Mercado laboral 04: las que tienen que servir

Un ejercicio de diálogo.

La señora no estaba esta mañana… Y me ha llamado el señor, que estaba sentado en el sofá, en el salón, en pijama.

¿Y has ido?

¡Joder, pues claro que he ido! ¡No te jode!

¿Y qué ha pasado?

Pues que ha empezado a preguntarme que si estaba contenta en la casa, que si cuanto tiempo llevaba trabajando allí, que si estaba contenta con mi sueldo…

¿Y qué le has dicho?

Pues yo qué sé… Estaba cortada. El hijo de puta estaba empalmado, y no disimulaba nada. Le he dicho que dos meses, y que sí, que estaba contenta, que la señora es muy amable... ¿Qué iba a decir?

Venga, cariño, tranquilízate. ¿Te hago una tila?

Perdona… Es que… Anda, sí, por favor.

Venga, sigue contándomelo.

Pues me ha preguntado si quería ganar más. Era como muy asqueroso, por que no disimulaba nada.

¿El qué?

Pues que se me quería follar, que a veces pareces tonto.

¿Y qué has hecho?

Pues al principio me he quedado como parada. Es que no me lo esperaba. Me he quedado de piedra.

¿Y luego?

Luego he querido irme.

¿Y?

Pues que se me ha quedado mirando muy serio y me ha dicho “¿Tu marido está en el paro, no?”, y he vuelto a quedarme paralizada.

¡Qué hijo de puta!

Bueno, pues en ese momento va y se la saca.

¡Coño! ¡Menudo susto!

Si, pues espera, que va el tío y me dice que él no tendría problema en subirme el suelo, o en despedirme, que él entendía que en nuestra situación no nos vendría bien que perdiera el trabajo… Y, mientras tanto, se la agarraba delante de mis narices. Dura como una piedra, que la tenía, el muy cabrón.

¿Y tú?

Yo… Me he acojonado, Carlos… Es que me he acojonado…

Pero…

Pues que nos he imaginado otra vez sin dinero, con el casero llamando, sin saber cómo cojones hacer la compra… ¡Joder!… Que se me ha venido el mundo encima...

¿Y?

Pues me ha hecho un gesto, unas palmaditas en el sofá, a su lado, y se ha repantingado, como ofreciéndomela.

Y has ido…

Claro que he ido.

¿Y qué ha pasado?

Que el muy hijo de puta me ha cogido la mano y me la ha puesto en su polla.

¡Grandísimo cabrón!

No sabes…

¿Y qué has hecho?

¿De verdad quieres saberlo?

Quiero saberlo todo, cariño.

¡Joder…! Pues se la he cogido, y he empezado a meneársela… Te juro que tenía miedo…

¿La tenía dura?

Como una piedra, Carlos. La tenía como una piedra. Y babeaba. El muy cabrón me miraba con una sonrisa…

¿Cómo es?

Es un hombre maduro. Debe tener como cincuenta, no sé…

¿Guapo?

Es… atractivo, creo… Está en forma, y tiene el pelo gris, muy arreglado, y es velludo… Huele bien, a colonia cara...

¿Te gusta?

¡Yo qué sé!

Venga, sigue ¿Qué ha pasado entonces?

Pues ha empezado a hablarme. Me decía que si así le gustaba, que era una mujer muy lista, y que nos íbamos a entender. Me lo decía como susurrando, y me desabrochaba la bata.

¡Qué cabrón!

Yo, como en esa casa tienen la calefacción tan alta…

¿Sí?

Pues que no llevaba nada debajo… El sujetador y las bragas…

¡Joder…!

Se ha puesto como loco. Se ha dado media vuelta y ha empezado a sobarme. Parecía que tenía cuatro manos, el muy cerdo…

¿Te tocaba las tetas?

Las tetas me las estrujaba, y me pellizcaba los pezones, y me metía la mano en el coño y me lo sobaba, y me agarraba el culo..

¿Y tú seguías…?

Yo seguía meneándosela. No sabía qué hacer. Encima… ¡Joder!… Encima, me estaba poniendo frenética…

¿Cachonda?

¡Frenética, joder! El tío me sobaba el coño de una manera… Y ha empezado a chuparme el cuello, y las orejas… Y se me ha echado encima.

¿Pero qué decía?

Me decía que estaba muy buena… Muy rica, creo que decía rica; que desde el primer día no había pensado más que en follarme, que le ponían a mil la mujeres así, como yo…

¿Cómo tú?

Con las tetas grandes y un buen culo, decía el hijo de puta, y no paraba. Me besuqueaba, y me metía los dedos.

¿Te los metía? ¿Te hacía daño?

No…

¿No? ¿Estabas…?

¿Mojada?

Sí…

Sí…

¿Y qué mas?

Pues que me ha cogido la cabeza, que me ha puesto la mano en la cabeza y ha empujado un poco… Decía que le tratara bien, que el me lo iba a compensar…

Ya… Y tú…

¿Pues yo qué iba a hacer? Me he puesto a cuatro patas y he empezado a chupársela.

¿A cuatro patas?

Estaba de rodillas en el sofá, y me he puesto a cuatro patas para llegar.

¿Y se la has chupado?

¿Seguro que quieres saberlo todo?

Todo.

Pues sí, se la he chupado… Y, antes de que me lo preguntes, sí, la tiene bastante grande, y me magreaba las tetas mientras se la comía y tenía los pezones duros.

¿Más grande que yo?

Sí…

Sigue.

Pues me la metía hasta la garganta y no me cabía ni la mitad, así que me he puesto a mamar. Al muy cabrón le temblaban las manos, y me empujaba la cabeza que casi me ahogaba.

¿Deprisa?

Muy deprisa.

¿Estabas muy cachonda?

¡Yo qué sé! Sí…

Y se la mamabas…

Se la mamaba bien fuerte, y entonces…

¿Entonces?

Pues que ha empezado a correrse.

¿En tu boca?

A chorro limpio. Se corría chorro va y chorro viene, que creía que me ahogaba.

Pero… ¿Te lo bebías?

Sí…

A mí nunca…

Ya…

Sigue.

Pues al tío se le ha quedado blandita. Grande todavía, pero blanda, ya sabes.

¿Y tú?

Yo estaba nerviosa, y se me debía notar…

¿Por?

Pues por que se ha puesto de rodillas en la alfombra, me ha metido la cabeza entre las piernas y ha empezado a comerme el coño.

¡Hijo de puta!

Como un loco. Me metía la lengua hasta los higadillos, y me mamaba el clítoris, me metía los dedos…

¿Y tú?

Pues…

¿Sí?

¡Pues culeando, joder! ¿Qué te parece? No me lo habían comido así en la vida.

Pero…

Corriéndome como una perra. El tío mamaba, chupaba y hablaba, todo al mismo tiempo. Me decía que me dejara llevar, que él me iba a hacer saber lo que es bueno,… Y a mí uno se me iba y otro se me venía… Una cosa loca… Cada vez que hablaba, me vibraba el coño, como si hiciera música...

¿Y luego?

Luego… Se le ha puesto dura otra vez… Estaba como loco.

¿Cómo loco?

Me ha cogido como un animal, me ha puesto en el suelo, en la alfombra, a cuatro patas, y me la ha enchufado de un golpe.

¡Madre mía!

Y que lo digas… No sabes…

¿Qué?

Cómo me follaba… Era una cosa terrible… Me agarraba por las caderas y me lo destrozaba. Era como tener una taladrado metida. Cada vez que me la clavaba era como un empujón. Las tetas se me movían que parecía que se me iban a escapar… Y…

¿Y?

Y me llamaba puta. Me decía que era una zorrita cojonuda, que ya sabía él que tenía que ser una puta bien caliente...

¡Ufffff…!

La tienes como una piedra, hijo de puta…

Sigue…

Era como una palmada en el culo: la medio sacaba, empujaba fuerte, y parecía que me iba a mandar volando para delante.

¿Y qué hacías?

Yo…

¿Sí?

Chillar como una loca.

¿Corriéndote?

Como una loca…

Joder…

Bueno, y cuando se ha corrido…

¿En tu coño?

En mi coño. Una pasada. Notaba la leche llenándome que parecía que se me iba a salir.

¿Y qué hacías?

Mover el culo, y gritarle que así, que me la diera, que la quería toda…

Pero…

¿Sí?

¡Eres una zorra!

Y tú un cornudo, hijo de puta ¡Si estás empalmado!

¿Y luego?

Luego me ha dado cien euros, y me ha dicho que lo repetiremos, y que no me preocupe, que si yo soy cariñosa, él se encargará de que esté contenta.

Ya…

Y me ha dado el día libre.

Oye…

¿Sí?

Pues que…

Pues que ahora, si quieres, te la meneas, cabrón.

Uffff…

¿No te da vergüenza?

No.

Me ha dicho que un día podíamos venir aquí, un día que no estuvieras.

Dile… que no… pasa nada… que si… quiere… que no… importa…

Cómo me salpiques te mato, cerdo.