Mi ama explora mis límites (1)

Me dispongo a pasar unos días de vacaciones con mi Ama, quien pondrá a prueba mis límites como esclavo con una sesión de dominación de varios días de duración.

Me dirigía al piso de mi Ama, a pasar unos días con ella. Recién llegado a la ciudad, traté de llegar en el menor tiempo posible, pues los nervios y la excitación me tenían deseoso de llegar cuanto antes. Llamé al timbre y abrió ella, preciosa, radiante.

  • Hola, cariño, te he echado de menos. ¿Y tú a mí?
  • No sabes cuanto – respondí.
  • Pues pasa rápido para dentro, y suelta tu maleta.
  • Sí cielo.
  • De cielo nada, soy tu ama, ¿recuerdas? Vas a ser mi esclavito todos estos días, y te aseguro que van a marcar un antes y un después en tu vida, esclavito.

La sola mención de esas palabras me provocó una inmediata erección, que ella notó.

  • Ya veo que te gusta la idea. ¿Has venido preparadito tal y como te dije?
  • Sí mi ama.
  • A ver que lo vea

Acto seguido, desabrochó mi pantalón dejando ver el tanga que llevaba puesto, en el lugar que debía ocupar mi habitual ropa interior masculina.

  • Así me gusta, esclavito, obediente y guarrete. Venga, vamos al dormitorio, que tengo ganas de jugar
  • Sí, mi ama.

Dejando a un lado las escasas pertenencias que me acompañaban en el viaje, caminé detrás de mi ama hacia el dormitorio. Una vez allí, quedé prácticamente desnudo, con la sola excepción de un tanga negro muy femenino, que ella me había comprado y que llevaba puesto como específica instrucción para nuestro encuentro.

  • Me encanta que seas obediente, esclavo. Como me encuentro muy excitada, necesito que me des placer, así que lo primero que vas a hacer es lamer mi coñito de la mejor forma que sepas hacerlo. Después me ocuparé de ti, y el trato dependerá de tu rendimiento lamiéndome. Aplícate, que te conviene.
  • Será un placer, mi ama.

Me arrodillé ante su divino sexo, y comencé, como a ella le gusta, saboreando lenta e intensamente el maravilloso olor de su coñito. Fuerte, como consecuencia de su excitación, y de las horas transcurridas desde su último baño. Una prueba para mí, al mismo tiempo que un regalo, pues mi ama sabe de mi predilección por sus fuertes olores.

Durante 25 minutos dediqué todo mi empeño en satisfacer oralmente a mi ama, lamiendo cada rincón de su sexo y bebiendo todos sus fluidos, espesos y de fuerte sabor, que me llevaron pronto a un elevado estado de excitación.

Una vez alcanzado el orgasmo, mi ama relajó lentamente su pelvis.

  • Ven, acércate y túmbate boca arriba. Obedecí, y ella, sentándose a horcajadas sobre mí, desnuda, restregó su húmedo sexo por mis labios.
  • Has sido un esclavo bueno, me has dado mucho placer. Pero necesito ir al baño, y no me apetece salir de la cama. ¿Serás lo suficientemente buen esclavo como para satisfacerme?
  • Por supuesto, mi ama, será un placer.
  • Sé que lo vas a disfrutar, nunca he visto un esclavo más depravado que tú.

A continuación, separó ligeramente sus muslos y comenzó a orinar sobre mí. Yo abrí mi boca y, adaptándola a su sexo, bebí su lluvia dorada, saboreando el salado sabor del néctar de mi ama, aumentando mi excitación y el tamaño de mi erección.

  • Me encanta llenarte de mi meadita. Sé que eres tan guarro que la disfrutas y la deseas por todo tu cuerpo. Ahora vas a bebértela toda, pero no te preocupes, que tendremos estos días más juegos con mi pis.

Mientras tragaba solo pude asentir, estremeciéndome de placer ante la perspectiva tan excitante que se me planteaba.

Mi ama terminó de mear, y tras limpiar su coñito lo mejor que supe, se incorporó, dejándome a mí tumbado en la cama, con mi poya amenazando con reventar el tanga que a duras penas conseguía contenerla.

  • Veo que vienes con muchas ganas de marcha. ¿Has seguido todas mis indicaciones  e instrucciones, esclavo?
  • Sí, mi ama, al pie de la letra.
  • Eso me gusta, pero sabes que voy a comprobarlo, verdad?
  • Sí, mi ama, lo espero y deseo.
  • Ya sé que lo deseas, me sorprende lo guarro que eres, pero más te vas a sorprender tú, cuando vayas viendo lo que te tengo preparado. Ahora ven, ponte a cuatro patas.

Una vez en esa posición, mi ama se colocó un guante de látex y, lubricando dos de sus dedos, comenzó a explorar mi ano. No se anduvo con remilgos,  y rápidamente tuve hasta 3 dedos abriendo lentamente mi culito.

  • Se abre con una facilidad increíble, se nota que te estás volviendo muy puta.
  • Sí, mi ama, me excita mucho.
  • Lo sé, y voy a emputecerte hasta límites que no sospechas. Por el momento, vamos a ir preparando tu culito para lo que se le avecina

Acto seguido, cogió un consolador de tamaño medio, con un realístico parecido a un pene real, y, apenas lubricado, lo comenzó a insertar en mi culo. Sin pausa, lo fue metiendo y sacando hasta que estuvo completamente dentro de mí.

  • ¿Te gusta putita?
  • Me encanta, mi ama.
  • Ya veo que te vuelven loca las poyas gordas. No te preocupes, te vas a hartar. Sin embargo, hoy ya es un poco tarde, y me apetece dormir.
  • Sí, mi ama.
  • Sin embargo, antes, tengo que prepararte, un esclavo putita ha de dormir como tal.

Sin retirar el pene de goma de mi culo, me cambió el tanga por unas braguitas rosas con encaje, extremadamente femeninas, que acompañó con unas medias y un sujetador de idéntico color. Retiró finalmente el pene, que hube de sujetar durante el cambio de ropa, y lo sustituyó por un plug anal de proporciones similares a las del pene retirado, aunque éste se sujetaba solo.

  • Ahora, a dormir. Mañana será un dia muy largo para ti. Duerme, putita.
  • Sí, mi ama.

Travestido y penetrado, traté de dormir, sin saber qué me aguardaban los próximos días con mi ama.