Mi alumna Elia (3)
En la casa de un amigo. "Relato verdadero". Mi alumna de 20 me demuestra por qué es la morena de fuego.
Las cosas siguieron su curso, y cada vez que teníamos oportunidad nos dábamos la escapada para seguir practicando nuestras sesiones de sexxxo.
Una de las que más recuerdo, se llevó a cabo en una fiesta con motivo de mitad de curso...
La fecha la tengo apuntada en mi agenda, 11 de octubre. A mitad del curso, los alumnos de una de las materias que impartía en ese semestre propusieron organizar una carne asada. El lugar, la casa de un amigo que estaba sin habitar, tres cuartos, un baño, la sala, la cocina y un buen jardín en dónde disfrutar de unas cervezas bien heladas.
La gente comenzó a llegar a eso de las 8 de la noche. Para las 10 la carne y todos los ingredientes para unos buenos tacos estaban listos, y a los que nos gusta tomar, el alcohol ya se percibía en nuestra actitud desinhibida, bromas, jugueteos, chistes subidos de tonos, insinuaciones sexuales, baile y mucha risa. La pachanga se hizo llevadera y no faltaron los bailes exóticos de dos o tres realizaban arriba de una mesa.
Yo estaba recargado con mi hombro apoyado en una barda, con una mano en la bolsa y la otra sosteniendo una cerveza. Elia se situaba a un costado mío y comenzó a pasar su mano por mi espalda, guardando las apariencias y evitando que la vieran sus compañeros de grupo. Sentía como encajaba sus uñas en mi espalda y la recorría de arriba abajo para detenerse a escasos centímetros de mis nalgas. Ese día Elia iba vestida muy sensual, alpargatas blancas de hilos cruzados en los tobillos, una minifalda ajustada a la cadera y sólo algunos centímetros volada después de las nalgas, apenas alcanzaba a taparle sus nalguitas, pero la falda jugueteaba frondosa en sus bien torneadas piernas, blanca la falda también, la blusa excedidamente escotada en cuello V terminaba donde empieza el ombligo, ajustada a sus senos, la blusa de un color verde claro, en fin, toda una belleza sensual invitándome a seguirle el juego del viene y va sexual, el cabello suelto rozaba con las puntas sus hombros y se ondulaba y seguía el movimiento de un péndulo al momento de ser rozado por el aire.
- Si sigues no respondo!, Le dije suavemente al oído, simulando que platicaba con ella.
- Eso es lo que quiero, dijo con firmeza y con el brillo en sus ojos al que ya me estaba acostumbrando, ese brillo justo antes de empezar el coqueteo sexual.
Estuvimos charlando por varios minutos, demostrándonos el uno al otro el deseo de ir a la cama y de tener una sesión de sexo tan buena o mejor como la que ya habíamos estado teniendo en fines de semana anteriores.
La fiesta llegó a su fin y uno por uno se fue marchando, unas apurados por la hora de llegada y el pendiente del reproche familiar, otros balanceándose a los lados por el efecto que el alcohol imprimía en sus piernas, otro grupo con más aguante proponían seguirle en casa de fulanito, porque ahí había más cerveza que consumir. Al final fuimos 10 los que quedamos, y propusimos ir a la casa de fulanito a seguirle, unos en un carro otros en otro más, y Elia les dijo que se iría conmigo. En cuanto salieron de la casa y me propuse a cerrarla con llave, aproveché para abrazar a Elia y comenzar a besarla. Primero en los labios hasta que nuestras lenguas se encontraron y seguimos con un largo y tendido beso, entrelazando las lenguas, gimiendo de placer, respirando cada vez más agitados; me pasé a su cuello y comencé a bajarle poco a poco el escote de su blusa, saqué un seno y luego otro, hasta que los tuve fuera de la blusa, uno en mi boca y otro en la mano estuve contento, besaba uno, manoseaba el otro, volvía a morder el primero, pellizcaba el segundo, los alternaba el segundo en mi boca, pasando mis labios de arriba abajo, en circulo, en chupetones, el primero en mi mano, pellizcando el pezón, acariciando la areola, poco a poco mi mano fue subiendo los escasos centímetros de la falda que impedían tener visibilidad de su panochita. Llevaba una tanguita blanca que fácilmente dejaba ver el vello de su montecito de Venus, la aparte hacia un lado. Comencé a acariciar sus labios vaginales y empecé a sentir como su respiración cada vez se agitaba más, no perdí tiempo y me zambullí en sus jugos y me los comí todos, lamiendo, chupando de arriba abajo, besando, chupando de nuevo en forma circular, acariciando el clítoris, que para ese instante estaba a reventar, no pasó mucho tiempo cuando Elia empezó a moverse cada vez más rápido pidiendo con sus gemidos que no parara, que pronto se vendría. El orgasmo llegó como un torrente de agua de manantial. Las caricias y mis besos había dado resultado, fue un orgasmo intenso y prolongado, sus espasmos y contracciones no cedían y yo disfrutaba sus jugos a sobremanera.
A los dos minutos estábamos dejando la casa y nos dirigíamos a continuar la fiesta, teníamos que ser discretos y no dejar que sospecharan de nosotros. En el camino Elia solo me acaricio la verga y le dio dos o tres chupetes, ya que teníamos que bajar rápido y yo no quería que se me notara la tranca parada.
Una hora más tarde cada quien se fue a su casa y Elia me pidió que la llevara a su casa. Pero antes de dejarla pasamos por la casa de mi amigo a concluir lo que habíamos empezado de muy buena forma.
En cuanto llegamos cerré la puerta, Elia se subió en mi, de frente a frente abrazándome con sus piernas y apretando mis costados. Me incitaba a cargarla y llevarla a uno de los cuartos, el único que contaba con cama en ese día. La cargué sin dejarla de besar y acariciar las nalgas, tratando de ir bajando cada vez más su falda. Ya en la cama comencé a desvestirla, primero la blusa y luego el sostén, besando sus pezones que de nuevo estaban erguidos, bien parados, pude ver su figura con la escasa luz que había, después de un tirón le saqué la falda y la tanga que tanto me había gustado, comencé a besarle de nuevo los labios vaginales que para eso estaban de nuevo empapados, un leve goteo había mojado la curva de sus nalgas, muy cerca del coño y también me tragué esos jugos, besando cada parte de ese rincón.
Ella me detuvo en seco y comenzó a desvestirme me bajó el pantalón, me sacó la camisa, me quitó el bóxer, las calcetas, hasta quedar los dos completamente desnudos. Se dedico por espacio de algunos minutos a besarme las tetillas a acariciar mi verga y finalmente se bajó, comenzó a darme mordiscos, mi verga cada vez reaccionaba mejor a los chupetones, a los besos, a los pellizcos, al zarandeo y al golpeteo de mi verga en sus labios. Comenzó el mete y saca en su boca, primero la pura cabecita, y luego poco a poco todo el tronco hasta rozar sus labios con mis huevos, que acariciaba uno en cada mano, me estaba dando una excelente mamada que yo ya estaba a mil, a punto de estallar.
- Quiero cogerte cabrona, le dije de modo imperativo
- Hazlo, hazlo, métela papacito, quiero sentir tu calor en mi, contesto al instante.
La tome de la cintura y la puse boca abajo, abrí sus piernas y de un solo empuje embestí como un toro, Elia pego un gemido, no se si de placer o de dolor, sentía como mi verga pegaba con sus paredes vaginales, y se abría paso cada mete y saca a la que la sometía. Así estuvimos por un rato, yo ya no aguantaba, la mamada que me había dado me tenía a tope, y más aún con los gemidos de placer y el ajetreo de su monte pegando en mis huevos. La volteé de lado, puse una de sus piernas en mi hombro y comencé la embestida, mete y saca, moviendo de una lado a otro, en círculo, volviendo a meter y a sacar. Las gotas de sudor empezaban a hacerse presente en nuestros bien calientes cuerpos. Mi tranca estaba a reventar y comencé a sentir sus convulsiones de placer, apretando mi verga en su panocha, contrayendo los músculos vaginales, como queriendo exprimirme, comenzó su orgasmo, me provocó el mío unos segundos después, ella comenzó el movimiento de cadera, el gemido se hizo cada vez más fuerte y su convulsión llegó al éxtasis al momento de derramar mi semen dentro de ella. Unos, dos, tres, perdí la cuenta de los chorros de líquido que estaba dejando en su vagina, mi placer y el de ella eran incontrolables en ese momento. Terminamos y al momento de sacar mi verga, comenzó a salir el líquido, ni tarde ni perezosa los tomó entre sus dedos y los chupo con placer.
En ese instante se arrodilló frente a mí y comenzó a mamármela de nuevo y a masturbarme usando de lubricante mi propio semen, al minuto de haber empezado ya estaba a punto otra vez, listo para el siguiente acto.
Me acosté en la cama y deje que me cogiera, ella arriba de mi subiendo y bajando, jugando con sus caderas, con una mano acariciaba su clítoris con la otra un pecho, no tardó mucho en llegar al éxtasis otra vez, ahora fue un orgasmo silencioso pero prolongado, notaba el placer en su cara, y en el movimiento de sus nalgas rozando mis huevos.
Cuando paró de moverse aproveché para ponerla de perrito y metérsela hasta el fondo, mis huevos pegaban en su monte y con una dedo comencé a acariciar su coñito, usando de lubricante sus jugos, comencé a jugar haciendo círculos, esperando que se dilatara, imprimí un poco de fuerza y mi dedo se fue haciendo camino por su bien lubricado culito. Elia gozaba y cada vez gemía más y se movía con más fuerza, me pidió que se la metiera por detrás, pero con cuidado.
Eso hice, le saqué mi tranca de su vagina y me fui haciendo paso por su coño, primero la cabeza, tratando de que se dilata bien, alcanzaba a escuchar como sufría por el dolor, en ese instante su culito se dilato bien y comencé a meter poco a poco toda mi tranca. Elia ya no sufría, disfrutaba de placer y gemía como perra en celo, comenzó el vaivén, el mete y saca y ella cada vez me pedía más, con una mano sostenía la tranca y con la otra alcanzaba a acariciar el clítoris, Elia estaba como loca, pidiendo, gimiendo, gozando, se desencadeno un orgasmo múltiple en su ser, y sus jugos vaginales emprendieron el camino por entre sus piernas, lo que aproveché para tomarlos con mis manos y saborearlos. Cada vez más rápido el vaivén me di cuenta que ella comenzaba a sentir de nuevo el rigor de un orgasmo próximo. No paré y lo hice cada vez más rápido hasta que mi semen comenzó a salir a borbotones inundando su ya cogido culito, tuvimos un orgasmo compartido, ella boca abajo recargada en la cama y yo sobre ella, besando su espalda. La noche terminó de esa forma, llegamos al mismo tiempo y disfrutamos como lo que éramos, amantes de ocasión.
De camino a su casa, comentamos lo bien que la habíamos pasado y lo mucho que nos faltaba por disfrutarnos.
La siguiente experiencia sexual con Elia estuvo excelente, dentro del coche en la presa, con la luz de la luna y de techo las estrellas.....
VitoPadrino quiere escuchar tus comentarios.