Mercado laboral (05): recuerdos
Recuerdos y venganza.
- Ayer me folló mi jefe. Tiene cojones: la puta vida entera estudiando y trabajando para llegar a directora de grandes cuentas, y que te folle el jefe en el aseo de ejecutivos como si fueras una secretaria de mierda.
- …
- Fue raro. Yo creo que me siguió, que no fue un calentón, que tenía ganas de pillarme y me buscó.
- …
- No te creas que se anduvo con rodeos. No está acostumbrado a que nadie le niegue nada, y yo tampoco lo hice. Cerró el pestillo de la puerta, se me acercó, y me metió mano en el paquete. “Estaba seguro de que tenías polla”, dijo.
- …
- Yo me quedé cortada, pensando que iba a despedirme y armar un escándalo de los de no volver a trabajar en la vida. No me preocupa el dinero, he ganado mucho, pero me gusta mi trabajo ¿Sabes?
- …
- Di que sí, cariño. Tú sigue chupando calladito.
- …
- Pues en vez de eso, el tío se puso de rodillas, me subió el vestido hasta la cintura, me la sacó de las bragas, y empezó a mamármela. Al principio, la tenía blandita, ya te puedes imaginar, pero el muy cabrón me la mamaba como si le fuera la vida, así que, al poco rato, me la había puerto de piedra. Me daba unos chupetones en el capullo que me acabó poniendo como una moto.
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- Yo si me lo dicen no me lo creo, tan fuertote y tan machote, el hijo de puta, y resulta que traga pollas como una zorra.
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- ¡Ahhhhh! ¡Sí, cariño!... Cómemelas así… Nadie chupa como tú, zorrita.
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- Empezó como todos, mamándome el capullo y eso, lo normal, pero al rato, se la tragaba entera, hasta la garganta…
- …
- Yo al principio estaba mosqueada, ya sabes: a nadie le gusta que la violen. Pero al final… Bueno, que qué le vamos a hacer, que soy muy puta y si me la maman acabo poniéndome como una burra… ¡Joder cómo me estás poniendo, cochinito! Ve despacio, despacito, no tengas prisa… Ufffffff…
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- Al cabo de un rato me tenía con el culo en el lavabo. Es que me temblaban las piernas, te lo juro.
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- Así que, cuando me quise dar cuenta, me estaba corriendo como una loca. No te creas que se apartó, no. Tragaba lechita, el maricón, y se le veía mojado hasta el pantalón. Te juro que me corrí como nunca. Yo creo que hasta chillaba. Ya sabes cómo me pongo…
- …
- Yo ya me imaginaba que aquello no paraba allí, porque se le veía muy empalmado, y, efectivamente, me dio la vuelta, y hay que ver cómo, como un machote, con fuerza y ese puntito de violencia controlada que… Ufffffffff…
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- Así que allí, inclinada, con las manos apoyadas en la piedra del lavabo, el culo en pompa y el vestido subido, vi en el espejo cómo se sacaba la polla más grande que he visto en vivo.
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- No te enfades, bobito. La tuya también me gusta, aunque sea pequeñita. Es distinto: él es un machote, y tú una mariconcita monísima.
- …
- El tipo se escupió en la mano, se mojó aquel pedazo de tranca con saliva, me bajó las braguitas hasta justo por debajo del culo, y me la clavó de un golpe y sin preguntar. No te imaginas qué impresión… Una manera de estar llena…
- …
- Me preguntó si me dolía, el gilipollas, como si me fuera a doler a mí una polla en el culo…
- …
- Pero empezó a follarme bien, muy bien, despacito al principio, metiéndola muy dentro. Me llegaba hasta el fondo, y cada vez que la clavaba era como un pinchazo en la polla. Me la volvió a poner dura en cuatro golpes y yo ya perdidita, gimoteando como una perra en celo. Me sacó las tetas y me las magreaba a lo bestia. Me di cuenta de que él también miraba en el espejo. Yo creo que le gusta más verse que follar.
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- ¡Joder! Vas a hacer que me cooo… rra…
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- Y poquito a poquito, el cabrón iba acelerando, acelerando, acelerando… Me tenía loca. Hasta iba haciendo un charquito en el suelo del flujo que goteaba.
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- Al final, era como una locomotora. Me sacudía entera cada vez que me la clavaba. Me tenía que agarrar por las caderas para que no saliera disparada. Chillaba como una cerda, y hasta me daba azotes. Me tenía loca.
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- Y entonces se me quedó dentro como clavado, apretándome muy fuerte. Era como un chispazo en la próstata que veía las estrellas.
- …
- Empezó a correrse. Ya sabes cómo me gusta sentirme llena de lechita caliente… Bueno, que me corrí yo también casi a la vez. Y el tipo tan contento viéndome salpicarlo todo, estrujándome las tetas, y agarrándomela.
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- Para, para un poco, cariño, que no quiero acabar tóoooodavíiia… Así, cómeme las pelotas, mi amor. ¡Ahhhhh…!
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- ¿Sabes a qué me recordó?
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- Cuando era chico, en el instituto, yo ya era muy mariflor. Los demás chicos se pasaban conmigo muchísimo. Me llamaban de todo.
- …
- Una vez, dos compañeros de clase y yo tuvimos que quedarnos quince minutos más corriendo al acabar la clase de gimnasia. Un castigo por hacer el vago.
- …
- Cuando llegamos al vestuario ya no quedaba nadie, y empezaron a reírse de mí. Yo no hice caso. Había aprendido que lo mejor era no decir nada, así que me fui a la ducha pensando que ya se aburrirían, pero no.
- …
- Me siguieron y empezaron con el cachondeo de que si que a ver si les podía enjabonar la espalda, que si tal… Yo pensé que quedaría ahí la cosa, pero uno de ellos, el más bruto, se metió en la ducha conmigo y me pasó el gel.
- …
- Yo no tenía claro ni que fuera homosexual y, desde luego, no había tenido ninguna experiencia, pero me acobardé (siempre me acobardaba), y obedecí. Empecé a enjabonarle la espalda mientras que ellos seguían con sus bromas.
- …
- ¿Sabes? Se me puso dura. Yo quería que me tragara la tierra pensando que se iban a dar cuenta, y el tío va y, de pronto, se da la vuelta, y veo que la tiene como una piedra. El muy cabrón se reía y me decía que viera lo que había hecho, que a ver cómo lo arreglaba…
- …
- Bueno, pues que me hizo saber que quería que se la tocara, y yo volví a obedecer. No te imaginas… La tenía dura, pero dura de verdad. Hacía como que estaba enjabonándole el pecho y eso, y él me cogió las manos y me las llevó a su polla. Me resbalaba entre los dedos…
- …
- Creo que ese día me di cuenta, o que lo asumí, porque estaba claro que algo había. La mía se puso tremenda también. El tío ya no me hablaba en bromitas. Me llamaba maricona, y me decía que siguiera así y burradas de esas.
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- El caso es que me agarró la cabeza y me hizo inclinarme. Ya te puedes imaginar…
- …
- Empecé a chupársela. Era mi primera polla. Estaba como loca. Se la chupaba a lo loco, como si le quisiera sacar la sangre. Se dejó caer de espaldas en el alicatado de la ducha y dejó de hablar. Jadeaba, y yo la sentía en la boca como tan viva, tan dura, tan palpitante…
- …
- Y el otro hijo de puta, aprovechando la postura, empieza a echarme gel de ducha en el culo, y yo me temo lo peor. El caso es que enredaba con los dedos, y a mí me daba gustito, pero cuando me la enchufó…
- …
- No te puedes imaginar el daño que me hizo… Bueno, igual sí… Aunque yo nunca he sido tan bruta contigo, cariño… Sigue, no te pares… Mama ahora, cielo… Asíiiiii…
- …
- El muy cabrón me follaba como si no hubiera un mañana, y encima, cada vez que me la clavaba, me empujaba contra el otro y me la metía hasta la garganta. Yo estaba como perdida, ahí, zarandeada, con aquella estaca que parecía que me iba a partir en dos…
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- El hijo de puta me insultaba, me preguntaba si era eso lo que quería, que si cómo te gusta que te follen el culo, que si no llores, maricón…
- …
- ¿Sabes? No sé por qué, me ponía perra, perra… Era como si tuviera razón, como si llevara toda la vida esperando que un par de cabrones me violaran. Al cabo de un rato, gemía como una puta. Me seguía haciendo daño, pero también… era como si me tocara la polla desde dentro.
- …
- Y entonces empezó a palpitar fuerte. La notaba hincharse y deshincharse en mi boca, y traté de apartarme, pero me sujetó la cabeza con fuerza y empezó a correrse. “Toma, maricón, traga”, me decía, y no me quedó otra que tragármela. No sé qué me esperaba, pero no sabía a nada, y el tipo gemía al correrse, y le temblaban las piernas… Creo que fue la más brutal percepción del placer ajeno que he sentido en mi vida…
- …
- Me hizo levantar la cabeza agarrándome del pelo, y yo le agarré la polla. El otro cabrón seguía folándome. Me hablaba muy cerca de la cara. Me llamaba tragapollas, maricona, nenaza…
- …
- Y empecé a correrme yo. Era como un misterio. Notaba su polla como apretándome un botón muy dentro, y me corría a borbotones. El hijo de puta se reía, y yo chillaba como una nena soltando lechita como en mi vida.
- …
- Me caí al suelo de rodillas, y el otro empezó a corrérseme en la cara. Se la meneaba delante de mí, y me disparaba su leche en la boca y en los ojos. Todavía me latía y echaba algunos chorritos.
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- ¡Así… así… asíiii…! ¡Traga… te… láaaaaaaaa…!
- …
- ¿Te acordabas de eso, hijo de puta?
- …
- Pues ahora ya te acuerdas.
- …
- Oye, cariño, mañana vas a venir con braguitas. Te compras unas, o se las coges a tu mujer… Me da igual, pero en braguitas.
- …
- ¿Me oyes?
- Sí…
- Vale. Mañana voy a follarte el culito, cielo, estoy segura de que te gustará. Vas a correrte como una mariconcita buena.
- …
- Bueno, y ahora lávate la boca y termíname los contratos de Rodescht, que quiero enviárselos mañana.