Meto a mi mujer embarazada en una botellona
Dejé que se follasen a mi mujer embaraza en una botellona y luego en una discoteca.
Estando Laura embaraza de 7 meses del primer hijo, decidimos irnos a pasar un fin de semana a Salamanca, teníamos ganas de salir de la ciudad y pasear por lugares diferentes. Era febrero y hacía bastante frío, reservamos una habitación en un hotel en el centro de la ciudad para poder desplazarnos sin necesidad de usar el coche. Llegamos al hotel y subimos las maletas a la habitación, colocamos la ropa en el armario, nos duchamos y decidimos salir a dar un paseo y cenar fuera del hotel.
Laura iba preciosa, siempre fiel a su estilo aunque estuviese en un estado de gestación avanzado, llevaba puesto un vestido cortito y algo ajustado en la barriga, medias y zapatos de tacón. Los zapatos de tacón en ella es imposible que le falten, primer porque se desvive por ellos y segundo porque son mi fetichismo.
Cenamos de tapeo por el centro, acompañado con un buen vino. Cuando terminamos, Laura me propuso de ir a tomar una copa a los pubs que se encontraban cerca, fuimos hacia ellos paseando, agarrados por la cintura y sin parar de besarnos. Entramos en un local en el que la música era agradable, podíamos estar sentados que era lo más importante para Laura. Estuvimos observando a las demás personas que estaban en el local, eran de todas las clases pero muy buen ambiente. Al terminar la segunda copa, Laura me propuso ir a bailar, le pregunté que si no se iba a cansar mucho y me respondió que no, que se le apetecía ir a bailar, quería mover el cuerpo un rato.
Al salir del local, preguntamos a un grupo de chavales por un sitio de moda para tomar algo y nos recomendaron un par de ellos, les preguntamos que si a esa hora estarían bien de ambiente y nos respondieron que fuésemos un poco más tarde que la gente aún estaba por ahí de botellona. Se nos quedaron mirando y una chica que iba en el grupo nos dijo que fuésemos con ellos, que irían después a ese local de moda. Miré a Laura y le pregunté si le apetecía ir con ellos y me dijo que perfecto, que así haríamos algo diferente.
Nos comentaron que ellos ponían cinco euros de bote para comprar bebida, yo les di veinte por nosotros y en agradecimiento por invitarnos, aunque el único que bebía era yo porque era evidente que Laura en su estado no podía beber alcohol. Ellos iban a la botellona detrás de una nave en un polígono industrial, apartado de la zona común en la que la realizaban los demás jóvenes, estaban más tranquilos y no controlados por la policía.
Hasta la zona donde ellos bebían había que ir en coche, se disponía de un coche y dos motos, se empezaron a repartir y en el coche fuimos Laura y yo. Para más comodidad de mi mujer, ella se sentó en la parte delantera, yo iba detrás con otros dos chavales. De camino al lugar nos comentaron que eran estudiantes, que aún no habían terminado los estudios, que todos rondaban entre los 19 y los 21 años.
Al rato de estar allí, dos de los chavales se marcharon en una moto, quedando cuatro chicos, la chica, Laura y yo. Empezamos a beber y a reírnos de las cosas que contaban cuando Bea, que así se llamaba la chica, empezó a morrearse con uno de los chicos, al rato cambió a otro y le dice Laura, me recuerdas a mi época de estudiante, que salía con mis compañeros y siempre terminaba liada con un par de ellos. Bea le respondió que le daba mucho morbo y que de entre ese grupo de amigos no salía nada y sólo pide discreción a los mismos.
Laura se me arrimó y me susurró al oído que le daba morbo la situación, que le recordaba cuando ella era estudiante y que se le estaban mojando las bragas. Nada más terminar del decirme eso, empezó a comerme la boca, me agarró la cabeza para que no me escapara, mientras lo hacía, el resto del grupo se quedó mirando ya que fue de improvisto esa reacción de mi mujer. Notaba como gemía y como me sobaba el cuerpo mientras me morreaba, metía su mano por debajo de mi jersey, me acariciaba los pezones y me los pellizcaba muy suavemente, con la otra mano no me soltaba la cabeza. Se oía a los chavales comentar como se había lanzado la preñada cuando vio la escena anterior de Bea. Cuando Laura paró de morrearme, miramos a los chavales y allí estaba Bea, entre dos de sus amigos, uno la besaba y otro le restregaba la polla por detrás mientras le lamía el cuello.
Bea le dijo a mi mujer, ”Laura, ¿cuándo salías con tus compañeros de facultad también ibas sola?”, a lo que respondió mi mujer, que dependía si se apuntaba alguna amiga más pero que en muchas ocasiones iba ella solita y se lo pasaba muy bien, que tenía menos para compartir. Pedro, uno de los chavales, dijo, “vamos a ver Laura, ¿sólo te morreabas con ellos o había algo más? Y ella le contestó con cara de pícara que depende de cómo le pusieran los tíos pero que si tenía que acabar follando con ellos pues que adelante, que no le importaba. El ambiente se fue calentando entre las conversaciones y los cubatas que nos estábamos metiendo. Laura dijo que tenía ganas de mear y le preguntó a Bea donde iba ella pero le contestó que ella lo hacía allí mismo, que había confianza y acto seguido para que lo viese mi mujer, se bajo las bragas hasta la mitad del muslo, se puso de cuclillas y empezó a mear delante de todos. Laura la imitó, se bajo su tanga hasta la mitad del muslo, se agachó y empezó a soltar un buen chorro de meado delante de todos. Cuando acabó de mear, se levantó, se pasó la mano por su chocho mojado y se subió el tanga, se me acerco y me puso la mano en la cara para que se la besara y lamiera como hacía en otras ocasiones. Todos se quedaron mirando cómo le lamía la mano a mi mujer, mientras ella miraba a Bea y le decía, ¿no se lo has hecho nunca a tus chicos?, y nada más decirlo, Laura se metió otra vez la mano para restregarla por el chocho y se fue hacia Álvaro, para que se la lamiera, el chico se quedó mirando a uno y a otros pero al final tímidamente empezó a sacar la lengua y la notar el sabor del chocho de mi mujer recién meado, a los 10 segundos ya estaba lamiendo la mano de mi mujer con ansia.
Me excité mucho al ver esa imagen, Laura restregando su mano por la boca del chaval, cuando la tuvo bien limpita, se giró hacia Bea y le dijo que hiciese ella lo mismo, que ya verás cómo se iban a deleitar sus amigos con ese sabor a chocho que les ofrecería en la palma de su mano. Bea se metió la mano en su entrepierna y se la restregó contra su chocho, cuando se la sacó, se dirigió hacia Joaquín e hizo la misma maniobra que observó en mi mujer y no dejó de restregársela al amigo hasta que ella notó su mano bien limpita.
Me acerqué a Laura y la abracé por detrás, dejando caer las manos sobre su barriga que acariciaba muy suavemente mientras le susurraba al oído que me había puesto muy caliente con esa escenita, ella giró la cara y me dijo, “amor, ya sabes que me gusta que los chavales prueben sabores nuevos, no los vas a probar solo tú”. Nada mas contestarme eso, se separó de mi y se fue al grupo, se metió entre Pedro y Luis, los agarró por la cintura mientras les decía que si ellos dos también querían probar ese sabor tan rico. Los dos asintieron al unísono mientras agarraban también a mi mujer por la cintura, ésta los miró a los ojos y les dijo, por ser los último vais a ser los privilegiados y se separó de ello, los cogió de la mano y mirándome con cara de lasciva me dijo que iba un momento al coche. Se dirigió con los dos chavales al coche, abrió la puerta trasera y se metió dentro, invitó a pasar a los dos chavales, uno a cada lado y claro, ellos no duraron ni un instante. Una vez dentro del coche, mi mujer me llamó para que me sentase en uno de los asientos delanteros. Una vez dentro, Laura les dijo a los chavales, veréis como mi marido me cuida cuando estoy mucho tiempo de pie, mirándome me dijo, ”amor, me duelen los pies, por favor, ¿me los podrías relajar mientras hablo con estos chavales que quieren que les enseñe algo? yo como un marido obediente, y fiel a mi esposa, le dije que apoyara cada pierna en cada asiento delantero, una vez que lo hizo, sus pies quedaron colgando delante de los asientos delanteros, sus piernas abiertas. Los chavales estaban muy excitados y empezaron a acariciarle las piernas a mi mujer mientras yo le quitaba los zapatos y ella se acariciaba las tetas por encima del vestido. Mientras masajeaba los pies, me dirigí a los chavales y les dije, “quitadme las medias que no puedo lamerle los pies con ellas”, uno de los dos empezó a quitárselas muy suave, mientras el otro iba besando a mi mujer en la boca y la ayudaba a sobarse las tetas. El que le quitaba las medias, lamía la piel de la pierna que dejaba desnuda una de las medias hasta que me la daba y yo terminaba por descubrir el pie mientras le lamía el empeine hasta llegar a sus dedos, ahí me paré un poco más y mame dedito por dedito, repetimos la misma operación con la otra pierna y pie.
Mientras mamaba los deditos de mi mujer, miré de reojo hacia donde estaban los otros y estaban mirando desde fuera del coche, uno tenía la polla fuera y Bea se la estaba masajeando mientras el otro le metía los dedos dentro del chocho y le comía el cuello. El que le quitó mas medias a mi mujer, le subió el vestido para quitárselo, dejando al aire la ropa interior y la barriga en gestación, el chaval empezó a besar y lamer la barriga donde se encontraba mi futura hija, de qué manera la lamia, yo lo miraba y me excitaba mucho más, no podía dejar de lamer los pies de mi mujer, había pasado a la planta de los mismos mientras Laura había sacado la polla del otro chaval y menudo rabo que gastaba el niñato. Laura lo estaba pajeando sin parar de besarlo mientras de reojo me miraba. Mientras le lamía los pies, le hice señas a Joaquín y le indiqué que se sentase en el asiento junto al mío y una vez sentado, con mi mano empecé a sobarle la polla, tenía una buena polla, venosa y con un capullo gordo. Laura no veía bien lo que hacía con la mano y la polla Joaquín pero me pregunto, “¿cornudo mío, que haces con la mano que no veo?, le contesté que pajeando una buena polla para ella, para cuando la necesitase.
Bea ya estaba desnuda, fuera del coche, no notaba el frío que hacía por el calentón que tenía encima, estaba de cuclillas mamándole la polla a Álvaro con ritmo frenético. Dejé de lamerle los pies a mi mujer para inclinarme sobre el asiento donde estaba Joaquín y empezar a lamerle el capullo poco a poco, pasándole mi lengua por el glande y dándole chupones a ese capullo gordo y colorado que tenía. Mientras, mi mujer estaba mamándole la polla a uno de los chavales mientras el otro le quitó la ropa interior, dejando a la vista de los presentes esas tetorras gordas llenas de leche y su chochito depilado. Joaquín me dijo que parase un momento y que me quitase los pantalones para que me tumbase a lo largo de los dos asientos, mientras me quitaba el pantalón, pude ver como Laura estaba a cuatro patas, uno de los niñatos zumbándole el chocho, al otro le mamaba la polla y sus tetorras bailando en el aire con cada embestida que le daban.
Cuando nos percatamos de la situación, yo estaba tumbado en los dos asientos delanteros, haciendo un 69 con Joaquín, nos mamábamos la polla mutuamente mientras mi mujer era follada por dos niñatos en el asiento trasero y regada de leche. Bea estaba en el maletero, sentaba en el borde y recibiendo la polla de Álvaro, se le escuchaba desde la parte delantera que le diese más fuerte, que necesitaba saciar el calentón que le habíamos provocado. Laura se puso a decirnos que no se nos ocurriera corrernos, que quería probar toda la leche a la misma vez, que nos corriéramos en círculo alrededor de ella y de Bea. Todos aguantábamos la corrida hasta que no pudimos más y nos salimos del coche, haciendo un corro alrededor de mi mujer y de Bea, ellas se morreaban mientras nosotros nos pajeábamos. Bea tenía unas buenas tetas, gordas, una 100, pero de las que desafían a la gravedad y eso le gusta a mi mujer que se tiró hacia ellas para mamarlas y a mi se me ocurrió que nos correríamos en la boca de Bea, cuando empezamos a echarle las descargas del leche, ella empezó a escupir hacia abajo las corridas para que mi mujer se las limpiase de las tetas. Cuando Laura terminó de lamer las tetas corridas de Bea, subió hasta su boca y empezó a comérsela mientras nosotros terminábamos de escurrir las pollas sobre sus caras.
Cuando terminamos de escurrir las pollas, nos vestimos los siete y Álvaro propuso ir a una discoteca de moda a tomar algo y celebrar la fiesta que nos habíamos metido en el cuerpo. Cuando llegamos a la discoteca, nos fuimos todos directos a pedir a la barra y de ésta a la pista a bailar. Estando en la pista, se apagaron todas las luces y se encendieron unas violetas y se podía apreciar en mi mujer y Bea las manchas de las corridas en la cara, pelo y escote, nosotros empezamos a reírnos y ellas intentaban ocultarlo, a lo que les dije, eso os pasa por ser unas putas y solo pensar en rabos, que sois unas fulanas y volvimos a reír todos menos ellas. Laura me miró con cara de odio pero no le hice mucho caso lo que la enfadó aún más, se me acercó y me susurró, “gracias por humillarme delante de desconocidos, se ha enterado media pista de tus palabras pero que sepas que te las vas a tragar esta misma noche”.
Al rato de decirme eso mi mujer, le dijo algo al oído de Bea y empezaron a reírse, se me acercó y me dijo al oído, “amorcito, voy un momento con Bea al baño”, la cosa me olía raro, después de las palabras que me soltó y venirme con “amorcito” sonaba a gato encerrado pero no le hice más caso. Pasados 20 minutos de que se marchasen, pasaron dos tíos hablando algo de un espectáculo en el baño y ya me puse alerta, salí disparado directamente para el baño tíos por intuición, al llegar había un tío en la puerta que me dijo que estaba cerrado, que pasase al de tías, a lo que le respondí, o me abres la puerta ahora mismo o te arranco la nuez de un bocado hijo de puta.
El tío reculó y me dejó pasar al interior del baño, no me sorprendió la estampa que me encontré allí mismo. Los baños estaban distribuidos con los lavabos a la derecha, urinarios en la izquierda y en frente dos wáteres. En unos de los wáteres estaba sentada mi mujer, mamándole la polla a un negro, una polla descomunal, la tenía agarrada con una mano por la base, con la boca se la engullía hasta donde podía, es decir, hasta la mitad y con la otra mano le agarraba el culo. Mamaba con ganas, como si llevase una buena temporada sin probar una polla, el negro se giró y dijo “joder con la preñada, como mama la tía, no me extraña que en 20 minutos se corrieran en su boca más de cinto tíos, que puta”. Bea estaba en la zona de los urinarios, pajeando a un fulano mientras se la follaba otro, estaba con las piernas abiertas, como hacía un par de horas en el maletero del coche, se percató de mi presencia y le gritó a mi mujer, “Laura, mira quien ha entrado en el baño”, a lo que mi mujer nada más enterarse, se sacó de la boca la polla del negro y me dijo, “joder cornudo, has tardado en venir a buscarme, me he tenido que comer seis pollas para que te dieses cuenta que tardaba y encima me apareces con la mejor polla de la noche, ¿ves como te ibas a tragar tus palabritas? Cornudo”. Me fui hacia ella, le di una ostia en la cara, agarré la polla del negro con una mano y con la otra agarré su cabeza por el pelo y le metí la polla del negro en la boca, con la mala leche que tenía, empujaba muy fuerte la cabeza de mi mujer contra la polla del negro, parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas, no le entraba semejante polla pero yo insistía mientras le decía, “yo me comeré mis palabras pero este pollón te lo vas a tragar enteros si o si”. Laura estaba que no tragaba más, babeaba por los huevos del negro, tenía arcadas y llegó el punto al que empezó a vomitar junto a nosotros, nada más empezar a vomitar, le di una colleja y la arrastré fuera, junto a los urinarios, donde se estaban follando a Bea, y le dije, “ya veo que la puta de mi mujer te está enseñando lo que hacía cuando salía con sus amigos de universidad, pues mira como ha terminado hoy”, allí estaba mi mujer arrodillada y con las lágrimas saltadas por el esfuerzo de vomitar y lleva de leche, volví a dirigirme a Bea, “tu perra, termina ya de que te follen que nos vamos”, a eso que Bea empujó al tío, le agarro la polla delante del urinario como si el tío fuese a mear y se la meneó para terminar corriéndose dentro del urinario.
Antes de salir del baño, las cogí por las manos y salimos de allí, cruzamos toda la discoteca hacia la puerta de la misma, salimos a la calle y las arrastré de la mano hasta una esquina donde no nos veía nadie. En la esquina agarré la cara de mi mujer y la besé muy suavemente, diciéndole nada más terminar, te amo pequeña y pasé a la boca de Bea, que le di un buen morreo delante de mi mujer, las tenía a las dos agarradas por la cintura e iba intercambiando de boca en boca hasta que mi mujer me dijo, “amor, vámonos al hotel los tres juntos y nos relajamos allí”.
Una vez en la habitación, desnudé a mi mujer, después a Bea y por último lo hice yo. Bea empezó a besarme, bajó a mi cuello, de mi cuello pasó a mis pezones, me los succionaba muy lentamente, notaba sus dientes en la punta de cada pezón, notaba como la punta de su lengua presionaba la punta del pezón para luego volver a succionar del mismo y ponérmelo erecto, continuó bajando hasta mi polla, ahí se la metió en la boca y empezó a chupármela muy lentamente, notaba su lengua juguetona en mi glande, que placer me estaba dando. Mi mujer estaba a mi espalda, me besaba la nuca, me la lamía e iba bajando poco a poco por la espalda, rozándome la piel con su lengua, besándomela, hasta llegar a mi culo, allí se paró, me lo separó e hizo que separase las piernas para tener ella más comodidad con mi culo, notaba su lengua en la entrada de mi culo, cómo se iba abriendo paso hasta introducirse en su interior y juguetear, me estaba derritiendo del placer que me suministraban esas dos bocas. Bea por la parte delantera, me lamía los huevos y mi mujer desde la trasera se percató y desde atrás empezó a lamérmelos también, yo permanecía aún de pie allí en medio, con las piernas separadas y notando la lengua de dos pedazos de hembras juguetear en mis huevos, se morreaban con uno de mis huevos en su boca.
Cuando se cansaron de mamar, me llevaron a la cama, mi mujer me tumbo y ella se puso encima para ir metiéndose poco a poco mi polla, llamó a Bea para que le pusiera sus tetorras en la boca, como le mamaba los pezones al compás que se movía con mi polla dentro de ella. A Bea cada vez se le ponían más duros, yo desde abajo, alargaba la mano y le manoseaba la otra teta, no me daba la mano para agarrarla y se la estrujaba. Mi mujer pasó a la otra teta y mi mano se la puso en las suyas que estaban hinchadas del embarazo. Al rato, mi mujer se levantó, se tumbó a mi lado y yo sobre ella se la metí hasta los huevos, me puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a empujarla mientras Bea le mamaba las tetas, yo le dije, “Bea, sácale la leche a mi mujer, que mira que tetas tiene del embarazo”, ella empezó a succionar con más ahínco pero con suavidad para no dañarle sus pezones.
Le saqué la polla a mi mujer, la puse a cuatro patas y se la metí por el culo, mientras Bea se tumbó delante de ella para que le chupase el chocho mientras yo le daba por el culo. Empecé a zumbarle bien fuerte, a un ritmo continuo mientras ella mamaba chocho, hasta que fuimos pillando posición, mi mujer cedía con las rodillas y quedo tumbada por completo pero con el culo levantado por el vientre debido al embarazo, ahí empezó a notar mi polla muchísimo más y a la misma vez lo notaba Bea porque succionaba mucho mas de su chocho y se lo mordía, era una cadena hasta que por casualidad o por la calentura que teníamos los tres, terminamos corriéndonos los tres a la misma vez, yo dentro del culo de mi mujer, mi mujer a causa de mis embestidas y Bea por la pasión con la que mi mujer le comía el chocho cada vez más grande. Al sacar mi polla, tenía el capullo lleno de mierda, se lo enseñé a las dos y les dije, “eso si es una follada de culo, que hasta se ha cagado” nos echamos los tres a reír, fui a limpiarme y al volver, me habían dejado el centro de la cama para dormir con ellas.