Mi Ama y Su Amiga - 4

Vuelvo a subir la cuarta parte (subiré también la quinta) a ésta cuenta para tenerlas todas en el mismo perfil, después de poder acceder de nuevo a magoz1. Gracias a los administradores por su ayuda y disculpas a tod@s

Conducía sin tener claro dónde estaba. Me dejaba llevar por la inercia. Por ese instinto que te lleva y que no sabes cómo has llegado hasta allí.

Alba me había enviado la ubicación. Cuando llegué era un edificio de viviendas. Le envié un mensaje y me respondió diciendo que subiera a un piso concreto, estaba terminando de arreglarse. Me abrió la puerta y me ordenó que me desnudase.

  • Aquí siempre estarás desnudo. Vas a venir más veces de las que te puedas imaginar. Me estoy planteando cambiar tu residencia -. Fue su bienvenida. El caso es que sabía que había estado allí. Era la casa de sus padres. Alguna vez había ido a buscarla con Ale para llevarlas a una fiesta o a casa -. Sígueme, manos a la espalda, coge las muñecas con ambas manos y mira al frente, no quiero que te pierdas el espectáculo -. Pensé dónde estaría su madre, era quien vivía allí, además de Alba, desde que se habían separado. Me preocupaba que apareciera en cualquier momento y me viese con el dispositivo de castidad, las pinzas y el vibrador saliendo del culo -. ¿ Qué es ese zumbido ? - preguntó Alba, a la vez que se paraba y se situaba detrás mio -. Inclínate y abre las nalgas -. Lo hice -. ¿ Y eso ?.

  • Ale me lo ha colocado en casa, Señora.

  • ¡ Hay que ver con tu hija !. Pero me parece genial. Lo llevarás hasta que se agoten las pilas -. Siguió caminando delante de mi. Empezaban a llegar unos gemidos sordos a medida que nos acercábamos al salón -. No te preocupes por ella, es mi esclava y mi perra -. Me quedé parado, sin entender nada. Bueno sí, lo entendía todo, pero esa mujer ahí, desnuda me había llevado a otra dimensión. Estaba boca abajo sobre una pequeña mesa metálica. Una de esas mesas que se utilizan en los talleres de coches para mantener piezas pesadas elevadas a través de unas barras metálicas en forma de tijera y que permiten graduar la altura. La mujer tenía las piernas estiradas, ligeramemte abiertas, atadas a la base de la mesa. Los zapatos, con tacones altos, las estilizaba más. El cuerpo, inclinado y apoyado sobre la fría superficie, sujeto a la mesa por un cinturón a la altura de la cintura. Las ingles tocaban el filo de la plataforma. Las tetas colgaban redondas en el otro extremo de la mesa ya que su dimensión era pequeña, tanto a lo largo como a lo ancho, solo permitía apoyar desde las ingles hasta en inicio de los pechos. Tenía una anilla en cada pezón del que salía un fino cordón sujeto también a la base, aunque un poco suelto, por lo que ví después, para que se tensara y estirase de los pezones si ella decidía incorporar un poco el cuerpo. Un aro grueso le mantenía las mandíbulas abiertas. En el suelo había algo húmedo que, adiviné, era saliba que salía de su boca en un fino hilo. Y lo que más me impresionó, porque fue la primera vez que lo ví, un perro erguido sobre las patas traseras y las delanteras apoyadas en la espalda de la mujer, haciendo movimientos de follada frenéticos, jadeando en un constante movimiento de sus caderas sobre los glúteos de ella. Miré un instante al suelo, había un pequeño, aunque denso, charco blanquecino. Recorrí la espalda, o lo que dejaba ver los brazos atados sobre ella, muy juntos y doblados por los codos hacia la nuca. Estaba llena de líneas rojillas.

  • Lleva horas así -. Me aclaró Alba -. Tengo dos perros. Van descansando, pero ya sabes, son animales -. No podía apartar la mirada de la mujer. Parecía derrotada. Había leido, incluso visto algún video sobre eso. Pero excedía los límite que me había impuesto. Y verlo ahí, tan cerca, me estaba dejando en un estado que no había conocido hasta ese momento -. Ha hecho algo que no tenía que hacer - sentí su mirada en la nuca -. Tu no lo harás, ¿ verdad ? -. Acaba de aprender la lección. Aquella mujer, con la cabeza prácticamente colgando de agotamiendo, con ese hilo de saliba que goteaba hasta el suelo, me miró sin levantar la cabeza, suplicante. Quizás solo quería decirme que todo estaba bien, porque no ví odio, ni rechazo. Solo algo que aún estoy intentado saber.

  • Se acabó el espectáculo -. Mi Ama estiró de las pinzas de mis pezones y me llevó hasta el aseo. Me ordenó tumbarme en la bañera, boca arriba, se desnudó dejándome apreciar su moldeado cuerpo, los músculos fibrados lo justo para mostrar la fuerza que podía tener, aunque resaltando aún más el femenino cuerpo que se permitía lucir -. No te hagas ilusiones, no es para ti, no vas a tocarlo -. Miraba embelesado la polla que tenía. Flácida era mucho más grande y gruesa que la mía en erección. Y sin más, meó copiosamemte sobre todo mi cuerpo, metiéndose de pie en la bañera, recorriéndome cada centímetro, especialmente la cara y la cabeza -. Ya estás oficialmente bautizado como mi puto esclavo - dijo riéndose -. Me ordenó limpiarle la polla metiéndola entera en mi boca unos segundos. Se retiró cuando empezó a notar el placer que le recorría entera -. Rebózate bien de mi y ven al salón -. Salió de la bañera y el aseo dejando huellas en el suelo de sus pies mojados por la orina. Dí unas vueltas sobre el líquido que estaba en la base de la bañera, me embadurné bien de ella y seguí los pasos de Alba hasta el salón. El perro ya no estaba follándola, aunque caía un hilo de su semen hasta el suelo.

  • Sácate en vibrador del culo, lubrícalo de eso que gotea del coño y vuelve a llenarte el culo -. Vió mi cara de asombro, no creía lo que me estaba ordenando, aunque tampoco debería extrañarme después de lo que había visto -. ¿ Acaso quieres ocupar su lugar ? - preguntó refiriéndose a la mujer. Saqué con cierta dificultad el vibrador, lo embadurné con la leche de perro y volví a follarme con él -. Buena decisión. Ahora pon el vibrador al máximo, arrodíllate en ese rincón, manos a la espalda y las muñecas cogidas con las dos manos -. No me apetecía más amenazas ni experimentar lo que aquella mujer estaba pasando -. No te muevas, pase lo que pase - y metió su enorma polla, ahora dura, en la boca de su esclava. La tenía cogida por el pelo, con fuerza, y se la metía una y otra vez, hinchando y deshinchado la garganta cada vez que Alba pegaba su depilado pubis en los labios de la mujer. El aro en la boca facilitaba la follada bucal que le estaba haciendo, sin permitirle cerrarla ni lamer las babas que le salía con cada arcada. Desde donde estaba podía ver cómo el abdomen se le contraía y relajaba constantemente -. Rueda sobre la leche que hay en el suelo y repártela por tu mierda cuerpo -. Mantenía la polla hasta el fondo, sin moverla, dándome las instrucciones. Me acerqué a cuatro patas hasta el semen que reposaba en el suelo y rodé sobre él varias veces -. Vuelve al rincón. En la repisa de al lado está la llave del dispositivo. Quítalo -. Por fin podría descansar de tanta presión en la polla.

Y volví a cuatro patas. Me mantuve arrodillado y con los brazos a la espalda como me había ordenado antes. Alba siguió follando la boca de la mujer, despacio y parando cuando la tenía hasta el fondo de su garganta.

Apareció otro perro, de la misma raza que el anterior. Olisqueó el coño y el culo de la mujer, siguió el rastro hasta mi. Me olfateó entero y me miró a los ojos. No me moví. Bajó el hocico y empezó a lamerme la polla. Estuve a punto de apartarme hasta que encontré la mirada amenazante de Alba. Y me mantuve sin moverme. Solo esperaba que no lo mordiese, rezaba porque no lo hiciera. Hasta que el asco se convirtió en placer.

  • No te reprimas perro - me ordenó Alba.

Y en menos tiempo del que podía imaginar me estaba corriendo, con un placer tan mayúsculo como no había sentido nunca. El perro lamió todo el semen. Hasta que lo apartó Mi Ama. Se inclinó hacia mi y me dijo:

  • Lo que te va son los perros, escoria -. Me cogió fuerte del pelo y metió hasta el fondo su enorme polla llena de babas de la mujer en mi garganta. Intenté apartala empujando por sus ingles, pero una fuerte bofetada, con mi cabeza fuertemente sujeta por el pelo, me obligó a desistir. Cuando sacó la polla me incliné hacia delante, apoyándome sobre las manos en el suelo, intentando reponerme de la falta de aire. Alba volvió a cogerme del pelo, y me llevó de nuevo a la posición de rodillas -. ¿ Aún te alegras de ser mio ? -. Volvió con la mujer follándole otra vez la boca a la vez que le decía que le iba a liberar los brazos.

  • No vas a moverte hasta que el perro haya terminado en tu coño. Lo limpiarás todo, incluido el aseo. Te vestirás, sin asearte ni maquillarte, irás a ese descampado donde hay tantos perros, te pasearás un rato y después irás a hacer la compra oliendo a puta y perra. ¿ Está claro ? -. Asintió levemente con la cabeza. Sacó la enorme polla de su boca y le dejó los brazos libres. Se acercó hasta mi levantándome estirando de las pinzas de los pezones hasta que saltaron dejándolos libres y sacándome un profundo grito de dolor -. No te quiero sin pezones, puta. Aunque los vas a tener más grandes.

Me vestí, olía a perro, creo. Desde luego era un olor desagradable. Aún tenía el vibrador en el culo y no parecía que tuviese intenciones de sacarlo. Estaba lleno de semen de perro por dentro y por fuera. Jamás me había sentido tan poca cosa, tan inútil. La polla la tenía libre, dura, muy dura. Me quería engañar a mi mismo pensando que no entendía por qué, cuando eran evidentes los motivos.

  • Vamos, hemos terminado los recados. Tu hija Ale nos espera en su casa.