Mi abuela me desvirgó
...La penetré como un animal mientras nos comíamos la boca, la cama se movió hasta chocar contra la pared y entonces empezó el característico sonido de los muelles de la cama mezclado con nuestros gemidos de placer, alaridos diría yo... (fotos)SPANKING, SEXO CON MADURAS, FILIAL, DOMINACIÓN...
Aquel verano me mandaron a casa de mi abuela a la sierra.
Había suspendido el latín en selectividad, y debería estudiarlo todo el verano, pero no sólo el latín, también el resto de asignaturas ya que tendría que examinarme también del resto para la selectividad.
Mi madre sabía lo que hacía al mandarme con mi abuela, ella era una mujer estricta, había sido maestra, y sobre todo tenía una particularidad que no me pasaba con ninguna otra persona en el mundo, me sentía incapaz de fallarle, me sentía obligado no sé muy bien la razón a no defraudarla, y eso me iba a obligar a estudiar todo del verano como un poseso.
Lo primero que hizo mi abuela, fue enseñarme a todo el pueblo, yo no iba a pasar un verano allí desde niño, sólo fines de semana sueltos, así que fuimos a la tienda, a la panadería, a desayunar a un bar, y allí le fue diciendo a todo el mundo pero sobre todo a sus amigas.
-¿Habéis visto que nieto más guapo tengo?
Yo me ruborizaba mucho porque era extremadamente tímido y lo pasaba realmente mal, pero mi abuela me solía decir, que esa vergüenza tan insana que sentía, sólo se curaría saliendo poco a poco del cascarón y que ella me ayudaría.
El día 30 de junio, un día después de llegar a su casa, me dijo que la acompañara, a conocer el que sería mi lugar de estudio. Era una habitación amplia, luminosa, espaciosa, con una enorme mesa, dos sillas y un gran sofá, además de un armario empotrado en la pared.
Allí dispusimos todos mis apuntes y libros del curso, perfectamente organizados, y ella misma me propuso un horario, aparentemente cómodo de cumplir, yo le decía a todo que sí como un autómata, entonces me dijo muy seria.
-El horario se cumple a rajatabla, esto es sagrado, y yo misma vigilaré si estás aprovechando el tiempo.¿ está claro Miguel?
-Si abuela, de verdad que lo cumpliré.
-Muy bien, sino lo haces, atente a las consecuencias, no dirás que no te lo advierto.
En ese momento, aún no sé muy bien porqué, dio un vuelco mi corazón, que digo mi corazón, dio un vuelvo mi vida.
Me quedé atontado mirando la belleza de mi abuela, a sus 64 años era una mujer guapísima, siempre lo fue, y para mí no había perdido ni un ápice de su encanto, de su sex-appeal. Pelo castaño ondulado por los hombros, un poco rellenita pero sin llegar a ser gorda ni mucho menos, unos ojos verdes cautivadores, y un muy buen tipo, donde siempre destacaron su culo respingón, y sus firmes pechos, que no aparentaban los 64 años de su dueña.
Pero lo que a mí siempre me fascinó fue su ternura mezclada con ese autoritarismo que desprendía de una forma muy natural.
Cuando era niño pasé muchos veranos en aquella casa, mi abuelo ya había muerto, así que nos teníamos uno al otro, yo le ayudaba a superar su soledad, y ella me presentaba a chavales del pueblo ya que debido a mi enfermiza timidez ni siquiera me atrevía a buscarlos por mí mismo.
Finalmente me hice muy amigo de un chaval muy divertido, y también tengo que decir algo travieso, lo que me valió más de una zurra de mi abuela, que no dudaba en quitarse la zapatilla y ponerme el culo como un tomate cada vez que hacíamos alguna trastada, lo que ocurría para desgracia de mi trasero con bastante frecuencia.
En mi subconsciente se fueron guardando aquellas azotainas, yo pensaba en ellas con una mezcla de vergüenza, rubor, y algo parecido al morbo, aunque en aquella época no conocía ni la palabra ni su significado.
Y todos aquellos sentimientos afloraron en el momento en el que me estaba amenazando, me quedé tan parado y tan ausente que mi abuela me dijo dando un pequeño golpe en la mesa.
-Miguel!!
-Si sí abuela, tranquila que estudiaré todos los días.
Me miró con una cara inquisitiva, pero no dijo nada, se levantó y me dijo.
-Voy a preparar la comida, empieza a organizarte y esta tarde empezaremos.
La vi salir de aquella habitación con su elegancia natural, llevaba una de esas batas típicas de verano abrochadas por delante de cuadritos rojos y blancos, también las tenía de cuadritos blancos y azules, y otras azul oscuro con círculos pequeños blancos a modo de adorno. Su atuendo lo completaba con su sempiterno delantal que le cubría toda la parte delantera del cuerpo, y solían ser floreados sobre fondo azul.
Estando en casa siempre calzaba algunas de sus maravillosas zapatillas fuera la época del año que fuera, incluso en verano solía llevar la típica zapatilla cerrada por detrás, y los pocos días que hacía calor en aquella sierra las solía llevar en chancla y por supuesto sin medias, algo que por alguna razón me enervaba especialmente, y así era como las llevaba ese día, eran unas zapatillas rojizas, casi granates, con una especie rayas o surquitos paralelos a modo de adorno, eran ligeras, propias para el verano, con su suela de goma amarilla que de sólo verla me ponía cardiaco, por no hablar del ruido que hacía al andar con ellas en chancla, ese lap lap lap lap, sonaban de una forma embriagadora para mis oídos.
Aquel verano alternaba esas zapatillas con otras azul marino más veraniegas, abiertas por detrás, y por delante se le veían dos o tres dedos, formaban una ligerísima cuña y la suela era negra de perfil y amarilla en la suela que apoya en el suelo, esa ligerísima cuña junto al poco empeine que tenía aquella zapatilla, provocaba también un ruido tan delicioso o más que el de la zapatilla en chancla que anteriormente relaté.
La primera semana llevé un ritmo fantástico, todos los días dedicaba la primera hora a repasar Latín, y después le dedicaba una hora a Lengua, otra a Historia y otra a Filosofía, al día siguiente a primera hora de nuevo Latín, y después otra a Arte, otra a Griego, y por último a Inglés, y así alternativamente, mi preparación era inmejorable, mi abuela me tomaba la lección alguna tarde para ver que tal iba, pero normalmente las tardes las dedicaba a la piscina, alguna excursión, e incluso a salir con mi querido y travieso amigo de la infancia.
Pero lo bueno a veces no dura mucho, una tarde me fui con mi amigo, y después de fumarnos un porro, nos dio por hacer tonterías, y entre otras le tiramos huevos a la fachada de una mujer que nos había afeado la conducta esa misma tarde.
Dio la casualidad que esa mujer era amiga de mi abuela, iban a misa juntas, y se veían al menos tres veces a la semana, y como es normal, la mujer me reconoció y fue a contarselo todo con pelos y señales, incluido que nos habíamos fumado un porro.
Mi abuela estaba que se subía por las paredes cuando llegué a cenar a casa, yo aún estaba un poco en las nubes debido al porro que me fumé ya que no estaba acostumbrado.
-¿De dónde vienes Miguel?
Ni siquiera me di cuenta del cabreo que llevaba.
-De dar una vuelta.
-¿De dar una vuelta? ¿Tú no sabrás nada de tirar huevos en casa de mi amiga Ana, verdad?
-Eh?, no , no sé nada abuela…
-PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFF
El bofetón me pilló tan de improviso que casi me parte el cuello. De pronto se me quitó el sopor que llevaba toda la tarde, vi como mi abuela me miró con ira, me dio otro bofetón que me terminó de espabilar, y entonces vi como de una patadita se sacaba su zapatilla roja que llevaba en chancla, se agachó a recogerla como un centella, y empezó a azotarme con ella como una posesa. Siempre me azotó con la zapatilla mucho más fuerte que mi madre, y mucho más a conciencia, y en ese momento volví a pensar que eso era realmente lo que me fascinaba de mi abuela, su autoritarismo, era una mujer dominante por naturaleza, y manejaba la zapatilla con una maestría digna de admiración.
Me pegó un palizón en la cocina de su casa que no olvidaré mientras viva, me pegó estando ambos de pie, y cuando se cansó de fustigarme en esta posición, se sentó en una silla de la cocina, y allí me puso sobre su regazo , me acomodó a su gusto y me remató, en aquellos momentos ya me había bajado el pantalón corto y hacía rato que me estaba pegando a culo desnudo, los muslos me hervían , el culo no lo sentía, lloré como un niño de teta, pero lo que no pude evitar fue la erección de mi pene, y eso que como digo la paliza fue con saña, pero la naturaleza es la naturaleza.
Tras la azotaina, me mandó a mi cuarto castigado sin cenar, y volvería a salir a la calle cuando ella me lo dijera.
A la mañana siguiente me desperté y al oír ruido en la cocina, me dispuse a levantarme, el culo aún me dolía horrores, pero estaba muerto de hambre, y tras ir al baño, me presenté en la cocina muerto de vergüenza.
-Buenos días.
-Buenos días.
Por su escueta respuesta supe que aún estaba muy enfadada.
-Abuela, de verdad que siento muchísimo lo de ayer, te juro que no volverá a ocurrir nada parecido.
-Eso espero, por tu bien, y por el de tu culo, si vuelves a hacer algo parecido no respondo lo que hago contigo.
-Gracias abuela, te lo juro, ese maldito porro me puso loco.
-Cállate y no me lo recuerdas, que cobras otra vez esta mañana, así que tengamos la fiesta en paz, siéntate a la mesa que vamos a desayunar.
-Déjame que te ayude, me gusta mucho ayudarte en casa abuela.
-Ya lo sé cariño, pero no creas que se me olvida lo de ayer, y aún me dura el cabreo, y es mejor que no me hagas la contra esta mañana.
-Si abuela.
Yo le ayudaba en todas las tareas de la casa, me gustaba que me mandara, y después obedecerla, me sentía a gusto. Aquel día tuve que ponerme un cojín en la silla para poder sentarme, y mientras lo hacíamos me dijo:
-Cuando terminemos de desayunar iremos a casa de mi amiga Ana, y allí le pides perdón, y te disculparás, además le dije que no limpiara la fachada, que la limpiarías tú.
-Si abuela, lo haré encantado, estoy de verdad muy arrepentido.
Mientras yo fregaba los restos del desayuno, mi abuela se cambió de ropa y de calzado y nos fuimos bien temprano a casa de su amiga.
-Buenos días Ana, creo que este jovencito tiene algo que decirte.
-Lo siento muchísimo Señora, no volverá a ocurrir se lo juro, le pido perdón, y me gustaría limpiarle todo lo que manchamos.
-Muy bien, disculpas aceptadas, pero no lo limpiarás todo, limpiarás sólo la mitad, me ha llamado la madre de tu amiguito y me ha dicho que esta mañana vendrá a limpiarlo él también, así que déjale la mitad.
-Si Señora así lo haré.
Y allí me quede yo con un cubo de agua, una bayeta, y una escalera, limpiando todo el estropicio.
Mientras las dos amigas se metieron para la casa donde tomaron otro café y allí mantuvieron la siguiente conversación.
-Desde luego tu nieto es un encanto de chaval, aun no entiendo cómo pudo hacer algo así, yo creo que fueron las malas compañías.
-La culpa es de los dos, y la responsabilidad también, si el que lo lió fue su amigo, peor para él, tiene que tener su personalidad, y ser responsable de sus actos, así que no le quites ninguna culpa por favor.
-Tienes razón, pero me sorprende lo que hizo, porque lo habitual es que sea educado y servicial, sin ir más lejos, mira lo que me acaba de decir, es tan atento…
-Bueno, después de la tunda que le di anoche, no tenía muchas más opciones.
-¿Le pegaste?
-Pues claro que le pegué, le di una de zapatilla que ese se va a acordar de los huevos en la fachada mientras viva.
-Jajaja, como eres mujer.
-¿Has visto que suave está esta mañana?. No hay nada mejor que una buena zapatilla.
-Desde luego que en eso te tengo que dar la razón.
-Ah por cierto, anoche llamé a casa del otro sinvergüenza, y cuando le conté todo a su madre, me dijo que su hijo también iba a estar una temporada sin sentarse bien.
-Madre mía, claro que sí, yo conozco a la Paqui y menuda es, esa es de las nuestras, la zapatilla siempre va por delante…
Yo no me perdí nada de aquella excitante conversación, mientras fregaba el mármol, oía a aquellas dos mujeres, y otra vez volvió la excitación a mi cuerpo, pensé en follar con aquellas dos abuelas, estaba realmente enfermo, un chaval de 18 años follando con sextuagenarias y encima una de ellas era mi abuela, madre mía, que mal estaba…
Aquella semana volví a ir a tope con mis estudios, los dos primeros días con el culo aún dolorido, pero cuando estudio castigado rindo mucho más, no sé a qué se debe, pero me pasó siempre.
Al tercer día de la paliza que me pegó mi abuela, tocaron el timbre de casa, yo estaba estudiando y oí que mi abuela hablaba con alguien, el caso es que alguna de aquellas voces me resultaba familiar, de pronto oí que me llamaba, y salí a ver que sucedía.
Era mi amigo Pedro, con el que había hecho aquella trastada que venía acompañado por su madre, entonces me pidió perdón a mí por incitarme a hacer lo que hicimos y volvió a pedirle perdón a mi abuela.
-A mí no me tienes que pedir perdón Pedro. Le dijo mi abuela, yo ya le he dado su merecido a mi nieto, y por lo que veo tú también has cobrado, de lo cual para serte sincera me alegro mucho, porque realmente lo merecíais.
-Puede estar usted bien segura de que ha cobrado Señora, le di una buena paliza, y no solo se la di cuando usted me llamó, si no que ha cobrado todas las mañanas, para que no se le olvide, y así será hasta que pase una semana, cobrará todos los días.
Mi abuela y yo nos quedamos un poco asustados de la severidad de la madre de mi amigo, mientras que él estaba un poco avergonzado, y no quitaba su mirada del suelo.
Finalmente tan arrepentido se mostró mi amigo Pedro y tan dura y responsable su madre, que mi abuela cambió su opinión sobre él, y me dijo que no le importaba que volviéramos a vernos cuando su madre le levantara finalmente el castigo.
Y así fue, a la semana, después de recibir una azotaina de su madre cada mañana volvimos a vernos en la piscina, aunque él no se pudo bañar, me dijo que con el bañador se le notaban todos los azotes que le había dado su madre, según me dijo le pegó con el cinturón el primer día, y después le daba una azotaina de mantenimiento con la zapatilla a diario.
Mi amigo siempre tuvo mucha labia para las chicas, y aquella tarde hicimos amistad con unas chicas de la capital, de nuestra edad, que parecían más lanzadas que nosotros en el aspecto sexual.
Pronto nos enrollamos con ellas, y al tercer día surgió el tema de follar, ellas no querían hacerlo en cualquier sitio, tendría que ser un sitio adecuado.
A la tarde siguiente cuando Miguel pasó por casa a recogerme oyó como mi abuela me decía que al día siguiente se iba de excursión en autobús y no volverían hasta las 8 de la tarde.
Mi amigo empezó a decirme que era una oportunidad clarísima para estar con las chicas, pero yo le decía que no, que mi abuela no me permitía eso, y que ya no quería más palizas como la que me dio por los dichosos huevos en la fachada.
Tanto me insistió que al final se lo dijo a las chicas, y la que era mi medio novia me dijo que sí que por favor que tenía muchas ganas de mí, y claro, ante esa petición no tuve más remedio que aceptar.
Mi abuela a la mañana siguiente antes de irse me advirtió de que me portara bien, y sobre todo que no hiciera ninguna tontería.
-Ya sabes que a la más mínima que hagas, te rompo la zapatilla en el culo, advertido estás!
Me lo decía con ese rictus de severidad en su rostro que yo me asusté y empecé a pensar a anular la cita que teníamos con las chicas.
Pero claro eran tres contra uno, y al final con tres arrumacos de mi nueva amiga, accedí.
Metí a Pedro y a la chica que iba con él en mi habitación, y yo me fui con la mía a la habitación de estudio, no quería bajo ningún concepto mancillar la cama de mi abuela.
No sé muy bien que pasó. Si fue la presión de estar haciendo algo mal, el miedo a ser descubierto, o no sé qué exactamente, pero el caso es que a la hora de la verdad no pude follarme a aquella chavala, pasaba de estar con una erección de caballo a bajarse toda la excitación en cuanto me disponía a entrar a matar, eso ocurrió al menos tres o cuatro veces, y el resultado siempre fue el mismo. Mientras tanto oíamos los gemidos inconfundibles de la otra pareja follando como cosacos.
La chavala que estaba conmigo se hartó, se vistió, y fue a decirle a su amiga que se largaba, en aquel momento casi me da un infarto cuando vi a mi abuela, que estaba mirando desde la ventana, me quedé helado, no podía ser, faltaban más de dos horas para que llegara, pero allí estaba.
Entró a la casa por una puerta, mientras que los otros tres salían escopeteados por otra.
Yo me quedé allí entre asustado por la paliza que me esperaba, triste por haber defraudado una vez más a mi abuela, y preocupado por el enorme gatillazo que acababa de tener.
Mi abuela dio un repaso visual a la casa, y me dijo seria pero serenamente.
-Coge la ropa de tu cama, y métela en la lavadora.
Lo hice lo mejor y más rápidamente que pude mientras que mi abuela se cambiaba de calzado. Esta vez no se cambió de ropa, se dejó el elegante y fresco vestido estampado que llevó a la excursión, tampoco se puso un delantal de esos coloridos que solía llevar siempre en casa, y esta vez eligió sus zapatillas azules abiertas por detrás.
Cuando volví de poner la ropa en la lavadora me dijo que la acompañara a la habitación de estudio donde me había pillado in fraganti con aquella chica.
-Se puede saber que está pasando Miguel.- Me dijo cruzando los brazos por debajo de su pecho.
-Perdóname abuela, de verdad que no tengo palabras.
-¿Qué ha pasado con esa chica?
Me quedé muy sorprendido al oír aquello, yo me esperaba una buena paliza y una bronca monumental, y mi abuela ahora me salía con aquello.
-Eh… pues nada.
-Desnúdate.
Ahora volvía a estar descolocado, no sabía si me mandaba desnudarme para pegarme (normalmente era ella la que me bajaba los pantalones durante la zurra), o me mandaba desnudarme para algo sexual, pero eso no podía ser, era sólo producto de mi mente enferma, ¡¡¡era mi abuela!!!
Con más vergüenza que miedo me empecé a quitar la poca ropa que llevaba mientras mi abuela se sentaba en el sofá donde minutos antes había fracasado con aquella chica. Me quedé sólo con el calzoncillo y con la cara más colorada que iba a estar mi culo en breves momentos, aquel slip blanco sólo realzaba mi tremenda erección que no sabía cómo esconder, joder tenía un buen pollón y en presencia de aquella belleza madura no podía evitar que se me pusiera como una piedra.
-Quítatelo todo Miguel, he dicho que te desnudes.
-Si abuela.
Cuando me deshice de aquel slip mi polla cimbreó hasta pegarse a mi barriga, aquello obviamente no pasó inadvertido a mi abuela, que me tuvo unos segundos así, muerto de vergüenza, hasta que se apiadó de mí, y remangándose por encima de las rodillas su vestido me señaló su regazo para que me tumbara sobre ella.
La vergüenza hizo que se me bajara un poco la erección, y así cuando me tumbé bocabajo, mi polla se quedó entre los blancos y bien torneados muslos de mi abuela, al sentir aquel leve roce, mi erección volvió a crecer y mi pene se quedó haciendo palanca contra su muslo izquierdo de una forma muy muy evidente.
Mi abuela empezó a hablarme con un tono especial, la voz la tenía un poco ronca, luego supe que era por la excitación, y empezó a acariciarme el culo, eran unas caricias descaradas, con su mano izquierda me acariciaba la espalda, y con la derecha el culo y los muslos, incluso me recorría con sus uñas mi rajita que se abría y cerraba al compás de sus toqueteos.
-¿Te has follado a esa chica?
Jamás pensé oír a mi abuela decir esa palabra, y aún menos decírmela a mí. Como no dijo nada, me dio un sonoro y doloroso azote con su mano que restalló en aquella habitación
-PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS Te he hecho una pregunta!!
-No abuela, no me la he follado.
-¿Por qué no?
-No lo sé, no sé que me ha pasado abuela.
-Ahora te voy a dar una azotaina, sabes que la tienes bien merecida ¿verdad?
-Si abuela, sé que me la merezco, pégueme por favor.
De vez en cuando llamaba a mi abuela de usted, sobre todo cuando estaba enfadad, era algo que me salía de manera espontánea.
Dije aquello sin darme cuenta, pero me salió del alma, noté como mi abuela volvía a acariciarme en la nalga recién azotada, pero pronto empezó la sinfonía.
Aquellos azotes con la mano sobre mis nalgas desnudas no tenían nada que envidarle a los zapatillazos sobre la ropa, buf la azotaina estaba siendo dura, pero también excitante, oír aquellos chasquidos de carne contra carne, hicieron que mi polla empezara a presionar el muslo de mi abuela hasta cotas insospechadas, ella sin duda lo notaba, y por su respiración entrecortada supe que estaba tan excitada como yo o más.
No sé si animada por ese hecho o porque realmente le salió del alma tras parar la azotina y respirar un poco me dijo.
-¿Te sigue gustando que te pegue con la zapatilla verdad?
Pese a que estaba sudando me quedé helado, como es posible que mi abuela supiera que me excitaban sus zurras con zapatilla , me tuvo que dar un buen azotazo para sacarme de mis pensamientos y decirme.
-PLASSSSSSSSSSSSSSSS ¿No me contestas?
-Auuuuuuuuuuuuuu si abuela, me gusta mucho sí.
Entonces, desde mi posición, con la cabeza apoyada en el sofá y sobre aquel maravilloso regazo, oí el sonido característico de una zapatilla contra el suelo, así que miré y vi como con una patadita se la había sacado, después sentí sus voluminosos y duros pechos aplastarme la espalda cuando se acachó a recogerla.
Se la acomodó en su mano derecha, y se dispuso a empezar la zurra.
-Perdóname abuela, no lo puedo evitar, me gusta desde niño que me pegues con la zapatilla, soy un enfermo, por favor no se lo digas a nadie, lo siento mucho de verdad.
Entonces sorprendentemente mi abuela no empezó a fustigarme el culo con aquella terrible arma, lo que hizo fue acariciármelo con la rugosa suela mientras me hablaba con mucha calma y comprensión.
-No hay nada que perdonar cariño mío. Sé perfectamente que te gusta que te pegue desde que eras un niño; mira en mis años de maestra se azotaba a los niños, no es como ahora, y te puedo asegurar que muchos de los que azotaba se excitaban, tanto niños como niñas, así que es algo natural, no tienes que avergonzarte de ello.
-¿Azotaste a muchos abuela?
-Pues sí, azoté a bastantes, ten en cuenta que yo siempre ejercí en zonas rurales y allí el castigo corporal está muy arraigado, eran las propias madres las que me decían que ante la más mínima falta azotara a sus hijos, y así lo hacía hijo.
-¿Y con que les pegaba abuela?
-Pues tenía una zapatilla guardada en el armario, y en cuanto se ponían tontos, zurra al canto.
Aquella conversación me estaba poniendo a mil, mi polla iba a atravesar el muslo de mi abuela, no podía estar disfrutando más de aquello.
-¿Y le pegabas delante de toda la clase o en privado?
-Pues había de todo, la mayoría cobraban en clase delante de sus compañeros, pero si era más grave los azotaba después de clase, a solas, y ya te digo que muchos de ellos no podían evitar excitarse con el castigo, así que no te sientas tan raro, es una reacción natural del cuerpo.
-¿Recuerdas a alguien especialmente?
-Pues recuerdo a una chica, muy inteligente por cierto, que un día le tuve que dar una zurra por pelearse con otra compañera, y a la semana fue a pedirme más, me dijo que era algo que necesitaba, fue muy valiente al contármelo.
-¿Y qué pasó?
-Pues nada, la cité en mi casa, y de vez en cuando venía a que le calentara el culo, le estuve pegando hasta la noche antes de su boda, y aunque vive lejos, cada vez que viene al pueblo, pasa a hacerme una visita.
-Es verdad que fue muy valiente.
-Sí que lo fue, pero basta de charla, no creas que se me ha olvidado tu fechoría, y ahora mismo voy a darte tu merecido.
-Si abuela, por favor.
Aquella fue la azotaina más sensual que he recibido nunca, la zapatilla caía dura, eso sí, pero no sé si era mi excitación, o la de mi abuela, o no sé qué, pero el caso es que yo gemía de placer con cada azote que recibía.
Los zapatillazos caían más espaciados que nunca, en un muslo, en una nalga, después una caricia, después otro zapatillazo, un dedo que jugaba en la raja de mi culo, un azote con la mano… me estaba volviendo loco, pero de placer.
-¿Porque no te has podido follar a esa chica?
-No lo sé abuela, de verdad que no lo sé.
-Levanta.
Ese “levanta” me lo dijo con la boca entreabierta, reseca por la emoción, yo estaba arrebolado, pero mi abuela no lo estaba menos, cuando me tuvo de pie entre sus piernas con mi pollón a centímetros de su cara, me dijo.
-¿Eres virgen todavía cariño?
-Si abuela, y esta tarde no sé qué me ha pasado, pero no he podido.
-Ven conmigo, yo te enseñaré.
Tiró la zapatilla que aun llevaba en la mano al suelo, y me sentó sobre sus rodillas, aún hoy más de 30 años después no me han vuelto a dar un beso en la boca tan apasionado y tan caliente, me comió, me devoró, se echó encima de mí en aquel sofá.
Ni siquiera se quitó sus gafas de fina montura dorada, tras devorarme la boca, siguió con la cara, y después el pecho, me mordió en una de mis tetas hasta que me arrancó un grito de dolor, su cara era pura lujuria, quien me lo iba a decir a mí.
Con la agilidad de una quinceañera se puso de pie y se arrancó las bragas por debajo de aquel maravilloso vestido que ya lucía bastante arrugado, entonces se metió en la boca aquel pollón que tenía punto de reventar, disfrutó de él como una enana, lo lamía, lo chupaba, lo mordía, lo acariciaba, lo quería hacer todo tan rápido que no aguantaba más de 5 segundos en cada tarea.
Yo estaba en aquel amplio sofá acostado bocarriba disfrutando de aquel festín tan intenso como insólito cuando de repente me miró como mira un depredador a su presa, y se abalanzó sobre mí sentándose a horcajadas sobre mi polla, la buscó con su coño y cuando la tuvo bien calibrada se sentó sobre ella sin piedad, se la clavé hasta el fondo.
-Fóllame. Me ordenó, aquello fue una orden que no tuve más remedio que cumplir, en realidad fue ella la que me folló, me cabalgó de una forma salvaje, el pelo sudado y alborotado y botando encima de mí como una colegiala, sus enormes tetas botaban debajo de aquel vestido inolvidable, me miraba con lujuria.
-Sigue, sigue, sigue, sigue, fóllame amor mío, dame duro, sí sí sí, dámelo todo , dame más dios sí sí SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
No tengo ni idea de quien se corrió antes, lo que si puedo decir que mi descarga eléctrica fue tal, que mi pensé que mi semen le había llegado a mi pobre abuela a la cabeza, bufffffffffff menudo corridón, fue excelso.
Mi abuela estaba fuera de sí, se levantó y me cogió de la mano, y me dijo.
-Ven, vamos a la cama, tú yo tenemos mucho que hacer.
Me volvió a besar, como una adolescente, y volvimos a caer sobre el ancho colchón de su cama, esta vez estaba yo encima, pero ella seguía llevando la batuta.
-Fóllame otra vez Miguel, quiero que me penetres, que me hagas sentir mujer
Cogió mi polla con su mano para metérsela en su coño, ni siquiera me dio tiempo a hacerlo por mí mismo, y en cuanto estuve dentro y empecé a bombear, noté como me empezó a azotarme el culo con su mano derecha.
-Duro, dame duro, fóllame duro o te mato a palos PLASSSSSS PLASSSSSSSSSS PLASSSSSS PLASSSSSSSSS
La penetré como un animal mientras nos comíamos la boca, la cama se movió hasta chocar contra la pared, entonces empezó el característico sonido de muelles de la cama mezclados con nuestros gemidos, alaridos de placer diría yo.
La hice mía, penetrándola de una forma salvaje.
Fue sin duda el mejor verano de mi vida, follábamos al menos tres veces al día, el resto del tiempo lo dedicaba a estudiar.
Mi abuela me castigó sin salir de casa el resto del verano, me quería solo para ella, comer follar, estudiar y dormir, me eximió de todas las tareas domésticas, a cambio me instruyó en sexo oral, en sexo anal, follé y lamí todos sus agujeros ella me lo comió absolutamente todo.
Cada vez que fallaba cuando me tomaba la lección tocaba paliza con la zapatilla, me dió todavía bastantes y prolongadas zurras en lo que quedaba de verano, que terminaban indefectiblemente en un polvazo maravilloso.
Saqué la mejor nota de toda la selectividad en septiembre.
Después hice mi licenciatura de 5 años con notas fantásticas gracias a mi “maestra particular”, y más tarde me comentó un amigo de preparar unas oposiciones con un preparador muy bueno que él conocía, pero yo le dije.
-Yo tengo una preparadora insuperable, así que me iré un año a su casa, seguro que apruebo.
No fui el número 1 de mi oposición, fui el número 2, cuando se lo dije a mi abuela me dijo.
-Pasa y desnúdate.