Mhm
Una fantasía, una meta, un sueño, un objetivo la realidad es el poder y querer realizarlo.
Personajes: el chico se llamará Álvaro, la chica Ana y yo… Alicia.
Después de conocernos, de hablar durante horas, escribirnos y describirnos sexualmente, nos hemos decidido, hemos reservado una habitación en un hotel y vamos a realizar ese “propósito” por el que nos hemos unido, por el que llevamos una semana nerviosos y ansiosos, incluso diría excitadísimos pensando en todo, imaginando cada situación, cada detalle y cada palabra que puede salir de nuestra boca.
Ana y yo planeamos la tarde, de hecho nos quisimos adelantar a Álvaro y tener todo preparado, nos gusta jugar y nos encanta excitar a los hombres, así que sin decirle nada a nuestro compañero, nos presentamos las dos en la habitación del hotel para esperarle, con cierto tiempo de reserva para los preparativos… por supuesto, queríamos estar todo lo apetecible para él, así que escogimos unos conjuntos de lencería para la ocasión, unas medias de encaje y unos tacones de aguja que durarán poco, pero darán un primer vistazo de lo más sensual…
En la habitación, entre risas, maquillaje y telas tan suaves, Ana y yo no pudimos resistir la tentación de empezar a tocarnos, de colocarnos el tanga o el culotte para que estuviera perfecto a la llegada de Álvaro… esos roces hacían que nuestra piel se erizase, solo de pensar lo que nos esperaba no podíamos ni entablar una conversación, todo eran miradas y risitas nerviosas, sonrisas y pensamientos eróticos que, sin querer (o queriendo), nos hacían rozarnos entre nosotras, pasar una mano por su espalda y traerla hasta su abdomen para subirla hacía sus pechos, buscando ese pezón que avecina con su dureza, una caricia y un gemido, así es como transcurría el tiempo sin Álvaro… Y ya sabéis que los momentos así se pasan volando…
Alguien toca a la puerta, Álvaro ha llegado, puntual como siempre, Ana y yo nos miramos y entre risas nos damos los últimos retoques… Vamos hacía la puerta juntas y entrelazadas en un abrazo, abrimos para recibirle. Álvaro tiene muy claro donde se ha metido a jugar, así que se acerca a nosotras y nos funde en un beso compartido por 3 lenguas, mi lengua recorriendo las otras dos, abriéndose paso en una y otra boca, efusiva y juguetona, con aceleración… pero Álvaro nos para, nos detiene para entrar en la habitación y hacernos un estudio completo de pies a cabeza, nos deja paradas a los pies de la cama, unidas por nuestros brazos, pero no contento con esa única visión, hace que vayamos girando cada una en un sentido para empezar a rozar nuestros culos, unir nuestras espaldas y seguir rotando hasta estar enfrente la una de la otra, donde nuestros ojos nos delatan la excitación que tenemos, el debate interno entre tomar la iniciativa o seguir las aduladoras órdenes de Álvaro.
En un solo momento, los ojos de Ana me parecieron que me llamaban, y dispuse mis labios en los suyos, con delicadeza, con suavidad, mientras que mis manos empezaban a recorrer sus muslos y subían por los laterales de esta bella mujer, definiendo sus curvas con las yemas de mis dedos, hasta encontrar el tope a la altura de sus pechos, justo debajo de ellos, donde empecé a realizar círculos, porque en esa zona, no quería perderme ningún centímetro de su piel, quería tocarla al completo… Ella, por su parte, empezó sus caricias por mi espalda y bajaba lentamente hasta mi culo, dando en él pequeños pellizcos, a los que yo respondía en sus pezones…
Álvaro, sentado en un sofá y mirando el espectáculo que hacíamos para él, decidió unirse a la fiesta metiéndose entre las dos… notando en su pecho y en su espalda nuestros pezones durísimos a través de la fina tela que los cubría, dejando que nuestras manos se centrasen en él, en recorrer todo su cuerpo, y mientras su lengua se perdía con la de Ana, yo le daba pequeños mordiscos por su espalda y pellizcos en su culo, ya que Álvaro no había perdido el tiempo y estaba desnudo, preparado para empezar una tarde de lujuria y diversión.
Conociendo nuestros cuerpos con nuestras manos, Álvaro nos ordena que nos tumbemos en la cama para poder deshacerse de nuestras prendas y no tener ningún impedimento entre él y nosotras, así, tumbadas y excitadas por sus caricias, decidimos dejarnos llevar entre besos nuestros mientras él se dedicaba a quitarnos la ropa, lentamente, disfrutando como cada vez que quitaba una prenda a Ana, mi mano se dirigía allí, curiosa, buscando esos centímetros que no había tocado antes… los pezones al descubierto y más abajo… recorriendo su abdomen… su entrepierna, cuando tocaba esa parte de Ana, ella me besaba con más fuerza, yo notaba como sus fluidos iban en aumento y el calor que emanaba era tan acogedor que me permitía el lujo de ir introduciendo mis dedos más profundamente, y como con eso no me bastaba… decidí que era hora de probar ese néctar tan maravilloso que se presentaba ante mí. Así que, con mi lengua, busqué esa perlita hinchada y rosada que asomaba entre los labios de su coño para empezar a realizar círculos alrededor de ella, sin prisa, viendo como cerraba sus ojos en busca del placer… Álvaro quiso mantenerla ocupada dándole algo para que se entretuviera con su boca, y no era otra cosa que su miembro, erecto en su total esplendor y pidiendo guerra desde hacía ya un rato… yo seguí con mi manjar y ayudada por mis dedos, empecé a explorar su cueva, primero uno, después otro, y con dos dedos y Ana gimiendo… mi lengua se volvió loca de pasión y presionaba su perlita al ritmo de los gemidos… Álvaro no pudo resistirse y bajó conmigo para compartir ese manjar, las dos lenguas jugaban con el coño de Ana, no quedaba nada por cubrir y Ana estaba espléndida con su carita roja de excitación y un suave contoneo de caderas que exigía que Álvaro y yo no parásemos… y no lo hicimos hasta que bebimos y nos empapamos de su corrida…
Ana, con una sonrisa pletórica, nos miró pícara y decidió tumbarme boca arriba, situarse a la altura de mi sexo a cuatro patas, mientras que Álvaro quedaba a su espalda, esperando su orden para ir introduciendo su miembro en su entrepierna y ella devolverme el placer que 5 minutos atrás había recibido… cada vez que Álvaro embestía a Ana, ésta metía su lengua más dentro de mí… hacía que me volviera loca con ese vaivén de lengua y dedos jugando, explorando mi entrepierna, cuando Álvaro empezó a acelerar su ritmo, Ana gemía en mi sexo y daba pequeños mordiscos que avecinaban otro orgasmo y con el suyo… vendría el mío, llenando la boca de Ana del delicioso néctar que fluía…
Para Álvaro no había acabado la función, aún le quedaban ganas de guerra, así que, juntas, nos arrodillamos delante de él y entre las dos empezamos a comerle su miembro… bajábamos hasta las pelotas y subíamos para unir nuestras lenguas y el calor que emanaba de nuestras bocas en la punta… mientras Ana se hacía con su miembro en su totalidad dentro de ella, yo lamía sus pelotas y acariciaba los pezones de Ana... Y así es cómo Álvaro llega a su climax, en nuestras bocas…