Mi ama explora mis límites (2)
Amanece tras el reencuentro con mi ama. Primer día de sumisión y humillación ante la que será mi ama para siempre
Amanecí como me había dormido. Ataviado con un conjunto de tanga y sujetador rosas, de fino encaje, y con un plug anal firmemente insertado en mi culo.
- Buenos días esclavito. ¿Has dormido bien?
- Sí, mi ama.
- Bien, como ya hablamos, hoy es el primer día de tu definitiva esclavitud conmigo. Llevamos mucho tiempo de relación, y ambos deseamos y sabemos que la mejor forma de llevar nuestra vida conjunta es bajo la premisa de la dominación femenina absoluta.
- Sí, mi ama.
- Serás mi esclavo las 24 horas del día, y seré la dueña absoluta de tu cuerpo y tu mente. Podré disponer libremente de todo aquello cuanto se me antoje. Tu premio será la total entrega y sumisión ante mí.
- Sí, mi ama.
- Exploraré tus límites, y los traspasaré ampliamente, llevándote a donde jamás creíste ser capaz de llegar, solo por cumplir el deseo de entregarte a mí. Anoche, con tu llegada, solo tuvimos una sesión light, comparado con lo que te espera.
- Sí, mi ama.
- A partir de ahora, tu entrega será total. Sin embargo, quiero ponerte a prueba. Estos primeros días explotaré tu cuerpo y tu mente, buscaré tus límites y te obligaré a traspasarlos, para comprobar tu grado de sumisión inicial. Todo ello lo superarás día a día, pues tu entrega no tendrá fin.
- Sí, mi ama.
- Me guste verte tan obediente. Aún llegarás a estarlo más. Pero no quiero precipitarme. Tu sumisión ha de ser total, y en todas las facetas, que exploraremos juntos poco a poco. Hoy estaremos solitos tú y yo, y voy a comprobar mucho de tí. Empezando por tu faceta femenina. ¿Te atrae?
- Por supuesto, mi ama.
- Bien, porque mi esclavo ha de saber entender el lado femenino, y nada mejor para ello que convertirte en una putita complaciente. Habrás de llegar a dominar tu feminidad, mostrarla y disfrutarla, para poder entenderla. Por eso esta noche has dormido penetrada y vestida de forma tan femenina.
- Estoy contento por ello, mi ama.
- Contenta, estás contenta. Hoy eres una putita, y como tal te trataré. Una putita muy sumisa, una verdadera esclava.
- Sí, mi ama. No volveré a olvidarlo.
- Así me gusta. ¿Tienes el culito bien dilatado? Seguro que sí, tras tantas horas con el culito lleno. Vamos a comprobarlo.
A continuación, mi ama hizo a un lado la tira del tanga que sujetaba el plug, y retiro éste de mi culo, quedando mi agujerito dilatado y expuesto. Con dos dedos me penetró, explorando mi cavidad anal.
- No solo estás dilatadita, sino ansiosa, a juzgar por tu docilidad. No te preocupes, hoy vas a tener mucha actividad en ese culito. Y para ello, lo primero es lavarte bien.
Acto seguido, me puso a cuatro patas, con el culo bien abierto, e insertó en el un embudo plástico. Cuando lo hubo metido bien al fondo, se puso a horcajadas sobre él, abriéndose de piernas.
- Sería una pena necesitar líquido caliente para lavarte el culito, y no aprovechar mi meadita, que sé que te encanta.
No terminó la frase cuando un chorro dorado y caliente inundó mi culo a través del embudo. A cuatro patas, vestido como una zorrita, y con mi ama meando literalmente dentro de mí, el morbo me tenía por completo dominado, y mi erección amenazaba con destrozar el tanga rosa que aun llevaba puesto.
- Veo que te está gustando, a juzgar por el tamaño de tu pollita. Veremos como sigues en un rato.
Cuando terminó de orinar, mi ama sacó un pequeño tapón anal, con el que selló mi dilatado y ahora repleto agujero.
- Como ves, he comprado multitud de juguetitos, que irás descubriendo poco a poco. Ahora, aguanta, y disfruta del privilegio de tener mi néctar dorado dentro de tí.
Cerré las piernas para poder aguantar mejor la presión, aunque las ganas de liberarlo todo aumentaban con rapidez. Permanecí un indeterminado número de minutos en esta posición, ante la diversión de mi ama, que observaba mi sufrimiento. Tras un período que se me hizo interminable, mi ama por fin finalizó el enema.
- Ahora vaciarás todo el contenido en este recipiente. Con mucho cuidado de no manchar nada, ni salpicar fuera.
Sacando fuerzas de flaqueza, conseguí contener mi cuerpo para no explotar literalmente al relajarme sobre el recipiente. Un líquido muy amarillo y de fortísimo olor salió de mí. Me tumbé, momentáneamente agotado por el esfuerzo.
- Bien putita. Ahora viene la segunda parte. No pensarás ahora tirar el líquido que tan amablemente te ha regalado tu ama, ¿verdad?
Con horror, comprobé como mi ama hablaba en serio. Tenía que beber su lluvia dorada, tras haber pasado por mi culo. Sin duda, el entrenamiento empezaba en serio. El asco me impedía acercarme al recipiente. Sin embargo, mi ama no me permitió dudar.
Si comienzas a desobedecer, serás firmemente disciplinado, y te garantizo que no te va a gustar. Si has de ser mi esclavo, habrás de estar siempre dispuesto a ingerir cuanto salga de mi cuerpo, pues tienes que venerarlo al ser superior a tí en todo.
Sí, mi ama.
Con una mueca, comencé a beber del oloroso líquido, percibiendo un sabor acre, que inundaba mis sentidos. Pese al asco y al salado sabor, reconozco que mi excitación aumentaba, y el placer de sentirme humillado me proporcionaba un gozo hasta entonces desconocido.
Apuré el contenido ante la aprobación de mi ama, quien, durante la ingestión, no había parado de rozar mi culo con sus dedos.
- Te has portado bien, zorrita. Vete acostumbrando, pues contigo al lado no pienso utilizar el baño. Serás mi retrete personal siempre que lo requiera.
- Si, mi ama.
- Bien, ya tienes tu agujerito limpio, ahora toca darle uso. Hoy vamos a ensanchar tu culito, para que esté preparado para recibir cualquier polla. Una buena putita tiene que poder meterse cualquier polla, y aunque tu culito es bastante tragón, aun tiene mucho trabajo por delante.
- Sí, mi ama.
- Me resulta molesto escucharte tanto. A partir de ahora, calladito. No te costará trabajo, vas a pasar todo el día con mis bragas en la boca, hasta que empieces con las pollas. De momento, de goma. Las de verdad estoy segura de que no tardarán en llegar. A partir de este momento, solo hablarás cuando te pregunte algo.
Mi ama se giró, y abrió su armario.
La situación era excitante. Travestido, sometido y humillado, por mi ama. Una preciosa morena de veintimuchos, tetas generosas y muy bien puestas, turgente, un redondo culo que destilaba morbo y pecado, y un sexo simplemente glorioso, depilado y cuidado, digno de ser alabado y servido hasta el extremo.
Mi culo palpitaba de excitación, mientras mi ama buscaba un consolador para penetrarlo y agrandarlo. ¿Había mencionado pollas de verdad? Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras, a cuatro patas, aun tenía el amargo sabor de la orina de mi ama en mi boca.
Miles de incógnitas asaltaban mi mente, ante la idea de explorar unos límites para ambos desconocidos. Pero una cosa estaba firmemente anclada en mi mente: deseaba ser humillado y sometido por ella. Deseaba ser su esclavo. Y disfrutarlo.