Mi Ama y Su Amiga - 3

Papá, quiero hablar contigo. Ven ya - dijo. Noté que mi esposa aún no estaba dormida. Me levanté y salí de la habitación. Mi hija recorrió mi cuerpo con la mirada. Me cogió de los pezones estirándolos y me retiró de la puerta.

Esa noche me acosté pronto, después de inventarme que me manché el pantalón en una cafetería en la que había coincidido con Ale y Alba. Mi esposa no se lo había creido, aunque no dijo nada. Después de cenar y estar un rato con ella le dije que estaba cansado y que me iba a la cama. Necesitaba madurar lo que había pasado. Enterarme de que Alba era Mi Ama y de que mi hija ya estaba al tanto de todo. Es más, que había descubierto que su padre era un sumiso que pertenecía a su amiga y que participaba del dominio que ella tenía sobre mi.

Al poco rato de estar en la cama vino mi esposa, dijo que también estaba cansada. Se acercó a mi buscando calor. Pero me preocupaban dos cosas. La primera era que no podía follarla y que no entendía por qué seguía obedeciendo esa orden si tenía la polla que iba a reventar el dispositivo de castidad. La segunda era precisamente eso, que no descubriera lo que limitaba mi pene, el duro plástico que lo cubría. Así que no me moví ni un milímetro.

Estaba cogiendo el sueño cuando mi hija se asomó a la puerta de la habitación. Nunca la teniamos cerrada. Tampoco la había oido llegar a casa.

  • Papá, quiero hablar contigo. Ven ya - dijo. Noté que mi esposa aún no estaba dormida. Me levanté y salí de la habitación. Mi hija recorrió mi cuerpo con la mirada. Me cogió de los pezones estirándolos y me retiró de la puerta -. ¿ No te da vergüenza que mamá te vea con ese ridículo tanga ? -. Le dije que sí, pero que ella ya estaba acostumbrada -. ¡ Cuántas sorpresas en un solo día !. Pero ya hablaremos de eso. Quiero que la excites, que la calientes hasta que vaya a explotar de placer. Entonces paras y la dejas sin terminar. Quiero que esté ardiendo para lo que tengo pensado para ella -. La miré incrédulo. En ese momento ni si quiera pensaba en lo que había dicho de que tomaría a su madre bajo su dominio. Soltó los pezones en ese momento -. Tu y yo ya hablaremos de lo que va a pasar a partir de ahora. Ahora quítate ese tanga, te acuestas y te dedicas a darle placer a mamá. Ni ella ni tu podéis correros. Y otra cosa, me trae sin cuidado que ella sepa lo que tienes puesto en tu pollita - sonrió cuando terminó de decir que ella tenía una llave y Alba la otra del dispositivo -. ¡ Ahhh!, hablando de tu Ama, mañana irás con ella a un sitio - y se fué dejándome intrigado.

Me volví a la cama, intentando disimular ese plástico que me mantenía en castidad. Mi esposa me preguntó que quería Ale. Le respondí que quería que al día siguiente llevase a su amiga Alba a algún sitio que quedaba lejos.

  • ¿ Y eso ? - preguntó extrañada de semejante petición.

  • No sé, me lo ha dicho y le he dicho que sí.

Me acerqué a ella remolón besándole el cuello y envolviéndola con los brazos. Esperaba su rechazo como tantas veces, por cansancio y esas cosas. Pero se dejó hacer. Le acarciaba las tetas, incidiendo en los pezones suavemente, mientras besaba sus carnosos labios. Empezaba a jadear. Seguí recorriendo su cuerpo, primero con las manos, luego con los labios y después con la lengua. Alargó la mano para buscar mi polla y se apartó ligeramente preguntando qué era eso. Le dije que lo había visto en internet y que me había gustado tanto la idea que había comprado uno. Ahí pensé que se había terminado el rollo y no quería desobedecer a mi hija. Se incorporó, pasó una mano por los muslos y lo cogió desde abajo. Lo miró detenidamente entre sus manos.

  • Pero así no podrás correrte, ni follarme, cariño - dijo con una malicia que hacía mucho tiempo que no le veía.

  • Lo sé, cielo - respondí excitado.

  • Pues si es lo que quieres, vale - y volvió a tumbarse llevando mi cabeza a su coño.

Se lo besé y lamí, metiendo la punta de la lengua dentro y alargando los brazos para sobarle las tetas. Gemía profundamente, moviendo sus caderas. Me retiré, la besé en la boca sabiendo a ella. Volvió a coger el dispositivo en su mano y me dijo que era una pena que yo no me fuese a correr. Pensé, " si tu supieras lo que te espera ". Y me excité aún más. Volví a recorrerle el coño con la lengua, presionando el clítoris con ella y marcándolo con ligeros mordisquitos.

Cuando pensé que iba a correrse paré, me tumbé en la cama y le dije que me había indispuesto repentinamente. Suspiró profundamente, frustrada, enojada diría. Se colocó la ropa interior. Tocó el dispositivo y dijo que si no me encontraba bien estaría más cómodo sin él. Le respondí que no sabía dónde había guardado las llaves y que estuviera tranquila que seguro que solo era cansancio.

En ese momento, también me invadió la frustración.

Me levanté temprano sin apenar dormir. El dichoso cinturón de castidad había resultado más molesto por la noche de lo que pensaba.

Mientras desayunaba, distraido en tantas cosas, mi esposa Laura me abrazó por atrás y besándome el cuello me preguntó si ya estaba mejor. Le dije que sí, que al final resultó el cansancio. Nos besamos suavemente y le preparé su café con leche.

  • Papá, prepárame otro a mi y ven a mi habitación. Quiero hablar contigo - llegó mi hija, recién levantada también.

  • Enseguida Ale - respondí nervioso.

Laura me miraba, intrigada

  • ¿ Qué le pasa ? - preguntó -. Parece enfadada.

  • No sé. Voy a ver - respondí con el café con leche en la mano.

La puerta de su habitación estaba abierta, entré y la vi sentada en la cama.

  • Cierra la puerta, imbécil. O quieres que mamá lo oiga todo -. La cerré y le entregué su café con leche -. De rodillas y presta atención. Y sin interrupciones -. Las cosas iban tomando su rumbo. Allí estaba, arrodillado ante mi hija sin poder hablar -. Tienes que saber que entiendo perfectamente por lo estás pasando y lo que eres. He conocido a muchos y muchas como tú. Pero esto no es solo unas sesiones, unas órdenes y un " a sus pies ". Sé muy bien de qué va esto y lo que implica. Alba y yo somos muy exigentes, como estás empezando a comprobar. Ella va a ser tu Ama, aunque yo podré hacer y deshacer lo que quiera, siempre que Alba esté de acuerdo y dé su visto bueno. Ella te va a amoldar y adiestrar a su gusto. Podriamos decir que seré la guindilla, porque mientras estés aquí sin Alba presente, tendrás que acatar lo que yo te ordene -. La verdad es que, pese a lo vivido hasta entonces, jamás pensé que fuera tan en serio -. Te voy a hacer una pregunta y quiero que respondas muy claro y con convicción. ¿ Entendido ?.

  • Sí, Ale - empezaba a sentirme intimidado.

  • ¿ Quieres seguir con esto ?. Antes de responder, tienes que saber que tu respuesta afectará al resto de tu vida. Depende de lo que respondas vas a vivir muchos cambios. No todos agradables -. Dejó de hablar. Me miraba muy seria, concentrada, sin apartar la mirada de la mia.

Sus palabras me hizo dudar un momento, recapacitar sobe lo agradable que era mi vida. También en lo que podría comportar si aceptaba. Y lo que podría no pasar si no aceptaba. ¿ Acaso no había deseado siempre vivir como esos últimos días ?. ¿ Había llegado a pensar que todo eso ligaba también a mi esposa?. ¿ Si quería que eso fuese asi y, es más, si ella lo aceptaría ?. ¿ Por qué tantas dudas en ese momemto ?.

  • Sí, quiero seguir, Ale.

Estuvimos sin hablar unos larguísimos segundos. Hasta que Ale lo interrumpió.

  • Eres un cerdo asqueroso. Como sabes, eso significa que mamá pasará a ser mía. Que poco o nada podrás decidir ni opinar sobre ella, ni con ella. Y que no podrás intervenir en las decisiones que le afecten, lo veas justo o no. Te guste o no -. Era una afirmación que aclaraba lo que pasaba a ser suyo y que antes había tenido conmigo -. Cualquier consulta que quieras hacerle, sobre alguna idea, proyecto, planes, vacaciones, sobre lo que sea... antes tendrás que hacérmela a mí, porque no servirá lo que quieras decirle, ni su opinión. Desde ahora, solo te referirás a ella por su nombre, Laura. Al menos de momento. Nada de cariño, amor, cielo... ¿ Te ha quedado claro ?.

No creía lo que estaba escuchando.

  • Sí, Ale.

  • Pronto follarás con ella. Será la última vez, quizás la penúltima. Y será porque lo necesito para mis planes. Si en algún otro momento la tocas, será por interés mio o de Alba. Llegará el momento en el que ni siquiera podrás mirarla. ¿ Entendido ? -. Volvió a mirarme, ahora desafiante -.

  • Sí Ale, entendido -. Seguía mirándola, el brillo de porder en sus ojos, esa fuerza que me dominaba. No podía apartar mi mirada de la suya. Era como un reconocimiento y una súplica para que continuase avanzando.

  • Por último, creo. Verás, con todo esto, con todo lo que estás otorgando a tu Ama, o sea a Alba, e indirectamente a mi y, aún comprendiendo cómo eres y que soy tu hija, ¡ YO NO QUIERO SEGUIR VIENDOTE COMO A MI PADRE ! -. Remarcó cada palabra, pronunciándolas con énfasis y rotundidad -. Lo entiendes, ¿ verdad ?.

Eso no me lo esperaba. No pensaba que implicase ese desarraigo, que no me viese como a su padre. La había cuidado y mimado, la había visto crecer, desarrollar su propio criterio y personalidad.

  • Te lo voy a explicar. ¿ Sabes ?. No me enojó que fuese Alba quien descubriese que eres sumiso, si no el hecho de que llevas mucho tiempo entregándote a Amas, escondiéndolo, engañándonos. Sobre todo a mamá. Le has sido infiel, aunque no lo veas como sexo, aunque lo vivas como realmente se tiene que vivir esto: con entrega, cediendo y avanzando constantemente, como una forma de vida. Pero ¿ no se te ha ocurrido pensar que se le pone sentimiento ?. Y si hay sentimiento, se es infiel -. Me dolía lo que oía, pero no podía negar que tenía razón. Me sentí avergonzado y rebajado -. Eso es lo que me cabreó, cabrón. Pero no es por eso por lo que no quiero seguir viéndote como mi padre, aunque te entiendo. Es porque si te veo como padre ésto no va a funcionar. Pararía cosas que no tendría sentido hacerlo en este universo. No permitiría que Alba hiciera contigo cosas que ni te imaginas y que, estoy segura, te las hará y en alguna de ellas estaré yo allí. O yo misma dejaría de ordenarte o rebajarte como te mereces. ¿ Lo entiendes ahora, estúpido ?.

  • Sí, lo entiendo - dije con lágrimas que resbalaban por las mejillas.

  • Joder, mira que eres calzonazos. No pienses que me das lástima. ¿ Sabes por qué ?.

  • Porque has decidido no verme como a tu padre, Ale.

  • Si vas a resultar ser más listo de lo que pensaba. Quítate la camiseta -. Con el torso a la vista me ordenó acercarme a cuatro patas. Me colocó una pinza metálica en cada pezón y me ordenó limpiarle los pies con la lengua. Enseguida me puse en ello. La polla empezó a soltar líquido -. Para -. Se quitó las braguitas de encaje. Se puso de pie y sacó un vibrador de su coño -. Date la vuelta, a cuatro patas -. Bajó el pantalón hasta medio muslo y llenó mi culo con el vibrador lubricado con su flujo -. Date la vuelta - dijo mientras se sentaba en el sofa -. Tienes el culo lleno con mi vibrador, húmedo con mis liquidos, vaginal y con los restos de orina que no me he limpiado. Todo un lujo para ti -. Cogió las pinzas metálicas y me acercó hasta sus muslos -. Aplícate, estoy empapada y quiero derramarme en tu cara.

Saqué la lengua y recorrí todo su coño, su clítoris, besándolo. Disfruté el adorable sabor de su flujo y orina hasta que se corrió embadurnando toda mi cara con su corrida.

  • Aprenderás a hacerlo mejor, pero ha estado genial - aún jadeaba -. Dile a mi madre que suba un momento, quiero preguntarle si quiere ir de compras conmigo. Prepara tostadas y zumo de naranja para las dos. Dale un buen morreo, que me saboree. Y dile que te he regañado porque ayer no te portaste bien con Alba y que por eso hoy la acompañas a esos recados. Sabemos que no es verdad. Pero ella no.

Me incorporé y fui a la cocina. Allí estaba Laura. Le di un impresionante beso, al que ella correspondió, saboreando algo raro. Relamió los labios en silencio. Me miró y le dije por qué Ale quería hablar con ella.

  • No le faltarías al respeto - preguntó asombrada.

  • Pues parece que sí -. ¿ Qué podía decir ? -. Quiere que vayas, para algo de ir de compras.

Justo terminé de hacer las totadas y los zumos, aparecieron por la cocina, hablando alegremente. Me quedé sorprendido cuando Ale le dijo, como si fueran amigas:

  • Anda que no hicisteis ruido ayer. ¿ Noche feliz ? -. Rieron juntas.

  • Hija... Por favor. ¿ Qué va a pensar tu padre ?.

  • ¿ Quién...? ¿ Éste ?. A ver, ¿ qué piensas ? -. Entendí la pregunta.

  • Nada, ¿ qué voy a pensar ?.

Laura acabó diciéndole que no tan feliz, que a veces una se frustra. Ale me miró y dijo:

  • Mira mamá, tengo una amiga que salía con el típico tio que todas quisieran para ellas. Y resultó ser un pichafloja. Lo pilló con tanga y entendió por qué en la cama era un " 0 ". Luego confesó que además la tenía pequeña y que cuando follaban no sentía nada. Y el muy capullo encima se corría fuera de su coño. Se le salía y ni se daba cuenta -. Y soltó una carcajada mirándome.

  • Hija, no hables así, que soy tu madre -. Laura quiso parecer asombrada, pero la voz la delataba. Se estaba divirtiendo.

  • Vale mamá, que somos mayorcitas. Además, a los tios les pone hablar así, ¿ o no ? -. Me preguntó a mi -.

  • Claro, somos así de simples, Ale -. No sabía dónde meterme.

  • Bueno, ve ya a buscar a Alba -. Ale me dió un tironcito de oreja -. ¿ No querrás hacerla esperar después de lo de ayer ?.

Sin responder, salí de casa al encuentro de Mi Ama.