Mi Ama y Su Amiga - 8
"Somos perras, putas esclavas y es lo que se espera de nosotras. Instinto y entrega"
Por la mañana Laura tuvo mejor suerte que yo. Ale la desató, sacándole mi flácida polla de la boca que se había corrido no más de tres veces. Mi capacidad de hacerlo era muy limitada y cada vez más doloroso al notar las contracciones del blando pene sin que soltara más leche. La madre de Ale se había tragado casi mis tres corridas. Su propio cansancio provocaba que, entre jadeos, una parte de mi leche saliera de su boca y resbalara por la mejilla hasta depositarse sobre la sábana.
Laura tomó aire al sentir la boca vacía, aunque no dejaba de tener pequeños espasmos con el vibrador aún en funcionamiento en su coño. ¿ Qué pilas le habían puesto ?, no se agotaban nunca. Igual que el de mi culo. Su madre tenía en una mejilla restos de mi semen seco. Ale la miró, sonrió y terminó de dejarla libre, provocando que estirase sus extremedidades.
- Mamá, ve a darte un buen baño, sácate el vibrador del coño y lo lavas. Cuando hayas terminado vuelve desnuda que, mucho me temo, éste maricón no ha terminado -. Laura se incorporó agotada y se dirigió al baño casi arrastrando los pies. Ale también salió de la habitación. Entró Mi Ama, desnuda, mostrando su polla dura, luciendo esas tetas que volverían loco a cualquier hombre. Me deslizó sobre el colchón dejándome en el borde con la cabeza colgando, me colocó a cuatro patas, aún atadas las piernas hacia la espalda y los brazos también atados a la espalda y unidos a los tobillos. Me colocó la almohada debajo del vientre, ofreciéndole el culo, sacó el vibrador, se subió a la cama de rodillas y noté un terrible dolor al meterme solo el capullo de su hermosa polla. Se inclinó hacia delante y me sacó la polla de goma que Laura había dejado en ella. Me cogió por las caderas y hundió más su pene dentro de mí. Me quejé del dolor, pero no sirvió de nada, siguió llenándome hasta que noté su pubis golpeándome las caderas. Quería tomar aire, respirar, intentaba moverme, pero todo era imposible.
Asomó Ale por la puerta, desnuda también, luciendo una polla de silicona sujeta a su cintura y glúteos y cogida por una de sus manos. Me cogió del pelo y levantándome la cabeza me ordenó abrir la boca. Y allí estaba, metiéndomela hasta la garganta, empujando mis labios a la base del arnés, sin retirarse, solo empujando. Lo mismo que estaba haciendo Mi Ama en el culo, llenarlo sin moverse, empujando el pubis sobre mis nalgas. Se inclinaron las dos y se fundieron en un apasionado beso. Las arcadas eran incesantes, iba a vomitar en cualquier momemto, pero no les importaba. Al contrario, se mantenían firmes inmovilizándome por la boca y el culo, obligándome a contraer el esfinter con cada arcada, lo que provocaba aún más placer a Alba.
Joderrr, ¡ cómo folla éste mamón ! - dijo Mi Ama -. Vas a acabar siendo una gran adquisición - y se mantuvo, sin moverse, gimiendo de placer y del poder que tenía -. Ale, es una pena que no tengas polla - y se rió.
¿ Una pena ?. Disfruto de la tuya, cariño - rió también -. ¿ Para qué quiero una ?, entonces no disfrutaría de las folladas. Ni de esto - añadió dando una embestida en mi boca. Aún no sé cómo pude contener el vómito.
En ese momento llegó Laura, desnuda, desprendiendo su delicioso perfume. Se quedó helada cuando vió cómo me tenían. No se movió intentando asimilar ese espectáculo tan degradante. Y lo peor era que una de las mujeres que me estaba tratando así era su propia hija. Cierto que debió pensar que me lo había buscado yo, que debería haberme quedado quieto, solo fantaseando sobre imposibles. Pero allí estaba, follado por el culo por la mejor amiga de Ale y por la boca por su hija. Debió costarle darse cuenta de eso. Igual que le costaba que todos esos cambios, incluidos los suyos, los había provocado ese perro que no paraba de babear, conteniendo las contracciones del estómago, con los ojos llorosos y suplicantes. Soportando el dolor del culo lleno de una polla tan grande que pensaba que no cabría dentro. Pero allí estaba, delante de ella, sujeto por la cabeza con las manos de Ale y por las nalgas con las de Mi Ama.
- Mamá, deja de mirar así y trae la máquina de rasurar -. Su hija la devolvió a la realidad.
Cuando volvió con la máquina rasuradora, se acercó a su hija. Alba había empezado a moverse lentamente dentro de mi, notando aún las contracciones del esfinter.
Éste pelo no me gusta - dijo Ale, refiriéndose al de mi cabeza -. Rasúrare esa mierda, mamá.
Pero Ale...- no asimiló la orden.
¡ MAMÁ !, haz lo que te he ordenado joder - y embistió otra vez con su pubis.
Laura no se creía lo que iba a hacer, no entendía el por qué, pero una vez iniciada la rasuración, se dejó llevar por el instinto y comprendió que poco podía hacer por evitarlo.
Sentir a Laura tan cerca, casi acariciando mi mejilla con su muslo, respirando su aroma, casi consigue que me olvidase de todo. Una nueva embestida en el culo y en la garganta me obligaron a volver y sentir lo insignifcante que era en ese momento ante esas tres mujeres, tres diosas.
- Mamá, ve a relajarte con la madre de Alba - le ordenó cuando terminó de raparme la cabeza.
Mi Ama siguió follándome, cada vez más rápido ante el inmimente orgamo que le llegaba, mientras Ale también empezó a hacerlo en mi boca, explayándose ante el gorgueteo que salía de mi garganta. Alba empujó fuerte, más fuerte llenándome el culo de su leche que no paraba de salir. ¿ Cómo conseguía tener tanta reserva, que siempre la tuviera dura ?. Meneó su ingle en círculos sobre mis nalgas en un intenso orgasmo. Ale sacó la polla de goma de mi boca a la vez que Alba vaciaba mi culo. Mi cuerpo se relajó, cayendo en un sopor que solo me dejó oir que iban a bañarse juntas, cogiéndose mutuamente por la cintura.
¿ No crees que también merezco correrme ? - preguntó Ale.
Claro cielo. ¿ Cuántas veces quieres hacerlo ? - respondió Mi Ama.
Y caí en un profundo sueño, sin importar lo entumecido que estaba mi cuerpo, por dentro y por fuera.
Laura estaba en el salón, paralizada ante el espectáculo que tenía delante de ella. Había ido pensando que descansaría hablando con la madre de Alba o simplemente sentándose en el sofá. Cuando se encontró con un enorme perro subido en la espalda de la esclava de Alba. La estaba follando una vez más. No sabía de dónde había salido ese perro, pero pensó " una perra para un perro ". Se asombró de ese pensamiento y se preocupó por si ella acabaría así.
- Ponte en un rincón, de rodillas - le dijo la madre de alba -. Es lo mejor si no quieres hacer esto - jadeó. Su mirada era resignación con un brillo de placer en los ojos.
Laura buscó el rincón que le pareció más protegido y se arrodilló juntando las piernas, sin saber qué hacer con las manos. Miró el apareamiento entre una mujer y un perro. Esa aberración quedaba fuera de sus fronteras, no iba con ella y no iba a aceptarlo.
El perro siguió follando, babeando, hasta que se corrió dentro de esa mujer. Pasados unos minutos la polla del perro salió del coño. La madre de Alba se incorporó y fué a la cocina, con la leche del perro resbalándole por las piernas. Laura se alarmó cuando vió que el animal se le acercaba olfateando. Les tenía pánico. Se quedó paralizada, sin mover un músculo esperando lo peor. Sintió el hocico del animal sobre su coño, después la lengua. Penso en darle lo que quería para que no la mordiera. Abrió la piernas, dejando su sexo ofrecido, y notó la aspera lengua recorriendo toda su raja. Ya no era miedo, si no placer lo que sentía. Se incorporó sobre las rodillas y permitió que el animal la llevase a un orgasmo sin sentido. Segundos después se levantó y se dirigió a la cocina con la madre de Alba.
- No intentes buscar una explicación - le dijo cuando vió que Laura entraba -. No la tiene. Simplemente lo necesitamos. Somos perras, putas esclavas y es lo que se espera de nosotras. Instinto y entrega - terminó acariciándole la mejilla.
Instinto, se dijo. Se acercó, cogió su desnuda cintura, y la atrajo dándole un beso tan entregado con el que no quiso reprimir todo el deseo acumulado. Ni siquiera se preguntó por qué lo hacía, ni si queria salir de ahí, ni si estaba bien, ni lo que estaba haciendo, ni qué sería lo siguiente. Lo hizo, lo disfrutó y se entregó.
Me desperté con los jadeos y movimientos en la cama. Ale estaba encima de Alba, montándose en la polla de Mi Ama. Estaban follando frenéticamente, mordisqueándose mutuamente los pezones, gozándose, acariciándose la suave piel. Y yo allí, atado, semidormido. Era evidente lo que les importaba mi presencia, lo que significaba para ellas. Tensaron los cuerpos a la vez, fundiéndose en el orgasmo que les invadía, haciendo más intensos los besos que se estaban dando.
Descansaron unos minutos, sin hablar, solo respirando, recuperando el aliento.
Empezaron a hablar en susurros, a decirse lo mucho que se querían, lo felices que eran. Lo increible que era lo que había cambiado todo en los últimos días, lo deprisa que estaba yendo y la reacción de la madre de Ale.
Cielo, nunca pensé que esto pudiera pasar - dijo Alba -. Que tuvieramos a tu madre y a tu padre sometidos..
¿ A mi madre y a quién ? -. Ale no parecía molesta, aunque quiso puntualizarlo.
Verás Ale, es que me produce más placer llamar así a ese perro, le humilla más saber que su hija es dueña de su madre y que su hija puede ignorarle como quiera. ¿ No crees, cariño ?.
Para mi es una puta cerda, es tu mierda esclava. Y lo sabes.
Lo sé, pero quería comentártelo y...
Mira Alba, tu puedes llamarle como te dé la gana, pero para mi no es más que una basura que te pertenece... Y me hace más fácil tratarle como lo estamos haciendo. Eso sin hablar de lo rebajado que se siente sabiendo que he renegado de él...
Vale...
Entonces, ¿ paro con mis motivos, cielo ?.
Se besaron y volvieron a sonreir.
Creo que no lo vieron, pero lloré. No me pareció notar rencor en Ale, pero sus palabras me dolieron. ¿ Cómo no me iban a doler ?. Aunque con los pasos que estabamos dando, era lo mejor, al menos para ella. En cuanto a mi, era verdad que me rebaja, pero tenía que reconocer que todo eso me sumía en lo que tanto había deseado desde que recordaba: pertenecer a una Ama que me tomase, que utilizase como quisiera y que fuese capaz de apropiarse de mi, en todos los sentidos. Aunque jamás había pensado que fuese así y hasta ese nivel de dominio.
¿ Sabes ?, todavía hay cosas que deberiamos hacer con mi puta - dijo Alba.
Por supuesto, pero eso es cosa tuya. -
Sabes que me gusta compartirlo todo contigo, Ale. Desde luego tengo algo pensado, pero necesito a tu madre. ¿ Podré, verdad ?.
Ale se apoyó en su codo para mirar mejor a Alba, acercarse a ella, darle un beso y decirle que sí.
Será un paso definitivo para que se entere del paso que ha dado, de no haberse echado atrás cuando aún podía - agregó Mi Ama.
Y mi madre también, supongo - miró a Alba -. No sé de qué se trata, pero va siendo hora de que sepa lo que puede cambiar su vida.
Se levantaron, me desataron entre las dos. Iba a darles las gracias cuando me ordenaron estirar en la cama, hacia arriba. Juntaron mis piernas y las ataron por los tobillos, debajo y encima de las rodillas, los muslos. Me pusieron un cinturón, unieron las muñecas a él a cada lado de mi cuerpo, otro en el pecho sujetando los antebrazos a él, un collar que ataron al cabezal de la cama. Sacaron una cuerda y la unieron a cada lado del cinturón de la cintura y la ataron fuerte a los dos lados de la cama. Otra cuerda estiró de los tobillos hasta dejar las piernas tensadas a la parte inferior de la cama.
Así estarás ocioso todo el dia, basura -. Mi Ama río al ver mi expresión. No podía moverme. Me habían dejado como un saco sin posibilidad de hacer nada. No podía contraer ni estirar los músculos.
¿ Qué se dice, cerda ? - preguntó Alba -.
Sin esperar respuesta vi en cada mano de Ellas una fusta. Ale me dió en una teta, Alba en la flácida polla. Siguieron varios azotes. Mi gemidos empezaron a convertirse en gritos. Ale cogió el tanga de Alba, se limpió el coño y lo metió en la boca.
- Degusta el sabor de las dos, perra -. Cogió la mordaza de bola y la introdujo en mi boca, sujetándola fuerte a la nuca por las tiras de piel.
Mi Ama cogió los huevos, los retorció y aplicó 5 interminables fustazos, a la vez que Ale, mi hija, dió 10 azotes en cada pezón. Estaba a punto de desfallecer, de rendirme a la desesperación y cesaron. Se miraron e iniciaron los azotes por las piernas, deteniéndose Mi Ama en la planta de los pies. Por mucho que lo intentara no podía moverme. No podía gritar que parasen. Fue una muestra del poder que tenían, de lo que les gustaba castigarme, solo para Su disfrute. Ale tenía razón, si me hubiese visto como su padre, no lo hubiera hecho. ¿ O sí ?.
Me dejaron allí, con una fusta tirada a cada lado de mi cuerpo. Se besaron sudorosas. Alba se acercó a mi oido y susurró " No puedes elegir, no puedes decidir. Si estás no eres nada. No puedes pararlo. La única forma es renunciando. Y te dejaremos tranquilo, libre ". Y salieron de la habitación cogidas de la mano.
Llegaron al salón, vacío, salvo por el perro que descansaba a los pies del sofá. Se asomaron a la cocina y vieron a las dos mujeres besándose y recorriendo sus cuerpos con las manos.
¡ MAMÁ ! - gritaron a la vez. Les ordenaron salir al salón. A la madre de Alba le indicaron el suelo, acostada hacia arriba, las piernas dobladas y abiertas. Pensaron que el perro volvería a intervenir.
Mamá, de rodillas - ordenó Ale -. Hay cosas que tienes que aprender y espero que esto sea una buena lección.
Hija, qué hemos hecho...
Calla y lo sabrás mientras haces lo que te ordene -. Su madre se arrodilló y puso las manos a la espalda siguiendo las indicaciones de su hija. Se negó a lamer el coño a la madre de Alba, sabía que encontraría restos de la leche del perro. Ale se puso al lado de Laura, se agachó cogiendo uno de sus pezones entre los dedos y apretó hasta que su madre se dobló.
Mira mamá, te dije que tendrías que hacer cosas que no te gustan. Ésta es una de ellas. Aprenderás a no tomar decisiones por tu cuenta - cogió el otro pezón e hizo lo mismo -. Así que decide, no todo iba a ser tan bonito. Si te quedas, obedeces -. Miró fijamente a su madre, levantando su rostro con una mano para encontrarse las miradas.
Laura se apoyó con las manos en el suelo, avanzó a cuatro patas hasta la otra esclava, se volvió un momento a mirar a su hija y empezó a lamer las ingles de la madre de Alba, subió despacio hacia el coño, intentando adaptar el olfato y el sabor. Se llenó de valor y lamió la vagina, recorriendo los carnosos labios, abriéndolos y saboreando cada rincón.
Un primer azote sacudió una de sus nalgas, seguido de otro y otro que iban alternándose de lado. Con cada uno de ellos, Laura intensificaba las lamidas, se esforzaba en limpiar el coño. Los azotes no cesaban. Las lamidas tampoco. El coño ya sabía solo a mujer, a esa hembra dominada por su hija.
Diez azotes más, fuertes, en cada nalga y Ale la retiró estirándole del pelo.
- Eres una puta perra, mamá. Si te dejase te follarías un gusano. Vístete que vamos a salir, las dos. Nada de ropa interior.
Laura se levantó, fue a la habitación y me encontró allí, lleno de marcas. Se subió a la cama, dejando mi cabeza entre sus rodillas y restregó su coño por mi cara, buscando el clítoris con mi nariz. Lo presionó y cuando iba a correrse se levantó.
- Es lo único que vas a tener de mi. Nada de orgasmos, solo mi olor -. Me dió la espalda, se vistió y me dejó sólo, desesperado por moverme, haciéndome a la idea y adaptándome a la vida que había empezado a asomarse.