Mi afición a la medicina

De como mi afición a la medicina me llevó a conventirme en el sanitario de un internado femenino.

MI AFICION A LA MEDICINA

Me estoy refiriendo a una época de mi vida en la que viví en un país centroamericano, que no quisiera citar, por si hoy pudieran llegar a leer el relato alguna de mis pacientes de entonces, dada la difusión de esta web.

Una zona selvática en la que la civilización era un poblado de unos 30.000 habitantes y un internado escolar, a donde enviaban las chicas pudientes de la Capital.

Por esas casualidades de la vida, mi afición a la medicina, me llevó a diagnosticar cuatro dolencias, lo que me convirtió en más que el médico el brujo de la zona.

Todo empezó cuando

Yo ampliaba mis estudios de botánica en aquel lugar, pero el destino quiso que llamaran a mi puerta una madre con el hijo con fiebre muy alta, me di cuenta que se trataba de un gripazo, el antitérmico allí desconocido hizo milagros, pero tuve la inmensa suerte de tratar al hijo del Jefe del poblado, quien lógicamente a los tres dias estaba perfectamente, lo que hizo que su padre me visitara y me comunicara que estaban muy felices en la Comunidad con mi presencia, ya que el sanitario anterior había marchado, me trajo un obsequio de la artesanía local, y comenzó a comentarme como las mujeres locales eran muy tímidas y con una educación ancestral en la que todo lo relacionado con el sexo era malo y sucio.

La epidemia de gripe se extendió por el pueblo y conseguí frenarla con mis antitérmicos, tuve que hablar con el Jefe para que me subvencionaran un envío de medicamentos, a lo cual no se negó, todo lo contrario, me proporcionó una cabaña alejada, como consultorio, donde pudiera recibir la visitas, con material, pues perteneció al anterior sanitario, así como a una mujer para que me ayudara, limpiara etc. y a dos aguerridos negros dominicanos, como jardineros y ayudantes.

Al segundo día, volvió el Jefe, pero esta vez, acompañado del Director del Centro escolar, quien me rogó me ocupara también del internado, lógicamente me costó un gran esfuerzo el ocultar mi alegría, con lo que me hice rogar, aceptando al final.

Me comentó que esa misma tarde me enviaría una alumna con fuertes dolores de cabeza y de ovarios y un estado muy nervioso, me volvió a comentar que en el Centro estaba prohibido hasta hablar de sexo y si alguna chica lo hacía era inmediatamente expulsada, por ello las niñas no habían tenido revisión médica desde que se ausentó mi anterior compañero. Ocultando el regalo que me había hecho me comprometí a hacer la revisión médica a las ciento y pico alumnas, más que un trabajo era el mejor premio que me habían dado en mi vida.

  • Dicho y hecho, le comenté al Director, pues me voy con Vd, y esta misma tarde puedo revisar unas cuantas alumnas y de paso hecho un vistazo a la paciente enferma.

Mientras nos acercábamos pensé que podía tener en mis manos a 150 nenas y eso me volvía loco, pero tendría que tener un cuidado exquisito pues era peligroso que alguna se quejara, o me delatara.

Al llegar al Centro nos dirigimos al consultorio, por cierto completísimo, un despacho, una habitación para vestirse y desnudarse, un water, y un cuarto con la camilla. Material abundante y ropa sanitaria.

Me puse la bata blanca, y solicité al Director, que me facilitara una chica de las mayores como ayudante.

Llamó por teléfono y bajo una rubia, muy guapa, con buenas medidas y muy atractiva, a la que expliqué su misión, pesar, tallar, medidas etc. y con los datos hacer fichas de cada paciente.

El Director mandó llamar a las primeras cinco alumnas, que eran lógicamente las más jóvenes, no tendrían ni 18 años.

Entró la primera, una morenita delgada, mi ayudante: Laura, escribió su nombre, edad, la pesó y midió, mientras yo esperaba con el Director a mi lado, para levantar una manga del jersey del uniforme y tomar la tensión, di los datos a la ayudante, miré su boca con una pala de metal, oídos, todo correcto.

Ordené que pasara a la otra habitación, se quitara el jersey la falda, y se tumbara en la camilla, mientras el Director no se movía me supuse me estaba examinando a mí y a mis métodos.

Pasé a la salita y la encontré tumbada en la camilla, con sus braguitas de algodón blancas y su top del mismo color, pues aún no llevaba sostén.

Flexioné primero una pierna y luego la otra, palpé el estómago, pasé rápidamente la mano por los incipientes pechos, le ordené se diera la vuelta, palpé la espalda y me hice el distraído colocando mi mano en su culito, mientras despistaba con el Director diciendo, se nota que estas chicas llevan aquí una vida sana, comen bien y están fuertes, esta afirmación hizo su efecto y mientras el Director sonreía yo rastregaba bien la mano por el culito.

Mandé levantar a la alumna y con una palmada en el culete la mandé vestirse, palmada que quise viera el Director para que comprobara que era mi forma de actuar y no otra cosa.

Mientras pasaba la segunda, pensé que allí el sexo era tabú, pero que el Director podía ver a la niñas en pelotas sin ningún problema, pues a ellas también las parecía normal que estuviera allí.

Pasó la segunda, que estaba más formadita, y ya en la camilla, mi mano se detuvo justo entre sus muslos, mientras despistaba al Director diciendo lo educadas que eran, lo que aproveché para alargar mi dedo índice y acariciar mínimamente la rajita.

Era cierto, sólo habían pasado dos, pero era sumamente obedientes y no hicieron el menor gesto, lo que me animó a lanzarme un poco más con la tercera, le coloqué la mano en el bajo vientre, y le indiqué al Director si era tan amable de darme un poco de agua, pues entre los nervios y el calor reinante, la verdad estaba deshidratado, como se brindó a traerla, en el momento en que salió, aunque estaba presente también la ayudante, aproveché para abrir los muslos de la chica, y agarrar la vulva entera como si fuera un limón, fui apretando con fuerza de menos a más, mientras ella se abría un poco de piernas, y esa era la señal que yo había estudiado, si en ese momento la hembra se te abre, tienes luz verde, por parte de ella, fueron segundos pero de angustia, de nervios, de excitación, pues inmediatamente entró el Director con una botella de agua y un vaso, por lo que tuve de decir a la alumna apresuradamente: todo correcto, ya puedes vestirte.

Una vez salió dije a Laura,

Escribe en la ficha de esta alumna, una cruz en rojo, pues quiero verla otro día, pues la encuentro algo descompensada arterialmente,

Lo que aproveché para indicar al Director que si había alguna que sospechara que pudiera tener alguna deficiencia, la mandaría a mi consultorio particular para un examen más detenido, lo cual le pareció completamente lógico a cambio yo tenía que saber en segundos, si tragaba o no, y si se iba a ir de la boca.

Con la cuarta visita quise comprobar si mi ayudante, callaba y otorgaba, o bien era peligrosa para mis fines.

Pasó la cuarta revisión, pero el Director no se movía, con lo que me quede como estaba.

Pero justo, cuando entraba la quinta, sonó el teléfono reclamando al Director, quien nos dijo:

  • Me llaman pero ahora vuelvo.

Reaccioné rápido, diciendo a Laura,

-A esta niña vamos a hacerla la revisión primero y luego tu tomas los datos, pues así ganamos tiempo ya que me tengo que ir pronto.

Laura le colocó directamente en la camilla, y cuando iba a salir, le dije: no quédate aquí conmigo

Como un jugador de póquer, lancé el farol, que podía significar la victoria o perder la partida.

Decidido levanté el top y mis manos acariciaron sin miramientos ambas tetas de la estudiante, acto seguido y con toda la decisión del mundo, pasé a la entrepierna, y dije a mi ayudante :que bajara las braguitas, lo que hizo mientras yo pasaba mi mano por su rajita, hasta tres veces, para que ella lo viera bien.

Había vencido, ya era bastante, podía confiar en Laura, sabía lo que había y lo aceptaba.

Llegó el Director y como ya había avanzado mucho para ser el primer día, le dije que regresaría mañana, pero que hoy tendría que irme.

De paso le pedí que la Srta. Laura me acompañara también pues lo había hecho perfecto y ya sabía lo que tenía que hacer.

Antes de despedirme, hice como si me acordaba en aquel momento, y le pregunté, por la otra alumna, que estaba enferma.

  • -Es verdad, es verdad.

-Laura llama para que baje.

Apareció una jovencita, ya adulta, muy guapa y bien formada, toda una mujer, que casi me hizo temblar de la emoción.

Dije a Laura que la hiciera la ficha como al resto, pero lógicamente no quise mandarle a la camilla, con el Director allí presente, por ello tuve que inventarme que el reconocimiento tendría que hacerlo en mi consultorio, donde tenía toda clase de instrumental, y para completar la estrategia, le dije que la acompañara él mismo.

Y sin tenerlo previsto, ella me echó una mano, diciendo que se encontraba mejor, con lo que de momento podíamos parar algo peligroso, pues para mi esta chica sólo necesitaba: leche y dadas las circunstancias ahora era complicado cumplir con sus necesidades.

Mientras Laura limpiaba y recogía, salimos del consultorio, primero el Director, luego la paciente Mabel y detrás yo, lo que aproveché para ponerla la mano en el culo, apretando el carrillo, mientras la decía: me alegro que estés mejor pero esto hay que mirarlo, mensaje que yo creo ella entendió, pues por un lado mi mano apretaba con todo el descaro del mundo, su turgente culo, y por otra la anunciaba una exploración más privada. El anzuelo estaba echado ahora sólo faltaba, que dentro de unos días me dijera que no se encontraba bien, con eso ya sabíamos todos lo que había que hacer.

Ya en la puerta, el Director me dijo que estaba encantado con mi trabajo, que lo agradecía mucho, y que a qué hora vendría mañana., para programarse, lo que significaba que también lo iba a tener delante, por lo que seguí tentando la suerte, y le comenté que lo único que a mi juicio faltaba, era un sencillo examen ginecológico, pero que al ser todas vírgenes era muy complicado, al comprenderlo el Director y decirme que claro, me envalentoné y le solté que desde mañana las realizaría un tacto exterior manual y que con eso nos podría servir de momento.

Casi me desmayo cuando me dijo:

-Me parece perfecto.

Me despedí de él y salí dando botes de alegría, pues tenía la batalla ganada en todos los frentes, luz verde para quitarlas las bragas, aunque ahora tendría que espabilarme para intuir con qué chicas podía pasarme y con quien ni tocarlas, por si luego se quejaban de mi aptitud, aunque esto se nota en la cara, los gestos y más íntimamente cuando la pones la mano en el sexo y observas si se te abre de piernas o se cierra, esa es la clave.

Tan emocionado estaba que no me había despedido de Laurita, así que entre de nuevo en el consultorio, le comenté que estaba muy contento de su trabajo, ella respondió que también la gustaba mucho y aproveché para darle un beso justo al lado de los labios, y como tampoco reaccionó mal, un azote en el culo diciendo, prepárate que pronto te tocará a ti la revisión y te la haré a fondo.

Sonrió con una mezcla de aprobación y placer, mientras yo me alejaba.

Llegué a casa y allí me esperaba Carmelita con la cena caliente, pero el caliente era yo, después de los acontecimientos y como no tenía otra cosa a mano. . .le pregunté:

-Carmelita tu tienes leche aún en los pechos?.

-Si señor.

-Pues no quiero que la pierdas, ábrete la blusa que te les voy a vaciar.

Sumisa y obediente como todas aquellas mujeres de la zona, se sacó un hermoso pecho con un pezón oscuro y precioso, el cual mamé con fruición hasta dejarle seco, luego el otro, y cuando terminé, le pregunte:

-Tú no le mamabas la leche a tu marido?.

-No señor.

-Colócate de rodillas y toma mi verga en tu boca y no pares hasta que te hayas tragado toda mi leche, igual que he hecho yo contigo.

Asi lo hizo y fue mi mejor medicina para poder dormir aquella noche, que con mi calentura no habría pegado ojo.

Me levanté pronto y me dirigí hacia el internado, bajé las escaleras hacia el consultorio, y observe a cinco chicas sentadas en un banco que esperaban, ninguna tendría más de 18 años, pero había una morenita con el pelo corto que sonrió, lo que para mi significaba que ya sabía lo que iba a pasar, y que lo aceptaba, y en el mejor de los casos que lo deseaba, la sonreí yo tambien y pase a la salita en la que ya estaba Laura, a quien la dije al oido que de las chicas que esperaban la morena del pelo corto la pasara cuando estuviera yo solo.

Y el que sin duda también esperaba era, como no el Director, Dn. Ramón,

Me puse la bata blanca, pero sin pantalón debajo para disimular ciertos bultos que seguro iban a aparecer. . .

Saludé a todo el mundo y mande pasar a la primera.

Laurita inició su trabajo inicial de fichas y la paso a la camilla, entró en braguitas y sujetador, se tumbó en la camilla, mientras yo decía a la ayudante, desde ahora todas tendrían que estar sin bragas para proceder a un tacto vaginal, quitó las braguitas a la chica, mientras por mi parte apretaba la vulva con toda mi mano, aumenté la presión hasta que la chica soltó el primer quejido, como no me abría bien los muslos opté por dar por finalizado el tacto. Ni quise tocar los pechos. Dije Laura anota todo correcto.

De reojo observé que Dn. Ramón no quitaba ojo del coño de la niña, y eso me resultó significativo y decidí seguir jugando a la ruleta rusa.

La siguiente era una chica rubia, alta, de pelo largo, ojos claros, muy buen tipo y sin duda presumida, pensé ideal para mi experiencia.

Laura ya la había dicho que se quitara las bragas antes de subir a la camilla, se tumbó exhibiendo un cuerpo precioso, con el sostén puesto apreté un pecho, luego el otro, le subí y estiré ligeramente los pezones.

Como siempre puse mi mano en su vulva y ella abrió sus muslos inmediatamente, apreté mientras con un dedo oculto recorría su rajita, que me pareció ya húmeda.

Me volví a Dn. Ramón y le dije:

Mire, me gustaría comprobara, el tacto de un sexo sano.

Rápidamente, siguiendo exactamente lo que yo habia hecho, apretó la vulva de la chica con su mano entera, mientras yo le decía:

-Vaya aumentando la presión hasta que ella resista.

Observé que la chica sufría, pero al ser el Director apretaba los labios para no decir nada.

Apretó mucho.

La chica se quejó, y el Director indicó a Laura, anota su nombre que esta será castigada.

Mientras le comenté con toda la cara del mundo.

-Lo hizo muy bien Sr. Director.

-Sí y a mi me gustó la experiencia.

Pasó la tercera alumna a esta no le dije nada que le tocara, pues la tía no me gustó, me pareció seria y un tanto descarada.

La cuarta, que estaba más hecha, si que le invité a que la apretara la vulva, y él parecía encantado.

Como me daba pié, para nuevas experiencias, le comenté:

-El próximo día que haga una exploración completa, me tiene que acompañar pienso que le gustará verlo, aunque no si se cansará, pues es un poco pesado y largo.

-Sin duda, me contestó y no importa y si lo hace fuera de las horas de clase no importa el tiempo.

-Vd. ayer dijo que a la que sufre dolores de cabeza y de ovarios, habría que examinarla más detenidamente, si quiere se la llevo a su consultorio, cuando finalicen las clases y puede examinarla con mi presencia.

-Perfecto, una gran idea, le contesté.

-Mejor cuando finalicen las clases, así nadie tenemos prisa, y si hay que estar toda la noche, pues se está

-Por mi no hay problema, me gusta hacer bien las cosas

-Si le parece, mientras yo reviso a la última, Vd. puede mandar preparar a la chica, creo recordar se llama Mabel, conviene que este bien aseada, incluso depilada lo más posible, si puede tener los intestinos vacios mejor y si no tuviera ganas le dejo esta caja de supositorios de glicerina para que ella misma se los ponga, pero la necesito muy límpia de todo.

-Pregunte si tiene el sexo afeitado, que creo que no, pues estas crias no suelen hacerlo, pero sin problemas se lo afeitará mi ayudante.

-Yo ahora voy a examinar a esta última que queda de hoy, y mientras Vd. baja me repasaré las fichas, así que en media hora estoy listo.

Mande a Laura me pasara a la niñita del pelo negro y corto, quien sonriente se fue al cuarto de la camilla, mientras veía como Laura la desnudaba totalmente y la colocaba boca arriba.

Miré y era como una estatua de mármol, una cara redonda con ojos rasgados, pelo negro, unos hombros redondos, unos incipientes pechos, una cintura ya marcada, unos pocos pelos en el Monte de Venus, unos muslos redondos, rectos, duros. . .una maravilla.

Mientras mandaba a mi ayudante que fuera a la puerta y me avisara si llegaba el Director, pase la palma de la mano por los mini pezones, y seguidamente la bajé hacia el sexo, y antes de llegar ya tenía abiertos aquellos preciosos muslos, que eran como el estuche de la joya del sexo.

Les junté, unté mis manos de aceite, e inicié un masaje, empezando por la rodilla y acabando con un golpecito justo al final, en las ingles, para que mi mano rozara, sólo rozara, parte de la vulva.

La respiración de inmediato se aceleró.

Ella cada vez se me abría más.

Inició a arquear su cuerpo, levantando su sexo.

Su respiración se aceleró al máximo.

Inició los primeros gemidos

Mi mano cada vez rozaba un poco más y se detenía también un poco más.

Ella también se abría más y más

Le puse las piernas en tijera.

Llegó el momento y tomé la vulva entera con una mano, fui aumentando la presión hasta que soltó un ruidoso gemido de placer.

-Calla, calla. . . muerde esta toalla.

Con el sexo totalmente expuesto, y en esta postura, elevé la mano abierta y le di un fuerte manotazo justo en el centro de la vulva para que le retumbaran hasta los ovarios.

Ahora volvió a gritar pero de dolor.

Agarré con mi mano la vulva, abrí con dos dedos sus labios mayores, y noté lo empapada que ya estaba, busqué el clítoris, no sé si llegué a pasar la yema del dedo, y soltó otro grito que por poco alerta a todo el internado.

Se me arqueaba de tal manera que pensé que caería de la camilla. Daba botes como una posesa, nunca había visto un volcán así.

-Nena me encantan los gritos de placer de las hembras, y las calientes como tú, pero hoy y aquí no podemos hacer nada, descuida que te llamaré, pues necesitas polla y mucha y la tendrás amor, hasta calmar esos ardores que te consumen.

Con un beso en sus labios le mande vestirse, mientras indiqué a mi ayudante que anotara bien sus datos en la ficha y pusiera la correspondiente cruz roja, aunque no creo que hiciera falta, pues era para no olvidar.

Como si estuviera todo programado apareció Dn. Ramón acompañado de Mabel, rubia, no muy alta, delgada, con cara muy bonita y sobre todo con unos pechos grandes y preciosos.

Subimos los tres en el coche del Director, después de despedirme de Laura, con el consabido beso en la boca y el azote en el culo., y nos dirigimos a mi casa.

Nota: gracias por haber llegado hasta el final, me gustaría conocer tu opinión, antes de comenzar el siguiente capítulo.

FIN DEL CAPÍTULO

Continuará