Métela por detrás que mi marido nunca quiere

Que satisfacción te da escuchar en pleno éxtasis sexual como una mujer y casada, te pida llevada por el placer qué se la metas por detrás, confesándote encima que su marido nunca se lo quiere hacer, es muy fuerte.

Métela por detrás que mi marido, nunca me lo quiere hacer

Muy buenas a todos, desde este medio os hago saber de mis experiencias algunos los llama confesiones, yo sinceramente las hago llamar… hechos autobiográficos. Lo que desde estas líneas os hago llegar es real, quizás para otros se les dé bien imaginar… se le dé bien fantasear… a mí simplemente no me va.

A mí me resulta sencillo contarlo pues me paso, quizás sea el motivo por el cual disfruto escribiéndolo… pues me hace volver a recordar cada momento, disfruto del detalle… de cada fragmento… pues es real. En cada una de estas líneas que os quiero saber llegar, pongo todo lo que sentí o deseo hacer sentir… quiero que disfrute como yo lo hice, deseo que os pongáis en mi lugar o en todo caso con el que estoy. No os voy a mentir… no en todas disfrute plenamente, obviamente algunos me defraudaron… pues prometen mucho y luego dan poco, pero eso es la vida y lo que significa este tipo de experiencias, ya que son simplemente encuentros esporádicos y a conveniencia.

Soy un hombre casado como sabéis… desde hace años, donde mí mujer ya me conoció con mi afición a cortejar mujeres con la intención de llevármela al “huerto”. No me considero un machista aunque lo penséis, pues opino que si lo hago yo porque no lo va a poder hacerlo ella. Me considero de mente abierta y liberal… según mi mujer, demasiado liberal.

El pasado lunes tras salir de trabajar me acerque al Lidl a comprar algo para cenar, naturalmente no voy a mentar cual es más por motivos obvios, tampoco diré nombres más por no comprometerla, suficiente será la mención por lo que me atrajo al menos el más llamativo. Dicho esto continuare, tras entrar y pasar cerca de las cajas registradoras me quede prendado de una cajera, no era precisamente una jovencita, pues esta estaría entre los treinta y cinco y los cuarenta años. No era una mujer de belleza desbordada, pero lo que me cautivo fue esos hermosos ojos marrones y su mirada desafiante, eso y la argolla que tenía en su nariz.

Tras adentrarme en la tienda comencé a coger el pan, maíz, atún, ensalada, etc., pasando de calle en calle hasta verla pasar, según parece fue reclamada por alguien y tuvo que salir de la caja. Me quede mirando en su figura, cuyos pantalones vaqueros y ese suéter azul marino ocultaban perfectamente su figura. Entre en la calle de los frutos secos y ahí la vi… mmm!!!, estaba inclinada hacia delante, alineando unas cajas de chucherías, fijándome muy bien en ese pedazo de culo.

Me quede mirándola como si estuviera hipnotizada por ella, esta se levanto y continuo con sus labores, ignoro el motivo pero volvió su cabeza y fue entonces cuando nuestras miradas se volvieron a encontrar. Recuerdo como no dejaba de mirar hacia atrás… como si estuviera buscando mi mirada, correspondiéndome con una amplia sonrisa, sonrisa que le devolvía seguida de un beso.

Como recuerdo la escena, quizás por la sensación de tener un nudo en el estomago. Pues me acerque a esta por detrás, la cual se encontraba nuevamente inclinada, alineando esta vez unas cajas de ositos de galletas… esas que están a 0.99€. Respire hondo y tembloroso me puse detrás, sentía mis manos sudar y me esperaba una bofetada, bofetada que no llego y eso que ya había pegado mi miembro a sus nalgas. Haciéndole sentir la dureza de mi miembro, miembro que deseaba nuevamente descargar y que vi en ella a esa persona adecuada.

Tras retroceder un paso a modo de dejarla levantarse, esta se levanto al tiempo que me miraba, echando su mano hacia atrás, topando primero con mí vientre y tras presionar descendió, descendió su mano hasta mi ingle, descendió hasta posar su mano sobre mi endurecido miembro, miembro que comenzó a palpar, soltándome…

  • "Veo que vas bien armado", dijo.
  • “Es todo tuyo o caso es el monedero”, soltó.

Claro esta calle, manteniéndome erguido mientras que esta de forma discreta no dejaba de acariciármela, soltando nuevamente...

  • “Creo que voy a hacer una locura, salgo en un cuarto de hora, me esperas”, dijo insegura.
  • “Vale, te espero en el aparcamiento de detrás”, respondí.

Cuarto de hora que me pareció eterno, hasta verla salir con una vestimenta distinta, pues en vez de llevar su suéter azul marino, llevaba una camisa rosa y una bolsa en mano. Tras verme apoyado sobre mi coche debajo de un techado, se acerco y me soltó…

  • “Estoy casada y madre, no sé por qué motivo te he pedido quedar”.
  • “Estoy muy nerviosa, como si estuviera aun en el instituto”.
  • “Me has hecho sentir un escalofríos cuando me has rozado, no sintiendo tal sensación desde hace años, si te soy sincera creo que nunca la he llegado a experimentar”.
  • “No sé por qué motivo me siento tan excitada, estoy felizmente casada aunque llevo mucho tiempo sin tener relación, mi marido trabaja mucho y últimamente no tiene tempo para mí. Teniéndome desatendida sexualmente”.
  • “No sé por qué motivo te cuento estas cosas tan personales. Quizás porque te miro y me haces sentir que puedo confiar en ti. Quizás por que deseo ver lo que escondes dentro de tu pantalón, se que te parezco una cualquiera por pedirte esto, pero deseo ver que lo que he notado es real”.
  • “Qué me dices, por favor… respóndeme”.

No respondí como quizás deseara hacerlo, pues tras colocar mis manos en sus caderas… una a cada lado, la traje hacia mí hasta pegar su pubis a mi ingle al tiempo que la bese. Dejando de hablar y dejando paso al deseo. Continuamos besándonos con deseos… más los suyos que los míos, mientras que conduje mis manos a sus nalgas, ella condujo las suya a mi miembro. Subí mis manos hasta coger la tela de su camisa y tirar de ella, introduciendo mis manos y tocar su piel, sentí como se estremeció y soltó su primer suspiro. Nerviosa intento abrirme el cinturón… siendo yo quien acabo por soltar la hebilla, mientras ella estaba enfrascada en desabotonar el botón y bajar la cremallera, bajándome el pantalón y sacar mi miembro fuera… mmm!!.

  • “Coño, pues si que la tienes grande… al menos más que mi marido”, soltó.
  • “Es toda tuya”, le solté.

Se agacho al tiempo que la tenia sujeta, comenzó a pajearmela y no tardo mucho en llevársela a la boca, comenzando por chupármela mientras se ayudaba con una de sus manos, creo que era la derecha al tiempo que se sujetaba con la izquierda a mi muslo. Yo en cambio la miraba sorprendido de ver como la devoraba, veía la falta de sexo que tenía esta mujer, callándome la opinión de aquello que le faltaba, pues no era otra cosa que dos buenos “polvos”.

Yo le acariciaba la cabeza al tiempo que suspiraba y gemía, haciéndole levantar al tiempo que abría las puertas de mi coche, la primera… la del conductor donde deseaba que ella se sentara y la segunda, claro está la del pasajero cuyo único destino era ocultarla. Tras desabotonar el botón de su pantalón y bajar la cremallera, bajo ella su pantalón al tiempo que yo la descalzaba de uno de sus pies, acabando de sacarle un pernil. Haciéndola sentar y tras separar sus piernas, introducir mi cabeza entre sus muslos, comenzando a lamer su olvidada rajita al tiempo que eche a un lado sus braguitas… uuummm!!!.

Comencé a lamer a lo largo de toda su ingle… mmm!!!, chupando desde su vulva hasta sus labios vaginales, no dejando ella de suspirar y gemir. Lamí con toda dedicación cada uno de sus orificios, mientras me ayudaba con uno de mis dedos. Cuando escuchas y notas el cambio de respiración entre gemidos, suspiros e incluso gritos, aunque ella mordía su muñeca a modo de poder silenciarlos, no tuve que ser muy listo para saber que tuvo un orgasmo, orgasmo que saboree como si se tratara de algo exquisito, llegándome a decir al tiempo que sonreía avergonzada…

  • “Joder ha sido fantástico, nunca con mi marido lo he llegado a tener de esta forma”, soltó.
  • “Nunca te ha estimulado tu marido… no me lo creo, no me digas que no se ha parado a hacerte disfrutar de un oral”, solté.
  • “Bueno si que lo ha hecho, pero es muy tradicional y lo hace poco”, dijo.
  • “Pues ahora toca lo mejor”, le dije mientras me levantaba.

Cogí mi miembro por la base… comenzando a deslizar varios de mis dedos por el tronco, mientras ella se quitaba las braguitas, separa las piernas y me decía…

  • “No te vas a poner preservativo, no tomo nada ya que mi marido se opero”, soltó.

Tras coger uno del interior de mi cartera lo abrí y me lo coloque, diciéndome esta nuevamente…

  • “Métela despacio, pues lleva mucho tiempo sin ser usada, no me hagas daño”, suplico.

Cogí nuevamente mi miembro y lo conduje hacia su orificio vaginal, colocando mi glande y comenzar a introducírsela muy lentamente, introduje la mitad de mi miembro al tiempo que esta suspiraba y soltaba una tremenda sonrisa, sonrisa de placer y de gozo, sonrisa de poder experimentar algo que llevaba mucho tiempo sin poder disfrutar. Tras retroceder y a la cara suya de asombro, volví a penetrarla hasta introducirle mi miembro entero, quedándome unos segundos parado mientras acariciaba uno de sus senos al tiempo que ella se estimulaba su vulva… ooohhh!!!.

Tras retroceder por segunda vez y volverla a introducir, siendo en esta ocasión más rápido, pues comencé a embestirla con fuerza y decisión, haciéndome saber entre convulsiones su segundo orgasmo. Haciéndome saber…

  • “Joder, ha sido fantástico… creo que nunca he llegado a tener dos orgasmo con mi marido”, soltó.

Llego a salirse mi polla de su encharcado orificio pues emanaba tal cantidad de fluidos que era fácil salirse, no dejando de hacerla disfrutar y continuando penetrándola. Llegándosela a sacar y ayudarla a ella a salir del interior del coche, mirando a modo de cerciorarnos que no había nadie, le hice inclinarse a modo de podérmela follar desde atrás.

Ella asustada inicialmente más al creer que la iba a penetrar analmente, pero tras calmarla al tiempo que la penetraba, comenzó a gozar nuevamente al tiempo que alternaba sus caderas con sus senos… aaahhh!!!. Estaba embistiéndola con penetraciones profundas, cuando note como se le erizaba los vellos y tras soltar esta un sonido, quizás más bien era una “bufonada”, supe que era un nuevo orgasmo, soltándome entre gemidos…

  • “Métela por detrás”.
  • “Ya lo hago cielo”, conteste.
  • “No me refiero a que me la vuelvas a meter por mi coño, ya que me duele bastante, sino que me folles por el culo”, suelta de forma ordinaria.
  • “Métela por detrás que mi marido nunca quiere hacerlo”, me dice.
  • “Vale, tranquila que te voy a meter despacio, te va a doler un poco al principió”, le advertí.
  • “Deseo que me partas en dos cabron”, dice.

La verdad es que lo tuve muy adelantado, ya que antes mientras estaba practicándole sexo oral, no perdí oportunidad de comerle el culo, ayudándome poco a poco de algunos de mis dedos, disfrutando ella aun más. Sin llegar a saber que acabaría por penetrarla analmente, mientras la penetraba vaginalmente, comencé a juguetear con su orificio, masajeando suavemente sus nalgas y acariciar sus glúteos. No dejando de penetrarla al tiempo que ella misma se estimulaba… mmm!!!.

No dejaba de animarme a que acelerara, no dejaba de animarme a que le diera fuerte, mientras acariciaba sus senos alternaba naturalmente por estimular su orificio anal. No cayendo siquiera cuando aprovechaba sus propios fluidos, producidos por sus orgasmos como lubricante e incluso ayudándome con mi propia saliva… aaahhh!!!.

Que vista tan hermosa el ver ese culo… moviéndose al compa de mis embestidas, aun más hermoso fue ver como mis dedos desaparecían muy lentamente en el interior de su orificio anal, no protestaba ni emitía sonido de dolor alguno. Lo fui haciendo con mucha suavidad alternándolo a mis  embestidas, asegurándome poco a poco que su orificio estuviera dilatado, notando como mas que relajada… lo que estaba era entregada al placer, placer que su marido no sabe darle, placer que le tiene vetado y que gracias a él, yo se lo estoy proporcionando.

Cuando comencé a penetrarla fui con cuidado, no deseando que sintiera dolor, coloque mi glande en el orificio anal y comencé a presionar, introduciéndoselo lentamente y suavemente, ya que no es conveniente hacerlo de una sola embestida. Tras introducir mi glande… me detuve unos segundos, segundos que su orificio toma para adaptarse, comenzando nuevamente a presionar y tras varios centímetros más… volverme a detener. Repitiéndolo hasta que mi polla la tuviera toda dentro, pues se que  para el sexo anal dice que es mejor un miembro delgado y  pequeño que grande y grueso, cosa que me toca prepararla como Dios manda. Cuando se le introduje, comenzó a pedirme

  • “Sácala… sácala, me duele… aaayyy”, soltó.
  • “No pasa nada, cálmate veras como poco a poco desearas continuar”, le dije calmándola.

La verdad es que el dolor le duro unos minutos, pues fue más el miedo a oídas quizás que a la penetración en sí, ya  que gracias a que estuve preparándola, como que no sintió dolor en sí y poco a poco le permitió disfrutar. Hasta que tuve mi orgasmo, orgasmo que ella agradeció, pues me confesó que la tenia desecha, no acostumbrada a tanto ya que su marido acababa pronto, confesándome que le había dejado las paredes vaginales enrojecidas, dejándola satisfecha para el resto de la semana… mmm!!!.

  • “Cabron, esto es lo que querías… ¿No?, me has dejado para el arrastre”, me soltó.

Mientras arreglábamos nuestras prendas, no dejaba de mirarme y con esa sonrisa picarona que  le define, me pregunto…

  • “Tomas algo”.
  • “Como si  tomo algo”, pregunte.
  • “Si… si tomas algo, para aguantar tanto y no correrte”, pregunto.
  • “No tomo nada”, respondí.
  • “Joder, ya me hubiera gustado que mi marido fuera como tú, no que me tiene tan desatendida”, soltaba sonriente.

Tras unos minutos de silencio, no pudiendo estar callada, me soltó nuevamente…

  • “La próxima vez debería de ser en una cama, pues como la cama no hay nada”, dijo.
  • "Donde nos veríamos, en tu casa o en la mía", pregunto.
  • "Ni en tu casa, ni en la mía, mejor en un motel", conteste.
  • "Creo que quizás sería mejor en mi casa, aprovecho que mi marido este de viaje y llevo los niños a casa de los abuelos", me dijo ya programando el encuentro.

Dejando la posibilidad en el aire tras intercambiarnos los móviles, nos besamos y nos despedimos, tomando cada uno nuestros respectivos caminos a casa, dándome cuenta más tarde cuando aparque el coche, donde vivía esta pues esta a varios metros de mí casa… mmm!!!.

Esta experiencia me hizo recordar otra que tuve hace unos tres o cuatro años, aquella que me paso mientras me encontraba de “Rodríguez”, aquella que me ocurrió con una cajera del Mercadona y que guardo felizmente, pero bueno os la dejare para más adelante.

Mientras que a mí me da igual el sitio mientras gocemos ambos, pues para el momento que vamos a disfrutar el lugar es lo de menos, ya que busco encuentros esporádicos a conveniencia. Bueno espero que os haya gustado tanto como me gusto a mí, vale os dejo y espero que no seáis muy crueles conmigo, mi email es Jhosua 1970 @ gmail . com , hasta pronto.