
-Si. Me gustó. También me gustó la otra vez.
-Ya lo sabía.
-Eres una capulla. Que vamos a hacer ahora?
-No te lo imaginas?
Apagué el pitillo, cogí el suyo y también lo tiré en el cenicero, me acerqué a ella y la besé, empujándola para tumbarla en la cama, poniéndome encima de ella seguí besándola mientras abría sus piernas para colocarme encima de ella y hacer que nuestros sexos se encontraran.
La agarré por las muñecas y apreté sus brazos sobre la cama, mientras seguia empujando mi sexo contra el suyo, nuestros clitoris se rozaban el placer me recorria todo el cuerpo, me encantaba tenerla sometida, ella hacia algún esfuerzo for zafarse pero yo descargaba mi peso haciendo que le fuera imposible. Otra vez los jadeos, veia su cara con los ojos entrecerrados de placer, se mordia el labio para ahogar sus gritos, pero en su climax ya no podia evitarlo.
-Ohhh…joder…Montse…
Yo repondía también con jadeos, mi placer venia casi mas de oirla, de verla, de someterla, de saber que le estaba dando ese placer que del propio roce. Así, otra vez mas, la hice correrse, casi entre lágrimas, empezó a suplicarme, al tiempo que notaba sus fluidos mezclarse con los mios.
-Ohh, Montse, para por Dios…no aguanto mas.
Empujé aún un poco mas y finalmente paré, cayendo encima de ella, y besándola, besos que ella respondió casi con mas pasión que yo, no pude reprimirme, la verdad es que fui un poco mala, pero tenía que decirselo, se lo merecía.
-Creo que ya eres un poquito mas lesbiana…
-Y tu una gilipollas.
Y reimos juntas.
Aún encima de ella, aproveché para darle pequeños picos en la boca, en su cuello, en los pechos, estaba tan cachonda, quería estar así todo el tiempo del mundo, encima de ella, haciéndola gemir de placer, poseyéndola, pero ella me apartó y susurró las horribles palabras:
-Que hora es?
-No sé. Supongo que serán sobre las ocho.
Se levantó a la mesita donde había dejado las cosas y miró su reloj.
-Tenemos que irnos, son casi las nueve, tengo que ir a casa, ya me extraña que no me llame nadie.
-Cielo, un poquito mas, déjalos que se hagan la cena…ummm…porfa.
-No, no y no; no me volverás a liar. Venga vístete.
La abracé y empecé a besarla mientras ella intentaba recuperar su ropa desperdigada por el suelo.
-Lola…porfa…un poquito mas. Te lo pido de rodillas.
Arrodillándome aproveché para volver a besar el coñito, mientras ella, entre risas me apartaba e intentaba vestirse. Hasta puse pucheros intentando alargar este momento, pero sabía que era imposible. Nos vestimos, entre risas y cosquillas, besos.
Al sentarme en el coche, me di cuenta de una cosa, de que Lola era un poquito mía, al recordar hace un rato como la tenía debajo de mí, comprendí que se había rendido, y que desde ahora ya no me iba a decir que no. De esto hace ya un año. Y han pasado muchas cosas.
Y claro que sí, que he vuelto a su casa, muchas veces, para mantener mi amistad con Loli, pero mas para follarme a Lola.