Mi Ama y Su Amiga - 6

Nueva entrega. Gracias a tod@s. "La atarás suavemente a la cama, las piernas dobladas y separadas, con las plantas de los pies tocando el colchón"

Por la noche había llevado a Laura a punto del orgasmo, como la noche anterior. La única diferencia era que había sido en el sofá. Y por supuesto, que ella estaba imponente, tanto o más preciosa de lo que recordaba.

  • Has estado muy bien -. El mensaje de Ale me llegó después de haberme tomado el café con leche -. Mi madre me ha estado enviando mensajes toda la noche. Quítate toda la ropa y viste solo con ese tanga rosa de encaje que tan bien te sienta -. Podría decir que todo me daba igual. Pero no era así. Después de dejar otra vez frustrada a Laura sabía que ella estaría enojada conmigo -. Hoy vas a dar un paso definitivo. Además de estar a disposición de tu Ama, tienes que prepararlo todo para follar a Laura y empezar a jugar con ella. La atarás suavemente a la cama, las piernas dobladas y separadas, con las plantas de los pies tocando el colchón, lo más cerca posible del borde para que llegues bien con tu pollita a su coño, muñecas juntas y brazos estirados hacia el cabecero. La dejarás con la ropa interior que tenga puesta en ese momento, solo podrás quitarle la braguita o el tanga. Cuando la tengas atada, le vendarás los ojos. No puede ver nada -. Ya me estaba calentando. Aunque dudaba si Laura se dejaría atar. Respondí a Ale con un escueto " sí Ama ", preguntándome si en esa ocasión me permitiría llevarla al orgasmo. Una vez más sin correrse podría ser desastroso.

Continué tomándome mi café con leche absorto en mis pensamientos. Miré a mi alrededor y todo me parecía diferente, incluidos los muebles de la cocina que siempre han estado ahí. La luz que entraba de la calle brillaba distinta, daba a la estancia un tono de fantasía. Recogí la taza de forma mecánica y empecé con la limpieza del salón, como había hecho tantas veces. ¿ Hasta cuándo duraría la rutina de tantos años ?. Oí unos pasos, silenciados por las zapatillas de plataforma alta que llevaba puestas Laura. Me miró, dirigiendo sus ojos al ajustado tanga rosa que cubría mi pubis y la polla escondida entre las piernas. Ella vestía una bata de seda blanca hasta medio muslo, en las piernas unas medias también blancas.

  • Tenemos que hablar, cariño - dijo volviendo a mirarme a los ojos. No parecía enojada, aunque sí seria -. Ponte algo, puede verte Ale -. Si ella supiera...

  • No está en casa - respondí -. Así estoy más cómodo -. Hizo un gesto de esos que dicen " tu mismo ". Se sentó en el sofá y me dijo que hiciera lo mismo. Sentados los dos, volvió a mirarme a los ojos.

  • No sé qué te pasa, pero no me gusta. No somos especialmente sexuales, pero éstos días, además de haber sido raros, me has dejado frustrada -. Se calló esperando que yo dijera algo -. ¿ Por qué no dices nada ?. Esperaba una explicación o saber qué te pasa. Porque no me creo que no te ponga... Al menos no es lo que decía tu polla... Y pase que tengas un gatillazo, pero dos... y menos con lo dura que la tenías - otro silencio -. Bueno... anoche no tanto, casi la tenías flácida -. Cierto, después de haberme corrido tres veces en un día y por muy excitado que estaba, no conseguí que se endureciera como debía -. Al menos podrías haber hecho que yo me corriera.

  • Laura -. Intervine pensando que tenía la excusa perfecta -. No te hice llegar al orgasmo porque sé que no te gusta correrte si no lo hago yo también.

  • Ya... Pero es que ni lo intentaste. Antes lo hacías. Si pasa algo o tienes alguna historia es el momento de que lo digas -. Iluso. Me acaba de dar cuenta de que ella tendría todas las respuestas preparadas. Improvisé para no delatar los verdaderos motivos.

  • Laura, no quiero hacerte sentir mal y menos con lo que voy a decirte. Aunque me excitas muchísimo y más desde ayer, no sé... te veo cambiada y excitante. Pero al final acaba siendo lo mismo, nada nuevo ni picante -. Empecé a preparar el terreno para seguir las órdenes de Ale. Y tampoco podía decirle que sí tenía algo fuera, Mi Ama y la Ama que quería adueñarse de ella-. Por eso no he seguido hasta que te corrieras. Necesitaba algo más.

Se quedó pensando. Me dió la sensación de que eso no se lo esperaba.

  • De hecho estaba pensando en introducir algún juego, algo que nos guste a los dos y que nos ayude a descubrir cosas nuevas y muy excitantes.

  • ¿ Y no lo podrías haber dicho ?. Alguna vez me has hablado de tus gustos, eso de que te gustaría ser sumiso... Ya sé que te dije que no va conmigo, pero si puede servir para superar esto... -. Me encantó oir eso, aunque había dado un giro que ella no se esperaba. Estuve a punto de dejarlo todo y recuperar a Laura. Sin esperarlo, se bajó la bata por la espalda dejando las provocadoras tetas al aire, desató el cinturón de seda y se puso de pié, mostrándome un precioso liguero de encaje blanco que le cubría hasta encima de la cintura, cubriendo el ombligo y del que salía dos elásticos que sujetaban las medias por delante y detrás. Una braguita blanca también de encaje le tapaba el pubis y redondeaba sus glúteos pasando por encima de ellos, ocultándo la tira de la prenda en el culo. Se quedó ahí, delante mío, moviendo ligeramente las caderas. Hubiera lamido su escondido coño atrayéndola por las nalgas hasta mis labios -. ¿ Te refieres a cosas como ésta, cariño ? -. Dejó la pregunta en el aire. Me costó horrores evitar decirle lo majestuosa que estaba y tirarme a sus pies.

  • Eso es Laura, a detalles tan provocativos como éste. Aunque me gustaría hacer algún cambio, aún más picante -. Respondió girando sobre sí misma, despacio y muy sensual.

  • ¿ Así ? -. Y me levanto la cabeza poniendo su mano debajo de mi barbilla para mirarnos y llegar al paraiso.

  • Así, Laura - dije suspirando -. ¿ Te dejarás hacer ?.

  • Sí.

  • ¿ Lo que sea ?.

  • Claro. Sé que me gustará -. Se inclinó ligeramemte besándome en los labios. No respondí al beso, no podía hacerlo, aún cuando a ella no le gustase y me enviara a la mierda.

  • Más tarde vas a disfrutar como nunca Laura.

  • Eso espero, cielo. Espero que no acabes siendo un picha floja como dice Ale - sonrió y se retiró hacia la cocina, dejando la bata sobre el sofá. Me miró por encima del hombro, pícara, muy pícara -. ¿ Sabes ?, resulta que Ale sabe dar unos consejos maravillosos. Desde ayer se lo digo todo. Al final va a ser que, además de mi hija, va a ser mi mejor amiga - y desapareció de mi vista. Si tu supieras, volví a pensar.

A media mañana llamaron a la puerta. Me quedé sorprendido ya que no esperábamos a nadie. No sabía si cubrirme con algo de ropa o hacerlo tal cual estaba, o sea solo con el tanga rosa. Acabé abriendo sin cubrirme. Era Alba y, gran sorpresa, su madre. Mi Ama me saludó sacándome la polla y los huevos del tanga y los apretó con más fuerza de la que hubiera imaginado, estirando de ellos hacia abajo.

  • ¿ Así recibes a tu Ama ? - preguntó -. Me arrodillé ante ella y besé los zapatos negros de alto tacón de aguja -. ¿ Está Laura ? - pasó junto a mi sin hacerme caso -. Le traigo una sorpresa -. Asentí con la cabeza, diciéndole que estaba descansando en el sofá.

  • Hola madre de Ale -. La saludó con una familiaridad que avanzaba por momentos. Se acercó a ella dándole un beso en cada mejilla y, cuando vió que iba a cubrirse con la bata, añadió -. Cielo, si no es necesario. A mi madre también le gusta estar así en casa. ¿ Verdad mamá ? - afirmó con la cabeza y Alba cogió con delicadeza la bata -. Espero no interrumpir nada. Laura, he venido a buscar una cosa que le presté a Ale y como ayer preguntaste por mi madre, he pensado que era buen momento para que os vierais -. Ordenó a su madre sentarse junto a Laura para que hablasen de sus cosas, mientras ella buscaba lo que había ido a buscar. Me llamó y fui tras Ella sin importarme lo que pudiera pensar Laura.

Me llevó a mi habitación y me ordenó tumbarme en el suelo hacia arriba y quitarme el tanga. Me hizo arrastrar hasta una pared, se apoyó en ella y subió a mi cuerpo, clavando los tacones a medida que se movía sobre mi, girándolos a la vez que daba pasos cortos. Empecé a quejarme cuando había dado tres o cuatro pasos, se bajó para coger mi tanga y lo metió en mi boca.

  • No hagas que tenga que bajarme otra vez, gusano -. Se subió de nuevo y reinició el paseo sobre mi cuerpo. Llegó hasta mi sexo y lo torturó, especialmente desde el pubis hasta la polla y los huevos, apoyándose en un solo tacón. Me estaba destrozando y no sé si no quería darse cuenta o simplemente es lo que deseaba hacer. Fuese como fuese empecé a gritar, ahogando las quejas mordiendo el tanga con fuerza e intentando sacar bocanadas de aire.

  • ¿ No pensarías que ibas a disfrutar de Laura sin más ?. Cuando metas esa cosilla en su coño no vas a pasarlo tan bien. Querrás acabar rápido, pero no podrás hacerlo por el escozor que vas a sentir, inútil -. Volvió a caminar encima mío entreteniéndose a cada paso para descargar Su peso en mi -. Date la vuelta -. Me dolió horrores pero enseguida le estaba ofreciendo la espalda. El tratamiento fue el mismo, pasos cortos y certeros clavándome los tacones. Se entretuvo en las nalgas, deslizándolos con fuerza, arañándolos y dejándolos marcados de finas líneas rojas. Cuando quiso se bajó y me ordenó lamerle los zapatos.

Después de no sé cuántos minutos, me agarró del pelo estirando fuerte hacia atrás y me obligó a levantar el culo. Con la cabeza aún sujeta, casi desnucándome, cogió los huevos con la otra mano y los apretó con tanta fuerza que casi me derrumbo. No contenta con eso, los retorció. Pensé que quería reventarlos. Cerré los ojos esperando sentir algún consuelo con el gesto, pero nada más inútil.

  • Abre los ojos -. Casi no la oí. Apretó más -. ¡ Que abras los ojos !. Observa ésta habitación y lo que hay en ella. Dentro de poco dejarás de verla -. Movió la cabeza agarrada por el pelo en todas direcciones. Me la soltó, también los huevos. Me derrumbé derrotado -. Sácate el tanga de la boca, póntelo y recupérate -. Su orden era clara, no quería que pudiera relajarme y prueba de ello fue que mientras lo decía, me introdujo un largo plug lubricado en el culo -. Habrás adivinado que lo que presté a Ale eres tú, mi cosa. -. Salió de la habitación antes de que terminase de ponerme el tanga que también serviría para que no se saliese el tapón anal y para dejarlo a la vista. Intentaría que Laura no me viese por la espalda. ¿ Qué pensaría si lo viera ?. ¿ Cuál sería su reacción ?.

Al volver al salón me encontré con Mi Ama y su madre sentadas al lado de Laura, cada una en un lado, muy juntas. Una mano de Alba y otra de su esclava madre sobre cada cada muslo. Me vió entrar y, aunque la notaba algo tensa, no hizo gesto de moverse ni apartarse. Diría que le estaba gustando ser el centro de atención, enseñando las tetas, con los pezones duros, luciéndose con el liguero y las medias que tan sexi la mostraban.

  • Anda, padre de Ale, ¿ no nos invitas a tomar un café ? -. Lógicamente no me negué -. A mi madre solo agua en un cuenco de cereales -. Seguí mi camino a la cocina, seguro de que se veía perfectamemte la base del plug y algunas de las marcas de los tacones, por no decir también los arañazos del culo que aún escocían.

Mi Ama apoyó su café sobre el muslo de Laura e invitó a su madre a hacer lo mismo con su cuenco de agua. La madre de Ale dejó de beber de su café mirando ambos recipientes y después me miró a mi, esperando algún gesto por mi parte. No entendía lo que estaba pasando. Ni entendía por qué la madre de Alba se inclinó a beber de su cuenco.

Terminaron con las bebidas y retiré los recipientes a la cocina mientras Alba se despedía de Laura con un ligero beso en los labios, casi un suave roce, agradeciendo la acogida que le había dado.

Antes de cenar, hablé con Laura, diciéndole lo preciosa que estaba, lo que me había excitando todo el día. No negó que se había sentido bien, incluso que le había gustado pensar que era parte de las nuevas cosas que iban a llegar y que esas marcas que yo lucía por todo el cuerpo y eso que llevaba en el culo, ¿ qué es ?, preguntó, también le intrigaba. La cogí de la mano y la llevé a la habitación.

  • Entonces, ¿ dispuesta a explorar conmigo ?.

  • ¿ Te dejarás llevar ?.

  • Sí.

Le dije que se estirase sobre la cama, cerca del borde. Le quité el tanga con su ayuda, apoyando los pies sobre la cama y levantando el culo. Le dije que mantuviera las piernas así, dobladas, coloqué un cinturón en su cintura, até una cuerda en cada tobillo y las uní al cinturón por la espalda. Cogí otras dos cuerdas y rodee las rodillas con cada una de ellas, separándolas, sujetando las cuerdas en el filo de la cama. Oía su respiración excitada y ella escuchaba la mía. Junté sus muñecas, las até y estiré de sus brazos hasta tensarlos, sujetándolos al cabecero de la cama. Las tetas se tensaron, los pezones habían estado duros todo el día. La miré atentamente.

  • ¿ Te gusta ? - preguntó.

  • Me encanta - respondí.

  • ¿ Pues a qué esperas ? - movió las caderas.

  • Solo falta una cosa -. Cogí la venda y le privé de la visión.

Empecé a recorrerla con la lengua, besándole cada rincón, disfrutando de lo que quizás fuese la última vez que pudiera hacerlo. Disfruté de su aroma, de sus suspiros, de su suavidad. Llegué al coño, besando, absorbiendo, lamiendo su flujo. Era la mejor maravilla del universo.

Hasta que unas manos me cogieron del brazo, me dió la vuelta e indicó que no hablase. Me quitó el tanga, sacó el plug del culo.

  • No pares cabrón - jadeó Laura.

Ale me llevó hasta el coño de Laura para que siguiera comiéndoselo. Puso una pinza en cada pezón de su madre apartándome de ella. Me puso de pie, delante del coño. Mi polla dura. Y la metí dentro. Despacio, sin moverme. Colocó una pinza metálica en cada uno de mis pezones del que salía un fino cordón, también unido a las pinzas de los pezones de Laura que gemía.

  • ¡ Muévete joder ! - gritó Laura.

Cuando me moví un poco, la madre de Ale se quejó al estirarse el cordón y tirar de las pinzas de nuestros pezones.

Ale se desnudó, ajustándose una polla de goma a la cintura. Creí que iba a apartarme. Pero me llenó el culo con él, empezando a follarme desde atrás. Imprimía el ritmo, transmitiéndolo a la follada de Laura. Si Ale me follaba despacio, yo lo hacía con Laura. Si incrementaba el ritmo yo también, lo que provocaba más gemidos de su madre. Y las pinzas se aflojaban o estiraban a mayor o menor ritmo.

  • No pares mamón - suspiraba Laura, cuando movía las caderas en su primer orgasmo.

Ale me dió unas embestidas tan fuertes que provocaron por unos segundos que Su madre contuviese la respiración. La polla me escocía horrores por los tacones de Alba. Pero no quería parar, no quería que se acabase. En el instante que Laura se estaba corriendo por segunda vez, Ale estiró de los cordones de los pezones, con fuerza y los sacó de los de su madre.

  • Joder mamón, me los vas a arrancar - gritó entre gemidos. Pensé que iba a convulsionar.

Arrancó también las mías y contuve el gemido del profundo dolor. Se retiró de mi culo y, apartándome, se acercó a las tetas de Laura, las lamió, mordisqueó los pezones y bajó hasta el coño, lo lamió, besó y mordisqueó el clítoris, le metió la lengua hasta que se corrió por tercera vez dejándola agotada.

Me sacó un instante de la habitación, mirando mi polla dura.

  • ¿ No pensabas que te ibas a correr en el coño de mi madre ?. Ahora sabes lo que necesita una mujer, que la follen como se merece. Entra, desátala y ve al salón. Que se quite ella la venda. No quiero que estés cerca para sentir su felicidad. Recuerda que ya no es nada tuyo.

La desaté con cuidado, gozando de cada roce accidental con su piel. Estaba frustrado, rebajado como no lo había estado nunca.

Llegué al salón, desnudo. Y allí estaba Ale.

  • Ahora veremos si a mi madre le queda fuerzas - dijo -. Espera de rodillas, a mi lado, sentado sobre los talones. Brazos a la espalda, muñecas cogidas por ambas manos.

Recé para que Laura no apareciese. ¿ Qué pensaría al verme así, al lado de su hija ?.