Mi alumno me acarició en un jardín público

Ahora me toca relatar la aventura que pasé con mi alumno de la maestría en un jardín; no se cómo pudo convencerme, pero terminó metiendo mano a su gusto por debajo de mi vestido.

Mi nombre es Verónica Palmerín, tengo 38 años cumplidos, y aunque tengo esta edad, todavía me siento muy juvenil. La razón es que por motivos de trabajo, paso gran parte del día en la universidad donde trabajo, siempre capto la mirada de los hombres, que se dirigen a mis senos, piernas o a mis nalguitas. Algunas veces hasta he escuchado palabras de halago hacia mi figura, que sin ser el de una jovencita universitaria, si es el de una mujer madura bien conservada

Me describiré como una mujer poseedora de unas piernas muy bonitas y largas, mi estatura es aproximadamente de 1.80 con zapatillas de tacón y de cabello castaño claro, mis nalguitas son aceptables. Mi cintura es delgada y mis senos son también una belleza para estar pegados a ellos todo el día.

Por motivos de trabajo, casi siempre tengo que usar ropa de vestir y por lo regular uso faldas a la rodilla y blusas de diferentes modelos, siempre uso medias y zapatilla de tacón. En cuanto a mi ropa interior me gusta que sean conjuntos de tipo encaje, que se vean bonitos y que hagan que mis nalgas se vean muy atractivas. Me gusta usar blusas un poco justas para que mi busto luzca abultado y muestre el canal central de mis senos.

Por asuntos de mi trabajo universitario, un día me topé con un ex alumno en el estacionamiento de la universidad, Paco es un tipo agradable, simpático y muy guapo. Anteriormente ya nos habíamos visto pero nunca se había detenido a cruzar palabra conmigo, pero podía notar cómo se me quedaba viendo para admirar mi delgada figura. Comenzamos a conversar de diferentes temas y al terminar la plática pude entender de que le atraía físicamente. Esto porque me miraba mucho, y era en exceso atento conmigo.

Pasó el tiempo, y un día viernes quedamos de acuerdo en juntarnos para conocernos más fuera del ambiente universitario. Pero era fácil adivinar que no era sólo eso lo que él quería. Un día de principios de septiembre, cuando el calor en la ciudad era muy grande, nos reunimos y nos fuimos hasta una heladería céntrica. Allí conversamos sobre temas sin importancia mientras nos servimos unos riquísimos helados, nos reímos mucho. Para mí estaba claro que esto no terminaría allí, me sentía temerosa porque alguien que me conociera nos viera. Pero me sentía atraída y curiosa por saber qué se sentiría estar en los brazos de un ex alumno. Además de sentir la adrenalina por la situación un tanto clandestina que estaba viviendo. Pasaron las horas, y ya nos teníamos que despedir. Quedamos de acuerdo en vernos en otra oportunidad.

Al despedirnos, él me dio un beso muy cercano a mi boca y nuestros labios se tocaron por primera vez, aunque sólo por la comisura. Sentí nervios, y me quedó claro en ese momento que algo sucedería entre nosotros. Caminé hasta el estacionamiento donde había dejado mi camioneta pensando en lo que había pasado, y en lo que podría pasar más adelante si yo decidía continuar.

A la semana siguiente, día viernes también, nos volvimos a reunir, esta vez fuimos a dar un paseo al jardín Borda un parque cercano al centro de la ciudad. Caminamos en esa dirección, conversando cosas triviales, cómo que ya no sabíamos de qué hablar, pues ya estaba claro lo que pasaría pronto entre nosotros. Yo me sentía muy nerviosa. Él usaba unos pantalones de vestir, camisa y se veía muy lindo.

Llegamos al jardín Borda, nos fuimos hasta un lugar poco transitado, Paco apoyó su espalda contra un árbol y entonces me miró, nos acercamos lentamente y comenzamos a besarnos, yo me estremecía sintiendo su lengua que entraba en mi boca, " ¿será posible? Me estaba besando con un chico más joven que yo y que además había sido mi alumno ".

Yo trataba de responder de igual manera, nuestras lenguas jugueteaban. Sentía sus brazos que rodeaban mi espalda, y me apretaban muy fuerte, a estas alturas, mi vagina escurría mucha humedad y latía muy fuerte. Mi corazón se aceleraba, en mi mente sólo pasaba la idea de poder llegar a tocar su miembro, sentirlo en mi vagina, en mi boca, lamerlo. Yo sólo me mojaba más entre sus brazos, besos y mis pensamientos.

Paco por su parte también estaba muy caliente, lo supe porque sentía un grueso bulto contra mí, porque sus caricias no se detenían en mi espalda, sino que continuaban hasta mis glúteos. Me apretaba contra él. Yo sentía ganas de que sólo me lo metiera hasta sus huevos, de un solo golpe. A esta altura del día ya comenzaba a oscurecer sobre la ciudad, menos gente pasaba, y eso nos dio la oportunidad de ser más audaces.

Entonces tomé la iniciativa, y mientras pasaba la mano por encima de su bulto, duro y mojado en la punta. Con una mano lo tenía abrazado, con la otra bajé la cremallera de su pantalón, el botón no tardó en desabrocharse, entonces logré tocar su poderosa herramienta, dura, caliente, mojada, era toda mía, podía hacer con ella lo que quisiera… comencé acariciándola lentamente. En ese momento yo ya no podía más y solo quería separar mis piernas y que me lo metiera hasta el fondo, que me manoseara, sólo quería que me poseyera

Paco apenas balbuceaba, me decía que lo besaba muy rico, que lo acariciaba muy bien, que yo era muy linda y caliente. Su pene estaba duro y mojado por efecto de mis caricias. Paco no perdió tiempo y me comenzó a levantar el vestido hasta la cintura y ahí pudo darse cuenta de que llevaba una diminuta tanga acompañada de unos ligueros que me había puesto especialmente para él. Hizo a un lado mi tanga y empezó a meterme sus dedos en mi vagina mientras que con la otra mano acariciaba mis senos por encima de mi vestido.

Finalmente sentí que me venía en su mano, "No podía creerlo, Paco me había masturbado en un jardín público y me tenía a su merced, cosa que me hubiera propuesto le habría dicho que si"; mi respiración estaba agitada, mi cuerpo temblaba en sus brazos. Definitivamente tenía que agradecerle el placer que me había dado por lo que le pedí me diera un minuto, acto seguido me compuse mi vestido y me puse de rodillas, sin decir más me metí su gran verga a mi boca, definitivamente no cabía toda, la tenía enorme. Estuve como dos minutos haciéndole una rica mamada cuando Paco me comentó que estaba a punto de estallar, por lo que metí lo más que pude de su verga a mi boca para que me diera su lechita, sentí varios chorros de semen en mi garganta, tenía un sabor salado y era muy espeso. Yo pensaba que esto era un desperdicio, que ojala lo hubiese recibido en mi vagina, que me la hubiese dejado inundada… chorreando de su semen.

Luego que Paco terminó se lo guardé, abroché y subí su cremallera, antes de incorporarme metí mano por debajo de mi vestido y me quité mi tanga de encaje, con la cual terminé de limpiarme los restos de semen que habían quedado en mis labios, acto seguido le pedí que me besara con la intensión de que probara su propio semen cosa que acepto sin decir nada.

Minutos después del beso y de haberle dicho que me guardara mi tanga con la finalidad de volver a verlo nos dispusimos a caminar. Previo a eso, me confesó que se lo había hecho muy rico, que lo había disfrutado mucho y en ese momento quedamos de acuerdo en reencontrarnos la semana siguiente, para estar en un lugar más íntimo.

Nos despedimos con un tímido beso en la mejilla, y caminé sola por las calles de la ciudad en al estacionamiento donde había dejado mi camioneta, pensando en lo que había hecho, y en lo que podría pasar la semana siguiente. A esta altura ya no tenía temor, estaba decidida a que ese hombre me poseyera, y que lo disfrutaría al máximo por primera vez y quién sabe si fuera la última.