Metiéndosela a mama

Mi madre llevaba mucho tiempo sin que se la metieran y estaba de natural alterada, de modo que busqué quien me la trajinara, aunque finalmente fui yo mismo quien se la metió a conciencia.

Metiéndosela a mama.

Mi madre llevaba mucho tiempo sin que se la metieran y estaba de natural alterada, de modo que busqué quien me la trajinara, aunque finalmente fui yo mismo quien se la metió a conciencia.

Estamos acostumbrados a escuchar testimonios de los sacrificios que algunas madres llevan a cabo para hacer felices a sus hijos, aunque pocas veces sale a la luz los sacrificios de algunos hijos para hacer felices a sus madres. Este es justo el caso que hoy les presentamos, el testimonio de un hijo que no se resignó a ver languidecer a su madre y le buscó un revulsivo que la sacará de su decaimiento y volviera a descubrir la alegría de follar, aunque para serles sinceros, la historia de Fernando se complicó bastante.

Soy Pancho Alabardero, tengo casi cuarenta años, vivo en Madrid, mantengo relaciones con mi madre y me relaciono con colegas que hacen otro tanto. Compartimos experiencias, confidencias y vivencias y a veces, sólo a veces, nos gusta darlas a conocer. Este es un bellísimo y tierno testimonio de un chico joven que comenzó buscando un amante para que se follase a su madre, y, después de un par de experiencias negativas, decidió no volver a arriesgarse y fue él mismo quien la sedujo, quien se la metió y quien le hizo volver a la senda de una vida sexual plena y satisfactoria.

Hola soy Fernando, tengo 28 años, trabajo en una tienda de repuestos de automóviles en un conocido Centro Comercial de Madrid, vivo sólo con mi madre, que se separó hace ya unos dos años y mantengo una relación casi formal con una chica de Valencia con la cual me pienso casar en breve.

Como pueden suponer la distancia entre Madrid y Valencia, unos 300 kilómetros, no es una barrera infranqueable, pero si lo suficiente como para que mi relación con mi novia no sea de lo más fluida, de modo que no es de extrañar que, algunas noches, salga con mi madre a tomarme una copa, máxime cuando ella aún es una mujer joven y bonita, 52 años y bastante esbelta, porque antes de divorciarse de mi padre y en vista de que mi padre ya no le hacia el caso que ella creía merecerse, se puso tetas nuevas que mejoraron mucho su aspecto y la hace mas atractiva si cabe.

Aunque bueno, no fue esa la única operación de estética de mi madre, pues nada más divorciarse, y teniendo en cuenta que mi padre se marchó con una chica bastante más joven, mi madre utilizó el dinero que ambos tenían ahorrado para hacerse una vaginoplastia, que por si alguno desconoce de qué se trata, les diré que es para tensar los músculos de la vagina y conseguir un rejuvenecimiento vaginal, lo que en teoría le aporta una mejora de la satisfacción sexual y una apariencia mas atractiva del chocho.

Yo llevaba algún tiempo dándole vueltas para traerme a mi novia a Madrid y casarme con ella, pero siempre me encontraba con un problema que debía dejar resuelto: tenia que "colocar" a mi madre. No podía irme de casa y dejarla sola, porque a buen seguro me caería en una depresión, pues ya los últimos meses se la veía un tanto apática y poco dada a salir con amigas, de modo que me propuse solucionar el problema.

Le buscaré un novio o un amante, o las dos cosas, pues me urgía que me la follasen, porque yo la veía últimamente muy nerviosa y como un tanto descentrada, como si algo la estuviese comiendo el tarro y hubiese perdido el buen equilibrio emocional del que siempre hizo gala. Además me imagino yo que lo de la vaginoplastia no sería exclusivamente como venganza hacia mi padre, supongo que su intención seria utilizar sus nuevas armas de mujer.

Y manos a la obra. Le dije que la iba a buscar un novio, y no le gustó la idea, no quería volver a enredarse con otro hombre, al menos de momento, de modo que le hice otra proposición:

-Bueno, entonces voy a buscarte a alguien para que te folle- Le dije una noche que salí con ella y después que ambos teníamos una copa de más.

A ella eso le hizo mucha gracia, no sé si debido a que estaba animada de ver a los chicos y a las chicas bailando en la discoteca, o debido a que el alcohol la había desinhibido un tanto, pues ya les digo que mi madre de siempre había mantenido un equilibrio emocional muy estricto, quizás demasiado y esa fuese la causa de su divorcio, pues mi padre era como yo, muy espontáneo y divertido sin pensar las cosas de una manera tan trascendental como lo hacía mi madre.

-Si, eso es lo que me hace falta, a ver si estreno mi nuevo chocho- me dijo ella con una risa entre nerviosa y cachonda, lo que significaba, más allá de cualquier duda razonable, lo oportuno de mi propuesta.

Y manos a la obra. Como a ella esto de Internet no le hacía ninguna gracia, fui yo mismo quien abrió una cuenta de correo y un nick bastante sugerente "Madura-Madrid" y la puse en la red. Naturalmente los lobos se echaron encima de ella. Mucho salido, mucho crío, muchas propuestas indecentes, aunque eso es lo que buscaba, una propuesta indecente por una persona decente.

Al cabo de apenas un par de días ya tenía seleccionado un pretendiente para que se follase a mi madre. Se trataba de un casado de Madrid que sólo buscaba una relación esporádica.

-Ese es mi hombre- me dije para mí. Comprometido, padre de familia y responsable, de modo que puse a mi madre en antecedentes y concerté una cita a ciegas, aunque el jodio me propuso una cita en un lugar un tanto cutre.

-Si quieres nos vemos en mi coche en el Parque de Las Naciones a las ocho de la tarde- me propuso y acepté haciéndome pasar por mi madre.

Llevé a mi madre en mi coche y antes de llegar al lugar señalado se bajó y continuó andando hasta el lugar. A esa hora ya había anochecido y la zona comenzaba a quedarse vacía, aunque era bastante normal ver a ejecutivos salir de los edificios y acercarse andando hasta donde tenían aparcados sus coches. Eso parecía mi madre, una ejecutiva en busca del coche donde la esperaba su pareja, aunque quien la esperaba no era otro que su amante ocasional.

Yo me había quedado aparcado cerca del lugar y le dije que no se marchara de ese sitio aunque se lo propusiera, pues parecía un lugar bastante discreto y seguro para follar dentro del coche. La vi entrar en el coche y los vi abrazarse y besarse, y en vista de que todo parecía rodar por los cauces previstos, arranqué el coche y pasé a la altura donde ellos se estaban pegando el lote. Al pasar pude observar con bastante claridad que mi madre ya tenia las tetas al aire y que el tío se las lamía con suma intensidad, de modo que me alejé para no interrumpirles y como a los cinco minutos volví a pasar por el lugar y mi madre ya le estaba chupando la polla al tío con la misma pasión que él le agarraba la cabeza a mi madre y se la sujetaba entre sus piernas.

Decidí permanecer aparcado cerca de ellos, pero lo suficiente alejado para no ser visto. Ahora no podía ver con precisión, pero las siluetas eran lo suficiente sugerentes para adivinar lo que allí se estaba llevando a cabo: A mi madre se la estaban follando a conciencia.

Al cabo de los minutos vi que una puerta se abría y mi madre salía del coche. Se agachó en la acera y se puso a mear, se levantó y cogió una cosa de dentro del coche y se la comenzó a poner por los pies. Obviamente se estaba poniendo las bragas y posiblemente se pusiese a mear para lavarse algo el chocho, pues seguramente lo tenía lleno de semen. El caso es que nada más terminar de subirse las bragas le dio a su amante un beso por la ventanilla y se puso a caminar en dirección al lugar donde yo la había dejado al llegar.

Vi que el tío arrancaba el coche y se alejaba a la vez que mi madre abría la puerta de mi coche y, literalmente, se refugiaba en el asiento.

-Que tal te fue- le pregunté, aunque no me respondió.

-Habéis estado media hora, un buen polvo- le dije para entrar en conversación, pero no me respondió.

-Al salir te pusiste a mear, se ve que te llenó el chocho de leche- le dije riéndome y tratando de aportar un toque de frivolidad a una situación un tanto tensa por su parte, y me respondió:

-Pues no me he corrido- me dijo con un tono de voz un tanto molesta.

-Vaya hombre, tanta molestia para nada- me dije para mí. El muy cabrón se había servido y a mi madre la había dejado compuesta y sin polvo.

Después de semejante mala experiencia para mi madre, comprenderán que para la siguiente me tomara mis precauciones para que la cosa fuese mejor.

Lo primero que hice fue buscar un amante que estuviese dispuesto a pasar la noche fallándose a mi madre, nada de aquí te pillo aquí te follo, y lo encontré, un hombre divorciado de Guadalajara, al que, haciéndome pasar por mi madre, le propuse que pasase una noche conmigo en un hotel.

El hombre alucinaba en colores y aceptó en barbecho. Le puse en antecedentes a mi madre y aceptó la propuesta, aunque la verdad sea dicha, aceptó a regañadientes.

La propuesta incluía cena en el restaurante del Hotel de la Estación de Chamartin, donde previamente, ya había reservado una habitación. Esa tarde, como a eso de las 9 me acerqué al hotel, me hice cargo de la tarjeta de la habitación, puse sobre la mesilla un discreto ramo de rosas blancas, las preferidas de mi madre, y dejé en el armario un pequeño bolso de viaje con algunas pertenencias de mi madre, unas bragas limpias y otras cosillas para mudarse.

Salí en su búsqueda, la recogí en casa y la acerqué al hotel. Entré con ella en el hall de entrada y le dije donde estaba el ascensor para subir a la habitación y donde estaba el restaurante, donde a buen seguro su amante ya estaría impaciente esperándola.

Iba un tanto apática, aunque me dije que una buena cena, unas copas y una confortable habitación de un elegante hotel, serian suficientes para hacerla entrar en situación, eso claro contando con la pasión que su amante debería derrochar ante semejante hembra.

Yo no las tenía todas conmigo y me quedé en la barra del hotel desde donde se podía ver el restaurante sin ser visto. El recibimiento fue cortés, el hombre estaba elegante y el trato me pareció exquisito. La cena fue quizás un tanto rápida, o al menos eso es lo que a mí me pareció, pero la cosa parecía que marchaba, pues ambos se levantaron como a las diez y media de la noche y juntos se dirigieron a los ascensores de las habitaciones.

Yo estaba a punto de dar el último sorbo a mi bebida y marcharme tranquilo a casa, suponiendo que esta vez si, esta vez mi madre se iba a echar un excelente polvo, pero en esas veo cruzar por el hall del hotel al caballero de Guadalajara con paso ligero y tomando la salida del hotel.

-Ostras ¿qué habrá ocurrido?- me dije sin saber lo que estaba pasando.

A lo mejor ha salido al coche a buscar algo, pensé, de modo que decidí no hacer nada y esperar expectante para ver si sucedía algo, pero nada sucedió, de modo que, como a eso de las once decidí subir a la habitación de mi madre para ver qué estaba pasando y por qué su amante no subió con ella a la habitación.

En el hotel me habían proporcionado dos tarjetas, una que le di a mi madre y otra que me quedé yo con ella. Abrí la habitación y entre con precaución. Mi madre tenia las luces encendidas y estaba en el baño delante del espejo aparentemente dándose crema en la cara. La saludé nada más entrar, me devolvió el saludo, pero siguió a lo suyo.

-Qué pasó- le pregunté nada más entrar en el cuarto de baño.

-No me apetecía y le pedí que se marchara- me dijo como toda explicación.

-Qué es lo que no te apetecía, ¿follar o follar con él?- le pregunté un tanto desolado por la situación.

Me acerqué a ella, la abracé por la espalda, le di un beso en el cuello y con voz tierna le pregunté: ¿No te apetece follar?

-Si, si que me apetece- fue su rápida y expresiva respuesta.

-¿Y dónde encuentro yo ahora a alguien que te folle? Le dije como reflexionando, sin esperar respuesta.

Ella se encogió de hombros y siguió a lo suyo. Mi madre estaba sólo con la ropa interior, un conjunto de bragas y sujetador amarillos que a duras penas le tapaban su chochito y le sujetaban sus atrayentes tetitas. Yo alargué mis manos y las puse sobre sus tetas a la vez que la decía: que pena, unas tetas tan bonitas y nadie las va a chupar. Ella seguía encogiéndose de hombros sin decir nada y mirándose al espejo, yo seguía acariciando sus tetas por encima del sujetador y atreviéndome a deslizar un dedo dentro del sujetador en busca de uno de sus pezones.

Cuando ya lo tuve sobre la yema de mis dedos comprobé que se le erizaba voluminosamente y le susurré algo al oído: míralo esta deseando que lo chupen.

Ella continuó sin decir nada, pero noté que se abandonó para ser acariciada. ¿Qué iba hacer yo?, pues lo que cualquier hombre haría ante semejante situación, librar sus tetas, sacar mi lengua y pasarla suavemente por sus pezones. Era mi madre, pero joder, joder que tetas tenía mi madre y que pezones más voluminosos.

Ella ya comenzaba a estar un tanto más activa y comenzaron unos breves pero insinuantes jadeos. Según mi lengua engullía sus sabrosos pezones, su respiración se agitaba y su boca se entreabría ansiosa, tanto que abandoné por un instante sus pezones y mi lengua buscó afanosamente la suya en su boca.

Aquello, créanme, no era besar, era lujuria. Le día la vuelta y me abracé con ella frente a frente. Ella estaba medio desnuda, el sujetador medio desprendido por la espalda, las braguitas a duras penas tapaban el vello púbico que pugnaba por salirse de entre los pliegues que lo aprisionaba, y su jadear se incrementaba a la vez que su lengua, lejos ya de su inicial pasividad, tomaba la iniciativa y afanosamente se restregaba contra la mía, intercambiaba fluidos salivares, se agitaba, se enroscaba, se paseaba descarada y desafiante por mi boca, y me incitaba insolentemente a que me la tirase, de modo que no me quedo más remedio que hacerla una pregunta crucial:

-¿Quieres que te folle yo?- la pregunta quizás les parecerá fuera de lugar, por lo evidente de la situación, pero no, no lo fue, porque la respuesta me hizo sentir el rey de la creación.

-Si, si quiero, quiero que me folles tu, quiero que seas tu el que estrene mi nuevo chochito- a la vez que su jadeos, ya abiertamente, hacían presagiar que los prolegómenos habían llegado a su fin y que mi madre estaba lista para que se la metiese y que pusiésemos a prueba las excelencias de su vaginoplastia.

Nada más bajarle las braguitas apareció su chochito en todo su esplendor. Lo primero que me llamó la atención fue la exquisitez de su vello púbico, depilado justo alrededor de su rajita y cuidadosamente cardado a un par de centímetros del chocho, lo que realzaba de manera espectacular el brillo de sus flujos vaginales asomando por su chochito.

No pude contenerme y le clavé la lengua en su clítoris para, suavemente, desplazarla de arriba a abajo, como un suave oleaje en medio de la mar, como el silencioso aletear de una gaviota al atardecer, como la brisa en medio de la mar desperezándose sobre la vela de una barca marinera.

Noté, cómo no iba a notarlo, lo vigoroso de sus nuevos músculos vaginales aprisionando mi lengua, pero noté sobre todo la calentura del chochito que reclamaba para sí la posesión de una polla que colmara sus ansias tanto tiempo reprimidas y se la metí, le metí la polla a mi madre, se la metí tan profundamente que ambos, más que follar, parecía que bailábamos volando sobre nubes de algodón.

Mi madre se movía acompasadamente y con tanta intensidad que a veces daba la sensación de que se iba a desvanecer, tal era la pasión que ponía nada más sentirse penetrada, pero descubrí algo nuevo en mi madre, descubrí que le gustaba hablar mientras estaba siendo follada, descubrí que le encantaba decir cosas, cosas un tanto evidentes como "me estas follando", "me la estas metiendo", "estas follándote a tu madre", "se la estas metiendo a tu madre", de modo que yo también me animé y también le dije cosas igual de evidentes: "te la estoy metiendo", "eres mi madre y te la estoy metiendo" y se ve que no le desagrado las cosas que le decía, porque ella enseguida me respondió con un "me corro, me corro, me corro", y se me corrió en medio de estertores, suspiros y jadeos.

No, no crean ni por un momento que mi intención era poner a prueba la resistencia de la vaginoplastia de mi madre, pero la estuve follando toda la noche, y debo decir que los resultados fueron plenamente satisfactorios, su chochito envolvía mi polla con vigor y suavidad, tanto que una de las veces se me escapó una grosería acerca de las bondades del chumino de mi novia.

-Que más quisiera Mercedes tener tu chochito- a lo que mi madre se sintió halagada y me correspondió con otro requiebro: ella nunca te dará el mismo morbo que yo.

Las luces del nuevo día nos pillaron abrazados y desnudos en la cama. Mi madre aún se relamía de gusto e intentó un último polvo, pero se encontró con una polla realmente flácida y desfallecida por una noche de pasión desenfrenada. Yo recordé que era sábado y había quedado ir a Valencia a pasar el fin de semana con mi novia. La apremié para que se vistiera y ambos salimos del hotel con una sonrisa de oreja a oreja.

Llegué a Valencia tarde y tuve que improvisar una disculpa ante mi novia. A eso de la media tarde ella me estaba demandando la atención que hasta el momento no la había prestado, de modo que tomó la iniciativa y puso en marcha un truco que nunca la había fallado, se quitó las bragas y me las metió en la boca. Comprenderán ustedes que ni mi boca ni mi lengua, y mucho menos mi polla estaban para florituras, pero hice cuanto pude y la follé dignamente.

-Estas un tanto decaído. ¿Qué pasa que hay otra mujer?- Me preguntó un tanto irónica.

-En mi vida solo hay dos mujeres, mi madre y tú- le contesté inocentemente.

-¿Tu madre? que peligro tenéis los dos juntos- me dijo un tanto incomoda y me preguntó lo que nunca me debió de preguntar.

-Y qué, ya ha estrenado su nuevo chocho- a lo que yo le tuve que responder con una mentira piadosa:

-Mujer, como quieres que yo lo sepa-

Dedicado especialmente a mis lectores mexicanos.

Pancho Alabardero alabardero3@hotmail.com