Mi Ama y Su Amiga - 5

Subo en este perfil la 5 entrega del relato. En unos días borraré las partes cuatro y cinco del otro perfil para que no estén duplicados y tener todas las entregas en una misma cuenta. Espero no tener más problemas con la de magoz1. Gracias y disculpas

Llegamos a casa y nos encontramos la mesa preparada para comer tres personas. Pensé que Laura no había pensado que posiblemente y por la hora que era Alba se quedaría a acompañarnos. Otra vez estaba siendo un iluso.

Ale y Laura estaban hablando sentadas en el sofá. Nos miraron cuando entramos y Alba se dirigió a saludar a Laura con un beso en cada mejilla y un divertido " hola madre de Ale ". Y luego hizo lo mismo con Ale, aunque con un ligero beso en los labios.

  • ¿ Cómo han ido las compras ? - preguntó a Ale.

  • Muy bien. Mi madre se ha comprado unas cosillas... Ya verás cuando las veas. A más de un hombre se les va a salir los ojos...

Alba miró a Laura y la animó a que se lo enseñase. Subieron a la habitación para que lo viera con más tranquilidad. Laura se apuraba de que yo lo viese.

  • Acompáñame a mi habitación - me ordenó Ale -. Quiero enseñarte unas cosas -. Fui detrás de ella en silencio -. Desnúdate y de rodillas. Y saca eso del culo, ¿ o es que quieres que mi madre se entere de lo maricón que eres ? -. Lo saqué deprisa, pensando en que había sido un milagro que Laura no hubiera oido el zumbido. Antes de que me diera cuenta Ale estaba desnuda, mirándome fijamente desde arriba -. Me falta hacer una cosa para dejar de verte definitivamente como a mi padre. Recórreme entera con la mirada -. Era preciosa, sus rasgos, que tantas veces había visto, me parecían de diosa, con esa mirada tan penetrante y posesiva. Sus pechos eran firmes, suaves y tentadores. Las caderas perfectas, con una fina cintura que acentuaban sus curvas provocadoras, el vientre liso, el coño depilado. No creía que podría estar mirando de esa manera a Ale, a mi hija, con ese deseo tan intenso como se mira a lo que no se puede tener. Nunca antes la había mirado con ese pensamiento. Me pregunté qué quería conseguir Ale con aquello. Cogió mis manos y las llevó a sus tetas. ¡ Qué piel tan suave !. Las fue bajando por el vientre, las caderas, moviéndome las manos para acariciarla siguiendo los movimientos que imponían sus manos.

  • Bésame las tetas.

No me hice de rogar. No por las consecuencias de castigo o de algún golpe, si no por el placer que estaba sintiendo.

  • Sigue acariciando mi cuerpo con tus sucias manos. Besa los pezones -. Mi excitación iba en aumento. La polla apuntaba arriba, durísima.

  • Lame las tetas y los pezones -. Oía sus suaves gemidos. Ahora me ordenaba susurrando en los oidos. Su voz me penetraba.

  • Pasa las manos por el coño, con delicadeza -. Me cogió la cabeza y me dió un intensísimo beso en los labios, juntando nuestras respiraciones. Las manos seguían en el coño, empadas de su flujo, calientes de su fuego.

  • De rodillas, las manos hacia atrás apoyadas en el suelo -. Se abrió de piernas y se acercó a mi, hasta que el coño encontró mi boca.

  • Lame -. Saqué la lengua recorriendo todo su sexo. No me esperaba ese regalo, esa delicia que me llenaba el paladar. Tenía la cara empapada de sus líquidos. De pronto me dió una bofetada tan fuerte que me hubiera tirado al suelo si no me hubiera cogido a la vez del pelo. Me llené de pánico al darme cuenta que Alba y Laura estaban en la habitación de al lado.

  • Túmbate hacia arriba - me ordenó levantándome del pelo y tirándome sobre la cama -. Los brazos estirados hacia arriba, las piernas juntas -. ¿ Qué pretendía ?. ¿ No estaría pensando en dejarme allí atado ?. Se subió a la cama, de rodillas, dejando mi cuerpo entre ellas. Se detuvo dejando el coño encima de la polla, metiéndola dentro y empezando a follarme salvajemente -. Acaricia las tetas y no te muevas - y siguió follándome hasta que me vacíe dentro de ella a la vez que me cruzaba dos veces la cara. Sacó la polla, flácida y avanzó hasta dejar su sexo en mi boca.

  • Limpia tu mierda -. Noté el semen que salía hasta mis labios, lo recogía con la lengua y lo tragaba. En unos minutos Ale tuvo un orgasmo y se bajó de la cama.

  • Como eres tan inútil, te lo voy a explicar. No pienses ni por un momento que me excitas. Esto que has sentido es el paso definitivo para no verte más como mi padre. Mi padre no me hubiese acariciado nunca las tetas, ni los pezones, ni hubiera lamido los pezones ni las tetas, ni me hubiera morreado, no me hubiera comido el coño, ni me hubiera follado. Jamás, mi padre, me hubiera hecho esas cosas. Y como entenderás, si has sido capaz de hacerlo, ya no hay impedimento para que no seas mi padre - calló un instante. Una vez más, la vergüenza me podía.

  • Entonces, ¿ qué eres ? - ni sabía qué responder ni podía hacerlo -. Eres una mierda, una basura. No eres nada... Anda vístete y baja, tienes que servir la comida que ha preparado mi madre. En unos minutos bajo yo.

¿ Qué había pasado ?. ¿ Qué estaba haciendo ?. Creía que no me atrevería a mirar más a Ale a los ojos. Ni a hablarle. Durante los breves segundos que tardé en llegar al salón me olvidé unos instantes de todo lo que había pasado esos días. Solo tuve pensamientos de lo que acababa de hacer. No podía excusarme pensando que había estado hipnotizado o que lo había hecho por ser sumiso. Me había gustado hacerlo y me excitaba recordarlo. A eso era a lo que le estaba dándole vueltas. ¿ Tanto había cambiado ?. ¿ Tanto me había dejado cambiar ?. Por momentos tiraba balones fuera. Si estaba ahí era porque me encantaba lo que estaba pasando, porque mi condición sumisa se entregaba totalmente a Ellas. Me daba igual quiénes eran. Mis impulsos se habían disparado. Y, en realidad, no me dejaban tiempo para asimilar ni pensar. Pensé que era la estrategia que habían organizado.

  • ¡ Ya era hora ! - dijo Alba -. ¿ Qué habrás estado haciendo ? - añadió irónicamente.

  • Le he enseñado unas cositas - intervino Ale -. Anda pon la comida, estamos muertas de hambre - me ordenó -. Mamá la ha preparado, tu la sirves - rieron las tres -. Y quédate pendiente por si necesitamos algo.

Laura estaba preciosa. La alegría se reflejaba en sus deliciosas facciones. No recuerdo cuánto tiempo hacía que no la veía tan feliz. Vestía un vestido rojo estampado con florecitas azules, era de tela suave, ajustado al cuerpo con un escote más que sugerente, la zona de la falda con un ligero vuelo hasta medio muslo. Se lo había regalado Ale. Las medias que se había puesto eran negras. Dejaban adivinar su aún tersa piel.

  • Mamá, ya te había dicho que es lo que necesitas para levantar a tu esposo -. Ale me miró sin levantar la mirada -. No te quita ojo de encima. Te aseguro que esta noche tendrás final feliz. Porque después de lo que me has explicado hoy... - y empezó a explicarle a Alba lo que hicimos la noche anterior. Mi esposa le dijo que no era necesario hablarlo abiertamente, que era algo de alcoba, entre ella y yo.

  • Mamá, si es algo que te afecta, también es algo mío. ¿ Verdad Alba ?.

  • Por supuesto. Y si podemos hacer algo, lo haremos, aunque sean cosas de alcoba - respondió reposando una mano en el muslo de Laura.

Poco a poco fueron desinhibiéndola. Empezó a decir intimidades de ambos. Que cada vez se me ponía menos dura, que últimamente apenas notaba cuando la follaba, que pensaba que se me había encogido la polla y que a menudo ella era la que se tenía que esforzar porque yo pudiera llegar a correrme. Laura pensaba que había perdido el interés por ella y que me pajeaba más que follaba, incluso que en una ocasión le pedí ser su sumiso, pero que por nada del mundo.

  • Mamá, vamos a hacer una cosa, ¿ vale ?.

  • Hija, a ver qué... También está tu amiga aquí y...

  • Tranquila mamá, si Alba es como mi hermana. Ella sabe tanto de mi como yo de ella. Además, verás como te gusta.

  • Bueno, a ver...

  • Quiero que te quites el vestido y nos muestres a Alba y a mi cómo te queda ese conjunto que te has comprado... Antes de que digas nada, ya sé que lo hemos visto las dos, pero aquí hay más espacio, anda.

Laura miró a Alba y luego a mi. No hice ningún gesto, aunque me moría por lanzarme a sus brazos y comérmela. A ella le brillaban los ojos. Estaba excitada. Alba se levantó, ayudó a la madre de Ale a hacerlo y ya de pie las dos, la ayudó a desabrocharse el vestido. Laura empezó a sacárselo. Cuando los hombros estuvieron libres, bajó sólo hasta el suelo, contorneando las caderas. Apareció ante la vista de los tres un corsé negro con bordados dorados y que casi no tapaban las tetas. Unos elásticos bajaban desde el filo inferior de la prenda y sujetaban las medias negras, una braguita rojo intenso de encaje que rodeaba cada una de sus nalgas. Daba ganas de morderlas. Y terminaba con unos zapatos de alto tacón que le hacía mantener las piernas estiradas y, parecía, que le hacía el culo más redondo. Me preguntaba con su mirada si me gustaba, mordiéndose el labio inferior.

  • ¿ Te gusta, padre de Ale ? -. Asentí con la cabeza, sin dejar de mirar a Laura, a la vez que decía " mucho ".

  • Mamá, siéntate anda, que después de lo de anoche no se merece mucho más -. Ale cogió del brazo a Laura y se sentaron juntas en el sofá. Al otro lado se sentó Alba, quien no dejaba de recorrerla con la mirada. Lo mismo estaba haciendo yo. Ale me ordenó recogerlo todo, incluida la cocina. Las tres se quedaron hablando de lo mucho que puede hacer vestir con prendas provocativas. Verdaderos estragos, dijeron.

Estaba terminando de recoger la cocina cuando apareció Ale. Sonreía. Parecía que todo estaba yendo bien. " Muy bien ", según Ella. Aunque aún no era el día de divertirse juntas como tenía pensado.

  • Ha dicho Alba que hoy has coincidido con su madre -. Me dejó descolocado. No recordaba haberla visto. De hecho ni siquiera sé si la reconocería si la viese -. Has estado en casa de Alba, ¿ verdad ? - asentí -. Y allí había una mujer, ¿ cierto ? - volví a asentir -. Y ¿ cómo estaba esa mujer ? -. Se lo expliqué, con todo detalle -. Vaya con Alba. Sabes que esa mujer es su esclava, ¿ no ? - asentí -. Ya que parece que no te enteras - ¿ cómo iba a hacerlo con los de miles de pensamientos que tenía ? -, esa esclava es su madre. Ya te enterarás de cómo ha pasado, inútil. Lo que sí quiero que sepas es que por eso he decidido adueñarme de mamá. Porque si no, lo hubiera hecho Alba y ya ves lo que es capaz de hacer. Y no hay vuelta atrás. Además, resulta que me va a gustar tenerla a mis pies -. Me observaba explorando mi reacción -. Desnúdate.

  • Laura, por favor... -. Me quedé sin aliento cuando su rodilla impactó en mis huevos y caí arrodillado en el suelo.

  • Parece que no aprendes. ¡ Hazlo ! -. Me levanté jadeando de dolor y me desnudé lo más rápido que pude. Mi polla se puso dura delante de ella -. Eres un cerdo de mierda. Mira cómo te pones - y me cogió los huevos con una mano, aprentado de ellos y retorciéndolos. No entiendo que con tanto dolor no se pusiera flácida -. Vas a ir al baño, te vas a duchar con agua fría y vas a esperar a Alba de rodillas al lado del inodoro -. Solo pude asentir con gestos, hasta que soltó los huevos -. Esta noche vas a hacer lo mismo con mi madre, la vas a llevar al borde del orgasmo y nada de correros, ninguno de los dos. Ahora vete.

Subí al baño, me duché con agua fría. La verdad es que me relajó, pero seguía excitado.

A los diez minutos llegó Alba. Me encontró al lado del inodoro, de rodillas. Me ordenó abrir la boca y me colocó un aro en ella como el que tenía su madre cuando la había visto. ¿ Qué habría sido de ella ?. Metió su enorme polla dentro, flácida. Pero fue creciendo dentro de ella.

  • Empieza a aprender a tragar, mariposa -. Dijo mientras mantenía mi cabeza sujeta con una mano para que no me retirase -. ¿ Quién te lo iba a decir ?, follado por la boca en tu propia casa con tu ex en ella -. Su polla en la boca no me dejaba pensar en nada, salvo en respirar. Me cogió fuerte del pelo y me obligó a mirarle a los ojos -. ¿ Te gusta lo que estás viendo ? -. No podía asentir ni con gestos. Pero, ¿ cómo no iba agustarme una mirada tan profunda, un rostro tan bello ?. Y su pubis tocó mis labios otra vez -. Pajéate, puta. Imagina que entra ahora tu ex, que te pilla así, mamando un pollón, uno de verdad -. Empecé a pajearme. Bueno... cogí mi polla, floja -. Vaya mierda tienes. ¿ No me irás a decir que no te gusta esto ? - y embistió con su polla. Creí que llegaba al estómago. Solté la mía por el ahogamiento que me provocó, esperando el vómito. No llegó. Me soltó el pelo y empezó a follarme la boca como si fuese un coño. Volví a coger mi polla sin preguntarme por qué lo estaba haciendo si no podía ni respirar. Y me masturbé. Tragué su semen a la vez que me corrí sin que se me llegara a poner dura. Noté como su leche llenaba mi garganta sin que saliera ni una gota. ¿ Sería porque llegó directa al estómago ?. No noté cómo salía mi esperma, tampoco las palpitaciones de la polla. Solo su viscosidad resbalar por mi mano.

  • Vístete y sal del baño. No limpies nada. No te limpies -. Se estaba limpiando su polla en mi cara -. Ale y yo nos vamos. Su madre libra todo el día, así que no se te ocurra que haga nada.

Cuando salí del baño Laura estaba tumbada en el sofá, dormida con el cuerpo hacia arriba y con la ropa interior que le había visto un rato antes. La observé unos segundos y me di cuenta de lo que había perdido. Sí, puedo decir que me arrepentí. Ya nunca podría hablar con ella con libertad, ni hacer planes, ni sentir su calor, ni follar. Y quién sabe si acabaría por no poder mirarla. ¿ Pero quién me impedía hacer todo eso ?. Tan fácil como todo lo demás. Yo.