Mi Ama y Su Amiga - 11 y Final
El momento final...
Me desperté sin saber qué hora era. La madre de Alba no estaba en la perrera. Salí a hacer mis necesidades a cuatro patas de la habitación, con el collar y el dispositivo de castidad puestos. Me incliné como me había enseñado la esclava de Mi Ama. Noté la presión del líquido buscando la salida por la sonda que llevaba puesta. Un calor extraño recorría la polla. Intentó ponerse dura, pero solo conseguí que la presión del acero se hiciese incomoda. Al regresar a la perrera, la madre de Alba me ordenó lavarme el cuerpo, ella estaba preparando el desayuno para su hija. Se me hizo muy raro eso de lavarme los huevos y la polla con el dispositivo puesto. Los limpié lo mejor que pude.
Me llevé una gran sorpresa al ver en la perrera, a mi regreso, a Laura. Estaba desnuda, atada sobre uno de los taburetes. En su coño metido un dildo, sujeto con unas correas para que no se saliese. Sabía que el culo lo llenaba la polla de goma que había sobre el asiento. En los pezones unas pinzas metálicas en cada uno, unidas por una cadenita sujeta a la argolla de su collar. Una mordaza de bola roja en la boca. Los brazos estirados hacia arriba por una cuerda que salía de una anilla del techo.
La exploré entera. Deteniéndome en cada centímetro de ella. Ahora sí que me dolía la polla. Busque en su mirada algún signo de rencor, de odio. Solo lo encontré de incomodidad y de humillación.
- Aquí tienes tu comida - dijo la madre de Alba dejando el cuenco con la pastosa comida de perro en el suelo. Llegó con un arnés en la cintura de la que salía una preciosa polla. Acerqué la boca a la comida, sin tanto asco como el día anterior. La madre de Alba se colocó detrás mio, apuntó con la polla de goma y empezó a follarme el culo a la vez que comía. Mi cara se llenaba de comida a la vez que la follada se intensificaba. Me cogió por las caderas arremetiendo más fuerte dentro del culo, haciendo que parase de comer. Jadeábamos los dos ante la atenta mirada de Laura que empezaba a babear. Recibí dos fuertes azotes en las nalgas ordenándome que moviese el culo. Lo que empecé a hacer inmediatamente. Gemía esperando que llegase un orgasmo, pero era algo que no iba a pasar. Mi folladora vació mi culo, retiró el cuenco y se fue de la perrera, dejándome delante de Laura vejado y con la cara llena de comida para perros. Era evidente que cualquiera podía follarme en cualquier momento y sin importar lo que estuviera haciendo. Más adelante descubrí que también podría ser en cualquier sitio.
Me limpié la cara como pude con las manos y brazos. Estaba excitado mirando a Laura. Verla allí, sobre el taburete, en las condiciones que estaba, me excitaba. Y me hacía feliz verla, tenerla cerca. Ahí, tan cerca, a unos palmos de mí. Y sin poder tocarla. Eso me excitaba aún más. No poder acariciarla, sentir su piel recorrida por mis manos, tomar sus tetas, lamerle los pezones, acercarme para oler su aroma, lamer el flujo que brillaba en su coño. Ahí expuesta como un trofeo, un premio que no era mío ni del que podía gozar. De mi polla salía líquido, un hilo que mojaba el suelo, por el tubo que llegaba hasta el interior de mi vejiga.
Así es, no vas a gozar más de mi madre, puta perra -. La voz de Ale sonó en toda la perrera. También me alegré de verla, de estar juntos -. Sé que te gusta lo que ves y lo que piensas. Pero olvídate de eso. Tampoco es nada tuyo -. Me levantó estirando de los pezones con rudeza, me miró con ese poder que lo tomaba todo. Desató los pies y las piernas de Laura, la ayudó a incorporase de su asiento, retiró el dildo del coño, empapado de su flujo, dejándolo caer al suelo, retiró el del culo y lo metió en mi boca, sujetándolo en la nuca con unas tiras que salían de él. Me abrió las piernas atando cada tobillo a unas anillas que había en el suelo de las esquinas de la perrera. Las de su madre las ató juntas, por los tobillos, debajo de las rodillas y en los muslos, manteniendo los brazos más estirados que antes. Alba entregó a Ale dos gruesos ganchos de acero que tenían en una punta una gruesa bola, en la otra punta un aguero. Se dirigió a Alba e introdujo con poca dificultad la bola de un gancho en su culo, estirando después hacia su espalda y atándololo tensado a la cuerda que ataba los brazos. Laura se lamentó, aguantándose solo con la punta de los pies. Introdujo la bola del otro gancho en el coño, tensándolo hacia las tetas y uniéndolo también a la cuerda de los brazos. Su madre no podía moverse, tensada por los dos ganchos que le llenaban el coño y el culo. Suspiraba respirando profundamente por la nariz, aún con la mordaza de bola en la boca. Babeaba. Sus ojos brillaban, lloraba, aunque también destilaba deseo y entrega.
¿ Te gusta lo que ves, basura ? -. Ale ni siquiera me miró -. Mi madre me ha pedido hablar contigo, a solas. No te lo mereces, pero se lo he concedido -. Fue a la espalda de Laura y le retiró la bola de la boca. La madre de Ale se tomó unos segundos absorviendo y tragando las babas que le salía por las comisuras de los labios.
Mi Ama, cogió mis muñecas, las unió juntas con una cuerda que bajaba del techo, estiró del otro extremo y levantó los brazos hasta dejarlos estirando el tronco del cuerpo, pensé que los iba a dislocar. Bufé de dolor. Las babas salieron por donde pudieron.
- ¿ Sabes lo que es ésto ? - me preguntó mostrándome un pequeño frasco -. Zumo de jenjibre. ¿ Y sabes el efecto que hace en algunas zonas ? - río -. Claro que lo sabes, estoy segura que has leido algo... -. Tomó el dispositivo con una mano, buscó el orificio de la sonda y dejó caer unas gotas manteniendo la entrada en alto para que llegasen a la vegiga. En unos segundos empecé a sentir escozor, se iba intensificando en lo más profundo de mí, un fuego como nunca había sentido. Intenté mover las piernas buscando alivio, el cuerpo y los brazos. No podía moverme, salvo la cabeza que se movía de un lado a otro.
Laura estaba terminando de tomar aire, reponiéndose mínimamente de Su forzada postura y de las pinzas en los pezones más tensados unidos al collar.
- Os dejamos a solas para que habléis - Ale rodeó la cintura de Alba y salieron cerrando la puerta de la perrera.
Intentaba relajarme como fuese. Paré de agitarme, tomé aire profundamente por la nariz. Pero solo la voz de Laura, extenuada, me calmó algo.
- "Cielo, te dije que quería hablar contigo. Presta atención - . Me concentré en sus palabras -. Hay algo que no sabes y que no te lo hubiera dicha nunca -. Su resistencia me pareció digna de una diosa. Era una diosa -. Fuí Ama. Yo fui Ama -. Me concentré aún más en lo que acababa de decirme -. Vaya, veo que ha surtido efecto. Hasta que te conocí. Eras tan tierno, tan atento... Me encantaste desde el primer momento por eso. Tu forma de hablarme, de mirarme. Ese deseo que desprendías con cada palabra, me hizo desearte y ser feliz contigo. Tal como eras y con todo lo que entregabas. Tus caricias, tan tiernas y suaves hacían que cada vez quisiera estar más tiempo contigo. Así que decidí dejar mis dominios y ser feliz con tu ternura, darte la paz y felicidad que tanto ofrecías. Y ha ido muy bien, ¿ no crees ? -. Asentí con la cabeza, a la vez que Laura gimió -. He tenido sumisos y sumisas, esclavos y esclavas. Se me daba muy bien. Era severa y tierna. Hacía cosas fantásticas. Me he follado a tios y tias como no puedes imaginarte. Les he castigado y dado el placer que les hacía felices. No permitía sentimientos, salvo los imprescindibles para sentir lo que queriamos, para hacerlo real y con entrega -. Me pareció que Laura se sentía más ligera, que las tensiones a las que estaba sometida disminuían -. Cuando me pediste ser mi sumiso, sin saber que podría haber sido tu Ama, no quise que dejases de ser como eras. Porque eras perfecto, feliz. Pero sabía que querrías avanzar, cuando realmente lo que te importa son los tuyos y hacerles felices, especiales.
No creas que no me di cuenta que hacías las tareas, que cada vez querías hacer más y vivirlo como tu forma de sumisión. Y te adoraba por eso, cariño. Siempre querías que descansara o hiciera las cosas que me gustasen. Pero lo que me gustaba era cuidarte, quererte.
Hasta hace unos días. No sé exactamente cuántos. Tampoco me importa. Te hubiera perdonado si me hubiese enterado de que has tenido Amas, porque te entiendo y sé lo que es ese deseo que tienes. No hubiera cambiado la forma que te quería. Pero me di cuenta que algo estaba cambiando. Nunca hubieras dormido conmigo con ese dispositivo, ni me hubieras atado como lo hiciste, ni mantenido horas atada si no fuese por alguna influencia que te motivase a hacerlo. Y es que la sumisión lleva a hacer cosas impensables.
Me excitabas con lo que me estabas haciendo, aún cuando sabía que no era más que tu entrega a esa influencia. Recordaba cuando era yo quien dominaba... Y seguimos con el juego. Aunque quién iba a saber que era mi propia hija y su amiga las maestras de todo. Tengo que reconocer que Ale me ha superado, que es más poderosa de lo que había sido yo.
Me he excitado y motivado lo que no te puedes imaginar. Me han follado ante tus narices, en nuestra cama. Me han llenado el coño y el culo como nunca lo has hecho tú y con más placer del que me has dado. No me he sentido tan plena, ni tenido los orgasmos que me han dado esos hombre, esa fuerza que ni conocía, que me han manoseado mientras mi hija te ataba en la cama en la que me penetraron el coño y la boca.
Cada día me has llevabo a quererte ver más humillado mientras me rebajaban y anulaban delante tuyo. Lo que he disfrutado envolviendo las piernas de aquel hombre que me follaba con las mías, con fiereza. ¿ Cuándo has follado tú así ?. ¿ Acaso crees que pensaba en otra cosa en ese momento ?. El placer de verte tan cornudo, tan humillado es algo que no tiene precio.
Y lo que me ha hecho mi hija y su amiga, tu Ama. Alba me ha follado con esa polla que pocos machos tienen, me ha atragantado y violentado con ella, ha entrado en mi coño tan adentro que ni sabía que eso se podía hacer. Su leche me ha entrado tan profunda que ha llegado hasta el último rincón. Lo sabes bien, porque te has ocupado de limpiarme los restos, porque eso eran, restos. Imagina lo que había dentro de mi.
Y mi hija. ¡ Joder mi hija !... Ese reino, el que tan bien domina y controla, esos tiempos de dolor, de pinzamientos, folladas, azotes, tensión. Esa humillación y entrega que sabe despertar. Las ansias porque no pare, para que siga tomando, adueñándose de lo que es suyo, con esa mirada tan tierna, de angel mientras te ata, coloca pinzas, arranca suspiros y quejas, te abre el culo, el coño, tensa cada miembro de tu cuerpo...como una diosa, manejando cada segundo con un solo fin, hacerte desearla totalmente, querer ser completamente suya.
Por eso estamos aquí, por Ale, mi Ama y Alba, tu Dueña, como queremos estar. Nos tienen como quieren, indefensas, sometidas y entregadas. Nos tienen ofrecidas para ser lo que Ellas quieran.
Cariño, te he querido y siempre te querré. Aunque he tomado la decisión de ser de Ale, de pertenecerle, ser su esclava, porque con mi hija tengo lo que nunca he tenido. Soy feliz, muy feliz entregándome a mi Ama. Han cambiado las cosas, las condiciones. Así que dependo de Ella y sus decisiones, cielo ".
Escuché a Laura abstraido de todo lo demás. Solo me importaba lo que me estaba diciendo. Me concentré en sentir cada una de sus palabras. Tanto que me sentí apesadumbrado. Debería haber entendido su negativa a tomarme como su sumiso, aunque no supiera de su anterior dominio. Pero, y por otro lado, ¿ cómo me habría sentido si no hubiera buscado salida a uno de mis grandes deseos ?. Eso es algo que ya no sabría nunca. Todo se había destapado, gracias a mi egoismo. Eso fue lo que sentí, egoismo que me había conducido a una vida de entrega y obediencia, arrastrando a Laura a la otra cara de la moneda que ella tan bien había conocido y que tan feliz la estaba haciendo.
Estaba dándole vueltas a lo que la madre de Ale había dicho, al inmenso placer que estaba viviendo, a lo humillado que me estaba haciendo sentir y a lo que parecía una despedida, cuando entraron Ale y Mi Ama. Cada una llevaba en la mano un látigo corto de varias tiras. Alba me quitó el dispositivo de seguridad y la sonda, mientras que Ale volvió a colocar la mordaza de bola en la boca de Laura, la rodeó situándose detrás de ella.
- Espero que le hayas dicho todo lo que querías decirle, mamá. No tengo claro que vuelvas a hablar con él - y le dió el primer azote en las nalgas. Alba se situó delante e hizo lo mismo en las tetas, agitando la cuerda que salía del gancho, moviéndolo en el coño de Laura que intentó doblar el cuerpo por la sensación en las tetas y el moviento metálico en su interior. Mordió la mordaza y cerró los ojos. Los azotes no eran fuertes, al menos no me lo parecían, aunque bien aplicados, una vez tras otra, tenían el efecto de una llama. Claro que las pinzas en los pezones multiplicaban el dolor. Su hija seguía azotando el culo con más fuerza que mi Ama. Lo azotaba desde abajo, desde arriba y por los lados, haciendo que las nalgas temblaran y se juntasen, contrayendo el esfinter del culo que albergaba dentro la bola del otro gancho y que no paraba de moverse. Laura empezo a bufar de nuevo, inflando las mejillas y sacando las babas cómo podía. De puntillas se movía girando levemente el cuerpo cada vez más marcado por las tiras de cuero. Los azotes bajaron por las piernas hasta los pies, parar y volver a subir y detenerse en los muslos, sincronizados por los que Mi Ama le estaba aplicando por delante, con la misma trayectoria de Ale: hacia abajo para volver a subir y parar en los muslos. Siguieron subiendo, castigando las nalgas y el coño, continuando por la barriga, la espalda, los hombros y esas adorables tetas que no paraban de moverse.
Laura estaba extasiada. No creía que algo así podía pasarle, aún habiendo sido Ama. Por eso me había dicho que Ale la había superado. Sudaba con todo el cuerpo enrojecido, algunos hilos rojos más intensos sobre su piel. Se agitaba atada cuando las dos Amas pararon de azotarla. No acababa de relajarse y, hubiese asegurado, que tampoco quería hacerlo. Liberaron los pezones de las pinzas. Me miraron, se sonrieron y me rodearon las dos. Colocaron una pinza en cada pezón, enganchando la cadena a la argolla del collar tensándolos. Mi Ama cogió mi polla sin demasiado cuidado y vertió zumo de jenjibre en la punta. Antes de que hiciese reacción empezaron a azotar el pene con el latigo de varias tiras que tenía cada una. Lo hacían rápido sin darme tiempo a reaccionar con cada golpe. Empezó a arder de repente y a provocar que me faltase el aire. Ale empezó a azotar los huevos a la vez que Alba lo hacía en la polla, uniendo la sucesión de golpes arriba y abajo. Quise esquivar los golpes pero era imposible. ¿ Cómo podían compenetrarse sin hablar, solo mirándose ?. La Ama de Laura se colocó detrás de mi para azotarme mejor los huevos entre las piernas. Estaba desfalleciendo por momentos, aunque no podía dejarme caer por las ataduras de los brazos alzados al techo. Miré un momenton a Laura y ví placer en sus ojos.
Los golpes empezaron a caer en las nalgas, piernas, espalda y brazos. Desde detrás mio las dos azotaban sin parar. Mi cuerpo estaba ardiendo, con más intensidad por momentos. Alba volvió a colocarse delante para golpear las tetas, los pezones pinzados. Balbuceé algo que no entendieron. Nuevos azotes en la polla provocaron que la leche saliera sin fuerza, resbalando por el flácido pene. Laura se rozaba muslo contra muslo buscanso ese orgasmo que no le llegaba.
Solo los cerdos se corren así - dijo Mi Ama, parando ya de azotarme -. Es una pena que te hayas corrido tan pronto -. Las piernas me fallaron cuando empezó a bajarme los brazos, incando las rodillas en el suelo. Desató las muñecas obligándome a apoyar la cabeza en el suelo. Volvió a juntar las manos en la espalda, atándolas a la cuerda que bajaba del techo, estirando de ella hasta levantar los brazos por atrás y mantener el cuerpo inclinado hacia delante sin más apoyo que las rodillas y la fuerte tensión en los brazos.
No te preocupes perra, también te van a dar cuidados - me decía Alba a la vez que entraba su madre con uno de los perros. Aplicó un líquido pulverizado en mis nalgas, en la entrada del culo. Después supe que eran feromonas. Cuando me di cuenta de lo que iba a pasar moví el culo, agitado. Era lo único que podía hacer -. Si parece que lo está deseando. Mira la puta cómo mueve el culo - se rió buscando la complicidad de Ale.
El perro olfateó enseguida las feromonas y empezó a lamerme las nalgas. Antes de que me diera cuenta estaba subido en mi espalda. La madre de Alba cogió la polla del perro y la dirigió a la entrada del culo. Noté cómo entraba en toda su extensión. No fue doloroso. Tenía el esfinter lo bastante dilatado como para darle entrada. El animal inició su frenético mete y saca arañándome la espalda. Su peso hacía que los brazos se estirasen más, creí que se iban a dislocar. El perro empujaba sin descanso, moviendo su miembro hasta el fondo.
La madre de Alba me quitó la mordaza, se puso a cuatro patas acercando su culo a mis labios y me dijo que lo limpiase. Saqué la lengua entre lágrimas recorriéndole la raja, buscando la entrada. Sus nalgas quedaron mojadas por las gotas que rebalaban por las mejillas. Cuando notó la punta de la lengua, se acercó más iniciando un ligero y lento folleteo. La lengua entró sin demasiada dificultad por lo dilatada que tenía la entrada. Gemía a la vez que el perro jadeaba moviendo la polla en mi interior, hasta que noté derramar su caliente leche dentro.
Laura observaba el espectáculo incrédula. Me tenía ante ella follado por un perro, con la cara enterrada en el culo de la madre de Alba. Seguía moviendo cómo podía los muslos, frotándolos uno contra el otro. Respiraba profundamente por la nariz. Aquella visión de tenerme allí tan rebajado, sin posibilidad de oponerme, le despertaba un placer propio de la Ama que había sido.
Antes de que el perro vaciase mi culo, y dejase su polla a la vista, Ale empezó a ocuparse de su dolorida madre, soltándola de todas sus ataduras. Descansaba en el suelo a cuatro patas, tomando aire de su también liberada boca de la mordaza. Su hija se agachó, levantándole la cabeza desde la barbilla, acariciándola y besándola.
- Mamá, has estado muy bien. Ahora tendrás tu premio. Así va a ser tu vida, así vas a ser feliz -. La besó en los labios. Le ordenó tumbarse de espaldas en el suelo, la liberó de las pinzas y los ganchos de su coño y culo. Se quejó mordiéndose los labios.
En la posición en la que me encontraba pude ver la ternura que se daban. Sentí celos.
Ale se levantó dejando la cabeza de Laura entre sus piernas, se agachó acercando el coño a sus labios. La lengua de su madre no tardó en lamerlo y besarlo sacando un gemido de su hija, que se acomodó en la cara de Laura. Alba dobló las piernas de Laura abriéndoselas, colocó las rodillas debajo de sus nalgas, manoseó el coño mojado de la esclava y se lamió la mano, tomó la polla entre sus dedos, buscando la entrada del coño y empezó a llenarlo con esa maravillosa polla. Laura arqueó el cuerpo dejándose llevar por el placer, lamiendo con mas entrega el coño de su hija. La polla estaba dentro, invadiendo cada milímetro, moviéndose despacio, despertando espasmos en el primer orgasmo de Laura. Mi Ama la follaba aumentando el ritmo que se transmitía en la lengua que buscaba el clítoris de Ale quien movía el pubis adelante y atrás llenando la cara de Su madre de flujo. Laura tuvo su segundo orgasmo, usada para sentir y dar placer a su hija que no paraba de moverse sobre su cara. Alba empujaba con más fuerza por momentos haciendo temblar las tetas de la esclava, hasta que las tres estallaron en un orgasmo que se transmitió por la perrera, agitadas y llenas unas de otras.
Pasados unos minutos se habían recuperado. Ale y Alba se retiraron de Laura, dejándola en el suelo extenuada, mirándome satisfecha, agotada, llena de placer. Retiraron a la madre de Alba de mi boca, dejándola de rodillas a mi lado.
- Ahora viene lo que hemos decidido sobre vosotras, perras -. Mi Ama se refería a Laura y a mi -. No os váis a ver más, al menos por un tiempo o hasta que Ale o yo necesitemos juntaros en algún momento -. Quise hablar pero Ale volvió a amordazarme. No quería dejar de ver a Laura. Era consciente de nuestra nueva vida, aunque necesitaba verla, estar cerca de ella -. Lo que queremos es disponer de vosotras cómo y cuando lo decidamos, aunque sin que estéis juntas. Porque no os lo merecéis ni os necesitáis. Váis a aprender a vivir la una sin la otra, váis a experimentar tantos cambios que necesitaréis depender de vuestra respectiva Ama. Y para eso váis a vivir y a aprender separadas, perras -. Laura me miraba desde su posición con un nuevo brillo en sus ojos. Me transmitía amor y a la vez decisión -. Considerar lo de hoy como una despedida.
Ale se acercó a mi, se agacho, me miró a los ojos.
- Escucha bien, gusano. Por fin tienes lo que querías. Nulidad y un control sobre ti que no puedes ni imaginar. Eres lo que decida Alba que seas. No tienes nada. Vivirás con ella o donde decida tu Ama. Harás lo que te ordene y te comportarás como Alba quiera -. Se volvió a su madre, la ayudó a levantarse, se besaron en los labios, miraron a Alba y a su madre y salieron las cuatro de la perrera. Me quedé solo, atado, humillado. Oí la puerta de la casa cerrarse. Y llegó el silencio.