Metro, hora punta
Tanta gente, tan apretados, el perfume, la tela de su falta, ... Se me fue completamente la cabeza, pero probablemente lo repetiría.
Hoy hace bastante calor, y todas las chicas llevan ropa de verano, enseñando los hombros. Me gusta, y esa puede ser una buena noticia para empezar el día, pero tengo que ir en metro a trabajar, y no soporto estar apretado. Esa es la parte mala.
Cuando subo, no parece que haya tanta gente. Y como tengo que ir casi hasta el final, me alejo de la puerta y me voy a una esquina del vagón. Me fijo en la chica que está cerca de mí. Bastante alta, con tacones no muy exagerados. Lleva una falda estampada y una blusa blanca, ambas muy ligeras. Está de espaldas y no le puedo ver la cara, pero ya decido que me gusta. A primera vista parece que tiene un buen cuerpo.
En la siguiente parada ya se empieza a subir mucha gente, y al llegar a la segunda, ya vamos todos totalmente pegados. Me fijo en que ella se ha tenido que desplazar hacia mí, y ahora la tengo muy cerca, la estoy tocando. Sigue de espaldas, y en un acto reflejo acerco mi cara y huelo su pelo suelto, ondulado. Me llega su perfume, maravilloso (creo que de Lancôme).
Siguen entrando más personas y ahora ya estamos absolutamente encajonados. Ella se ha echado hacia atrás, y ahora la tengo totalmente pegada a mi cuerpo. No se ha dado la vuelta en ningún momento. Desde donde estoy puedo ver un escote muy generoso, con un lunar en un lugar privilegiado. Y siento sus nalgas, firmes, apretándome en el bajo vientre. Me empiezo a excitar. No quiero, es un lugar público, pero tampoco puedo evitarlo. Donde estoy no puedo moverme, y cuanto más intento evitarlo, peor me pongo. Estoy seguro de que lo va a notar, y me juego un grito o un guantazo. De momento no ocurre nada.
La falda es tan fina que creo notar incluso la tela de sus braguitas. Ellas se tiene que estar dando cuenta. Y de repente, noto que se acomoda, de manera que mi erección queda incrustada en medio de sus nalgas. No me lo puedo creer, se echa hacia atrás, y apoya su espalda en mi pecho. En una acción de locura, le rodeo la cintura con una mano, y veo que no la rechaza. Gano en atrevimiento, pongo mi otra mano sobre su cadera, y le levanto la falda. Le agarro una de las nalgas, y tampoco hay reacción. Y entonces ya me dejo ir. Siempre por debajo de la falda, llevo mi mano a su entrepierna. Aparto la poca tela de sus braguitas y acaricio el musgo de su sexo. No está depilada, pero sí lo tiene cuidado, muy corto. Avanzo un poco más y toco los labios, cerca de su vagina. Y aquí sí me parece sentir que aguanta un poco la respiración.
Está completamente empapada, y mis dedos se deslizan sin ningún esfuerzo, arriba y abajo, presionando suavemente. En ningún momento vuelve la cara, pero puedo notar cómo respira de manera entrecortada. Y cada vez que me acerco y rozo su clítoris, emite un pequeño suspiro, casi imperceptible. Noto como abre ligeramente las piernas, y me acerco a su entrada. Meto dos dedos, no muy rápido pero con decisión. Me recibe fácilmente, y ahora sí, veo como suben sus pechos al respirar más profundamente. Me parece notar un gemido, pero nadie mira, deben ser imaginaciones mías.
Mientras le agarro la cadera con la otra mano, de manera firme, empiezo a mover mis dedos dentro y fuera, primero despacio y con un ritmo constante, para ir acelerando muy poco a poco después. Mientras tanto, le acaricio el clítoris con el pulgar, dibujando círculos que le hacen estremecer. Sigue sin volver la cabeza, pero echa una mano hacia atrás y la mete en mis pantalones. Me agarra, apretando un poco, y empieza a masturbarme. Debemos habernos vuelto locos los dos. Los dos de pie, en medio de tanta gente, ahora ya sin ningún tipo de pudor. Pero nadie mira.
Ahora muevo mi otra mano y presiono un poco sobre su bajo vientre, acercándola más a mí. Meto un dedo más, ya son tres, y mi mano se transforma en garra, intentando estimular su punto G. Ahora noto cómo su respiración sigue mi ritmo, la controlo. Y dobla un poco las rodillas, dejándose caer sobre mi mano. Mientras tanto, continúa masturbándome, moviendo su mano a través de toda mi erección, desde el glande a los testículos. Estoy tan excitado que sé que no podré aguantar mucho más. Pero ella tampoco... empiezo a notar el inicio de sus contracciones, y entonces le doy varios toques rápidos en el clítoris con los dedos de la otra mano, mientras continúo presionando con la palma sobre su vientre. Suspira, se encoge un poco, y de verdad que noto en todo mi cuerpo cada uno de sus espasmos. Entonces aprieta un poco más su mano sobre mi miembro y yo también me voy, de manera simultánea.
Llegamos ya a una de las estaciones principales y va a salir bastante gente. Ambos sacamos las manos, y veo que se recompone la falda y echa a andar hacia la puerta, llevada en cierto modo por la multitud. Y se va sin mirar atrás. Al final no le he visto la cara y supongo que no la volveré a encontrar... pero lo que ha sucedido es increible.
Estoy completamente manchado por dentro de la ropa, pero hasta ahora no había podido ni pensar en esta consecuencia. De repente me veo oliendo y chupando mis dedos, de manera inconsciente. Sabe a gloria y se me escapa una sonrisa. Y entonces veo a dos señoras a mi lado mirándome con mala cara. ¿Nos habrán visto? Mejor me voy a bajar en la siguiente parada...