Mi accidente: Mi compresiva madre (Parte 2)

Continuación de la historia de un hijo que tiene un accidente, y su madre decide hacer lo posible para que ayudarlo en lo que necesite.

Mi ACCIDENTE:  MI COMPRENSIVA MADRE

PARTE II

Resumen:Después de mi accidente, producido por un ataque de celos y una caída por la escalera, en donde rompí mi brazo y pie derecho, el transcurso del tiempo y la calentura hicieron que tratara de buscar alguna forma de desahogar mis deseos sexuales. Mi madre comprendió mi problema y decidió ayudarme, accediendo a masturbarme.

Nuestra relación cada vez se hizo más estrecha, teníamos confianza el uno en el otro.

Llegó el día en que mi accidente fue pasado y mis yesos fueron retirados, pero yo quería sentir el tacto de mi madre.

Le pedí que me masturbara, a lo cual accedió, incluso dándome una pequeña muestra de sus habilidades bucales, lo cual terminó en mi pronta eyaculación y su cara impregnada de mi esencia masculina.

CAPITULO V: EL DESPUES

Ahí estaba, yo, parado junto a mi madre, quien tenía su cara cubierta de mi semen, el cual ya empezaba a caer y deslizarse manchando sus ropas y el piso.

- Manu!!!! Por la mierda… pero que….ahh!!!!….pásame algo para limpiarme – dijo evidentemente enfadada mientras colocaba sus manos bajo su mentón para recibir las gotas de mi leche y evitar que siguieran manchando todo

Estaba impactado, inmóvil. Mis piernas no respondían, quería seguir apreciando ese paisaje divino de la cara de mamá, no podía creerlo, millones de cosas pasaban por mi mente, millones de situaciones y posibilidades, se vinieron a la mente deseos morbosos a realizar con ella.

De repente un golpe en mi cadera desnuda que se sintió en lo más profundo de mis huesos me despertó de mis pensamientos.

- PASAME ALGO AHORA!! – Grita mi madre, quien permanecía con los ojos aún cerrados para evitar que mis fluidos entrasen en ellos.

Subí mis pantalones y cubrí mi miembro y apresuradamente corrí al baño y buscar papel higiénico. Volví lo más rápido posible y se lo entregué a mamá, quien comenzó en forma brusca a limpiarse con pedazos de papel (como si estuviese sacándose el maquillaje). Limpió lo mejor que pudo sus pantalones y su polera.

Cuando terminó de remover mi semen de su cuerpo, me miró directamente. Sus ojos parecían estar en llamas, era una mirada penetrante, no de odio, sino del más sincero enfado que puede llegar a sentir una persona.

La ira emanaba de su cuerpo, que se levantó lentamente sin dejar de mirarme fijamente. Mierda, mierda, mierda ¿qué hago? – pensaba, mientras trataba de tragar saliva. Mi garganta era un nudo, mis manos sudaban. ¿cuál sería su reacción? ¿qué me diría? ¡Pero si le gustó!, sino no me hubiera chupado la polla – continuaba pensando, tratando de calmarme a mí mismo.

Cuando estuvo totalmente parada frente a mí, nos quedamos en silencio ambos, mirándonos, como cuando una leona se queda mirando a su presa, me sentía como un pobre ciervo asustadizo.

De pronto, mi madre cerró sus ojos, dio un largo suspiro y me dijo:

- ¿te parece bien eyacular sobre mí? – me preguntó con una seriedad impactante, pero al menos en un tono tranquilo.

- Yo… perdona mamá, pero …

- ¿Pero qué? ¿No podías avisar?

- Es que…me excité demasiado y pues, no… no alcance a avisarte – mentí descaradamente, la verdad deseaba terminarle en la boca y mancharle toda la cara, pero no era momento de ser sincero.

- Mira Manuel. Este tema de que yo te ayudé y todo eso, se da dentro de la lógica de que somos madre e hijo, acá no hay deseos sexuales, yo solo te ayudé porque tu no podías hacerlo y se supone que tu no piensas en mi como una mujer cualquiera. Que me pidas que te… que te la chupe, creo que ya sobrepasa el límite, el cual ya habíamos cruzado lo suficiente.

- Lo sé …pero fue la excitación nada más… yo no sé qué me pasó, pero ¿por qué lo hiciste entonces?

Mi madre se quedó en silencio, sin saber que decir. Creo que mi pregunta fue precisa. En verdad, si tanto problema le generó la situación para estar regañándome, ¿porque entonces abrió la boca y chupo mi polla?

- Yo… solo quería ayudarte. No esperaba que la reacción fuera esa… pensé que me ibas a avisar como las otras veces. Creo que también fue mi culpa – dijo reflexionando sobre su conducta, mirando extrañada al piso.

El que mi madre apartara su mirada de mí, me tranquilizaba, al menos estaba seguro de que ya no corría ningún peligro en mi integridad física y estaba derribando las defensas de mi madre, pero aún no podía cantar victoria, debía asegurarme de recomponer la relación especial que habíamos creado y asegurarme de ese modo que continuara más situaciones morbosas entre nosotros.

-       No mamá. No debí pedirte que me ayudaras, es solo que… me siento en confianza contigo y… las veces que me ayudaste se sintieron tan bien que supongo que quería volver a experimentar esa sensación.

-       Pero que sensación, explícame, acaso te excita que yo te masturbe – volvió a subir su mirada dirigiéndose a mis ojos, mierda, piensa rápido.

-       No mamá… sentir que alguien aparte de mi me esté tocando… obviamente me imagino a otras mujeres, pero… ya sabes… es la sensación de ser tocado por otra persona, una mujer… y que además lo hace bien…

Mi madre se sonrojó y volvió a desviar su mirada, había zafado nuevamente del peligro.

-       Ah… gracias …yo, no sé… creo que si es así los dos tuvimos un poco de culpa. No quiero que pienses que me da asco ayudarte o verte desnudo, es solo que en mi mente estaba que esto solo fuera mientras estabas incapacitado… creo que no lo pensé bien

-       Mamá, en serio te agradezco tu ayuda… yo sé que me equivoqué hoy en pedirla de nuevo y aún más, en exigirte más cosas de las que ya has hecho. Te tengo el mayor respeto del mundo y si pase a llevar tu confianza y tu buena disposición, de verdad te pido la mayor de las disculpas, no lo volveré a hacer – traté de sonar como un pobre hijo arrepentido. Estaba apostando todas mis cartas en esta estrategia, pero el que nada arriesga, nada gana.

-       Mm… si te pasaste un poco

-       Perdón

-       Y me ensuciaste toda, aún tengo la cara pegajosa – dijo, en un tono un poco mas relajado y de mejor humor.

-       Perdóname.

-       Pero si en verdad estas arrepentido está bien… supongo que ya paso y no vale la pena darle más vueltas al asunto. Eres mi hijo y hagas lo que hagas seguiré queriéndote como tal.

-       Gracias mamá, yo también te quiero. No volveré a molestarte con esto – dije arriesgándome al máximo.

- Bueno, me parece bienmierda… cague – pensé - Ordenare un poco esto e iré a ducharme y dejar esta ropa al lavado – dijo mi madre con una pequeña sonrisa y enseñándome las manchas del crimen que se notaban en su vestimenta .

Apagó la televisión, recogió los papeles con los que se había limpiado y se agacho para limpiar algunas gotas de mis fluidos que habían quedado en el piso.

Todo había acabado, las aventuras con mi madre habían llegado hasta ahí. Fue bueno mientras duró, pero debía enfocarme en mujeres de mi edad, debía volver a mi vida normal.

Me di media vuelta y comencé a retirarme, derrotado, aposté y perdí, así es el juego, así es la vida.

Me dirigía a mi cuarto deprimido por el resultado obtenido.

- Manu – dijo mamá sin mirarme, mientras limpiaba el piso.

Me detuve, me giré y la miré.

- No has perdido mi confianza, siempre que me pidas ayuda, la encontraras – me dijo con un tono tranquilo, fregando insistentemente con los papeles las pocas gotas de semen que quedaban, sabiendo lo que significaban sus palabras y las consecuencias

Mis ojos se iluminaron, la vida volvía a sonreírme, todos los colores eran bellos, sentía mariposas en mi estómago y una pequeña descarga eléctrica se sintió en mi verga.

-       Gracias mamá. Te quiero – dije, tratando de disimular mi felicidad.

CAPITULO VI: El DESAYUNO

A partir de ese día, decidí ir con calma, dejar un poco de lado a mi madre y hacerle ver que no abusaría de lo que me había dicho, de lo que me había permitido.

Comencé nuevamente a salir con mis amigos, me metí con un par de chicas, pero nada serio. Mis pensamientos estaban en la mujer que hasta ese momento no me había llamado nunca la atención, pero que por su maestría al tocarme había generado una obsesión incestuosa en mí, Marcela, mi amada madre.

Los días continuaron, con mi madre todo normal, hablábamos de las cosas de la vida, de la universidad, nada sexual ni fuera de lo común. Sin embargo, el tiempo fue generando una cierta preocupación en ella, o más bien, cierta sospecha. Seguramente mi actitud e generaba algún reparo.

Cuando conversábamos comencé a notarla inquieta, nerviosa, se reía por cualquier cosa que yo dijera, se mordía sus labios y con sus dedos formaba rulos con la punta de sus cabellos. Parecía una chiquilla tímida e inocente. Mi táctica estaba funcionado, quizás.

Mi estrategia era simple, puede ser que hasta trillada, pero algo de experiencia tengo con las mujeres, y si algo he aprendido es que cuando no las molestas, ellas vienen solas. Podría tratarse de mi madre, pero, al fin y al cabo, era también una mujer.

Todo se mantuvo tranquilo por varios día, mi padre llegó y estuvo con nosotros un par de dias más y volvió a irse, casi tan rapido como habia llegado. En verdad sentía lastima por él, el pobre no descasaba nada y yo aca tirandole mi semen a su esposa. No me sentía bien por él, hasta me daba verguenza mirarlo a la cara, pero mis deseos sexuales eran demasiado fuertes.

Una vez que mi padre se fue, continue con mi plan. Hasta que los resultados se dieron solos. La paciencia es la mejor arma contra las mujeres.

Estábamos un día mi madre y yo en la cocina, desayunando. Ella vistía un pijama de verano (camisón de seda negro y pantaloncillos cortos). Yo estaba con mi pijama tipico, pantalon y polera.

Comenzamos a charlar:

- Buenos días hijo, ¿cómo va la Universidad? Queda poco para las vacaciones – me dice mirando su taza de té y sus tostadas.

- Sii… bien, al menos los cursos no son tan difíciles. Lo bueno es que Seba me ha mandado todos los apuntes que necesitaba para las pruebas finales.

- Que bien, al menos ahora te manda algo de utilidad – ríe, levantando la taza, soplando el humo del té y mirándome, mientras da un pequeño sorbo.

- Ajaja, que pesada eres, no te olvidaras nunca jajaaj

- Ajajaja no podría – me dice en un tono que noto sensual sin dejar de mirarme. Quizás es mi imaginación – ¿y que tal va el corazón?

- Mmm no he tenido tiempo de conocer a nadie – mentí – tampoco quiero una relación, quiero enfocarme en terminar al menos bien la Universidad – dije, tratando de sonar relajado.

- Ahh que bien que te enfoques en tus estudios, se ve que has madurado.

- ajjaaja ya me atrasé bastante con las clases debido al accidente, no puedo preocuparme de chicas ahora – dije dando un mordisco a mi pan y bebiendo un poco de jugo.

- Que bien… que bien… entonces ¿tampoco has tenido problemas para…ya sabes? ¿por eso tampoco me has molestado a mi? – dijo con una pequeña risa coqueta.

- Ajaja no mamá, te dije que no quería volver a molestarte. No quiero que sientas que abuso de tu preocupación – dije haciéndome el boludo.

- Jajaajaa pero que tonto eres… ¿lo dices por lo del otro día? Pensé que ya lo habíamos aclarado, te dije que aún confiaba en ti, fue algo del momento.

- Ajaja gracias … pero …eh

- Manu, soy tu madre, siempre estaré para ti y querré, no importa que suceda – exclamó convencida

- Entonces… yo… ¿si quiero que me …toques? – dije titubeante, no quería cagarla. Quizás yo había entendido mal todo.

- ¿Quieres?

Dude un momento… mi estrategia había funcionado, pero no esperaba que mi madre fuera tan directa. Siempre ha tenido un carácter fuerte, pero no me imaginé que tanto como para ofrecerse a continuar pajeando a su hijo.

- Ehh... si

- Ves, si tú quieres yo no tengo problemas. No te jodas la cabeza dándole tanta vuelta al asunto – mi madre trataba de que lo que decía fuera lo más normal del mundo. Su nivel de auto convencimiento era increíble.

- Mm muchas gracias…

- De nada Manu – me dijo y volvió a agarrar su taza bebiendo té y comiendo su tostada. Me miraba orgullosa, se sentía importante, poderosa. Su cuerpo y su postura lo reflejaban.

La miré y decidí ponerla a prueba, necesitaba comprobar que sus dichos eran ciertos, que no estaba soñando, que no había entendido mal ni que todo era producto de mi imaginación desquiciada y morbosa.

- ¿Me puedes ayudar ahora? - pregunté convencido y con una actitud un poco más segura.

Mi madre se quedó inmóvil. No se lo esperaba tan pronto.

- ¿Ahora? …… eeeh …..está bien – no podía retractarse de lo que había dicho hace solo unos segundos atrás. Debía cumplir sus propias palabras.

Me paré de mi asiento y me dirigí hacia ella, quien dejo su querida tacita de té y su alimento en la mesa y se movió con la silla un poco hacia atrás, aleándose de la mesa.

Al estar junto a ella, baje mi pantalón de pijama y apareció mi verga, ya erecta, feliz de volver a encontrarse con las manos que antes ya la habían acariciado.

Mamá en seguida agarro mi polla de su base y comenzó su tarea manual. Sentir su mano después de tantos días era increíble. Tenerla ahí sentada en pijama me hacía recordar la escena vivida días atrás, pero debía evitar correrme, debía aprovechar esta oportunidad y durar lo más posible.

Mi madre estaba concentrada en su acción, subía y bajaba mirando mi pene atentamente. Su mano comenzó a realizar movimientos circulares a medida que subía y bajaba a lo lardo de mi miembro. Era una profesional.

Llevábamos varios minutos así, mi madre comenzó a alternar el uso de sus manos (presume que se le debían cansar los brazos). Pero era igual de habilidosa con su mano izquierda que con su derecha, una total ambidiestra.

No quería decir nada que arruinara el momento. Solo quería disfrutar, cerré mis ojos y eche mi cabeza hacia atrás quedando en dirección al techo.

En ese momento mi madre dice:

- avísame.

En ese momento siento como mi poronga se humedece, siento algo suave y mojado que se mueve alrededor de mi glande. Abro mis ojos, miro hacia abajo y ahí estaba.

Aquella mujer que me había dado a luz, ahora se encontraba con mi pene en su boca, dándome una mamada en toda regla.

Volvía a demostrar su experiencia en el arte sexual. Su lengua jugaba con la punta de mi polla de forma sensual y magistral. Instintivamente lleve mis manos a su cabeza.

Mi madre levantó su mirada sin dejar de chupar. Era sensacional.

Comencé a mover suavemente mis manos sobre su cabeza, guiando sus movimientos. Se le noto una sonrisa cubierta por mi miembro y comenzó a realizar el movimiento que mis manos marcaban.

Fue acelerando sus movimientos, dejó de utilizar sus manos, las que se colocaron en mi cintura, mientras su boca tragaba cada vez más centímetros de mi verga.

- MAMÁ…YA… ME CORRO – dije apenas. No quería arruinarlo todo corriéndome en su boca sin su permiso.

En ese momento mi madre sacó mi pene de su boca que quedó unida a mi miembro por un hilo de babas, y comenzó a masturbarme rápidamente.

En seguida comencé a correrme. Mi semen salió disparado, salpicando por todos lados por el movimiento frenético de la mano de mamá, quien no paraba de pajearme mordiendo sus labios húmedos y mirándome.

Varios restos de mi leche impactaron en mi madre, en su nariz, mentón, en sus brazos, en su camisón negro. En ningún momento dejo de mirarme, en ningún momento cerro sus ojos, en ningún momento trato de esquivar mi liquido blanquecino.

Fue increíble.

Soltó mi verga, que ya empezaba a perder su tamaño y agarro pedazos de servilleta, con los cuales se limpió los restos de mi corrida, pero lo hizo tranquilamente, con un gesto tranquilo, incluso feliz.

- Uy… de nuevo me has manchado toda jaja

- Yo…ha sido genial – dije intentando respirar correctamente

- Ajaja ¿te ha gustado mi regalo? Ha sido por ser tan buen hijo y respetarme .

- … genial… la mejor mamada que me han hecho en mi vida – dije subiendo mis pantalones y cubriendo mi miembro.

- ¡Idiota! Ajaja… que bueno – dijo dándome un pequeño golpe en el muslo y sonrojada

Terminó de limpiarse y volvió a acercar su silla a la mesa para terminar su desayuno. ¿qué haces mamá, si ya has comido? – pensé.

En ese momento, mi madre mira su taza y ve restos de mi semen en la orilla de esta y unas cuantas gotas que flotan y comienzan a desaparecer en el té.

- Que bien.. té con leche – dice bebiendo un pequeño sorbo con una sonrisa de satisfacción.

Que gran forma de comenzar el día.

(continuara...)


Les agradezco los comentarios recibidos y la buena aceptación que ha tenido hasta ahora mi relato.

Espero que sigan dejando sus opiniones y trataré de subir a diario los capítulos restantes.

Saludos.