Mi amante

Mujer - perro

Hace dos meses que estoy separada aunque mi relación hacía mucho tiempo que había acabado. Ahora vivo sola con mis hijos, Marcos, de cuatro años, y Lucas, de dos, mis dos gatos, Bob y Ka, y mi perro, un precioso dálmata llamado Nebla.

Si me hubieras preguntado hace unos días por mi vida la hubiera descrito como tediosa, pues consistía en trabajar y cuidar de mis hijos, además de que me sentía muy sola, pero el fin de semana pasado todo cambio.

El viernes pasada llegué a casa sobre las 10, pues aproveché que Marcos y Lucas estaban con su padre para quedarme en la oficina recuperando trabajo. Me puse cómoda, me serví una copa de buen vino y me senté en el sofá. La casa estaba tan sola cuando no estaban mis pequeños... Era insoportable.

Como era de esperar, Nebla se sentó junto a mí y le empecé a acariciar mientras me bebía mi copa.

Seguí bebiendo y bebiendo hasta que pillé un buen pedo y entonces vino el bajón. Me empecé a sentir terriblemente sola y empecé a llorar desesperada. Presa de una profunda pena miré a Nebla, mi fiel compañero, quien siempre estaba allí, y empecé a besarle como cualquiera besa a su perro. Nada raro.

Me incorporé como pude y me dirigí a la cocina para comer algo. Luego, volví al sofá con otra copa de vino y encendí la tele en una búsqueda fallida de algo de porno, ya que lo más erótico que encontré fueron mujeres duchándose.

Da igual, me dije a mí misma, ya que podía calentarme sola. Así que empecé a bajar mi mano hacia mi coñito, que en aquel momento estaba totalmente seco, pero usando la imaginación conseguí que pronto estuviera chorreando.

Mientras estaba muriéndome de placer con cada roce de mis dedos en mi clítoris, Nebla metió el morro, pero yo lo aparté como si se tratase de un acto reflejo y seguí a lo mío.

Lo volvió a hacer y entonces exclamé “¿Qué pasa, gordito? Jaja. ¿Tú también estás cachondo?".

Nada más decirlo me vino un excitante pensamiento a la mente, algo que nunca antes había pensado. Entonces, miré a Nebla, que intentaba meter su morro entre mis piernas y, sin saber por qué, decidí dejarle.

Al primer lengüetazo que mi perro me dio en mi chochito un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pfffff era una sensación totalmente nueva e inexplicable.

Me agarré al sofá mientras Nebla no paraba de lamerme el coño, sentía su morro húmedo en él y pasaba su lengua por todos los rincones, incluso la metía en mi vagina.

Me abría más y más de piernas para facilitarle el trabajo a Nebla, cuando de repente empecé a sentir unas terribles ganas de ser penetrada, pues estaba apunto de correrme. Entonces pensé que si me montaría si me pusiera a cuatro patas, pero... "¡AH! ¡JODER, NEBLA! ¡SÍ! ¡SÍÍÍÍÍÍÍ!" Un orgasmo brutal se me adelantó.

Pese a eso, las ganas de ser penetrada no cesaron, así que me dispuse a ello.

Me levanté del sofá, me puse en el suelo a cuatro patas y empecé a dar golpecitos en el suelo y a emitir sonidos para llamar la atención de Nebla.

Rápidamente, vino hacia mí, pero no se dirigió a mi coño sino a mi cara y empezó a hacerme cosquillas. "¡Nebla, para!" dije mientras intentaba quitármelo, pues me hacía cosquillas. Además, no era eso lo que quería.

Nebla se apartó y empezó a dar vueltas a mí alrededor. De repente, se acercó a mi coño, que estaba empapado por los flujos, y empezó a lamerlo otra vez.

Entonces, pensé que estaba haciendo el ridículo, que no me montaría aunque me estaba matando de placer con su lengua, pero no, me equivocaba, pues en un abrir y cerrar de ojos tenía a Nebla sobre mi espalda intentando penetrarme.

¡Diossss! Mi coño se inundó mucho más y empecé a decirle a Nebla que me hiciera su perra, pues es lo que parecía, una perrita en celo.

Nebla no paraba de hacer movimientos bruscos, pero no conseguía metérmela. Eso me excitaba todavía más, pues era su perrita esperando su rabo. Por otro lado, sus uñas clavadas en su espalda me estaban matando, pero me daba igual. Estaba demasiado cachonda y más lo estuve cuando la sentí toda dentro.

De mi interior salió un quejido secó nada más sentirla, seguida de gritos incontrolables. Tan incontrolables como las embestidas de Nebla, que me estaba follando rapidísimo.

¡Sí, estaba siendo follada por un perro y me estaba encantado! La sensación de ser una guarra que estaba sintiendo era enorme.

Empecé a sentir como su miembro crecía en mi interior. ¡Era enorme! Y yo seguía gimiendo y gimiendo hasta que sentí su corrida.

Nebla, intentó salirse, pero no podía. Yo no sabía que pasaba, así que empecé a asustarme y me tense.

Nebla tiraba, haciéndome mucho daño, mientras yo intenta tranquilizarle para que parara. Después de un rato, conseguimos separarnos.