Mi Ama y Su Amiga - 2

Me envalontoné emocionalmente y ya en la cama, sólo, empecé a masturbarme

Ese día no fué para nada tranquilo. Ya fuera de skype tuve un bajón considerable pensando en lo que estaba haciendo y en cómo me estaba dejando llevar por esa chica de la que ni siquiera sabía su nombre.

La verdad es que me sentí relajado cuando comprobé que mi hija no estaba en casa. Me alivié pensando que al menos en eso podía estar tranquilo y en no tener que vivir el apuro de dar raras explocaciones si hubiera entrado en la habitación descubriéndome tan rebajado.

Quizás por eso me envalontoné emocionalmente y ya en la cama, sólo, empecé a masturbarme. Pero me dí cuenta que no estaba haciendo precisamente lo que se esperaba de mi. Así que paré con un calentón mayúsculo recordando lo que había pasado. Y cuando mi esposa entró en la habitación, lista para acostarse, me hice el dormido y no pasó nada. ¡ Lo que me costó evitar tener sexo con ella !.

  • ¿ Con quién estás ? - me preguntó Mi Ama después de saludarnos y mostrarme ante Ella desnudo, sin ningún tipo de ropa interior. Había decidido que solo me conectaría para decirle que lo dejaba. Pero su voz me atravesaba anulando cada neurona que me quedaba.

  • Estoy solo, Señora - respondí.

  • Adivino que tienes una colección de prendas femeninas sexis escondidas por ahí - continuó hablando -. Te vas a poner las que te hagan más zorra. Estoy segura que me vas a sorprender. Sobre ella te vestirás con ropa formal de hombre y vendrás a la cafetería que te voy a indicar. Por fin sabrás quién soy. Quiero ver tu reacción cuando me veas. Ya me estoy mojando solo de pensarlo, perra. Cuando llegues busca una mesa discreta, te sientas y pides agua, solo eso. Tienes una hora para llegar hasta allí - . Me dió la dirección y el nombre de la cafetería -. Y no me defraudes.

Cortó la comunicación sin esperar ruegos ni preguntas. Fuí al cajón escondido donde guardaba mis prendas femeninas, elegí un corsé negro, medias negras de nylon con elástico de silicona para que no se bajasen y tanga rosa de encaje.

Diez minutos antes llegué a la cafetería. Exploré su interior por si me sonaba alguien a la vez que buscaba una mesa lo más discreta posible. Pedí una botella de agua y me senté en la que estaba en un más que apartado rincón.

Casi me derrito cuando ví a mi hija entrar acompañada de su amiga. Iban a sentarse en la única mesa que estaba vacía cuando Ale me vió y vino hacia mi, dándome un beso en cada mejilla y preguntándome qué hacía allí tan solo. Le dije que había salido a hacer unos recados y que me había sentado para descansar y refrescarme un poco. Miró el agua que estaba sobre la mesa y preguntó extrañada por qué no había pedido cerveza. Sabía que es lo que me gusta tomar.

  • Hola, padre de Ale - dijo su risueña amiga -. Esto está muy lleno Ale. Nos acaban de quitar la mesa que había libre. ¿ Le importará a tu padre que nos sentemos con él ? -. Miré a mi hija y le dije que si no les importaba, podían sentarme conmigo y pasar un rato juntos. Pensé que todo se había estropeado. Adiós a mi encuentro.

Allí estábamos los tres, hablando de cosas triviales, pasándolo bien. Lo que me hacía pensar que eso era lo realmente importante. Alba, la amiga de mi hija, estaba especialmente simpática. Quizás fuese siempre así, alegre. Posó su mano, cálida, sobre la mía que descansaba despreocupada sobre la mesa. A mi hija no le pasó desapercibido y nos miró a ambos.

  • Te estás portando muy bien mariquita - me llegó un mensaje de skype. Alba me guiño un ojo. Parecía que no le importaba que Ale estuviera ahí, ni lo que pudiera pensar -. Ve al aseo, desnúdate y me envías una foto con lo que llevas puesto. Me hace ilusión ver lo zorra que eres - llegó otro mensaje. Ahora sabía quién era la Señora con la que había hablado y sometido los días anteriores. Escribía sin ocultarlo. Y yo abría los mensajes sin darme cuenta de lo que estaba haciendo . ¿ A qué esperas, imbécil ? - pedí disculpas, me levanté y fui a los aseos.

Me encerré en un reservado, me desnudé e hice tres foto: una de frente y una por cada lado, enfocando lo que podía la espalda. La verdad es que me veía espectacular. Con el sexo y las piernas depiladas era difícil distinguir si era hombre o mujer. Y más con la cintura comprimida por el corsé.

Cuando regresé a la mesa, Ale y Alba seguían hablando, intuyo que de sus cosas. Cuando me senté Alba dijo a mi hija que había estado mucho tiempo en el aseo y le preguntó si eso era normal, a fin de cuentas, Ale me conocía mejor, añadió.

  • Pues la verdad, nunca he estado pendiente de esas cosas - dijo Ale -. A lo mejor el agua le ha hecho efecto.

Recibí otro mensaje de Alba en el que me decía que era un cerdo haciendo esas cosas con mi hija al lado.

  • Como no tienes fin - seguía -, os voy a dar una sorpresa.

Creo que el corazón se me salía por la boca. ¿ No estaría pensando en meter a mi hija en esto ?. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Ale habló.

  • A ver, ¿ qué os traéis entre manos ?. ¿ Pensáis que no me doy cuenta de los mensajes ? - parecía enojada -. ¡ Venga ya Alba, déjate de tonterías... no ves que es mi padre !.

Alba la miró divertida, luego me miró a mi. Desde luego conocía a mi hija. Vaya si la conocía.

  • Envíale las fotos a Ale, anda - dijo con una sonrisa que me descolocaba.

  • Alba, no puedo hacerlo, por favor - no sabía dónde meterme, no sé el color que tenían mis mejillas, si es que tenían alguno. Me respondió que si no lo hacía lo haría ella. Empezó a contar, supongo que hasta tres y, antes que terminase el dos estaba buscando el contacto de mi hija.

Ale sacó el móvil, pensé que sorprendida, y justo le llegaron las fotos. Las miró fijamente, sin ninguna expresión en su rostro. Me miró fijamente a los ojos y me dió una bofetada que me giró hasta casi tirarme al suelo. Le miraba fijamente y me dijo que ni se me ocurriera mirarla. Miré alrededor y me di cuenta que todas las miradas estaban en nuestra mesa. Se acercó el camarero por si pasaba algo, mirándome con cara de mala leche.

  • Nada. Mi padre que es el mayor mariposón del mundo - Alba estaba sorprendida y a la vez su sonrisa de felicidad lo llenaban todo. No me atrevía a levantar la mirada, ni siquiera para decirle al camarero que se retirase. Cuando se fué, Ale dijo.

  • Imbécil, ¿ te das cuenta de lo que has hecho ? - mi silencio otorgaba -. No vas a salir de esta y menos en las manos de Alba, estúpido.

  • Ale - empecé a decir -. Verás si quieres lo dejo, esto es lo último que quería.

  • ¿ Que si quiero... ?. Mira que eres tonto. No se trata de que yo lo quiera. Se trata de que perteneces a Alba, aunque puedes dejarlo cuando quieras... Pero sé que no quieres - quise decir algo -. ¡ Calla !. Dime, si no, ¿ por qué has obedecido sus órdenes ?. Mejor no respondas...

  • Ale - intervino Alba -, sabes cómo es esto y la necesidad que tienen algunos tios. Nadie esperaba que la perra de tu padre fuese uno de ellos. Tan decente él... Pero aquí está, si no hubiera sido conmigo hubiese sido con otra.

  • Ale - dije -, esto no quiere decir que no quiera a tu madre, ni a ti - me interrumpió enseguida.

  • Mira estúpido. Ya que hablas de mamá, ¿ sabes lo que has provocado con esto ?. ¿ Lo sabes ? - me miró enojada, aunque con un brillo en sus ojos que no le conocía -. No vas a tocarla más. Me ocuparé personalmente de eso, te lo aseguro - y miró a Alba -. Te conozco y sé cuáles eran tus planes.

  • Ale, ¿ qué quieres decir ? - preguntó divertida.

  • Ya lo sabes Alba, tu eres dueña de mi padre, ¿ no ? - asintió -. Y querías avanzar hasta serlo de los dos. ¿ Cierto ? - se hizo la remolona antes de asentir -. Pues bien, mi padre es tuyo. Mi madre es mía - dijo guiñando un ojo. Alba volvió a asentir y sellaron el acuerdo con un morreo impresionante.

Y allí estaba yo, un mero espectador con la mejilla ardiendo, seguro que marcada con los dedos de mi hija y lleno de vergüenza escuchando cómo negociaban quién es de quien. ¿ De verdad había llegado a eso ?. ¿ Cómo había permitido que llegase a ese punto ?. Muy sencillo, soy un sumiso profundo, estaba viviendo lo que tanto había querido y, lógicamente, no tenía voluntad ni ganas de evitarlo.

  • Alba, para los planes que tengo voy a necesitar usar a mi padre en un par de ocasiones. Espero que me lo cedas.

  • Mira Ale, no necesitas decirme eso. Puedes disponer de él cuando lo necesites, pero sin pasarte - y rieron juntas. Intenté intervenir de nuevo, por aquello del orgullo.

  • Nada, que no lo entiendes papá, no tienes ni voz ni voto. Habla solo cuando te lo ordenemos o te demos permiso - estaba seria, más de lo que la había visto nunca. Su mirada era desafiante, llena de poder -. Haber pensado antes dónde te metías. Esto no es un juego. Para tí también va a ser tu nueva forma de vida. Así que a callar si no quieres que también te marque la otra mejilla.

Alba sonreía, satisfecha por lo que había conseguido en tan pocos días y por el rumbo que estaba tomando todo.

  • ¿ Cuánto hace que eres de Alba ? -. Pensé en si debía hablar -. Estúpido, responde - se miraron divertidas -. Casi sin voz le dije que tres días -. ¡ Joder Alba !, no has perdido el tiempo. Nunca vas tan deprisa.

  • Fácil Ale, cuando vi su cara estuve a punto de desaparecer. Pero... ¿ qué coño ?, tenía la oportunidad de mi vida. Dominar al decente de tu padre. Todo un reto que estaba delante de mis narices. Y nosotras sin saber lo asqueroso que es - siguieron hablando entre ellas, dejando caer lo que iban a hacer y unas ideas que ayudarían a mi hija a tomar posesión de mi esposa. Alba sacó algo de su bolso, lo dejó sobre la mesa, sin reparos, sin importar que la gente pudiera ver el cinturón de castidad que descansaba sobre el tablero.

  • Ve al aseo con él y póntelo. Vas a usarlo más de lo que imaginas -. Alba me cogió la mano y la pasó sobre el dispositivo -. No lo escondas, que se vea entre tus dedos. Creo que no te quedará pequeño. Por la pollita que te he visto, hasta es posible que te quede suelto - y río acompañada de Ale.

Paseé por la la cafetería con el cinturón de castidad entre los dedos, mirando al suelo. No me atrevía a mirar a nadie ni las expresiones que sospechaba tenían.

Lo puse como pude, realmente torpe. Era el primero que usaba y no me resultó tan fácil de colocar como pensaba. Costó más aún meter el pene dentro ya que me resultaba excitante colocarlo. Siempre había deseado tener uno. Aunque para sentir totalmente el efecto tenía que hacerlo por imposición de un Ama que le diera sentido hacerlo. Era transparente, de plástico.

Cuando estaba a punto de salir del reservado recibí un mensaje de Alba.

  • Otra cosa mariposa ( uiii viene al dedo eso ). Quítate el tanga y sal con él colgando de un solo dedo, moviendo el brazo con alegría. Me hace ilusión ver que los demás ven lo que llevabas puesto.

Pensé en decirle que se estaba pasando. Que esas cosas debían quedar en la intimidad. Pensé en no hacerlo y enfrentarme a ellas. Pero pensé en los dedos que llevaba marcados en la mejilla. Y, a decir verdad, me encantaba lo que Alba estaba haciendo.

Cuando llegué de nuevo a la mesa, sorteando las otras y dejando ver el tanga a cuantos estuvieran mínimamente atentos, Alba y mi hija me miraban fíjamente.

  • ¿ Tienes calor papá ? - Ale se lo estaba pasando bien -. Menudo rojo luces en esas mejillas.

  • Abre la cremallera del pantalón y deja fuera el dispositivo - siguió Alba -. Queremos ver qué tal te sienta -. Las miré suplicante, pero no les hizo efecto. Sentado me engañaba a mi mismo pensando que nadie lo vería. Y menos si las dos miraban con atención exagerada a mi entrepierna.

  • Joder papá, si pareces un gusano con eso babeando.

Alba lo levantó dejando colgar un hilillo de líquido que llegaba al pantalón. Estaba seguro que lo tenía todo calculado. Sacó un plug negro de tamaño medio y lo dejó sobre la mesa -. Ya sabes, ve a taparte el culo. Y lo llevas hasta el aseo colgando de dos de tus dedos -. Me levanté sin esperar compresión cuando me interrumpió -. Guarda eso que te cuelga, inútil. O quieres que llamen a la policía.

Estaba tan bloqueado que ni me había dado cuenta de lo que estaba haciendo. Pasé otra vez entre las mesas luciendo el plug descaradamente. Algunas chicas se apartaban con cara de asco. Las ignoré, sobre todo por la humillación que estaba viviendo. Tapé el culo en un reservado, no sin dificultad y dolor a pesar de que no era precisamente virgen por ahí. Esperé unos segundos que se acomodara dentro, abroché el pantalón y sorteé de nuevo las mesas notando las miradas en la entrepierna y las adivinaba en el culo aún estando seguro que no se notaba nada.

  • Perra, antes de sentarte inclínate apoyando las manos en la mesa - dijo Alba cuando me acercaba a la mesa. Estoy convencido de que se escuchó en la cafetería cómo me había llamado -. Vamos a ver cómo te has colocado el plug -. Me incliné sobre la mesa mirando de reojo alrededor. Y a mi hija pidiéndole, mejor dicho, suplicándole con los ojos vidriosos que parasen, al menos un rato. Tampoco sirvió de nada.

Las manos de Alba empezaron a palpar el interior de los muslos desde atrás, apretando sin disimulo el pantalón sobre el dispositivo de castidad, provocando que la prenda se mojase más del líquido que salía de la polla. Deslizó la mano hacia las nalgas, las separó y encontró sonriendo la base del tapón.

  • ¿ Qué te parece Ale ? - preguntó invitándola a que explorase.

  • Mírame cerda - me dijo -. ¿ Cómo puedes tener el pantalón tan mojado ? -. La miraba sin creerme lo que mi hija estaba haciendo. Separó las nalga y empujó bruscamente el plug hacia dentro sacándome un gemido. Lo mantuvo presionando unos instantes -. ¿ Duele ? - no respondí solo respiraba, o lo intentaba -. Pues te jodes maricona.

  • Hay que ver Ale, como tratas a tu pobre padre -. ¡ Cómo podía ser tan irónica ! -. Vamos a dejarle descansar y que respire un rato.

  • Anda, vámonos ya de aquí - dijo Ale -. Parece que éste capullo ya tiene bastante -. Papá, paga que Alba y yo nos vamos.

Iba a preguntar si tenía que ir con ellas cuando Alba me interrumpió.

  • Vete a tu casa y espera y descansa. Estate pendiente del móvil por si acaso. Y nada de follar - se rió -.

  • A ver qué te dice mamá cuando te vea tan asqueroso - añadió Ale -. Y se fueron dejándome desubicado.

Fuí a pagar. El camarero me miró de arriba a abajo indiferente.

  • Invita la casa -. Estaba alucinando. En una nube, consciente de que todas las miradas estaban clavadas en mi -. Pero una pregunta -. Vaya, más sorpresas -. ¿ De verdad es tu hija ? -. Asentí sin mirarle -. Uuufffsss, con una hija así quién quiere enemigos -. Me dí la vuelta y salí de la cafetería escuchando alguna risa de fondo. Me prometí no volver más.

El aire fresco me devolvió a la realidad. Eso sí, con el culo lleno y el dispositivo presionando los huevos y la polla que quería reventar.

Alba me había ordenado que fuese a casa. Aunque no tenía nada claro que fuese a hacerlo. Quería que el aire me resucitase, sentirlo penetrar por todo mi cuerpo y que me diera fuerzas para terminar con todo lo que había pasado.

Y lo hice, terminé con todo. Me fuí a casa dispuesto a inventarme mil excusas y explicaciones de la pinta que tenía. A fin de cuentas, Mi Ama Alba lo había dejado muy claro: para casa.