Merche y sus guarradas con los albañiles

Una vez más la cerda de la rubia de Merche se supera. Cuidado los de estómagos delicados.

En esta ocasión Merche no tuvo que buscar muy lejos a los machos para sus guarradas. En un piso, unas plantas más arriba que el suyo, estaban haciendo obras. Y eso quiere decir albañiles. Tíos sudados, bordes, sin lavar… Todo lo que ella buscaba. Ya se había cruzado con ellos en alguna ocasión en el portal por la mañana temprano cuando llegaban; en otras ocasiones, se los cruzó por las escaleras cuando ellos bajaban o subían algún material. Más de una vez se tuvo que reprimir al cruzarse y llevar alguno de ellos una carga al hombro y podía verle la pelambrera del sobaco. Merche entraba corriendo en su casa y tras buscar un buen pepino en la cocina, se calmaba la calentura. Sólo la calmaba; para quitarla necesitaba otra cosa. Y puso en ello a su tío Pepe.

El viernes era el día que acordó su tío con los albañiles para que visitaran a su sobrina. Al terminar su jornada de trabajo a las dos de la tarde, vendrían a casa de Pepe y Merche. Sin lavarse y aguantando toda la mañana sin cagar ni mear; esas eran las condiciones si querían follarse a la hermosa rubia. Nunca se habían podido imaginar los albañiles que esa chica preciosa y tan guapa con la que se cruzaban por la escalera fuera tan guarra. Aún no lo habían comprobado, pero si ponía tales condiciones para follar con ellos, es que tenía que ser una verdadera cerda.

Apenas pasaban cinco minutos de las dos de la tarde cuando llamaban al timbre. Merche ya se encontraba esperando en el cuarto dedicado al folleteo. Aire acondicionado bastante alto puesto y puerta cerrada; a sudar a tope para cuando entraran sus machos. Pepe abrió la puerta y fue recibiendo a los invitados. Habían preparado la mesa del salón con platos de entremeses variados. No era un almuerzo formal, pero sabía que bajarían con hambre y les gustaría. De todas formas, no venían a comer; venían a quitarle la calentura a su sobrina Merche. Además, tenían que coger el tren de vuelta a casa y no podían alargar demasiado la sesión. Soltaron sus bolsas cuando entraron, y pasaron al salón. Eran tres. El capataz era el mayor: Manolo, de 60 años. Un gordo borracho que aprovechaba su rango para moverse poco y beber mucho. La peste a cerveza le delataba.

El siguiente en edad era Nano, un follador nato. Con 28 años muy musculoso y buen rabo. Moreno con las señales de trabajar sin camiseta bajo el sol. Pero era lo más bruto que parió madre. Cuando hablaba delataba su procedencia de algún pueblo. El más joven apenas con 18 años, Adrián. El Adri era el chico para todo. Un pibe canijo, pero con pinta de haberle dado polla ya a todas las niñas en su pueblo.

La tía Merche salió de la cocina para saludarles. En su ronda de besos, al llegar al Adri, éste le levantó la camiseta larga que usaba para estar por casa. Comprobó que no llevaba bragas y le metió un sobeo en las nalgas del culo mientras buscaba su lengua.

-Ehhhh que a esta no es a la que hay que follarse – gritó Pepe riendo.

-Deja al muchacho que haga lo que quiera – contestó la mujer de Pepe mientras echaba mano al pantalón del joven y empezaba a soltarle el botón.  Mientras Pepe iba abriendo cervezas y dejándolas por toda la mesa. El pantalón del joven ya estaba en el suelo. Unos slips apestosos de sudor aparecían pegados a la piel morena del Adri. Incluso a la madura y experimentada tía Merche le costó trabajo poder engancharlo por el elástico y separarlo de la piel sudorosa del joven macho. Cuando consiguió bajarlo y llevarlo a los tobillos un bofetón de olor a meados le pegó en la nariz de lleno.

-Mira el Adri el hijo de puta que listo es – soltó por su boca Manolo entre trago y trago de cerveza.

La tía Merche echó mano a la polla y se metió la mitad en la boca mientras con su mano masajeaba los cojones gordos del niñato.

-Mercheeee date prisa o tu tía se come tus pollas – gritó Pepe riendo.

Se escuchó abrirse una puerta al final del pasillo y Merche hizo entrada en el salón. La espectacular rubia se convirtió en el centro de atención de las miradas. Merche venía totalmente desnuda y con la piel brillando de sudor. Sus dos tetas rotundas se veían coronadas por dos gordos pezones marrones. Su pelo recogido en una cola alta y sus gafas de pasta puestas. Uñas de pies y manos pintadas de un rojo intenso. Su tía sacándose la polla de la boca se giró para verla.

-Hola Merche cariño – le dijo a su sobrina volviendo a meterse el nabo en la boca.

-Que hace cabrona? No me quites mis pollas – dijo provocando las risas de todos.

La rubia se acercó al gordo y le quitó el botellín de la mano. Le dio un trago y le comió la boca literalmente. Ella le pasaba la cerveza que guardaba en su boca y él le pasaba su saliva espesa. Se pegaron tanto sus cuerpos, que las babas que caían mojaban tanto las tetas de Merche como el pecho peludo del gordo. La mezcla de olores de cuerpos sudados también se mezcló en el aire. A la rubia le costó trabajo separarse de Manolo porque ya se estaba poniendo cachondísima, pero quería ver de cerca a sus tres machos. Se acercó a Nano y le palpó la polla por encima del pantalón. A continuación, le abrió la bragueta y sacó el cipote moreno del joven; poco duró el pantalón puesto ya que la rubia no podía manejar bien el gordo nabo; así que ella misma se encargó de quitar los botones y dejar que cayera al suelo. Ahora sí pudo, como anteriormente su tía, echar mano a los lados de unos calzoncillos sucios y olorosos de sudor. Los bajó para liberar dos cojones gordos, colgantes, que se adivinaban bien rellenos de lefa caliente.

La rubia pajeaba lentamente la polla de Nano haciendo que se pusiera plenamente empalmada con toda su dureza. Miraba a los ojos a su macho mientras la descapullaba provocando la salida de un espeso goterón de babas que rápidamente recogió con su dedo y lo extendió por todo el rabo para ponerlo pringoso. Sonriendo lascivamente dejó caer un escupitajo de saliva espesa de forma lenta; golpeó en el capullo donde lo recogió con sus dedos y volvió a extenderlo por toda la tranca facilitando la paja. Incluso masajeó los huevos y con sus deditos llegó al ojete del joven donde se encontró que lo tenía depilado completamente, lo que facilitó la introducción de la rubia de su dedo índice por el ojete del chaval hasta tocar pronto su mierda. Efectivamente, había cumplido con su petición y se notaba que venía sin cagar. Estaba lleno de mierda. Sin dejar de mirar a Nano, la rubia se llevó el dedo directamente del ojete a su boca; lo chupó con deleite malsano hasta dejarlo limpio y dejó caer esa baba con sabor y color a mierda sobre la polla. Como una buena calientapollas, cuando vio que el macho de turno estaba cachondo a tope, le soltó el nabo que quedó balanceando en el aire debido a su longitud.

Mientras todos seguían comiendo y bebiendo, Merche se dirigió al macho que le faltaba por catar. En ese momento, Manolo le daba el último trago a la tercera cerveza; a continuación, soltó un eructo tremendo y se metió en la boca un trozo de queso. Merche se abalanzaba a la boca del gordo borracho para llevarse en su nariz los restos olorosos del eructo y para meterle la lengua hasta la tráquea. Así pudo saborear la saliva pastosa del gordo formada por una mezcla de cerveza y una masa de queso masticado. La rubia una vez cortado el asqueroso beso, enseñó a todos, su lengua con la masa blanca y riendo volvió a guardar la lengua tragando esa masa asquerosa que hacía unos minutos, era una cuña de queso en un plato.

Mientras esto sucedía, en el otro extremo de la mesa su tía había soltado la polla del Adri, Pero sólo por unos segundos. Rápidamente, quitó platos de la mesa para poder tumbarse apoyando sus tetas y las palmas de las manos en la mesa. Así invitaba al jovencito a metérsela por cualquiera de sus dos agujeros. Adri agarrándose la polla por la base, y tras soltarse un escupitajo en el capullo, dirigió su nabo al ojete de la madurita Merche.

-Dale caña que le gusta – dijo Pepe, el marido, dirigiéndose al jovencito que ya ensartaba por el culo a la madura.

El resto de machos, aprovecharon para quedarse totalmente en pelotas. Los gemidos de su tía empezaron a subir de tono; a medida que la polla le perforaba introduciéndose más centímetros, los gemidos se convirtieron en gritos descontrolados.

-Vente al sofá tito – le dijo Merche a Pepe, mientras acercaba a Manolo agarrado del nabo. Con esto demostraba Merche su preferencia, por los maduros. La polla que agarraba en ese momento la rubia era muy gorda. Sus dedos no terminaban de rodearla completamente.  La cubría una capa pringosa aceitosa que Merche dedujo que era sudor mezclado con restos de meados y corridas. La rubia situó al gordo de rodillas en el sofá dejando su enorme culo perfectamente colocado para comérselo. A su lado en idéntica postura, colocó a su tío. Se puso de rodillas; ahora tenía los dos culos plantados delante de su cara. El de su tío más delgado. Pocos pelos y canosos. El de Manolo enorme; gordo, carnoso. Muy peludo. Con restos de mierda pegada en muchos de los pelos que rodeaban su ojete. Evidentemente, este macho no se limpiaba bien al cagar o directamente, no se limpiaba. Tenía dos pares de huevos colgando debajo de esos culos, y detrás de ellos, podía ver asomar dos hermosas pollas.

Al otro lado del salón, su tía se estaba hartando de polla; y aún venía más. Nano se acercó a la pareja que estaba en pleno frenesí anal. Se pasó por los huevos una rodaja de mortadela, pringándola de sudor y de olores de macho cerdo. A continuación, la llevó a la boca de la madurita que la degustó con suspiros de placer.

-Ummmmm que buena, cabrón!  Mortadela con sabor a macho – y rieron a la par. El Adri, sacó lentamente la polla del ojete de la madura. La polla salió enmarronada de mierda, pero en este momento no estaba la rubia para limpiarla porque estaba ocupada comiendo culos a unos metros de distancia. El joven se tumbó en el suelo levantando su nabo. Lo agarraba por la base con cuidado para no mancharse sus dedos de mierda. La tía Merche se sentó a horcajadas sobre la polla tiesa volviendo a rellenar su culo con carne en barra de polla. Nano esperaba pajeándose despacio. Metió, mientras esperaba, su mano en la fuente de la ensaladilla rusa y se llevó a la boca una buena cantidad. La masticó de forma sonora y haciendo una señal a la madurita para que abriera la boca, le dejó caer la masa pastosa de una boca a la otra. La tía Merche, en demostración de que también era una buena guarra, aceptó gustosa la guarrada y recibió con gusto el malsano alimento y lo tragó con devoción. Nano sonriendo sádicamente, volvió a meter su sucia mano en la ensaladilla rusa. En esta ocasión, la cantidad recogida en el hueco de su mano fue a parar al coño de la tía Merche. La idea de aquel cerdo era introducirla poco a poco en aquel coño peludo a base de pollazos. Y así fue. En cuanto la madura dejó caer su espalda sobre el pecho de Adri, el otro joven le introdujo una cantidad de ensaladilla por su coño, quedando una gran cantidad pegada por los pelos del coño y a la entrada de aquella cueva de labios colgantes.

Si la madura ya gozaba como una cerda con la polla que le rellenaba el ojete, al sentir el frio alimento en su coño y a continuación la gorda polla de Nano perforando su coño, ahora era ya una perra gozando al ser penetrada por sus machos. Nano comenzó un mete saca salvaje machacando el coño de la tía Merche y su contenido alimenticio.

En el sofá, Merche estaba a punto de meterle lengua a los culos de los dos maduros. Pasó sus manos entre las piernas de los machos y agarrando sus pollas comenzó a ordeñarlas despacio. Manolo, al ver que la rubia tenía las manos ocupadas se abrió el mismo las nalgas para que pudiera comerle a gusto el culo.  Cuando Merche vio las nalgas abiertas, con ese ojete latiendo, rodeado de sucios pelos, se abalanzó sobre él. Primero repasó toda la raja. Dejándola bien ensalivada. Dejó caer un salivajo de babas calientes desde arriba de la raja para ver como resbalaba despacio. Pero tanto pelo sucio iba parando la saliva que se fue quedando a mitad de camino hacia el ojete; la rubia entonces escupió directamente al ojete. Demostrando su maestría en las guarradas acertó de lleno. Ahora ya pudo meter lengua con todas sus ganas en el ojete del cerdo. El sabor a mierda iba inundando la boca de Merche lo que hacía que chupara con más deleite y metiera su sucia lengua más profundamente.

-Aghhhh que bueno guarra. Sigue metiendo lengua puta sigue que me cago de gusto - gritaba Manolo mientras su nabo babeaba en la mano de Merche llenándola de babas pringosas.

Cuando la rubia escuchó esas palabras, dejó de pajear a ambas pollas y llevó sus manos a las gordas nalgas de Manolo para ella mismas abrirlas a lo máximo que permitía la obesidad de ese culo sucio y apestoso.

-Relájate cariño. Déjame que te lo coma a gusto y tu suelta por ese ojete todo lo que tenga que soltar – le dijo Merche al gordo en una clara alusión de lo que estaba deseando que ocurriera.

El gordo ya pudo agarrarse con sus manos al sofá más cómodamente; y relajando su culo, empezó a soltar unos pedos sonoros. En cuanto a la guarra de la rubia le llegó el olor putrefacto de los pedos, aspirando con todas sus ganas y sonriendo con muestras de placer, se lanzó de forma ávida a comerse ese culo apestoso. Merche no chupaba; más bien devoraba ese ojete de forma descontrolada.

-Sigue guarra, sigue, pedazo de cerda – gritaba el gordo que ya soltaba pedos de forma continuada.

-Ahí lo llevas puerca, toma tu regalito – gritó manolo cuando empezó a cagar.

Cuando Merche notó en su lengua la llegada de esa masa caliente se separó rápidamente del culo del gordo. No por sentir asco. Todo lo contrario. Estaba deseando probar esa mierda, Pero si había una cosa que la volvía loca de lujuria, era ver un buen culo de macho cerdo, a la distancia suficiente como para poder ver como se abre y suelta su mierda.

Efectivamente el gordo no mintió y su cagada llegó. Unos gordos mojones de una mierda muy oscura y dura salieron disparados del ojete. Golpearon en el sofá y fueron a parar al suelo entra las rodillas de Merche. La rubia cogió rápidamente uno con cada una de sus manitas. Uno fue directo a su boca para morderlo y el otro se convirtió en un lápiz de mierda, ya que Merche se dedicó a pasárselo por todo su cuerpo, el cual, al estar completamente mojado de sudor, quedó manchado de marrón por cada punto de su piel por donde la rubia lo rozaba. Ya Merche había entrado en esa deriva sexual en la que perdía todo el control y se dejaba llevar por la lujuria más extrema. En un salto, se subió al sofá poniéndose a cuatro patas ofreciendo sus agujeritos a su tío para que la penetrara a gusto. Sus manos fueron a parar a los gordos y peludos muslos de Manolo, donde quedaron afianzadas mientras se metía esa gorda polla llena de venas en la boca, en una clara invitación al gordo para que este dirigiera la mamada. Su tío Pepe le metió du un solo golpe toda la polla en el coño, que ya rezumaba jugos que resbalaban por los muslos de la rubia. El gordo agarró la cola de Merche dirigiendo una mamada salvaje sacando la polla hasta asomar el capullo y de nuevo, metérsela hasta los huevos donde al hacer tope, Merche sacaba su sucia lengua y recorría la piel rugosa y llena de pelos de los cojones del macho.

En ese momento, la tía Merche berreaba corriéndose de gusto como una perra. Los jóvenes como dos buenos sementales no paraban de bombear a la puta madura, aunque esta se hubiere corrido ya varias veces.

-Sacadme las pollas ya cabrones que no puedo más- decía la madura a sus jóvenes amantes.

Estos sacaron las pollas a la vez. La de Nano traía pegada por todo el tronco una mezcla de ensaladilla, babas de coño y babas de polla. La de Adri apareció completamente enmarronada y con un gran pegote de mierda coronando el capullo. La tía Merche se abalanzó sobre la de Nano para dejársela perfectamente limpia. La otra se la dejó a su sobrina para que la saboreara a gusto.

La mamada al gordo ya estaba totalmente fuera de control. Mientras el tío Pepe le follaba el coño azotando las nalgas de la joven, ella recibía escupitajos en la cara de lleno para después usar esa cantidad de saliva en extenderla por la tranca apestosa de Manolo. Ya tenía una cantidad de saliva acumulada en el sofá, donde se encontraban sumergidos los dos cojones del macho. Cada vez que salía la gorda polla de la boca de Merche, esta eructaba con sabor a cerveza rancia debido a la saliva tragada proveniente de la boca del gordo. En una de esas acometidas a la polla, lo que le sobrevino a la joven rubia fue una arcada y a continuación, dejó salir de su linda boca un vómito pastoso con grumos, mezcla de la ensaladilla y el desayuno de aquella mañana. La rubia se reía al ver el estado de la polla de Manolo. Con auténtica devoción enfermiza, a la vez que seguía mamando rabo, iba con sus manitas recogiendo su vómito y se lo iba tragando de nuevo.

Su tía después de la doble follada que le habían metido los más jovencitos, tenía muchas ganas de evacuar. Nano y Adri se acercaron al sofá para ver de cerca la escena que allí se desarrollaba. Permanecieron de pie, mirando. Con sus pollas empalmadas y goteando babillas. Los jóvenes que aún tenían hambre, cogieron la fuente de la ensaladilla rusa y pillando un tenedor cada uno, iban acabando con la existencia de lo poco que quedaba al fondo de la fuente.

Merche ya se había tragado prácticamente todo lo que había echado por su boca. Ahora era la tía la que acercando su coño y apoyando su pie en el muslo de Manolo soltó un chorro de meado caliente directamente a la boca abierta de su sobrina. Merche lo recibía gustosamente con una sonrisa de felicidad. El resto de la meada lo dirigió la madura sobre la polla de Manolo. Fue tal la cantidad de orín que expulsó ese coño, que arrastró desde las piernas y el vientre del gordo, el resto de vómito, que resbaló hasta el suelo uniéndose con la mierda que aún estaba allí. La polla del gordo brillaba por la mezcla de la saliva de la rubia, del meado dejado por la tía Merche y por las babas que desprendía a chorros ese capullo gordo por su raja.

La tía Merche quería seguir vaciándose; ahora sus intestinos. Bajó su pie y situó su culo a la altura de la polla que apuntaba al cielo. Merche bajó su cabeza para poder ver la cagada que su tía estaba a punto de soltar. Su tío paró las embestidas para no perderse detalle, pero no sacó su polla del coño de su rubia sobrina. La madura se abrió las nalgas ella misma y en un apretón se vació entera. La peste inundó la habitación cuando aquel ojete comenzó a soltar una mierda de un color claro y tan blanda que poco le faltaba para ser líquida.

-Toda para ti cariño – le dijo la madura a su sobrina.

-Que rico tata, gracias – dijo la rubia dándole lengüetazos en las nalgas salpicadas de mierda de su tía, llevándose en su lengua toda esa carga asquerosa. Una vez acabada de limpiar por su sobrina, la madura se retiró y todos pudieron asquearse al ver a la hermosa joven como con sus manos recogía todos los desechos de su tía y los dejaba caer sobre la gorda polla de Manolo que sonreía y seguía bebiendo de la cerveza que le acababa de pasar la madura Merche.

Su tío Pepe reanudó la penetración a su sobrina, pero cambiando de boquete. Un buen escupitajo cayó certero en la raja del culo de la rubia. Pepe con su capullo, lo empujó hasta dejarlo cubriendo el ojo del culo de la joven para meterle media polla a continuación; con un nuevo golpe de cadera se la metió hasta los huevos.

-Toma anda cerda, bebe que tienes que tener sed – dijo Manolo jalando de la cola de Merche y levantándole la cabeza. Entonces, un chorro enorme de meado, brotó de la polla del gordo elevándose en el aire. La rubia agarró el nabo por la base y se dirigió el chorro a la boca para tragar directamente todo lo posible.

-ahhh que bueno cabrón. Que caliente está – le decía Merche al gordo. La rubia ya entró definitivamente en su descontrol sexual. Con la mano se azotó ella misma su culo, indicando con este gesto a su tío que empezara a darle caña en el culo. Aprovechando que el gordo acababa su meada, se metió el capullo para beber directamente los últimos chorros de pis. Al ver que el gordo acabó, echó mano a la polla del Adri que desprendía un tufo a mierda insoportable.

Con un buen salivajo espeso lanzado por Merche, comenzó la mamada de la sucia polla. En unos minutos que parecieron interminables la rubia tragó a gusto toda la mierda que embadurnaba el nabo del joven.

-Sigue guarra sigue que me voy a correr en tu puta boca – gritó Adri echando mano a la cola del pelo de la rubia para dirigir el mamazo que le estaban metiendo a su polla. Merche soltó la polla de Manolo, que cayó pesada sobre su peludo vientre sin dejar de babear. Así se pudo dedicar por entero a extraer la lefa caliente de los cojones del joven macho. A la vez su tío aceleraba los pollazos en su ojete y gritaba:

-Que me corro perra. ¿Dónde quieres la lechada guarra? ¿En tu culo de puerca o en tu puta boca? – gritaba su tío.

-Lléname el culo de lefa tito, Después me la bebo, Pero ahora lléname el culo de leche calentita – contestaba Merche a su tío.

Y las dos corridas llegaron a la vez. Su tío la ensartó hasta los huevos y así se quedó mientras se vaciaba los huevos, para que la lefa le quedara lo más al fondo del culo de su puta sobrina. Merche sentía palpitar la polla de su tío en su interior. Igualmente, notaba los chorros calientes como la golpeaban y la iban llenado en su interior. Entonces notó como se hinchaba el nabo de Adri en su boca. Una mezcla pastosa de mierda aún permanecía en el interior de su boca. Su tío soltaba su último chorro de leche cuando el niñato empezó a gritar descontroladamente:

-Me corro me corro, ¡abre la boca cerda!

La rubia cerda abrió su boca enseñando su sucio interior. Apoyó el gordo capullo hinchado sobre su lengua y con una sonrisa sádica miró a los ojos de Adri esperando la leche caliente.

-Suéltala cabrón, Córrete en tu puta – le dijo justo antes de notar el primer lechazo.

Al primero le siguieron cinco más cada vez menos intensos, pero todos con una buena cantidad de esperma grumoso y espeso que Merche con gran habilidad retuvo sobre la lengua. Cuando terminó la corrida, se sacó la polla de la boca. Y sin dejar de mirar al joven tragó todo el contenido del interior de su boca.

-Lefa y mierda para dentro. Que ricooooooooo – reía la rubia.

-te gusta la mierda ehhh guarra. Te voy a dar mierda para que te hartes puerca – le gritó a la rubia.

Con un gesto le pidió a Nano que le pasara el plato de la ensaladilla que habían dejado entre los dos prácticamente vacío. Con una mano agarró la carita de Merche por la barbilla y con la otra se sujetó la polla morcillona apuntando a la rubia. Le había pasado el plato a la tía de Merche para que esta lo sujetara bajo el culo del niñato vicioso; cosa que hacía la madura con cierta cara de asco ya que sabemos que no era muy amante de jugar con mierda. La rubia comenzó a ser bañada de meado por ambos machos. La meada de Adri directa a la boca; la meada del tío Pepe le bañaba cabeza, espalda y culo, según dirigiera su chorro el viejo vicioso. La peste a meado en el cuerpo de la rubia se mezclaba con el sudor asqueroso que cubría su cuerpo y la peste a vómito y a mierda que llegaba procedente de toda la asquerosidad acumulada en el suelo entre los pies del gordo. Cuando el joven cerdo se escurría la polla sobre la cara de Merche empezó a apretar su ojete. Tras un pedo sonoro que acentuó la cara de asco de tía Merche y la cara de sucio placer de la joven rubia, el ojete se abrió asomando una mierda marrón y blanda. Rápidamente una serpiente de mierda empezó a brotar de ese culo de macho. Toda fue recogida por la madura que giraba el plato de forma que no se perdiera nada de semejante mojón y a la vez, que no manchara sus dedos.

El gordo ante tal escena tan asquerosa se había estado pajeando como un mono, poniendo su nabo como un mástil de duro y de tieso. La rubia no perdió la oportunidad de recibir otra buena follada; y se situó de espaldas al gordo para sentarse en esa gorda polla y metérsela hasta el fondo de su culo.

-Deja el plato en la mesa tata que será después mi almuerzo – dijo riendo Merche.

La gorda polla rellenó a la puta rubia completamente. Notaba en su interior como los pollazos que le metía Manolo, removían la leche que le había dejado su tío y machacaba su estómago provocando las ganas intensas de cagar a la rubia.

-Ahhhhh sigue cabrón. Puto gordo de mierda, Pedazo de rabo tienes hijo de puta – gritaba Merche entre otras lindezas.

  • Me corro puta que me corro – empezó a gritar Manolo mientras agarraba las tetas de la rubia jalando de sus gordos pezones.

  • Échala dentro cabrón. Córrete de gusto en mi culo – gritaba la rubia mientras tenía un orgasmo anal.

La corrida de ambos fue simultánea. La tía que se dio cuenta que su sobrina se venía le echó mano a la pipa del coño y empezó a frotarla frenéticamente. La corrida de Merche salpicó las piernas de todos los machos que rodeaban la escena. Igualmente, la cara y brazos de su tía quedaron empapados. A su vez, su recto quedó inundado de la lechada del gordo. La rubia se levantó con una cara de placer tremenda, pero sin dejar de apretar el ojete para que no se le saliera la leche de las dos corridas que llevaba en su interior.

-Corre dame el plato cabrón – dijo Merche refiriéndose a Nano.

Se puso en cuclillas y situando debajo el plato de mierda abrió su esfínter para dejar salir su contenido. Tras unos pedos sonoros, comenzó a soltar la lefa. Era grumosa, espesa y de color marrón. Una mezcla de semen y mierda. Tras dejar de salir esa mezcla asquerosa, Merche empezó a cagar. Muy blanda y pastosa. Algo normal teniendo en cuenta la cantidad de pollazos que había recibido en su culo por parte de dos pedazos de pollas. Aprovechó que estaba agachada, para recoger toda la mierda posible del suelo y meterla en el plato. Aquello ya estaba a rebosar, entre la mierda de diferentes texturas y la leche de los machos.

-Ábrete de piernas que te voy a dar polla a base de bien puerca – le dijo Nano.

Merche se dejó caer en el sofá. Al sentarse, su coño y su culo quedaron sumergidos en el caldo, mezcla de meados, vómito y mierda, que se acumulaba en el sofá. Echó su cuerpo hacia atrás y levantó sus piernas abriéndolas golpeando su coño con la mano en una clara invitación al folleteo. Nano esperaba que la rubia se situara bien para meterle la tranca. Entonces su tío se levantó y agarrando el plato y situándolo entre sus piernas, soltó una cagada con varios mojones pastosos que formaron una especie de pirámide asquerosa.

-Espera no le meta el nabo todavía. Que yo sé lo que le gusta a la cerda esta – dijo Pepe mirando a Nano -  Que bien me conoce mi tío preferido - dijo Merche a su tío mientras sonreía.

Coged lo que queráis meterle por el coño. Vamos a rellenarla como un pavo – dijo Pepe dirigiéndose a todos.

Diciendo esto, cogió de uno de los platos una rodaja de mortadela; escupió en el centro de la misma un buen gargajo espeso de mocos, y doblándola por la mitad, se la empezó a meter lentamente por el coño a su sobrina. Merche se había dejado caer hacia atrás en el sofá levantando el coño todo lo posible para facilitar las puercas penetraciones. Su tío empujó con sus dedos todo lo posible la rodaja y sacó sus dedos llenos de baba del coño de Merche. A continuación, fue su tía, la que tras dirigirse a la mesa y pillar una loncha de jamón serrano, se la pasó por su coño.

-Así está más rica, con el saborcito del coño de su tía ¿verdad cariño mío? -  le dijo a Merche mientras se la metía en el coño sin doblar; empujándola poco a poco con sus dedos.

  • Así tata así me gusta a mí el jamón, con sabor a coño – contestó Merche.

La calentura lujuriosa iba en aumento en la habitación con esta sucesión de guarradas. Nano esperaba de pie a poder meterle la polla a la rubia pajeándose despacio. Mientras, el pie de la pierna de Merche que el moreno sujetaba ayudando a la rubia a estar más abierta, se lo llevaba a la boca chupando sus dedos sudados y apestosos de uñas esmaltadas. Merche se apretaba las tetas y se jalaba los pezones con una sonrisa lujuriosa. Le tocó el turno al gordo de Manolo. En un gesto sorprendente de educación, pinchó con el tenedor unos cuantos mejillones en escabeche que aún quedaban en un cuenco. Eligió los más grandes. Tras masticarlos haciendo un ruido asqueroso con sus sucios dientes, olvidó la educación, y se echó la masa de mejillones triturados en el hueco de su gorda mano. A la masa triturada, la acompañó una cantidad de esa salsa naranja aceitosa que es el escabeche.

-Ábrete tú el coño, puerca – le dijo a la rubia mientras acercaba su mano.

-Qué bueno, mejillones ummmmmmmmm – dijo riendo la rubia, mientras se estiraba de los labios abriendo su coño al máximo.

Manolo metió media mano volcando su contenido dentro de la vagina de la rubia. Empujó con sus dedos a la masa de mejillones masticada para llevarla al fondo del coño de Merche. Pero no pudo impedir que el aceite naranja del escabeche rebosara del coño de la rubia resbalando y mojando el ojete de la joven cerda. El más joven de los machos, el Adri, se acercó a la mesa a rebuscar que meterle en el coño a la rubia. Se fijó que en el plato del queso quedaban dos cuñas; las cogió las masticó, repitiendo a continuación la misma operación que los anteriores cerdos. Merche sudaba de una forma exagerada. Al calor se sumaba la calentura de la rubia y el calor que emanaba su coño.

El Nano ya no pudo aguantar más. Le separó las piernas a la rubia agarrando sus tobillos y le metió lentamente el gordo capullo. Avanzó hasta la mitad de la polla y paró al notar una masa caliente dentro del coño.

-Métela entera, cabrón, méteme un pollazo bien dado – gritó Merche.

De un golpe de cadera se la clavó hasta los huevos y empezó a follarla salvajemente. El macho cada vez que sacaba su media polla venía acompañada con restos de comida que iban resbalando por la entrepierna de la rubia. Mientras Merche, gozaba de la extraña y gozosa sensación que le transmitía su coño relleno. La rubia no dejaba de estirar su manita y recoger los restos alimenticios que brotaban de su sucio coño. Con lujuria desmedida se lo llevaba a su boca para saborearlo y tragarlo con deleite.

-Dame ensaladilla cabrón – gritó Merche fuera de sí.

Esta petición era una nueva demostración del grado de cerda al que estaba dispuesta a llegar la hermosa rubia. Ella sabía perfectamente que no quedaba en la mesa y que por lo tanto tendría que venir del interior del macho que en ese momento la follaba. Nano dispuesto a satisfacer a la rubia subió sus rodillas al sofá y aumentando la follada se tumbó prácticamente encima de la rubia. Las manitas de Merche ya no podían llegar a su coño debido a la posición del macho sobre ella, así que dirigió una mano al culo de Nano, con la que le daba nalgadas y le azuzaba para que no parara la asquerosa penetración. La cara del niñato quedó prácticamente encima de la de Merche. Y a su boca dirigió Merche su otra mano. Metía sus finos dedos de uñas cuidadas y delicadamente esmaltadas intentando provocar el vómito del macho sobre su propia boca.

-Échamela cabrón. Dame esa ensaladilla asquerosa de tu barriga a mi puta boca – gritaba Meche metiendo los dedos en la boca de Nano.

Las arcadas del niñato eran cada vez más exageradas y ruidosas. Hasta que, llegado el momento, un par de arcadas fueron de babas espesas que resbalaron por los dedos de Merche hasta caer en su boca lentamente. Finalmente, la cerda de Merche logró su sucio objetivo; dos tremendas arcadas con un vómito espeso bañaron boca cara y pecho de la rubia. Era la ensaladilla a medio diluir acompañada de más alimentos y un olor a cerveza asqueroso.

-Aghhhh que bueno cabrón. Échamela toda – gritaba Merche mientras tragaba lo que podía y con su mano se extendía la masa asquerosa por sus tetas.

Entonces Nano aceleró la follada en señal de que ya le subía la leche de los huevos a la punta del capullo. Aún dejaba caer restos de babas por su boca cuando empezó a correrse de gusto.

-Me corro guarra me corro. Ahhhh toma perra Ahhhhh toma leche en el coño – gritaba Nano mientras se convulsionaba encima de la rubia, que le apretaba el culo con ambas manos para que la corrida le bañara el coño en lo más profundo. Merche notaba como palpitaba la polla dentro de su coño. Cuando la polla aún dentro de la rubia, empezó a encoger de tamaño, sonó un pedo que rápidamente lleno el aire de un olor pestilente. Ante la risa de todos, Nano avisó que se cagaba.

-Me cago rubia, que me cago de gusto – le dijo a Merche pegadas cara con cara

Merche notó un chorro caliente dentro de su coño. Le producía el mismo picor de placer que le produjo el caldo del escabeche, salvo que, en esta ocasión, era mucho más líquido y quemaba de lo caliente que estaba. Ese niñato cabrón se estaba meando dentro de su coño y eso la ponía muy cerda. Llevó sus manos al culo de Nano y le abría las nalgas de forma exagerada, pasándole sus deditos por toda la raja, introduciéndolos dentro del ojete del macho buscando su mierda desesperadamente. Hasta que notó que asomaba una serpiente de mierda blanda que no paraba de salir. La escuchaba como brotaba ruidosamente del ojal del cerdo y como caía al suelo. Nadie se preocupó de intentar poner el plato para recogerla ya que, el plato ya no tenía más capacidad, y era tal la cantidad que salía que hubiera sido imposible de recoger en el plato.

-Caga cabrón échalo todo cariño - le decía Merche al oído. La rubia retuvo lo que pudo en sus manitas para probarla. El macho se levantó y sacó su polla medio empalmada del sucio coño de Merche. Liado en el capullo, traía una masa extraña y deforme medio desilachada que sólo los presentes podían adivinar que era una loncha de jamón serrano; medio destruida a base de pollazos y toda cuajada de restos de otros alimentos. La tía Merche le echó mano rápidamente; se lo acercó a la boca de su sobrina que en ese momento degustaba el contenido marrón de sus manos.

-Toma cariño. Jamón del bueno – dijo metiéndolo en la boca de su sobrina.

El matrimonio de maduros ya se encontraba en la ducha. Se duchaban juntos por rapidez y para meterse una última follada bajo el agua. Los albañiles ya habían marchado.

En el sofá, nuestra rubia permanecía tumbada. El plato sobre su vientre. Su mano izquierda sacaba contenido del plato y lo llevaba a su sucia boca y a sus tetas masajeándolas. Su mano derecha, iba a parar a su coño del que sacaba restos de una masa blanca espesa y se la llevaba igualmente a la boca para comérsela con deleite.

-Que gusto un almuerzo entre amigos – se dijo a si misma Merche, riendo descojonada.