Mi alumna Elia (2)

Su primera experiencia. "Relato verdadero". Mi alumna de 20 me demuestra por qué es la morena de fuego.

-          Pero falta que tu goces como yo goce – le respondí, tratando de averiguar si le seguiríamos esa noche.

-          Ya habrá tiempo, ahora tengo que irme a mi casa, me esperan mis  papás a cenar, ¿qué le parece el lunes saliendo de clase? – me dijo guiñándome un ojo de complicidad.

Cada quien se dirigió a su casa ese viernes..........................

El lunes después de la clase era el día pactado para nuestra sesión de sexo. El fin de semana no me quité a mi linda alumna de la mente, recordaba su calor, su agitación, la humedad de sus labios vaginales y la aroma que estos desprendían. La mamada que me había proporcionado el viernes en la tarde me dejó extasiado y más caliente de lo normal.

Terminó la clase y los alumnos salieron del salón, miré de reojo y vi que Elia disimulaba un poco al guardar sus notas, me le quedé viendo y me devolvió una sonrisa. Llevaba un blusa sin mangas, de botones, rosa muy claro con rayas paralelas de color blanco, la falda blanca suelta le llegaba dos dedos arriba de las rodillas y su forma le hacía resaltar las nalgas. Por fin terminó de guardar sus cosas y se dirigió a la salida para encontrarse conmigo en la puerta, le agarré la mano y le dije:

-          Que pasó Elia, estás más hermosa que nunca.

-          Gracias, me arreglo para ti.

-          Te invito a cenar, quiero pasar un rato agradable contigo.

-          Con mucho gusto, igual me muero por tomarme una copa y charlar de nosotros.

Nos dirigimos al coche, ese día la había llevado su papá a la escuela y le dijo que iría  a estudiar con una amiga, y que no llegaría hasta muy tarde.

De camino al restaurante notaba que Elia no dejaba de mirarme, de abrir y cerrar las piernas, deduje que se sentía ansiosa y que debía hacer algo rápido para que no disminuyera esa ansiedad. Coloque mi mano derecha en su pierna izquierda y empecé a darle un leve masaje con la punta de los dedos, sentía que ella se estremecía cada vez que subía más la mano, ahora le acariciaba la mitad de la piernas con un masaje cada vez con más presión y con dirección a su entrepierna. Al llegar hasta la cúspide noté que sus braguitas eran diminutas y de encaje, seguí con el masaje en su sus braguitas y comencé a sentir la humedad que emanaba de sus labios, dos o tres veces soltó un quejido seguido después de un leve enrojecimiento de sus mejillas y una sonrisa picarona.

-          Me gustas mucho

-          Y tú a mi mamacita. La besé tiernamente en la boca y paré el masaje, estábamos fuera del restaurante.

Antes de salir del coche, mi alumna preferida, se arregló la falda se vio en el espejo buscando alguna seña de su excitación. Entramos al restaurante y pedí mesa para dos, pero Elia sugirió mesa de cuatro para sentarnos lado a lado y no frente a frente, más tarde me daría cuenta de sus intenciones. Pedimos un par de copas y charlamos un rato antes de ordenar la cena. Al terminar la copa, Elia me confesó que era la primera vez que tomaba alcohol y que no quería marearse tan pronto, sin embargo, ordenamos otras dos copas y continuamos con la charla. Ahora tocábamos el tema del sexo, le explicaba de las reacciones que tiene un hombre al momento de excitarse, de las formas de hacer el amor, de distintas posiciones, del sexo oral, del sexo anal, trató de indagar en mi experiencia como amante, pero no la deje ahondar mucho. Conforme continuaba la plática a Elia se le enrojecían más las mejillas, supuse que le causaba cierto grado de excitación, y de un movimiento rápido y un poco brusco colocó su mano derecha debajo de la mesa y comenzó a buscar mi bulto, que para entonces también había tomado un poco de erección. Empezó a manosearlo al tiempo que me coqueteaba con sus labios, pasándose la lengua en repetidas ocasiones por su labio superior y hablando como linda gatita en celo.

Llegó el mesero y ella no interrumpió el masaje, ordené la cena lo más rápido que pude, quería que nos dejaran solos y no nos molestaran. Ensalada verde, pan de ajo, salmón en vino blanco y espagueti a la mantequilla, el mesero se retiró y ahora me tocaba el turno de explorar el cuerpo de mi querida alumna. Metí la mano por debajo de la mesa, y comencé a recorrer su pierna, enseguida coloque mi mano en su braguita y noté que ya estaba empapada de sus jugos, mi plática había surtido efecto, la excitación de ella era descontrolada, como la de toda chica de 20 años, mi mano se mojaba cada vez más, traté de hacerme paso entre sus braguitas, las hice a un lado y comencé a sentir el calor de sus labios vaginales, húmedos en espera de ser masturbados. Pasaba mis dedos de arriba abajo, de una lado hacia el otro, pellizcaba un labio, luego el otro, luego los dos, y me fui directo al clítoris de mi alumna, un botón precioso, a esas alturas ya estaba expuesto, firme, erecto, listo para ser acariciado, y con mis dedos húmedos de su abundante líquido comencé a frotarlo de forma circular, la cara de Elia se descompuso, un espasmo luego otro, de su boca salían gemidos de satisfacción se colocaba la mano izquierda en su boca, tratando de no dejar escapar algún ruido delatador. Su mano derecha comenzó a apretar mi miembro que también estaba duro, erecto, y bombeaba cada vez más sangre, la excitación de Elia era tanta que sus movimientos comenzaron a ser torpes, aumente la fricción en su clítoris y ella se empezó a agarrar cada vez más fuerte de mi verga, sabía que tarde o temprano le vendría un orgasmo.

-          Hay!!!! siento raro, más, más, no pares, sigue, siento muy raro muy rico, no pares. –gemía con voz entrecortada muy baja.

Me percaté que el mesero salía de la cocina y se dirigía a la mesa. Elia se comenzó a convulsionar y cerró los ojos al mismo tiempo que aumentaban su movimiento de cadera, la fricción en mi verga comenzó a disminuir y la agitación de Elia se tornaba cada vez más pausada, un orgasmo violento se había dado cita en todo su cuerpo. Su vagina estaba completamente empapada y comencé a sentir el chorro de sus líquidos en mis dedos, yo no sacaba la mano del lugar, porque el mesero ya estaba frente a nosotros, hacía como que le sobaba la pierna, depositó los platos en la mesa y se marchó. Sentí un temblor en las piernas de Elia y me dijo que había sentido maravilloso, que era su primer orgasmo en manos de un hombre, muy diferente a lo que había sentido cuando se masturbó. Saqué mi mano y me dirigí al baño a lavármela, no sin antes esperar que la erección que traía bajara un poco. Antes de llegar al baño escuché algunos cuchicheos de personas que cenaban y me di cuenta que sabían qué estábamos haciendo en la mesa del fondo, eso me excitó más, ya que siempre me ha gustado un poco el vouyerismo.

Las caricias, la plática y las copas había surtido el efecto que esperaba, Elia, se encontraba calientísima y lista para la siguiente fase de nuestra sesión de buen sexo.

Cenamos poco y salimos enseguida del restaurante, ahora la pregunta obligada de parte Elia.

-          ¿Me vas a llevar a dar la vuelta?

-          Te voy a llevar a tocar el cielo mi reina, vamos a estar tú y yo solos y vamos a disfrutar de una noche candente de buen sexo. ¿Te parece?

-          No aguanto, quiero que me cojas, pero tengo un poquitín de miedo.

-          Es normal, pero ya verás que te va a gustar, después no podrás vivir sin ello.

En 15 minutos entrábamos a un hotel que está en la salida de la ciudad, enfrente de una planta cervecera. Para esto habíamos estado dándonos masajes en el camino y la verdad yo estaba a mil. Entramos al cuarto y empezamos a besarnos apasionadamente, agarré sus pechos, sus nalgas sus piernas, la subí en mí con sus piernas rodeando mi cintura y la cargué hasta una plataforma que hace la función de cómoda, fui quitándole poco a poco la blusa que traía, primero un botón, luego otro luego todos, hasta dejarla en sostén, un sostén blanco de encaje de media copa que hacían que resaltaran sus pechos de forma muy bonita, le quité el sostén con la boca y lo deje por un lado, besé y besé sus pechos, llegué a sus pezones morenos, chicos, ricos, deliciosos, los rodeaba con mi lengua, los chupaba los mordía de vez en cuando, Elia seguía con la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados disfrutando del momento, mis manos se perdían en su rajita, comencé a quitarle la falda y la desprendí de ella y de sus braguitas, que seguían húmedas y olorosas a su aroma de mujer. Se bajó de la cómoda y comenzó a desabrocharme la camisa, como con desesperación y placer, me deshizo de la camisa y siguió besándome el pecho, el cuello, las tetillas, al mismo tiempo que hacía por quitarme el pantalón, la ayudé un poco y en un segundo me quitó el bóxer, dejando que mi miembro chocara con su abdomen, lo agarró con sus dos manos y al mismo tiempo que me besaba en los labios lo acarició y lo masajeo de un forma que parecía que me lo arrancaría, nada mal para una virgen pensé.

Me senté en el borde de la cama y ella se hincó frente a mí, mi verga quedaba justo a la altura de su boca y empezó a mamármela, primero de una forma suave y placentera, apenas tocando con sus labios, ahora hinchados por la excitación, la glande y pasando de la glande al tronco, saboreando mi verga por abajo y acariciándola con una mano, por un lado, de nuevo el glande, una mano de ella jugueteaba con mis huevos y la otra la utilizaba para sostener el aparato en sus boca, ahora la mitad estaba dentro de su boca y ella jugueteaba con su lengua, haciendo pasar mi verga, que en ese momento iba en aumento por la excitación que me cargaba, por toda su boca, la sacó la escupió y comenzó de nuevo el mete y saca en su boca, primero una tercera parte luego dos, después de unos segundo veía como su boca pegaba en mi tronco y casi en mis huevos, otra vez, mete y saca, saca y mete, chupando y uno que otro mordisco, yo ya estaba a mil. Empecé a sentir las ganas de eyacular y apreté con fuerza sólo para arrojar un chisguete de líquido preseminal, que ella lamió, trago y saboreo gustosa.

-          Basta, ahora es mi turno, quiero comerte la rajita y probar tus fluidos mamacita.

De un brinco se acostó en la cama y me dejó que apartara sus piernas. Ahora mi boca se posicionaba al frente de su vagina y mi lengua jugueteaba con sus labios, primero con uno, de arriba abajo lo mordisqueaba, lo lamía lo sostenía en mi boca y succionaba, luego el otro labio, le besaba las piernas y recorría con mi lengua su ingle, ahora mi lengua pasaba de arriba abajo llenando su rajita con la mezcla de saliva y líquidos, que arrojaba cada vez mi amante. Comencé a lamer su clítoris en forma de remolino, primero suave y después más rápido al momento de sentir sus manos que me empujaban hacia dentro, como diciendo no pares, sigue así!!! Y seguí, jugueteando con su clítoris, las contracciones y los espasmos no se hicieron esperar, en menos de lo que pensé mi amante tuvo un orgasmo largo y agotador, empezaron a temblarle las piernas y las manos me zambullían en su vagina, los gemidos de ellas fueron de entrecortados a imperativos.

-          si, no pares, dame, haaaa, sigue así, ya vengo, me estoy viniendo, siento el rigor, es hermoso, sigue, no pares, hauchhh, como me dura, hayyyyyyy.

Jadeando dejó de moverse y me veía con cara de satisfacción, paré un poco y sólo le besaba la ingle y los labios, tratando de hacerme camino en su bien lubricada conchita, saboreando sus jugos, su néctar de placer.

No tardó en ponerse a tope de nuevo, ya que mi lengua comenzó a saborear su hermoso clítoris, ahora hinchado como almendra en espera de nuevas y mejores lamidas. Al momento que sentí que se remolineaba en la cama y pedía a gritos.

-          Ya por favor, hazme el amor, quiero sentir tu calor dentro de mí, no pares, hazme tuya, quiero ser tu mujer.

Con la convicción me monté arriba de ella en posición de misionero y con mi mano dirigiendo la verga comencé a hacerme camino en su vaginita virginal. Al principio encontré cierta resistencia, primero el glande se topó con pared y ella soltó un gritito de dolor, y trato de empujarme para que parara.

-          no te preocupes, así es esto, estas muy lubricada y no te dolerá tanto. –le susurré al oído al tiempo que seguía empujando, tratando de tener cuidado y no lastimarla.

Poco a poco, en medio de quejidos, sollozos y gritos de placer, su vagina fue cediendo y dando paso a mi verga, que en ese momento estaba a punto de explotar por la excitación que me cargaba. Ya estando dentro, paré de moverme para que ella agarra aire y se relajara, su calor me abrazaba y se que el mío la inundaba de placer. Comencé a moverme poco a poco, el saca y mete comenzó de lento y suave a rítmico y con fricción, ella gozaba por el dolor y el placer en conjunción y yo no hacía otra cosa que la de besarla, agarrarle un seno, morderle un pezón, y ella revolcándose de placer, cada vez más continuo el vaivén de los cuerpos, que en ese momento se encontraban sudorosos e impregnados a sexo.

Ella comenzó a disfrutar más al tiempo que el dolor cedía, y en un par de minutos comenzó el ritual preorgásmico, jadeos, susurros y palabras entrecortadas apenas audibles, el vaivén cada vez más intenso la electrificó, sus ojos y el retorcimiento de sus manos en mi espalda lo demostraban, comenzaron los espasmos clamorosos de su lindo cuerpo, y sus piernas cada vez me apretaban más, rodeando mis nalgas y empujando hacia dentro, en un segundo ella estaba en trance y sus líquidos inundaban mi verga y hacían que la sintiera húmeda y caliente.

-          Sigue...no pares... ya vengo... que rico.... me muer....o, haaaaaa!!!!!!!

El primer orgasmo por cópula había tenido presencia en ese instante, ella más relajada me daba un beso largo y jugoso en la boca. Yo me sentía a mil y estaba a punto de eyacular, dejé de bombear, ella quiso probar sus jugos mezclados en mi verga y se la metió un par de minutos, lamiendo y limpiándola de forma sensual, líquidos de ella y un poco de sangre.

La recosté con las nalgas al filo de la cama, yo encima de ella, me dirigí a embestirla de nuevo, quería seguir viéndola disfrutar y exclamar gritos de satisfacción. Mi verga se empezó a hacer paso entre sus labios vaginales y de un solo golpe introduje la tranca hasta el fondo, ella pegó un leve grito y por instinto comenzó a moverse de adelante hacia atrás, el vaivén lo comenzó a dirigir ella, cuando se cansó después de un par de minutos, continué dirigiendo yo el acto sexual, con una mano tomaba uno sus tobillos y lo situaba en mi hombro, con la otra sujetaba y pellizcaba su pezones, ella tenía las manos agarradas a la cama, y comenzó a agitarse de nuevo, la sensación de placer se descubría en su cara y de vez en cuando soltaba un gemido, rico.... haaaaa, siiiiiiiiii, que ricoooooo.

Yo no aguantaba más, mi linda alumna me había dado una sesión riquísima, era tiempo que la inundara de semen, le pregunté si le gustaba y sólo alcanzó a susurrarme

-          Ya vengo, es otro orgasmo

-          Entonces yo también me voy a venir - le dije y comencé con el vaivén cada vez más fuerte y continuo.

-          Si, que rico, sigue, lléname de ti.

Y los chorros de semen comenzaron a llenar su vagina, sentía uno, dos tres, varios chorros que no dejaban de salir de mi tranca a todo babor. Ella se convulsionaba y gemía de placer. El semen comenzó a salir de su vagina y a manchar las sábanas, tenía mucho tiempo que no eyaculaba de esa forma, y pues cómo no, con una mujer de esas. Ella tomó un poco con sus dedos y se los llevó a la boca, los saboreo y cerró los ojos. Nos quedamos abrazados, no tenía idea de cuánto tiempo habíamos estado cogiendo. Nos quedamos dormidos un rato, y al despertar la encontré mirándome, y tratando de acariciar mi pene.

-          Que clases me ha dado, mi querido profesor – me dijo con una voz de niña buena

-          Con una mujer como tú, cualquiera se vuelve loco mi querida alumna.

-          Te gustó como lo hice?, lo hice bien?, eso esperabas?

-          Me has dejado con el ojo cuadrado, eres cien por ciento excitante. Le dije y le becé un pezón.

Estuvimos cogiendo por un par de horas, y de camino a su casa me hizo una muy buena mamada en el coche. La morenaza de fuego no tenía llene, al igual que un servidor. Para esas horas me sentía exhausto y con mucho sueño.

Las cosas siguieron su curso, y cada vez que teníamos oportunidad nos dábamos la escapada para seguir practicando nuestras sesiones de sexxxo.

Una de las que más recuerdo, se llevó a cabo en una fiesta con motivo de mitad de curso.... continuará

VitoPadrino quiere escuchar tus comentarios.

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