Mesera del Cafe Parte 1

Una mujer consigue en su lugar de trabajo lo que su marido no le daba en casa.-

La Mesera del Café

"Una joven esposa consigue trabajo en un café de la ciudad en la cual será la que atiende y la atendida"

Mi nombre es Pame tengo 31 años y hace cinco años que estoy casada, soy una chica delgada mido 1.60 piel blanca, no soy una mujer hermosa pero si se podría decir que soy una chica bonita, de buen cuerpo con unos labios anchos y carnosos, pechos normales o pocos para mi gusto y un trasero grande, parado y firme que me encanta mantener.

Me case demasiado joven para mi gusto, con el tiempo me di cuenta, mi esposo estaba todo el día trabajando porque los números en la casa no cerraban, tanto así que teníamos algunos enfrentamientos porque el estaba muy cansado siempre.

El problema fue que las cosas empeoraron, mi marido se quedo sin uno de sus dos trabajos y todo empeoro rápidamente, hablábamos solo de problemas financieros, sexo ni hablar 1 vez al mes como mucho, y compras las justas y necesarias. Entonces decidí buscar un trabajo, por mas que a el no le gusto la idea, era fundamental en ese momento.

Paso el tiempo y la situación no mejoraba, los trabajos estaban escasos y las cosas entre mi marido y yo seguían empeorando, hasta que un día charlando con una vecina me dijo que fuera a ver a un amigo de su hijo que necesitaba meseras para un café, al principio no me convenció mucho la idea, pero fui de todas maneras.

Dado que era una entrevista y quería causar una buena impresión, me pinte mi boca fuerte, me puse una remerita ajustada media floreada y un pantalón blanco muy ajustado que dibujaba mi hermosa cola, unos tacos medio altos y me presente.

Al llegar al café, muy céntrico y lleno, tenia poco personal, el hombre que me entrevisto era el dueño, se llamaba Mario, un tipo de unos 40 años, con lentes, muy simpático y atento y desde que llegue que se quedo mirándome de arriba abajo, era increíble como me miraba, luego de charlar, me dijo la cifra y los horarios y me pareció muy bien. Cuando estaba por irme el me dijo,

-Por favor no se vaya, ¿No puede empezar hoy, que hay mucha gente y la necesito?

Yo me quede sorprendida no iba con la idea de empezar tan pronto, y la vestimenta, pensé todo en dos segundos, pero termine aceptando, total quedaba media mañana únicamente.

Empecé lo mejor que pude ya que no tenia experiencia y poco a poco fui agarrando confianza para poder llevar mas cosas en la bandeja, el local se lleno y yo iba y venia con café, al rato cuando pude parar un poco, me di cuenta que estaba lleno y casi en su totalidad eran hombres los que estaban sentados, de bastante edad y gente de negocios, bancos, etc.

El dueño del café, Mario me llamo y me dijo que estaba muy contento con mi trabajo que notaba algo raro se había llenado muy rápido hoy, y me esperaba al otro día. Cuando llegue a casa muy cansada de estar parada todo el día, me distendí y a la noche le conté a mi marido, el cual casi no se inmuto, me felicito y se durmió, ahí me quede mirando el techo un largo rato hasta que me dormí.

Al otro día, me levante me cambie, me puse un jean celeste ajustado y una remerita y me fui al trabajo, ese día fue muy parecido al anterior, lleno de gente y mas hombres que nada, de repente luego de cobrar una mesa donde habían cuatro sujetos, cuando se iban escuche a uno de los tipos que era el mas gordo con pinta de baboso decir "vamos a seguir viniendo a este café ya vieron el culo de la mesera nueva"

Yo me puse incomoda y nerviosa, hice como que no escuche, cuando fui a limpiar su mesa habían dejado mucha propina, ya un poco mas tranquila porque se habían retirado esos señores, tuve un minuto para descansar apoyada en la barra, fue cuando en mi cabeza volvió esa frase que había escuchado y se me dio por girarme y mirar algunas mesas, a parte de ser en su mayoría hombres, la mayoría estaba mirándome, y no precisamente a la cara dado que estaba de espaldas yo.

Cuando volví a mi casa, me sentía mas aliviada, al menos hasta que llegaba mi marido que siempre venia con esa cara de poca simpatía y casi no hablábamos. Era insoportable estar en ese ambiente, y poco a poco el trabajo se hacia mas llevadero y me gustaba.

Un día me levante un poco tarde, me había quedado dormida, agarre lo primero que encontré a mano, me vestí con uno de mis pantalones blancos que me quedaba bastante ajustado. Y salí rápidamente al trabajo.

Llegue retrasada, pero Mario me sonrío y no me dijo nada, me miro de arriba abajo nada mas, como siempre el café lleno, iba atendiendo y me daba cuenta que las propinas eran generosas ese día, eso me puso muy bien, cada vez sacaba mas plata de propina, y cuando me toco atender una mesa me di cuenta que eran los tipos que había escuchado lo que habían dicho y me puse incomoda por un lado pero desafiante por otro y fui atenderlos firmemente, el gordo que había dicho eso, fue el que hizo el pedido y no me sacaba la vista de encima, su mirada era muy penetrante, me intimidaba un poco, cuando tome el pedido y me di vuelta camine lo mas exagerada posible, moviendo mis caderas y escuche un suspiro nada mas, eso me hizo sentir muy bien, cuando se retiraron dejaron una suculenta propina, sin lugar a dudas fue un día exitoso y comprendí que para conseguir un poco mas de dinero lo que debía hacer.

Con el buen sueldo y las propinas comencé a comprarme todo tipo de pantalones ajustados que se dibujaban a mi cuerpo, obviamente mi marido ni enterado de cómo iba a trabajar, yo siempre llegaba antes y me cambiaba.

Cada día que pasaba me daba cuenta que ya era algo cotidiano que me dijeran cosas de mi cola, que me desvistieran con la mirada, me dejaban números anotados de celular con las propinas, cosas que yo solo reía, ya que por mas mal que estaba con mi marido, tenia la esperanza que todo cambiara.

Pero estaba muy equivocada, por mas que yo empecé a aportar en casa, las cosas seguían mal, discutíamos por todo y relaciones ya empezaron a pasar meses, y eso me empezó a pesar, cada vez tenia mas ganas de el, pero el como si nada.

Otro día en el trabajo, estaba yo en la barra, ya ahora acostumbrada porque debía estar ahí por conveniencia para el café ya lo había aceptado así, llego un viejo alto medio gordo y se sentó en la mesa del fondo, cuando iba a ir a atenderlo, mi jefe dice.

-Pame, llego el viejo este que es insoportable, tiene un carácter podrido, siempre se queja de todo y si algo no le gusta monta escándalos, es un desubicado.

Yo me quede un poco sorprendida porque nunca me había dicho de tener cuidado con ningún cliente, pero obviamente este lo debía conocer.

Igual fui con mi mejor sonrisa a atenderlo, cuando llegue el me miro con una mirada furiosa y dijo

-Bueno, hasta que por fin ponen algo bueno en este café.

Su comentario en seco me choco bastante, le tome el pedido y me fui, la verdad era muy pedante el viejo, le traje todo lo que había pedido y me fui a la barra.

Desde ahí miraba para donde estaba el viejo, para evitar si me llamaba no verlo, y me di cuenta que no me quitaba la vista de encima, era intimidante verlo, tomaba el café muy lentamente, de pronto levanto la mano llamándome.

-Si que necesita? Dije cuando estuve parada delante de el.

Me miro a los ojos y dijo

-Por fin tomo un café bueno en este sucucho, no necesito nada mas, solo la llame para verla cuando se retire gracias.

Yo me quede helada, era un viejo verde, desubicado, pero no se porque me recorrió una sensación de odio contra el y gusto de hacerlo, así que me di vuelta y pare lo mas que pude mi cola y camine exageradamente nuevamente hasta la barra.

Luego cuando pidió la cuenta fui a cobrarle y pago con un billete de $50, cuando le traje el vuelto me dijo

-Gracias, pero si vas hasta la barra caminando como lo hiciste antes te dejo todo el vuelto de propina.

Yo me quede anonadada, no era una fulana que me mostrara por plata, pero la propuesta fue tan directa, el viejo era un zorro vivo, instintivamente me di vuelta y pare mi cola, camine hasta la barra pero antes de llegar me gire a verlo y estaba con esa mirada lasciva puesta en mi cola, no pude negar el gusto de calentar a ese viejo, era extraña la situación, cuando llegue a la barra, el se levanto y paso caminado de prisa yéndose, volví a la mesa y estaba todo el vuelto como había dicho que dejaría.

Me sentía un poco confundida aunque excitada también, fue raro, volví a mi casa pero ese día no me cambie, quería que mi marido me mirara, me deseara o hiciera algo, ya había pasado casi dos meses de nada, llego y me miro, era obvio que esos pantalones llamaban la atención, pero se sentó a comer en silencio, no discutimos al menos.

Hasta que en la cama le pedí algunos mimos y el ya estaba durmiendo, eso hizo que me enojara muchísimo, pero me acosté pensando en ir a trabajar de la mejor manera.

Al otro día, todavía enojada por la mala noche, decidí ponerme el pantalón blanco, que era el que mas mostraba la forma de mi cola, me puse unos tacos un poco más altos y me fui al trabajo.

Como siempre bastante lleno, acapare rápidamente la atención con ese pantalón tan ajustado, Mario me saludo con una sonrisa y me regalo una pulsera diciéndome

-Es lo mínimo que te mereces, el negocio tiene más vida desde que llegaste vos

Yo me puse roja, un poco incomoda, pero Mario era muy bueno conmigo.

Las miradas eran indiscretas pero no me molestaba ya, había aprendido a vivir con eso y por otro lado, lo había hecho a propósito así que no me sentía acomplejada, mientras estaba en la barra descansando, sentí alguien que paso muy cerca mía hacia el fondo, al girar vi que era el viejo que como siempre iba a su lugar en el fondo del local.

Cuando fui a atenderlo como siempre con una sonrisa, lo salude y el me miro como siempre con esa mirada fría que pareciera que me desnudara con la vista, entonces me dijo

-Hoy se ha venido increíble, tendrá una buena propina, por cierto su nombre?

Yo me sentí muy alagada y le conteste –Pame, y el suyo señor?

El sonrío y me dijo –Carlos, bueno Pame lo de siempre.

Se lo lleve rápidamente y al retirarme me fui moviéndome bastante sabiendo que eso me daría una suculenta propina.

Cuando volví a la barra Mario, me encargo por favor si podía llevar un par de pedidos a un banco y un par de oficinas, que generalmente hace la otra chica, yo no tuve problema y fui, no eran muy lejos, así que ningún problema.

Lo que olvide es que ese día tenia el pantalón blanco, era increíble en la calle como me miraban, pero no me molesto, al contrario. Cuando volví, me di cuenta que el viejo no estaba mas. Lamentablemente me perdí esa propina.

Mario me pregunto

-¿Cómo te fue Pame?

– Bien muy bien. Conteste.

-¿No te molesta empezar a salir a hacer esos pedidos? Me pregunto

Yo dude por un minuto, pero debo admitir que salía un poco del local por un lado y tomaba aire, veía otras personas, así que le conteste

-Si, no me molesta para nada Mario.

El sonrío muy complacido y me dejo irme mas temprano ese día. Mario siempre tan atento conmigo, era re bueno, así que me fui contenta a casa.

En mi casa las cosas siempre estaban igual, ya casi no hablábamos, era insoportable, pero me distendía con el trabajo de todos los días.

Paso como una semana, fui conociendo mas gente, ya que salía a los bancos y oficinas, todos ya me conocían, uno que otro me decía alguna cosa linda que me hacia sentir bien pero nada mas, cuando llegue al bar ese día después del reparto diario, estaba sentado en el lugar preferido del viejo el tipo gordo que me había dicho aquello hace un tiempo ya.

Fui a atenderlo confiada y firme, el me desvistió con la mirada como siempre y me dijo

-Un cortado por favor hermosa.

Yo me di vuelta y se lo traje, cuando lo estaba dejando en la mesa, el me agarro del brazo fuerte y me dijo

-¿Puedo saber como te llamas?

-Pame conteste en seco

-Bueno me llamo Roberto… Pame, vengo a este café por vos. ¿Te puedo invitar a comer el fin de semana?

Yo me quede helada, como podía decirme así de directo todo, y me seguía teniendo agarrada de mi muñeca con su gorda y enorme mano.

-Disculpe Roberto, soy una mujer casada… y me solté de el y me fui asustada.

Cuando me retire escuche que se reía un poco, seguramente al ver mi cara de susto, cuando fui a cobrarle, el me seguía mirando de esa forma babosa como siempre, y cuando me pago me dijo

-Dejate el vuelto y con el billete esta mi tarjeta, esta mi celular, por si cambias de opinión o tu marido no te da lo que te mereces.

Yo me puse furiosa ante su comentario y le conteste

-No se preocupe Roberto mi marido me cuida mucho. Gracias por nada.

Me voltee y me fui a la barra enojada como hace mucho no estaba, el gordo Roberto se fue enseguida rápidamente, seguramente vio mi cara de furia.

Lo peor de todo es que en la barra pensaba, y no era cierto lo que le había dicho, mi marido todo lo contrario y yo estaba cada vez mas necesitada de cariño, obviamente no para serle infiel a mi marido y menos con ese sujeto.

Igual eso me dejo perturbada por el resto de la semana, que fue bastante tranquila.

Llego el lunes, y para empezar bien la semana me fui con el pantalón blanco que tanto me gusta, a penas llegue, Mario como siempre me miro simpáticamente, sin perder detalle de mi y me dio las direcciones de los pedidos que tenia que llevar, siempre eran los mismos generalmente, aunque esta vez habían dos nuevas direcciones, uno en el mismo edificio del café y otro a una cuadra.

Decidí hacer todo el circuito y a la vuelta pasar por el lugar del edifico del mismo café, cuando subí, era el primer piso, toque timbre y al contrario de siempre, esto era una departamento de hogar, no una oficina, me pareció bastante raro, cuando se abrió la puerta, apareció el viejo Carlos, que hace tiempo que no iba por el café.

Me hizo pasar, yo me sentí un poco presionada y con miedo pero lo hice, el departamento era enorme y muy lujoso, deje las cosas en la mesita del living y el me pago como siempre con una suculenta propina, sin quitarme un ojo de encima. Pero no me dijo ni una palabra.

Salí rápidamente y volví al café, el día se fue volando y sucedió algo que no esperaba, cuando estaba a punto de irme Mario me pidió si podía quedarme a ayudarlo un rato hasta la tarde, porque se había retirado la otra chica descompuesta.

Yo dado que Mario era muy bueno y comprensivo conmigo no podía negarme, así que llame a mi esposo para decirle que no iba a ir, a lo cual para el fue lo mismo prácticamente.

El día iba terminando, con Mario fuimos ordenando, el me sonreía cada vez que me miraba, era un dulce, todo estaba en orden, entonces me dijo

-Pame, podrías ir a recolectar algunas tazas de los pedidos de la mañana por favor?

-Si ningún drama Mario, conteste sonriéndole.

Quedaban solo 20 minutos para irnos así que me apure y recolecte todo lo mas rápido posible, cuando volví Mario ya estaba por cerrar, había bajado las persianas, y estaba haciendo la caja, entre y le di todas las tazas, feliz con ganas de retirarme.

En ese momento recordé que no había pasado por el departamento de viejo Mario, y dude si ir o no ir, entonces le comente a Mario,

-Disculpa Mario, me olvide una taza en lo del señor del edificio este.

Yo pensé que seguramente el me iba a comprender y me dejaría que la fuera a buscar mañana.

Pero el me miro de manera rara y me dijo encarecidamente

-No Pame, por favor, podes subir, te espero, pero no quiero problemas con ese viejo.

Yo no tenia mas opción, Mario era muy bueno conmigo, así que subí al departamento lo mas rápido posible para volver, golpee y nada, no debía estar el viejo pensé.

Cuando me di vuelta para irme, de pronto se abrió la puerta.

-¡Que lindo encontrarla así! Me dijo el desubicado

Yo me di vuelta y el como siempre me desnudaba con la mirada, yo le dije

-Vengo a buscar las cosas de esta mañana

El me sonrío y me dijo

-Adelante están ahí, y me señalo con el dedo.

Yo pase con un poco de miedo, y cuando entre, mire a donde me señalaba el viejo, y era una mesita ratona de no mas de 30 centímetros que estaba casi justo delante de el.

El viejo era como si hubiera sabido que iba a ir a verlo de nuevo, era diminuta la mesa, pero sin pensarlo mucho, me agache para llevarme las cosas, dejándole un inmejorable primer plano de mi enorme y parada cola.

Cuando me di vuelta, el viejo tenia los ojos como dos platos, abiertos al máximo y una mano en su bolsillo, estaba como hipnotizado, yo sonreí, me gusto darle ese gusto al viejo, que desde hace mucho seguramente no tenia una alegría, me fui moviendo mis caderas bastante hasta el ascensor y el seguía desde la puerta mirándome sin perder detalle de mi cola.

No se porque esa situación vivida, me gusto mucho, me subí al ascensor pensando en que el viejo posiblemente se haría tocaría con el primer plano que le acababa de dar y sentí un calor que hace mucho no sentía, me sentí deseada nuevamente y muy bien.

Cuando llegue a mi casa, prepare el plato preferido de mi esposo y no me cambie, quería agasajarlo, para ver si esa noche podíamos tener nuestro tiempo de intimidad, el llego con una cara terrible, me saludo y se fue a acostar, yo por mas que le insistí que comiera, me dijo que estaba muy cansado.

No tuve mas remedio que comer sola, muerta de rabia, y mientras comía, se me cruzo por la cabeza la imagen del viejo mirándome y me sentí nuevamente bien, me fui a acostar, pensando en que mañana me vestiría con el pantalón mas ajustado que tuviera.

Me desperté dispuesta a producirme, me puse zapatos de mucho taco, un pantalón celeste muy ajustado, y una remera livianita media escotada, a penas llegue, Mario me miro asombrado y como siempre me dijo algún halago o piropo que siempre me venia bien para sentirme mejor.

La mañana empezó a pleno, un día muy movido como siempre los viernes, ya que es el ultimo día hábil del banco, hay mucho movimiento, cuando estaba a mitad de mañana que no dábamos mas de gente Mario me llama

-Pame, tengo muchos pedidos de bancos y oficinas, me los haces y yo sigo cubriéndote acá, me dijo.

-Bueno muchas gracias Mario, le conteste

Sin lugar a dudas era muy buen jefe y no tenia problema en atender el las mesas, prepare los pedidos y salí a hacer todos, eran casi siempre los mismos, al final de la hoja mire que estaba el del viejo, y mas abajo uno nuevo en el mismo edificio.

Fui llevando todo, hasta que me tocaba ir nuevamente al del viejo Carlos, cuando iba en el ascensor, recordaba el día anterior, y tenia pensado hoy volverle a mostrarme, calentarlo un poco al viejo, darle una alegría visual al menos.

Golpee su puerta y tardo un poco en abrir, cuando lo hizo venia con un pijama típico de viejo, con un short azul, una musculosa blanca y unas medias azules, estaba como recién levantándose, me miro un poco sorprendido y me hizo pasar, yo pase meneando mis caderas, sabiendo que el me miraba de atrás, me agache un poco en la mesa ratona donde había retirado la bandeja el otro día, me gire para mirarlo y estaba nuevamente con esa cara de hipnotizado, su cara de libido era terrible.

De pronto cerro la puerta y me asuste un poco, me di vuelta como para irme, y el seguía como apoyado en la puerta, al pararme delante de el, me dijo

-Pame, no puedo dejar de mirarla, quiere venir a cenar esta noche?

Yo me quede sorprendida, viejo verde y directo, le conteste

-Disculpe, pero no, soy una mujer casada.

El me sonrío, y me dijo

-Que suerte la de su marido, tener una hembra así en casa, la debe consentir mucho no?

Yo me ruborice y le conteste

-Disculpe Carlos, no me diga así y mi intimidad no es asunto suyo, me retiro por favor.

El viejo se quedo mirándome con esa mirada fulminante y dominadora que tenia y me replico

-¡Vamos Pame, no se enoje! Y permítame hacerle solo una pregunta

-¿Se pone esos pantalones para darnos una alegría a tipos como yo?

Yo me quede helada con su pregunta y dude bastante porque lo hacia y que podía contestarle, me estaba excitando un poco, la situación, el viejo ahí delante mío, y le conteste en un momento de lucidez

-Déjeme de molestar, tengo que seguir trabajando.

Salí a toda prisa, pero debía hacer el último reparto, y era en el mismo piso, justo enfrente del ascensor quedaba el otro departamento, sin lugar a dudas, el viejo me había dejado un poco turbada, molesta y un poco excitada a la vez.

Golpe insistentemente y nadie contesto, me seguí molestando de que no estuviera, hasta que de pronto se abrió la puerta. Cuando mire quien era, me sorprendí mucho, era el gordo Roberto que siempre me decía cosas.

El estaba a medio vestir, con un short amarillo y una remera azul horrible, todo despeinado, me miro con esa cara de baboso insoportable que tenia y me dijo

-Pase, puede dejarme el café allá.

Me señalo donde estaban los sillones y una mesa chiquita.

Cuando llegue estaba todo bastante desordenado, así que no había lugar donde dejar el café, me gire y le pregunte

-No hay lugar aca… ¿Donde lo dejo?

-No se… Fíjese a haya? me señalo hacia un rincón

Yo me dirigía hacia el lugar donde me indico y me agache poniéndole mi cola a la vista y luego le pregunte,

-¿Acá esta bien? Mientras gire mi cara para ver como me miraba seguramente desde atrás.

-Si ahí esta bien. Me contesto con una cara de libido terrible.

Yo fui dejando las cosas hasta que de pronto el gordo se puso atrás mío y me apoyo su bulto en mi culo, yo me sobresalte y me di vuelta enseguida, diciéndole

-¡Que haces desubicado!

Pero el me agarro con sus grandes manos mi cintura con fuerza y yo me quede inmóvil viendo en su cara el dibujo de una sonrisa burlona y morbosa, mi corazón empezó a latir con fuerza, sus manos bajaron y apretaron con fuerza mi culo.

Yo caí en la realidad nuevamente y asustada pero firme le dije

-¡¡Déjeme, soy una mujer casada, por favor no me hagas daño!!

Lo dije, pero permanecí inmóvil, no se porque, igual mis palabras parece que solo lo alentaron mas ya que al escucharme se pego mas a mi y su mano izquierda me agarro la cintura, mientras su mano derecha seguía manoseando mis nalgas con mucha fuerza, yo automáticamente pare mi culo al sentir su mano, su boca se puso sobre mi cuello, saco su lengua y me lamió, luego me dijo al oído

-¡Sabia que eras una perrita, mira el pantalón que usas, se te marca la tanga!

-¡¡Noooo, no, soy una mujer recatada, por favor, noooooo!! Conteste firme, aunque su manera de tratarme me había terminado de excitar como nunca había sentido.

Esa excitación era indescriptible, nunca un hombre me había hecho sentir así, entonces sin pensarlo lleve una mano hacia atrás y baje hasta poder acariciar su bulto en el pantalón.

El estaba como loco y seguía metiéndome manos por todas partes mientras me decía:

-¡¡Que buena estas!! ¡¡Que culazo tenes!!

Yo cada vez estaba mas excitada, pero de pronto detuvo y todo paro, me di vuelta, quedando mirándonos a los ojos y me sonrió, los dos estábamos respirando muy excitadamente, el seguía mirándome excitado.

Yo camine dos pasos hacia atrás, me di vuelta y fui hasta la puerta meneando mi cola, antes de llegar a ella, me detuve, me di vuelta de nuevo mire a Mario y le dije con voz melosa:

-¿Te gusta lo que te vas a comer en la tarde?

El se agarro su miembro por arriba del pantalón y me dijo

-¡¡Me encanta!! ¡¡Estas muy buena!!

Yo sonreí y lo mire un momento viendo su sonrisa de triunfo y burla que tanto detestaba, porque el gordo debía sentirse triunfador, me había manoseado a su antojo y esa tarde seguramente iba a tenerme entre sus manos, para saciar todos sus caprichos sexuales conmigo y yo no podía hacer nada para evitarlo porque la excitación era mas que la razón.

Cuando salí de su departamento venia llegando el ascensor, que venia el viejo del otro departamento, me miro de arriba abajo rápidamente y su rostro mostró una sonrisa maliciosa.

Cuando subí al ascensor me di cuenta porque su cara, estaba despeinada y mi ropa un poco arrugada, me acomode lo más rápido que pude y volví a mi trabajo.

No podía concentrarme, estaba nerviosa, mi jefe me pregunto si me pasaba algo, y yo no sabia que contestarle, era una mezcla de ansiedad, excitación y culpa.

No sabía que hacer, pero mi cuerpo me exigía que hacer, como sabia que mi marido no volvería, no había necesidad de avisarle y cuando cerramos, como una autómata subí al departamento del gordo.

Ya en la puerta, mi cuerpo temblaba, no sabia que hacia ahí, estuve a punto de arrepentirme, pero junte coraje y golpee. De adentro solo se escucho

-¡Pase!

Yo abrí la puerta tímidamente, entre rápido y la cerré. Mi corazón latía fuertemente, una adrenalina recorría mi cuerpo.

Cuando miro, estaba el gordo sentado en el sillón con una musculosa blanca, y un short azul gastado, me dice

-¡Vamos, veni para acá!

Fue casi un grito, que yo obedecí.

Ya delante de el, me miraba de arriba abajo con cara de degenerado, haciéndome sentir indefensa y eso me excitaba.

-¡Date una vueltita! Me dijo en seco.

Yo comencé a girarme lentamente, mientras fui sacando mas mi cola para afuera, cuando termine de girar el se estaba tocando su bulto por encima del pantalón y me dijo

-¡Con esa colita parada las cosas que te deben decir en la calle!

  • Y, si, respondí

  • ¿A tu marido no le molesta que la miren? Continuó.

  • No creo que ni lo piense. Respondí en seco, aunque esas palabras me mortificaron, me acorde de el, sentí muchos sentimientos opuestos, pero estaba encendida.

Pare lo mas que pude mi cola delante de el y le dije

  • ¿Te gusta lo que ves?

  • Mucho. Respondió, mientras se manoseaba el bulto a través del pantalón.

Yo se cerré los ojos y me mordí el labio para no decir mas nada, estaba muy excitada, nunca había sentido algo así y menos por un desconocido, cuando me di vuelta.

Me quede helada mirándolo, había sacado su miembro y lo masturbaba enérgicamente, me sorprendí muchísimo era realmente impresionante, lo mas sorprendente era su grosor.

  • ¿Te gusta lo que ves? Me pregunto el mientras sonreía vilmente con aires de grandeza

No pude decir ni una palabra, seguía mirándola, entonces el me dijo

-¡¡Vamos nena, bajate el pantalón y para bien la colita!!

Sin decir ni una palabra, me desprendí el pantalón y lo baje, dejándolo en el suelo, quedando solo con remera, mi tanga y mis zapatos.

De pronto sentí sus manos y empezó a acariciarme suavemente, cada vez lo hacia mas rápido, hasta que me dijo

-¡¡Agachate un poquito!!

Ahí sentí como sus manos empezaron a explorarme y casi llegando a mi agujerito cerrado, el al darse cuenta me dijo

-¡¡No lo puedo creer, que lindo y cerrado que tenes el culito!! ¡¿Nunca te la han metido por ahí?

-No. Conteste en seco, con un poco de miedo y me salí de esa posición.

Nuevamente me quede mirando a ese gordo y asqueroso sujeto y su verga en la mano, no podía creer que hacia ahí, entonces el interrumpió mi pensamiento diciéndome

  • ¿Tiene ganas de tocar este pedazo?

No dije nada, solo me puse de rodillas entre sus piernas, como autómata, agarre su miembro comencé a masturbarlo.

Su miembro empezó a crecer un poco mas, y cada vez estaba mas gordo, yo seguía en mi labor hasta que el sonriendo me dijo

  • Si te gusta tanto ¿Por qué no te la llevas a la boquita?

Yo me quede perpleja, pero accedí, primero le di un par de besos y sentir el calor, el sudor del gordo y la situación me encendieron más, así que abrí como pude mi boca al máximo y comencé a chapársela.

-¡¡AAAahhh siii!! ¡¡Siii, si la viera su marido como le gusta comer pijas grandes!!

Yo escuchaba sus vulgares palabras y gemidos y me excitaba mas, acelerando el ritmo, estaba sacada, no podía parar con mi sucia labor.

No se cuanto tiempo paso, hasta que el me agarro de mis pelos, me puso de pie y me acostó sobre el sillón diciendo

-¡¡Abrí bien las piernas y agarrate fuerte puta, que vas a gozar!!

No podía hacer otra cosa que acceder, aunque estaba muy nerviosa y le dije

-Por favor, despacio te lo pido por lo que mas quieras

El sonrió vilmente y me contesto

-¡¡Tranquila que vas a gozar mucho no te preocupes, no hay vuelta atrás, reviento de la calentura por vos!!

Agarré fuerte el sillón y cerré fuerte los ojos.

El me abrió bien las piernas, y una vez que la cabeza de su gordo miembro tocó la entrada de mi vagina, comenzó a empujar.

Su miembro entro todo al final, haciéndome dar un grito de dolor, de hace tiempo que no sentía algo así, y menos tan grande.

-¡¡Ahhyyy!! -¡¡Ahhyyy!!

Por primera vez sentía que me llenaba por dentro

-¡¡Ya la tenés toda adentro mi amor!! ¡¡Ahora te voy a bombear mucho!!

Comenzó primero despacio a sacar y poner, y al rato a un ritmo desesperado.

Me bombeaba a todo lo que daba, sin contemplaciones, mientras gemía, y me decía

-¡¡Así, así, así!! ¡¡Tomá, tomá!!

Ya fuera de mi, solté el sillón, pase mis manos a su espalda y comencé a gemir en cada empujón.

El al darse cuenta me dijo al oído

-¡¡Así putita se que te iba a gustar, gozalo bien!!

Y acelero un poco mas sus embistes hasta que de pronto dio los últimos fuertes bombeos enterrándome hasta el fondo, la dejó ahí, lanzo un fuerte gemido y me inundó de su semen.

Se quedó un rato acostado sobre mí, y comenzó a sacarme su pedazo de adentro, provocándole otro grito cuando salió la enorme cabeza, se puso casi al lado mío y sus manos seguían manoseándome.

Yo no lo podía creer, estaba ahí en ese sillón de un desconocido, tirada de espaldas, sudada y con las piernas abiertas chorreando de semen.

El me miraba con cara de placer, pero yo por dentro sentía culpa, me sentía sucia de haberme entregado a ese gordo, mire el reloj y ya era tarde, como pude intente levantarme, y empecé a agarrar mi ropa, el no dijo nada solo me seguía mirando mientras me vestía.

Quería salir rápido de ahí, así que termine de vestirme y salí casi corriendo, llame al ascensor, y cuando llego venia mi jefe subiendo. Yo no sabia que hacer. Entonces el me dijo

-¡Pame, que sorpresa! ¡¿Qué haces todavía por acá!?

Yo murmure una respuesta y subí al ascensor rápidamente y baje, me mire y estaba toda despeinada, era obvio que mi jefe debe haber supuesto, no sabia que pensar, me fui a mi casa lo mas rápido posible.

Continuara

Espero calificaciones y Comentarios sobre todo que son los que me motivan a seguir escribiendo.-

Saludos cordiales

Xmur1